Historia/ Así cayó el Palacio de Invierno [Yulia Kantor - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Nov 7 23:07:50 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

7 de noviembre 2017

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Historia

Centenario de la Revolución Rusa

Entrevista a Yulia Kantor *

Así cayó el Palacio de Invierno

Courrier International, 28-10-2017

https://www.courrierinternational.com/

Traducción de Lucas Antón – Sin Permiso 

http://www.sinpermiso.info/

En la noche del 25 al 26 de octubre, los bolcheviques derriban al Gobierno
Provisional y toman el poder. Sin encontrar mucha resistencia, nos cuenta la
historiadora rusa Yulia Kantor, en esta entrevista con la publicación
digital rusa Lenta.ru que recoge el semanario francés Courrier
International.  

El gran público no sabe verdaderamente lo que representaba el Palacio de
Invierno en octubre de 1917. ¿Qué uso tenía en la época la antigua
residencia imperial?   

 Poca gente sabe que, desde octubre de 1915, el Palacio de Invierno ya no
era la ciudadela de la monarquía. La familia imperial se había mudado a
Tsarskoie Selo [al sur de Petrogrado, nombre con el que se había rebautizado
San Petersburgo]. El Palacio de Invierno se había transformado en hospital
militar reservado a los soldados heridos en el curso de la I Guerra Mundial.
Todas las salas de recepción y ceremoniales, con excepción del Salón del
Trono, se habían transformado en inmensos dormitorios capaces de albergar
cada uno a doscientos pacientes. Añadamos a ello los heridos alojados en la
hilera de salones que daban al Neva.      

-Aparte de este inmenso hospital, ¿qué más quedaba en el Palacio?

El Gobierno Provisional se había instalado allí a finales de marzo de 1917
[algunas semanas después del derrocamiento del zar] por iniciativa de
Aleksander Kerenski [uno de los líderes de la revolución (1881-1970)]. Se
encontraban allí importantes efectivos de los ministerios, salones para
acoger a los visitantes y registrar peticiones. En resumen, el Palacio de
Gobierno. Se sabe con certeza que los miembros del Gobierno Provisional
durmieron en el Palacio de Invierno las últimas dos noches que precedieron a
su arresto. La última noche, la de la Revolución, Kerenski ya no se
encontraba entre ellos, puesto que había partido hacia Gatchina [otro
palacio imperial situado cerca de Petrogrado] el 25 por la mañana.  

-¿Quién defendió al Gobierno Provisional en esta noche del 25 al 26 de
octubre?

Sólo los junkers [cadetes de las academias militares] y el Batallón de
Mujeres siguieron fieles al poder en vigor. No se sabe exactamente cuántos
podía haber alrededor y en el interior del Palacio, acaso entre quinientas y
setecientas personas. Se alejaban regularmente por razones prácticas. El
gobierno provisional era tan impotente que no estaba ni siquiera en
condiciones de alimentar a sus defensores. En el momento más decisivo, la
noche del 25 de octubre, el batallón de mujeres se había marchado a lavarse
y a comer. No había defensa pensada ni organizada en el Palacio.   

-¿El Gobierno provisional no se esperaba que se atacase el edificio?

Para mí esto sigue siendo un misterio. Se puede suponer que se lo esperaba,
pues el Congreso Extraordinario de los soviets, presionado por un pequeño
grupo de radicales dirigidos por Lenin y Trotsky, había ordenado dimitir al
gobierno provisional legítimo. Naturalmente, este último ignoró el
ultimátum. Después de esto, entrada la noche del 25 de octubre, se hizo
evidente que los bolcheviques iban a pasar a la acción. Ahora bien, los
ministros que estaban reunidos en el Palacio de Invierno adoptaron una
actitud pasiva, parecían desconcertados.    

-¿Cómo se desarrolló la toma del Palacio?

Las célebres imágenes de Octubre, de Eisenstein, mostrando a una avalancha
humana que se lanza por el arco de triunfo del Estado Mayor de la plaza de
Palacio, hacia la entrada principal del Palacio de Invierno, son pura
ficción. Por otro lado, en octubre de 1917 habían desaparecido ya las
águilas bicéfalas de las puertas de Palacio, pues se habían retirado todos
los símbolos de la Rusia imperial (incluyendo los monogramas de la fachada)
por orden de Kerenski durante la proclamación de la república, el 14 de
septiembre de 1917. No hubo asalto, el Palacio de Invierno fue gradualmente
invadido por los bolcheviques.  

