Palestina/ Centenario de la "Declaración Balfour": un siglo de desposesión y de resistencia [Julien Salingue - Razmi Baroud - Michèle Sibony]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Nov 9 14:18:15 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

9 de noviembre 2017

Boletín Informativo

https://correspondenciadeprensa.wordpress.com/

redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net

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Palestina    

Centenario de la Declaración Balfour

Un siglo de desposesión y de resistencia en Palestina

El 2 de noviembre de 1917, el ministro británico de Asunto Exteriores,
Arthur Balfour, dirigía una carta a Lionel Walter Rotschild, miembro
eminente de la comunidad judía en Gran Bretaña y gran patrocinador del
movimiento sionista. Esta carta, conocida con el nombre de "declaración
Balfour" es un momento clave de la historia de Palestina, puesto que por
primera vez el gobierno de una gran potencia se comprometía a apoyar al
movimiento sionista, entonces ultraminoritario entre las comunidades judías.
La declaración Balfour sella la alianza entre sionismo e imperialismo, al
mismo tiempo que sella la suerte de las y los palestinos que son
simbólicamente desposeídos de su tierra por una potencia colonial que la
atribuye a un movimiento del que numerosos dirigentes no ocultan su
intención de desposeerles de ella físicamente. Para el escritor Arthur
Koestler, con la declaración Balfour, "una nación prometió solemnemente a
una segunda el territorio de una tercera". 

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La declaración Balfour: una desposesión simbólica que abre la vía a la
desposesión física

Julien Salingue 

Hebdo L´Anticapitaliste N° 403, 02-11-2017

https://npa2009.org/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

http://www.vientosur.info/

El 2 de noviembre de 1917, el ministro británico de asuntos exteriores,
Arthur Balfour, dirigía una carta a Lionel Walter Rotschild, miembro
eminente de la comunidad judía de Gran Bretaña y gran patrocinador del
movimiento sionista.

Mediante esta carta, Balfour aportaba el apoyo oficial del gobierno al
proyecto de establecimiento de un "hogar nacional para el pueblo judío" en
Palestina, entonces bajo administración otomana: "El Gobierno de Su Majestad
contempla con beneplácito el establecimiento en Palestina de un hogar
nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para
facilitar la realización de este objetivo, entendiéndose claramente que no
se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las
comunidades no judías existentes en Palestina, o los derechos y el estatus
político de los judíos en cualquier otro país. Estaré agradecido si usted
hace esta declaración del conocimiento de la Federación Sionista".

Un siglo de desposesión

Esta promesa, conocida con el nombre de "Declaración Balfour", es un momento
clave de la historia de Palestina, puesto que por primera vez el gobierno de
una gran potencia se comprometía a apoyar al movimiento sionista, entonces
ultraminoritario en las comunidades judías. La declaración Balfour sella la
alianza entre sionismo e imperialismo, al mismo tiempo que sella la suerte
de las y los palestinos, que son simbólicamente desposeídos de su tierra por
una potencia colonial que la concede a un movimiento muchos de cuyos
dirigentes no ocultan su intención de desposeerles de ella físicamente. Para
el escritor Arthur Koestler, con la declaración Balfour, "una nación
prometió solemnemente a una segunda el territorio de una tercera".

Recordar, 100 años más tarde, la promesa británica, es recordar que para las
gentes palestinas la lucha contra la desposesión no comenzó en 1967, tras la
ocupación de Cisjordania y la franja de Gaza, ni siquiera en 1948, en el
momento de la creación del Estado de Israel. El proceso de desposesión se
extiende a lo largo de un siglo y, contrariamente a la mitología mantenida
por el movimiento sionista y sus aliados, la resistencia palestina es
anterior a las primeras guerras israelo-árabes, en particular la gran
revuelta de 1936, aplastada conjuntamente por los británicos y las milicias
armadas sionistas.

