Estado español/ Esta casa es una ruina. Este Rey un peligro. Este presidente un estorbo [Manuel Gari]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Oct 4 16:43:10 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

4 de octubre 2017

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Estado español

Tras el 1-0 en Catalunya

Esta casa es una ruina. Este Rey un peligro. Este presidente un estorbo

Manuel Gari *

Viento Sur, 4-10-2017

http://www.vientosur.info/

El 1-O Rajoy perdió la primera batalla contra el movimiento popular
independentista. Dijo que no habría ni una urna y las hubo. Dijo que sería
un divertimento y fue un acto de desobediencia civil masivo y pacífico.
Creyó su propia mentira: esto es cosa de unos pocos dirigentes políticos
secesionistas que manipulan a la sociedad y se encontró con un movimiento
social en vías de creciente autorganización. Redujo antidemocráticamente la
democracia a lo que es legal, y su ejercicio a los salones de las
instituciones, y se encontró enfrente la calle creando una nueva legitimidad
fuente de una legalidad futura. Echó mano de la violencia policial y
judicial y de nada sirvió frente a la voluntad de votar a favor de una
República catalana. Afirmó que el independentismo no tenía eco internacional
y se ha encontrado a una comunidad internacional conmocionada ante las
actuaciones policiales que recordaban las imágenes en Rentería y, más atrás,
las del tardofranquismo. Dijo que no habría referéndum y lo hubo –en unas
condiciones muy adversas­ y lo ganó el Sí.

La táctica del PP ha sido obviar las aspiraciones democráticas, considerar
la cuestión desde una perspectiva de orden público, cercenar y cercar al
movimiento atacando de la periferia al centro: calumniar, mentir, manipular,
amenazar a la ciudadanía si colabora con el procés, imputar a alcaldes,
registrar imprentas, secuestrar urnas, golpear a la gente, imputar al jefe
de los mossos o de las organizaciones de la sociedad civil, pero, no lo
dudemos, el objetivo es acabar con la soberanía catalana de raíz y, para
ello, no dudará en seguir reprimiendo: medios de comunicación, dirigentes
políticos, acabar con la autonomía.

La línea de fractura más profunda que tiene el régimen del 78 ha sido la
decisión del movimiento popular catalán. El régimen del 78 es ese artefacto
que logró amnistiar (¿de por vida?) al franquismo, que fue el producto de
una combinación tóxica -acuerdo de los principales partidos de izquierda con
los ex franquistas y las amenazas del ejército- y que frustró las esperanzas
de una democracia republicana sin recortes, de poder decidir el modelo
económico y social y de la autodeterminación de las naciones. Y Rajoy no
logró detener el disruptor catalán.

Rajoy como dirigente de una derecha heredera del franquismo no explica;
conspira, reglamenta y se esconde. Parece que, según viejos conmilitones
suyos próximos a Aznar, esta cobarde actitud suya es la acostumbrada en su
quehacer en el ámbito interno del partido. Fuera del mismo, la vimos cuando
los hilillos del Prestige. Ahora ha hecho todo lo posible por evitar su
desgaste en el incendio catalán antes y durante el 1-O. Para ello ha
impulsado cambios legislativos ad-gentem pensados por y para una nación:
Catalunya. Cambios que han configurado un artefacto diabólico en el que
fiscales y jueces adquieren un poder político desorbitado e incontrolable
que no les correspondería en una concepción democrática del gobierno de la
sociedad, como antes impulsó las trabas torticeras para cargarse el Estatut
catalán, a través de sus recursos al ultraconservador, manipulado e
innecesario Tribunal Constitucional. Consiguiendo vía jueces los que no
había conseguido vía votos.

Pero Rajoy ha ganado batallas. Y no me refiero a las que desde estas páginas
hemos constatado que ha ganado en su quehacer contra las clases trabajadoras
y populares del Estado español: reforma laboral, depresión salarial, ley
mordaza, pérdida de derechos sociales, privatizaciones de bienes públicos,
robo de las arcas públicas por parte de su partido-familia mafiosa,
destrucción sistemática de la enseñanza y la sanidad públicas o abandono de
las personas dependientes. Me refiero a las que hacen referencia a la actual
situación. Durante la semana pasada todo el empeño rajoyano se ha centrado
en hacerse acompañar por el PSOE en la intervención contra el derecho a
decidir. Y desgraciadamente hay que constatar que ha tenido éxito. El
partido de Sánchez ha demostrado ser el partido dirigido por PRISA y Felipe
González, con la inestimable ayuda de hooligans del palo y tentetieso como
Guerra o de frentistas del régimen del 78 como Susana Díaz y Fernández Vara.
Ha logrado subordinar al partido que decía ser la alternativa. Pero eso no
dejará de pasar factura al partido socialista empezando por una nueva crisis
y distanciamiento del PSC o de las Juventudes socialistas, y, esperemos,
haga despertar a quienes confiaron en la renovación y regeneración del
partido tras las primarias.

Y, lo que es peor, y nos debe preocupar y ocupar en nuestras reflexiones, ha
ganado la batalla del resurgir del nacionalismo excluyente españolista en el
conjunto de la sociedad de España pese a que, de momento, no ha logrado la
correspondiente movilización en la calle. Ojo: de momento. Y me refiero en
dos sentidos con el “de momento”. Por un lado, el efecto españolizador es
limitado y no debemos dar por perdida la posibilidad de construir un
discurso que aleje a millones de personas de las ideas excluyentes del PP y
de una parte importante del PSOE, por no hablar de las del partido de la
vendetta, Ciudadanos, para que millones de personas se encaminen en una
orientación democrática. Pero, por otro, no concluyamos que la débil
movilización derechista actual ha tocado techo. Máxime cuando la
polarización se incrementará en los próximos días y meses. Todo dependerá de
las alianzas sociales y políticas que se configuren y del mundo de ideas y
propuestas que se construyan a lo largo de todo el Estado español.