-Y el famoso cañonazo del crucero Aurora, ¿se produjo de veras?

Sí, desde luego. Un solo disparo de fogueo, con el cañón nº 1.

-¿Este disparo dio la señal para la insurrección armada?

El 27 de octubre la tripulación del Aurora (dominada, desde luego, por la
propaganda bolchevique) hizo una declaración en la prensa dirigida a los
habitantes de Petrogrado. Aseguraba que los rumores según los cuales se
había disparado fuego real sobre el Palacio de Invierno desde el crucero no
eran más que mentiras y provocaciones. Afirmaba que el disparo de fogueo no
tenía otro propósito que convocar a todos los navíos sobre el Neva “a estar
vigilantes y en estado de alerta”. 

-Entonces, ¿nadie disparó sobre el Palacio esa noche?

¡Sí, y de qué manera! Se lanzaron obuses sobre el Palacio de Invierno desde
la Fortaleza de Pedro y Pablo, cuya guarnición estaba del lado de los
bolcheviques. Esos disparos cayeron sobre todo en las salas de hospital que
daban al río. Hubo varias decenas de muertos. Las primeras víctimas.

-¿La guarnición de la fortaleza no sabía que disparaba sobre el hospital?

Desde luego que sí, diarios de toda obediencia habían escrito mucho sobre el
hospital durante su periodo de actividad. La guarnición disparaba sobre
Palacio sin preocuparse por los soldados heridos que se encontraban allí.
Según el testimonio de las enfermeras y de los soldados supervivientes, se
apoderó del hospital un pánico monstruoso, nadie sabía quién disparaba o por
qué ni cuánto tiempo podía durar aquello. Los que podían todavía moverse se
echaban al suelo. El cañoneo comenzó en torno a medianoche y duró cerca de
una hora y media.   

-La toma del Palacio por los bolcheviques ¿no comenzó más que al término del
cañoneo?

Pasada la una de la mañana, un pequeño grupo armado dirigido por Vladimir
Antónov-Ovséyenko penetró en el edificio por la única entrada desprotegida,
que llevaba a las habitaciones de la emperatriz. Por qué no había nadie
vigilando esos accesos es imposible decirlo hoy en día, es probable que
simplemente fuera a causa de un olvido, puesto que ese ala llevaba vacía
desde hacía algún tiempo. De acuerdo con ciertas fuentes, habría debido
albergar una de las compañías del Batallón de Mujeres, pero en la noche del
25 de octubre casi todas habían abandonado su puesto. Antónov-Ovséyenko y
sus camaradas subieron al primer piso y naturalmente se extraviaron en la
sucesión de habitaciones. Sobre las dos de la mañana acabaron en la Sala de
Malaquita siguiendo el rumor delas voces que les llegaban. Y así es que se
encontraron delante de la puerta del pequeño comedor donde estaban reunidos
los miembros del Gobierno Provisional.   

-¿No había nadie vigilando esos lugares?

Se suponía que los junkers debían montar guardia en la Sala de Malaquita,
pero no había nadie. Había otros junkers apostados en un cuarto al otro lado
de la sala. Pero no hay ningún testimonio que indique que intentaran
involucrarse.  

-¿Cómo se puede explicar eso? ¿Tal vez estaban dormidos?

No lo creo. Con los disparos desde la Fortaleza de Pedro y Pablo, es poco
probable que quien estuviera durmiendo hubiera podido seguir así. Supongo
que la irrupción del grupo armado de Antónov-Ovséyenko sorprendió a todo el
mundo. Es posible que los miembros del Gobierno Provisional pidieran a los
junkers que no opusieran resistencia para evitar un baño de sangre, tanto
más cuando  Antónov-Ovséyenko había prometido respetarles la vida. Procedió
al arresto de todos los ministros que fueron seguidamente conducidos a bordo
de dos vehículos hasta la Fortaleza de Pedro y Pablo.  

-¿No hubo por tanto ninguna violencia?

En ese momento, no. Pero algunas horas más tarde, cuando se abrieron las
puertas que daban al Neva, el Palacio de Invierno se fue llenando
progresivamente de una multitud desordenada de curiosos. Ahí es donde
comenzó la “fiesta”.  