Discriminaciones estructurales

La declaración Balfour inscribe en el lenguaje diplomático internacional la
negación de los derechos nacionales de los y las palestinas, puesto que solo
son mencionados sus derechos "civiles y religiosos", y que son calificados,
mediante un eufemismo destinado a negar su identidad, de "colectividades no
judías". Las y los 700 000 árabes de Palestina (más del 90% de la población)
son reducidos al estatus de residentes sin derechos políticos, lo que valida
a posteriori la tesis de dirigentes sionistas según la cual Palestina sería
una "tierra sin pueblo". 50 años más tarde, la dirigente israelí Golda Meir
declarará, a propósito de los territorios ocupados por Israel: "¿Cómo
podríamos entregar esos territorios? No hay nadie a quien entregárselos".

Recordar 100 años más tarde la promesa británica es, así, comprender que la
opresión y las discriminaciones coloniales sufridas por el pueblo palestino
no son algo accidental sino producto de una larga historia. La resistencia
palestina a este proceso de larga duración no ha cesado jamás, aunque haya
que reconocer que el movimiento nacional atraviesa hoy una crisis histórica
y que los y las palestinas hacen frente a una correlación de fuerzas
considerablemente deteriorada. Una cosa es cierta: el apartheid israelí es
un fenómeno estructural, que solo podrá ser abolido si los fundamentos
mismos del Estado de Israel y su papel de puesto de vanguardia del
imperialismo occidental en la región son analizados, denunciados y
combatidos.

*****

Mi patria nunca fue propiedad de Balfour y éste no tenía ningún derecho a
dársela a nadie *

Razmi Baroud 

Cuando era un niño que crecía en un campo de refugiados de Gaza, esperaba el
2 de noviembre. Ese día, cada año, miles de estudiantes y de habitantes del
campo bajaban a la plaza principal, blandiendo banderas palestinas y
pancartas, para condenar la declaración Balfour.

Para ser sincero, tengo que decir que mi impaciencia estaba motivada sobre
todo porque las escuelas cerraban ese día y que después de un corto pero
sangriento enfrentamiento con el ejército israelí, volvería pronto junto a
mi querida madre, comería algún chuche y vería los dibujos animados.

Entonces no tenía ninguna idea sobre lo que era realmente Balfour, y cómo su
"declaración" de hacía tantos años había cambiado el destino de mi familia
y, además, mi vida y la de mis hijos.

Todo lo que sabía, es que Balfour era una mala persona y que a causa de su
terrible fechoría sobrevivíamos en un campo de refugiados, rodeados por un
ejército violento y un cementerio, en perpetua expansión, lleno de
"mártires".

Ningún derecho a entregar mi patria a nadie

Decenios más tarde, el destino me llevaría a visitar la iglesia de
Whittingehame, una pequeña parroquia en la que está enterrado Arthur James
Balfour.

Mientras que mis padres y mis abuelos están enterrados en un campo de
refugiados, un espacio cada vez más reducido, víctima de un asedio perpetuo
y sufriendo inconmensurables dificultades, el lugar de reposo de Balfour es
un oasis de paz y de calma. La pradera vacía alrededor de la iglesia sería
suficientemente grande como para acoger a toda la gente refugiada de de mi
campo.

Finalmente, he tomado plenamente conciencia de las razones por las que
Balfour era una "muy mala persona".

Primer Ministro de Gran Bretaña, luego Ministro de Asuntos Exteriores a
partir del año 1916, Balfour prometió mi patria a otro pueblo. Una promesa
realizada el 2 de noviembre de 1917 en nombre del gobierno británico, bajo
la forma de una carta enviada al dirigente de la comunidad judía de Gran
Bretaña, Walter Rothschild.

Entonces Gran Bretaña no controlaba Palestina, que formaba parte del imperio
otomano. De todas formas mi patria jamás fue propiedad de Balfour y éste no
tenía ningún derecho a entregársela tan negligentemente a nadie (...).

De los acuerdos Sykes-Picot a la declaración Balfour

Evidentemente, Balfour no actuaba a título personal. Ciertamente, la
declaración lleva su nombre, pero él era en realidad el fiel agente de un
imperio que tenía intenciones geopolíticas a gran escala, no solo para
Palestina, sino para Palestina en tanto que parte de un entorno árabe más
amplio.

