Colombia/ Una muerte literalmente anunciada: la guerra contra los campesinos en Tumaco [Natalia Arenas]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Oct 18 15:05:37 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

18 de octubre 2017

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Colombia

Una muerte literalmente anunciada 

José Jair Cortes era miembro de la junta de gobierno del Consejo Comunitario
de Alto Mira y Frontera en Tumaco. Fue asesinado ayer, luego que como el
resto de sus compañeros tuvo que salir del territorio por amenazas contra su
vida.

Natalia Arenas   ·

La Silla Vacía, 18-10-2017

http://lasillavacia.com/

Un día después de que el vicepresidente Óscar Naranjo dijera públicamente lo
que ya todo el mundo sabía en Tumaco, que los líderes del consejo
comunitario de Alto Mira y Frontera estaban amenazados, fue asesinado José
Jair Cortés, miembro de la junta de ese consejo.

Es el mismo territorio donde hace 13 días fueron asesinados siete
campesinos, al parecer a manos de la Policía, en medio del problema que
tiene convertido a Tumaco, otra vez, en el epicentro de la guerra tras la
salida de las Farc.

El asesinato de José Jair

Ayer, pasadas las cuatro de la tarde, fue la última vez que los compañeros
de José Jair supieron de él.

Él era el presidente de la junta de la vereda Tiestería, que hace parte del
consejo comunitario de Alto Mira y Frontera, y desde hace dos períodos era
vocero de la junta de gobierno de 16 miembros del consejo comunitario.

Según informó la Defensoría del Pueblo, José Jair tenía medidas de
protección de la Unidad Nacional de Protección. Aún así, fue asesinado
después de que salió del casco urbano de Tumaco –donde estaba huyendo junto
con sus compañeros de la junta por amenazas de los disidentes de las Farc
(comandados por alias ‘Guacho’ y alias ‘David’) y los narcos (comandados por
alias ‘Cachi’) que se oponen a la sustitución de cultivos– y había vuelto a
su territorio a visitar a un familiar que estaba enfermo.

Contexto

El homicidio ocurrió en la vereda Restrepo, zona 5 del consejo comunitario,
a un poco más de tres kilómetros de la zona de concentración de las Farc en
ese municipio y muy cerca del sitio donde fueron asesinados 7 campesinos el
pasado 5 de octubre.

Hasta allá llegó el vicepresidente Óscar Naranjo este fin de semana.

“La junta de gobierno del Consejo Comunitario ha estado amenazada de tiempo
atrás; ahora hay una tensión con los colonos que están ocupando ese
territorio, las amenazas se han recrudecido”, dijo.

La ‘tensión’, sin embargo, no es de ahora y es tan crítica que en el
capítulo étnico del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc quedó
escrito que las partes se comprometían a resolverla a través de medidas como
la restitución de tierras.  

Comenzó hace más de 10 años,  luego de que el Plan Patriota del ex
presidente Álvaro Uribe redujera drásticamente los cultivos de coca en
Caquetá, Putumayo y el sur del Meta y los cocaleros migraron hacia el
suroccidente.

Desde ese momento, como contó La Silla, los líderes de los consejos
comunitarios de Tumaco vieron cómo llegaron cientos de cocaleros a ocupar
parte de sus tierras colectivas, que pronto quedaron llenas de coca y
vedadas a los líderes afro.

En el Alto Mira, que supera las 20 mil hectáreas, los campesinos colonos
llegaron a cultivar toda la zona 5 (donde fue asesinado ayer José Jair,
según información de la Defensoría) y parte de la 4.

Así, este consejo comunitario se convirtió en el lugar con más cultivos de
coca en el municipio con más cultivos de coca del país. De hecho, hasta el
2015 y según cifras de Unodc, allí crecía el 4 por ciento de todas las
plantas de coca que tenía Colombia.

Los nuevos vecinos campesinos pronto se organizaron en varias organizaciones
como  Asominuma y comenzaron a presionar, a instancias de las Farc, para
entrar en las juntas y usurpar la representatividad de los afro en su propio
territorio, como advirtió el Observatorio de Derechos Humanos de la
Presidencia en un informe del 2010.

Asominuma es la asociación a la que pertenecían los siete campesinos
asesinados en Tumaco el cinco de octubre y, como ha contado La Silla y hemos
ratificado con cinco fuentes que conocen la situación de Alto Mira, son
vistos como la base social de las Farc aunque uno de sus líderes se lo negó
a La Silla. Asominuma, además, ahora hace parte de la Coccam, la
organización nacional de cultivadores de coca que es afín a las Farc.