-¿Qué quiere usted decir?

Los bolcheviques se dedicaron a arrancar los vendajes y apósitos de los
pacientes que guardaban cama. Pero los alojados en el hospital que podían
moverse les opusieron una resistencia feroz. Según los recuerdos de los
testigos, no se libraron los primeros inoportunos que hicieron irrupción en
las salas del hospital: los lanzaron escaleras abajo, y los soldados heridos
se defendieron a golpe de muletas, de sillas y taburetes, pero también
tirando los recipientes en los que hacían sus necesidades.

-¿Sufrió pillaje el Palacio de Invierno?

No, eso es una exageración. En algunas partes se llevaron los pomos de las
puertas, se cortaron las cortinas y se dañó el mobiliario, y hubo desde
luego algunos robos sin importancia. En algunos casos la decoración fue
objeto de vandalismo. La gente la emprendió sobre todo contra los retratos
de Alejandro III y Nicolás II, que fueron atravesados a bayonetazos. El
retrato de Nicolás II forma hoy parte de las colecciones del Museo de
Historia Política ruso, el de Alejandro III sigue estando en el Ermitage.

Por otra parte, el Palacio de Invierno había sufrido ya mucho entre febrero
y octubre de 1917, época en la que se entraba por allí como Pedro por su
casa. El edificio albergaba instituciones gubernamentales que recibían a un
público muy diverso. Los junkers también habían causado algunos desperfectos
al utilizar el mobiliario para hacer tiro al blanco.

-¿Por qué hacían esto?

No se trataba probablemente de vandalismo intencionado, debía ser sólo para
divertirse. Al final, el Palacio de Invierno tuvo mejor suerte que el de
Versalles durante la Revolución Francesa, más bien salió bien librado de los
acontecimientos de 1917.

-Se dice que tras la toma del Palacio, los nuevos dueños del lugar habrían
saqueado las bodegas y hecho sus necesidades en los jarrones.

El Palacio de Invierno estuvo a merced de una multitud de curiosos sólo
durante 24 horas. Hay que hacer justicia a los bolcheviques, que supieron
hacerse rápidamente con el control del edificio para convertirlo en museo
nacional [después de transferir a los soldados heridos a otros lugares de la
ciudad]. Pero es cierto que esas 24 horas bastaron para que se vaciaran las
bodegas. A Dios gracias, la mayor parte de las reservas de vino tinto se
vertieron en el canal de Invierno. Por otro lado, hay una leyenda según la
cual el agua del canal se habría vuelto roja por la sangre vertida durante
la insurrección. El agua del canal estaba bastante roja, debido no a la
sangre sino a estos buenos vinos. Por lo que se refiere a que se ensuciaran
jarrones y otros recipientes, se trata igualmente de una leyenda. Si eso
llegó a producirse, se trata de casos aislados.   

-¿Hubo casos de ultrajes y violencias respecto a los junkers y las mujeres?

Yo no he oído hablar de violencia contra las mujeres. De lo que estoy segura
es de que no se molestó a las enfermerasdel hospital, sus recuerdos dan
testimonio de ello. Por lo que respecta a los junkers, fueron desarmados y
se les envió de vuelta a casa.    

En esos días, la justicia de la calle y las ejecuciones sumarias afectaban a
todo Petrogrado. Como en todo periodo convulso, bandas de delincuentes
menudeaban por toda la ciudad, y al principio ni siquiera los bolcheviques
lograron acabar con ellas. Saqueaban tiendas y bancos y entraban en casa de
la gente para matarla.  El poeta Aleksander Blok [1880-1921] escribió por
otra parte en la época: “Encerraos en vuestros pisos, va a haber allí
pillaje / Abrid de par en par vuestras bodegas, que se atiborren los
mendigos”.

-¿Cómo se percibió el cambio de poder en Petrogrado y en el resto del país?

Al principio, la verdad es que no se notó. No olvidemos que inmediatamente
después de la Revolución de Octubre, los bolcheviques declararon que
garantizaban el poder interino únicamente hasta las elecciones para la
Asamblea Constituyente. Nadie podía imaginarse que el régimen se mantendría
en Rusia hasta 1991. 

* Yulia Kantor, historiadora rusa especializada en la Unión Soviética y el
periodo estalinista, dirige el Museo de Historia y el Servicio de
Información del Hermitage en San Petersburgo

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