Justo un año antes, había sido elaborado otro documento siniestro, aunque en
secreto. Había sido aprobado por otro diplomático británico de alto rango,
Mark Sykes y, en nombre de Francia, por Fançois Georges-Picot. Los rusos
fueron informados del acuerdo, pues recibían también una parte del pastel
otomano.

El documento indicaba que cuando los otomanos fueran aplastados, sus
territorios -entre ellos Palestina- serían divididos entre las futuras
partes victoriosas.

El acuerdo Sykes-Picot, igualmente conocido con el nombre de Acuerdo para
Asia Menor, fue firmado en secreto hace un siglo, dos años después del
comienzo de la Primera Guerra Mundial. Revelaba la naturaleza brutal de las
potencias coloniales, que consideraban raramente la tierra y sus recursos
relacionados con quienes vivían sobre esa tierra y poseían esos recursos
(...).

Los mandatos británicos y franceses fueron establecidos sobre entidades
árabes divididas, mientras que Palestina fue entregada al movimiento
sionista un año más tarde, cuando Balfour transmitió la promesa del gobierno
británico, condenando a Palestina a un destino hecho a base de guerra y de
inestabilidad perpetuas.

Promesas condescendientes y mentiras

La idea de los "pacificadores" y "honrados negociadores" occidentales,
omnipresentes en todos los conflictos de Medio Oriente, no es nueva. La
traición británica a las aspiraciones árabes remonta a hace decenios. Los
británicos han utilizado a los árabes como peones en su gran juego contra
sus rivales coloniales, para luego traicionarles a la vez que se presentaban
como amigos cargados de regalos para ellos.

Esta hipocresía no ha sido jamás tan puesta en evidencia como en el caso de
Palestina. Desde la primera ola de migración judía sionista a Palestina en
1882, los países europeos facilitaban la instalación de los colonos y de sus
recursos, mientras que se establecían numerosas colonias, grandes y
pequeñas. Cuando Balfour envió su carta a Rothschild, la idea de una patria
judía en Palestina era por tanto ya creíble.

Sin embargo, se habían hecho numerosas promesas condescendientes a los
árabes durante los años de la Gran Guerra, cuando la autoproclamada
dirección árabe tomaba partido favorable a los británicos en su guerra
contra el imperio otomano. Se prometió entonces a los árabes una
independencia inmediata, incluso para los palestinos.

La idea dominante entre los dirigentes árabes era que el artículo 22 del
pacto de la Sociedad de Naciones debía aplicarse a las provincias árabes
dirigidas por los otomanos. Se les había dicho a los árabes que sus derechos
serían respetados en tanto que "misión sagrada de civilización", y que sus
comunidades serían reconocidas como "naciones independientes".

Cuando las intenciones de los británicos y sus lazos con los sionistas se
hicieron demasiado evidentes, los palestinos se rebelaron, una rebelión que,
un siglo más tarde, no ha cesado, pues las atroces consecuencias del
colonialismo británico y de la toma de control total de Palestina por los
sionistas siguen presentes tras todos estos años (...).

Una desigualdad original que se perpetúa

De hecho, esta historia continúa actualizándose cada día: los sionistas han
reivindicado Palestina y la han denominado "Israel"; los británicos
continúan apoyándoles, sin dejar nunca de halagar a los árabes; el pueblo
palestino sigue siendo una nación territorialmente fragmentada: en los
campos de refugiados, en la diáspora, bajo ocupación militar o tratados como
ciudadanos de segunda en un país en el que sus antecesores han vivido desde
tiempo inmemorial.

Si Balfour no puede ser hecho responsable de todas las desgracias que han
golpeado al pueblo palestino desde que hizo pública su corta pero
tristemente célebre carta, la idea que su "promesa" encarnaba -un desprecio
total de las aspiraciones del pueblo árabe palestino- ha sido transmitida de
una generación de diplomáticos británicos a otra, de la misma forma que la
resistencia palestina al colonialismo es transmitida de generación en
generación.

En un texto publicado en el Al-Ahram Weekly y titulado "Verdad y
reconciliación", el añorado profesor Edward Said escribió: "Nunca la
declaración Balfour ni el mandato concedieron específicamente a los
palestinos derechos políticos en Palestina, solamente derechos civiles y
religiosos. La idea de una desigualdad entre judíos y árabes fue así
construida inicialmente por la política británica, luego por las políticas
israelíes y estadounidenses".