Rajoy, y cuando digo Rajoy me refiero al PP en su totalidad, ha fomentado
desde hace años, de forma constante y paciente, el odio anti catalán. De
forma sumaria recordemos: agravios fiscales inventados, boicot al cava,
recogida de firmas contra el Estatut el llamamiento de Wert a españolizar a
los niños catalanes mediante el castellano. En los últimos días, con la
colaboración y control de los principales medios de comunicación, el PP ha
impuesto un discurso y un relato culpabilizador del independentismo,
mistificador respecto a la historia y ocultador de los agravios que la
represión ha causado en Catalunya (y, obviamente no solo en Catalunya).
Baste dos ejemplos: la lengua por antonomasia es el castellano y el mito de
los 500 años en paz de la nación española. Este segundo aspecto ha calado en
amplios sectores de la población, pero haría sonrojar a cualquier persona
informada y, por supuesto a profesionales de la historia. Durante siglos
hubo lo que podríamos denominar una coalición de reinos -protoestados en
ciernes- cuyos monarcas también conocieron conflictos y resistencias
populares y territoriales, particularmente a partir de Carlos V, y solo
siglos más tarde se dio lo que convencionalmente podríamos calificar de
unificación/uniformización con los Borbones en los primeros años del siglo
XVIII quienes hace tres siglos terminaron con las constituciones propias en
Catalunya y en Valencia ( además de otras leyes de los reinos existentes). Y
la mano ejecutora fue el antecedente de Felipe VI, Felipe V cuyo retrato
boca abajo, en señal de castigo por su brutal comportamiento con la ciudad,
se encuentra en el Museo L´Almodi de Xátiva.

Han avivado el espíritu expedicionario en el seno de la Policía Nacional y
la Guardia Civil, el espíritu del conquistador/ocupante. Para muchos de sus
miembros poco les hacía falta para ello ya que la naturaleza de esos cuerpos
favorece esa concepción y dado que la extrema derecha ha tenido especial
cuidado en ganar su opinión. Pero si no aparecen dudas y grietas en su seno,
las dificultades para el impulso de un movimiento democrático en las
actuales condiciones serán todavía mayores. Ello plantea nuevos retos y
tareas para quienes queremos eliminar los obstáculos que se oponen a la
apertura de nuevos procesos constituyentes que nos libren de las lacras y
pesos del pasado.

Para las libertades y la democracia, el frente constitucional hegemonizado
por el PP es un estorbo para avanzar. Puede favorecer un cierre de la crisis
del régimen del 78 en clave conservadora y restauracionista. Por ello es
importante hacer fracasar la consolidación de ese bloque conservador
mediante el impulso de iniciativas, movilizaciones y espacios de encuentro
entre quienes, por motivos diferentes, decepcionados con el PSOE y
enfrentados con el PP, tienen cuentas pendientes con un régimen que pretende
atar y dejar bien atado (de nuevo) un modelo político, territorial,
económico y social inspirado en la falacia de la nación española, el
neoliberalismo y el recorte de libertades.

Tras el 1-O ha dado un paso más. Para preparar a la sociedad antes de
adoptar nuevas medidas represivas (fracasadas las del 1-O, en las que la
policía y guardia civil han aparecido como tropas de ocupación y no como
teóricas garantes de libertades), como pueden ser la aplicación del artículo
155 o el 116 de la Constitución, ha recurrido a Felipe de Borbón. El
discurso de la noche del día 3 de octubre fue un manual de autoritarismo
españolista. Ha hecho suyo el discurso del PP con la aquiescencia culpable
del PSOE. Ha uncido su futuro al del PP como baluarte y defensa del régimen
del 78. Por ello resultan ridículos los lamentos de bien pensantes que echan
en falta en el discurso del rey un papel de árbitro y moderador, una actitud
receptiva respecto al movimiento catalán o una salida política negociada. El
Borbón ha hecho de Borbón. El Borbón ha usado sus prerrogativas
constitucionales. Ha cumplido con su papel.

Y, paradójicamente el rey con sus palabras ha hecho evidente que la
monarquía es un peligro para la democracia y puesto en el orden del día la
necesidad de luchar por una nueva Constitución, producto de un/unos
proceso/s que den fin a las ataduras. Una Constitución que en forma de bucle
impide su cambio en un sentido democratizante, que ella misma nos pone en la
senda de la necesidad de una ruptura para poder modificar el marco legal. Y
es hora. Tenemos una Constitución geriátrica, votada hace 40 años por
quienes entonces, dada la edad legal para ejercer el derecho, tenían más de
21 años. Haciendo cuentas con los datos de población del Instituto Nacional
de Estadística y los porcentajes de participación en el referéndum del 78 y
teniendo en cuenta el resultado de los votos, nos encontramos con que
actualmente viven algo más de 3 300 000 personas que participaron en la
consulta y de los mismos no llega a 2 900 000 quienes dieron su aprobación.

La inmensa mayoría del país de 2017 no tomó la decisión constitucional;
resulta por tanto ridículo aludir a la “Magna carta que nos dimos todos”.
Por motivos políticos (para muchos de nosotros) e incluso generacionales (no
para mí, pero sí para la mayoría) cabe decir esta Constitución no nos
representa. No es la nuestra.

* Militante de Anticapitalistas, miembro del Consejo Asesor de Viento Sur.

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