Brasil/ Ligados a un proyecto de poder: Batista, Meirelles, Temer, Lula [Raúl Zibechi]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Mayo 28 00:26:09 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

28 de mayo 2017

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Brasil

Salvo el poder, todo es ilusión

Raúl Zibechi

La Jornada, 26-5-2017

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José Batista  Sobrinho comenzó a trabajar a los 15 años. Dejó la escuela en
el cuarto grado. Cuando terminó el servicio militar se dedicó a faenar
vacunos vendiendo a carnicerías de la ciudad de Anápolis, de unos 50 mil
habitantes, en el estado de Goiânia (Brasil). Cuando el presidente Juscelino
Kubitschek, década de 1950, decidió construir Brasilia, Zé Mineiro (su
apodo), se trasladó a la futura capital para instalar un matadero donde
faenaba 25 vacas diarias.

Medio siglo después, en 2007, JBS (iniciales de José Batista Sobrinho) era
uno de los mayores frigoríficos del mundo. Tanto que compró el frigorífico
estadunidense Swift por mil 400 millones de dólares. La gigantesca operación
pudo realizarse gracias a que el banco estatal BNDES capitalizó JBS al
adquirir 14 por ciento de las acciones para que una de las «campeonas
nacionales» (son palabras de Lula), tuviera acceso al mercado estadunidense.

En la fusión de los frigoríficos JBS y Bertín, en setiembre de 2009, otro
paso delante de la empresa, el BNDES invirtió 4 mil 700 millones de dólares
para hacerla posible. El banco estatal llegó a tener una participación de
22.4 por ciento en JBS, a instancias del gobierno federal.

Todos los hijos de Zé Mineiro abandonaron sus estudios para dedicar todo su
tiempo al negocio familiar. «Nuestro conocimiento no es académico,
aprendimos de la vida», dijo Wesley a la revista Forbes. Junto a los otros
dos hermanos, José y Joesley, aquel matadero familiar se convirtió en una
enorme multinacional: está presente en 110 países, tiene 200 mil empleados,
150 plantas y factura más de 50 mil millones de dólares. En Estados Unidos,
el mayor mercado de carne vacuna del mundo, JBS era responsable en 2011 de
22 por ciento de la oferta.

Joesley figura entre las 70 personas más ricas del mundo, según Forbes. Bajo
los dos gobiernos de Lula (2003-2010), el Grupo J&F que controla JBS, creció
de modo exponencial, multiplicando por más de diez su facturación. El grupo
fue uno de los principales beneficiarios de la política de Lula de
seleccionar grandes empresas para insuflarles dinero público y convertirlas
en grandes multinacionales.

Era una de las piezas maestras de proyecto Brasil Potencia del Partido de
los Trabajadores. Las otras son más conocidas: Odebrecht, Camargo Correa,
OAS y un puñado más.

Henrique Meirelles, nombrado director del Banco Central por Lula, se mantuvo
ocho años al frente de la institución. Al dejar Lula la presidencia,
Meirelles fue nombrado presidente del consejo de administración de J&F,
lugar que ocupó hasta 2016, con el objetivo de «crear estructuras de
gobernanza en la compañía para prepararla para salir a bolsa»
(goo.gl/R0RThD). Cuando Dilma Rousseff fue destituida, el 31 de agosto de
2016, Meirelles pasó a ocupar el cargo de ministro de Hacienda del gobierno
de Michel Temer.

Joesley Batista decidió grabar y denunciar a Temer como parte de su
estrategia de negocios. Según análisis del diario económico Valor, decidió
«rifar» Brasil para mudar sus negocios a Estados Unidos, donde la empresa ya
posee 80 por ciento de sus operaciones: 56 fábricas procesadoras de carne y
la mitad de su operativa mundial ya están en ese país.

«Para garantizar la ejecución de su plan, la empresa y sus controladores
necesitaban llegar a un acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados
Unidos, el poderoso DoJ» (goo.gl/xhOohg). En diciembre la empresa realizó
una IPO (oferta pública inicial) en la Bolsa de Nueva York como parte de «un
amplio proceso de reorganización que llevará al grupo a dejar de ser
brasileño», afirma el diario brasileño Valor.

El artículo finaliza con una frase que resume la lógica empresarial: «Los
Batista actuaron rápido, eligiendo el camino opuesto al de la familia
Odebrecht, que vio sus negocios hundirse mientras rechazaba colaborar con
las investigaciones». Falta agregar que horas antes de la difusión de la
grabación, que hundió a Temer, los Batista compraron millones de dólares,
previendo que la divisa sufriría una fuerte devaluación. Ganaron dos veces.

Hasta aquí la historia contada telegráficamente. Una historia que liga a
cuatro personajes que lucharon, ardua y exitosamente, por el poder.

La familia Batista hizo lo que saben hacer los empresarios capitalistas, las
«aves de rapiña» como las definía Fernand Braudel. JBS creció bajo el ala
del desarrollismo brasileño y se benefició como pocas de la política de las
«campeonas nacionales» de Lula. Miles de millones de dólares del Estado para
convertirla en lo que hoy son: rapaces sin límites, capaces de morder la
mano (estatal) que les dio de comer.

Meirelles es un ejecutivo de carrera del sector financiero global, trabajó
28 años en el Banco de Boston, de los cuales 12 años se desempeñó como
presidente del banco en Brasil y luego estuvo tres años como presidente del
Banco de Boston mundial. En Estados Unidos se lo consideraba muy cercano al
presidente Bill Clinton. De ahí pasó al gobierno de Lula, quien le tenía
gran estima.

Temer es el típico político brasileño, mediocre y ambicioso. Hizo carrera en
el centrista PMDB y fue ascendiendo hasta que Lula y Dilma lo eligieron como
candidato a la vicepresidencia en dos ocasiones, en las elecciones de 2010 y
las de 2014. Esperó su momento para dar el salto y, cuando lo consiguió,
cayó al vacío. En unos años pocos lo recordarán.

El cuarto es Lula. En vistas de la crisis en curso, acelera el paso para
retornar a la presidencia. Puede lograrlo. Si lo consigue, gobernará un país
destrozado, no tendrá la mayoría parlamentaria que consiguió tejer en 2003,
deberá lidiar con una sociedad dividida y enfrentada, y afrontará un
escenario global desfavorable. Cualquier persona sensata le aconsejaría
desistir, ya que las posibilidades de éxito son mínimas.

La obsesión por el poder, que reúne estas cuatro biografías que en la última
década se entrecruzaron, es parte indivisible de la lógica capitalista.
Aunque en muchos casos, como quien fraguó la frase del título (Abimael
Guzmán, Sendero Luminoso), tuvieran un discurso opuesto.

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