Esta situación de desigualdad prosigue, y con ella la perpetuación del
conflicto. Lo que los británicos, los primeros sionistas, los americanos y
los gobiernos israelíes siguientes no han comprendido nunca y continúan
ignorando, para su desgracia, es que no puede haber paz en Palestina sin
justicia y sin igualdad, y que las y los palestinos continuarán resistiendo
mientras sigan en pie las razones que estuvieron en los orígenes de su
rebelión hace cerca de un siglo. 

* Artículo publicado originalmente en inglés en
http://www.aljazeera.com/indepth/features/2016/11/britain-destroyed-palestin
ian-homeland-161102054348710.html
<http://www.aljazeera.com/indepth/features/2016/11/britain-destroyed-palesti
nian-homeland-161102054348710.html> 

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Entrevista con Michèle Sibony, de la Unión Judía Francesa por la Paz (UJFP).

Colonialismo y antisemitismo asociados prometieron un hogar nacional judío
en Palestina

Julien Salingue

-Estamos en noviembre de 2017, es decir, 100 años después de la declaración
Balfour. ¿Cómo comprender, con perspectiva, esta decisión del gobierno
británico?

En 1917, la Primera Guerra Mundial y la revolución rusa inquietaban a Gran
Bretaña. Los acuerdos Sykes-Picot firmados en 1916 ratifican el reparto del
Medio Oriente otomano entre Francia y Gran Bretaña, y prevén un estatus
internacional para Palestina. Gran Bretaña cree en el "poder judío":
numerosos textos de políticos de la época dan fe de ello. Satisfacer a los
judíos estadounidenses permitiría obtener la ayuda militar americana
rechazada a la Triple Entente, satisfacer a los judíos rusos muy presentes
en la revolución permitiría a Rusia seguir en guerra, se reforzaría la
posición de Gran Bretaña en el Oriente árabe, en particular sobre el Canal
de Suez, frente a una Francia que reivindica también Palestina como parte de
la Gran Siria. La promesa Balfour se presenta por tanto como un mensaje
enviado a los judíos del mundo entero siendo a la vez una forma de acuerdo
de subcontratación propuesto a los sionistas judíos para mantener o
posicionar sus intereses imperialistas.

Por otra parte, Balfour igual que Lloyd George crecieron en un entorno
evangelista, a la vez antisemita y mileranista: la llegada mesiánica pasa
por la vuelta de los judíos a la tierra bíblica. En fin, como para todas las
potencias coloniales de la época, los "indígenas" no tienen estrictamente
ninguna importancia a ojos de la potencia imperial. Colonialismo y
antisemitismo asociados harán así la promesa de un hogar nacional judío en
Palestina. Lord Montagu en su "memorándum sobre el antisemitismo actual del
gobierno británico" no se engaña, y asume que "los turcos y los demás
musulmanes serán mirados en Palestina como extranjeros, exactamente de la
misma forma que los judíos serán, tras esto, tratados como extranjeros en
todos los países salvo en Palestina".

-¿En qué contribuyó la declaración Balfour a legitimar y desarrollar el
movimiento sionista?

En realidad, en 1917 el sionismo era un movimiento ultraminoritario en el
mundo judío, tanto en el europeo como en el ruso o el americano. Los judíos
asimilacionistas, igual que los religiosos ortodoxos y los judíos
revolucionarios estaban totalmente opuestos al sionismo. Los religiosos
rechazan el nacionalismo que quiere reemplazar a la religión: a sus ojos,
solo el mesías puede dar a los judíos la tierra de Israel. El Bund,
sindicato judío en Rusia, Lituania y Polonia, primer partido judío en
Polonia, reivindica el doy kait, es decir la lucha por la mejora de su
condición en los países en los que las y los judíos se encuentran, y una
antonomía nacional y cultural pero no territorial en un imperio ruso que
desean que se transforme en una federación de los pueblos. Así, el sionismo
es en primer lugar un colonialismo europeo y el antisionismo es en primer
lugar un anticolonialismo judío. Los primeros y los más numerosos
antisionistas fueron judíos... hasta la Segunda Guerra Mundial. Y no
hablaremos aquí de los judíos orientales o del Magreb, ni reconocidos, ni
concernidos, ignorados por el sionismo de aquella época. Cinco años después
de la declaración Balfour, el mandato sobre Palestina confiado por la SDN en
1922 a Gran Bretaña, retoma íntegramente los términos de la promesa, y da
una validación, en el derecho internacional, del sionismo como implantación
"nacional" judía en Palestina. Por otra parte, la carta de la OLP de 1964
situaba el inicio del sionismo de Estado en la declaración Balfour,
considerando de hecho que los judíos llegados antes de esa fecha a Palestina
eran inmigrantes con vocación de convertirse en palestinos. Es lo que
plantea su artículo 20, según el cual "la declaración Balfour, el mandato
para Palestina, y todo lo que está fundado en ellos, son declarados nulos y
sin efectos..."..