Los líderes del Consejo Comunitario se opusieron siempre a que los
campesinos colonos se adjudicaran la representatividad de las comunidades en
sus tierras. Y hasta la firma del acuerdo de paz, cuando las Farc dominaban
Tumaco, fueron asesinados tres de sus líderes.

Hasta ayer, el último había sido Genaro García, presidente de la junta del
consejo cuyo crimen fue cometido en agosto del 2015, en plena tregua de las
Farc, y por miembros de esa guerrilla que ya reconocieron su responsabilidad
por su muerte y pidieron perdón.  

Él tenía varias amenazas de las Farc encima por intentar recuperar el tejido
social en su consejo comunitario y no tenía “pelos en la lengua” para
enfrentarse a la guerrilla. Como contamos en ese momento, fue asesinado
cuando iba a asistir a una reunión a la que lo citó un campesino de
Asominuma.

La sustitución, el nuevo detonante

Aunque después del crimen de Genaro la situación en Alto Mira y Frontera se
mantuvo en una tensa calma, con la política de erradicación forzada y la
descoordinación de ésta con la sustitución de cultivos se volvió a encender.
Y llegó a uno de sus puntos más altos con el asesinato de los siete
campesinos de Asominuma hace menos de 15 días.

“¿Por qué hay Junta de Acción Comunal en un territorio colectivo de un
consejo comunitario afro?,  ¿Por qué está desplazada la Junta de Gobierno
del Consejo Comunitario Alto Mira y Frontera?, ¿será acaso que bajo la lupa
de mostrar a los campesinos como víctimas, se pretende ocultar todos las
afectaciones que han padecido el territorio ancestral y los habitantes del
Consejo comunitario Alto Mira y Frontera?”, decía un mensaje que circuló en
redes sociales de Tumaco tras la masacre de los campesinos. “La invitación
es a conocer un poco más de todo lo ocurrido en esa zona del país, que al
parecer se quiere privilegiar la protección a los colonos, con respecto a la
población negra”.

El Consejo Comunitario de Alto Mira y Frontera no sólo acababa de denunciar
que todos los líderes de la junta, incluyendo a José Jair, estaban
desplazados en Tumaco por las amenazas de los grupos que se oponen a la
sustitución de cultivos que la junta ha defendido.

También denunciaron que muchos de los campesinos que estaban en el lugar en
el momento del enfrentamiento con la Fuerza Pública estaban siendo
presionados por las disidencias y los narcos y usados como carne de cañón
para evitar que avanzara la erradicación. Sobre todo en el punto donde
ocurrió la masacre y donde, según supo La Silla, ahí ya se sabía que iba a
llegar la Fuerza Pública a erradicar.

Aunque tanto los colonos como afros de Alto Mira y Frontera han mostrado
intención de hacer parte de los acuerdos de sustitución de cultivos en
Tumaco, a la incapacidad de la Agencia de Sustitución para tramitar estas
solicitudes rápido, se ha sumado la disputa por la tierra.

La razón es que aunque los campesinos son los dueños de las matas de coca,
la tierra es de los afros y no hay claridad todavía de hasta qué punto los
colonos pueden recibir los beneficios del programa de sustitución que
incluye la financiación de hasta 10 millones de pesos para hacer proyectos
productivos en esa tierra.

“No hay criterios transparentes. Se van esclareciendo de región en región y
de coyuntura en coyuntura”, le dijo a La Silla una fuente que ha seguido de
cerca el proceso de sustitución de cultivos y pidió la reserva de su nombre.
“La situación de los colonos no es nueva, pero casos como el de Tumaco están
destapando los problemas que se van a repetir en otras partes del país”.

La solución por ahora parece ser que se avance en la restitución de tierras
pero como le dijo a La Silla la fuente que ha conocido el caso de cerca, la
Agencia de Renovación del Territorio aún no ha terminado de completar el
inventario de tierras que quedó pactado en La Habana y la mayoría de baldíos
de la nación ya tienen dueño. Por eso, no parece fácil poder entregarles
tierras a los colonos.

En medio de esta olla a presión, la consecuencia no es solo que la vida de
los líderes como José Jair Cortés corre muchos riesgos sino que la historia
del Consejo Comunitario de Alto Mira y Frontera podría repetirse, y que la
presión de la erradicación y de los grupos armados que se disputan el
control del narcotráfico haga que los colonos vuelvan a moverse e invadir
territorios para seguir cultivando la coca.

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