-Los sionistas acabaron por volverse contra su padrino británico, hasta el
punto de que hay quien ha hablado de una guerra de independencia como la que
tuvo lugar en los Estados Unidos. ¿Es oportuna esta comparación?

El nacimiento del nacionalismo judío es uno de los fundamentos del sionismo,
pero no forzosamente estatal. El sionismo estatal, que asume la concepción
europea de la época sobre el Estado-nación, ignora los derechos indígenas
como movimiento colonial europeo que es. Esto va a ocultar parcialmente, o
en cualquier caso dar un carácter secundario, a la colonización de Palestina
que se deriva de ello: cada pueblo en su tierra, un pueblo sin tierra en una
tierra sin pueblo. La naturaleza colonial de sionismo será entonces
invisibilizada para muchos (pero no para los pueblos árabes), y el sionismo
será considerado como un nacionalismo local que entra en competencia con el
nacionalismo palestino. Es así como lo que será presentado por el movimiento
sionista como la guerra de independencia contra Gran Bretaña va a ocultar y
borrar literalmente al ya activo movimiento indígena palestino de
independencia, como esconde y borra la Naqba, la gran expulsión de 1948. De
hecho, la retirada de Gran Bretaña deja en pie una nueva potencia colonial,
Israel, que continuará defendiendo los intereses occidentales sobre los que
no ha dejado de apoyarse. Se puede también recordar que 1947, el año del
plan de reparto de Palestina, es tambén el de la partición de la India tras
la retirada de Gran Bretaña... Y que ya en 1917 Balfour respondía a un
Montagu que le preguntaba sobre la suerte que reservaba a Palestina: "Quiero
crear un pequeño Ulster".

-100 años más tarde, recordar la declaración Balfour, es recordar que los
problemas no comenzaron en 1967, ni siquiera en 1948. ¿Por qué es importante
para comprender las realidades actuales?

La declaración Balfour constituye un momento clave en la inscripción del
sionismo en el derecho internacional, cuyas etapas posteriores serán el
mandato confiado por la SDN, luego el plan de división de 1947 de la ONU. El
desprecio colonial que ha presidido a estas diferentes etapas ha permitido
el desenraizamiento de un pueblo y la no toma en consideración de sus
derechos. Si se considera el proceso de Oslo, difunto desde hace ya casi
veinte años como el último avatar de esta gestión bajo tutela, se puede
constatar que los derechos elementales del pueblo palestino no han sido
preservados o defendidos, ni el derecho al retorno de los refugiados
garantizado por la ONU, ni el estatus de Jerusalén-Este, ni siquiera la
apariencia de reparto (muy desigual) referida al precedente plan de reparto
de 1947. Todo esto mientras que la colonización de los territorios ocupados
en 1967 prosigue, ante la indiferencia de las mismas naciones que impulsaron
la creación del hogar nacional judío, iniciado por Gran Bretaña y la
declaración Balfour. Si la declaración Balfour nos recuerda algo, es que el
único proceso en curso desde la promesa, renovado constantemente, es el de
la colonización continua del territorio palestino. La "solución" de hoy pasa
por la descolonización de Israel como régimen colonial y el reconocimiento
de derechos iguales a todos los habitantes actuales de Palestina.

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