Revolución Rusa/ La intelectualidad y la clase obrera en 1917 (II) [David Mandel]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Sep 1 13:14:16 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

1° de setiembre 2017

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Revolución Rusa

La intelectualidad y la clase obrera en 1917 (II)

David Mandel

A l´encontre, 7-8-2017

https://alencontre.org/

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

Se trata de la segunda parte sobre cuatro de una contribución de David
Mandel, publicada en su primera versión en 1981, en el número 14 de la
revista Critique, p. 68-87, revista animada por Hillel Tickin. Esta primera
versión ha sido revisada y ampliada para una nueva publicación, en 2016, en
una revista brasileña. Ha servido de base a la traducción realizada por
Sébastien Abbet, para la web www.alencontre.org <http://www.alencontre.org/>
. (Redacción de A l’encontre) Ver la primera parte en Correspondencia de
Prensa, 22-8-2017.

Es en la estela de las Jornadas de Julio cuando los trabajadores se vieron
obligados a confrontar directamente con las implicaciones de su aislamiento
creciente respecto a la intelectualidad. Los 3 y 4 de julio, los
trabajadores industriales de Petrogrado, al lado de algunas unidades de la
guarnición local, marcharon en dirección del Palacio de Tauride en
manifestación pacífica con el objetivo de hacer presión sobre el Comité
Ejecutivo Central (CEC ) de los soviets, que estaba entonces compuesto
mayoritariamente de mencheviques y SR (Socialistas Revolucionarios), para
que pusiera un final al gobierno de coalición con los representantes de las
clases poseedoras y asumiera la iniciativa de tomar el poder . En otros
términos, que formase un gobierno de los soviets, en el interior del cual
solo estuvieren representados los trabajadores, los soldados y los
campesinos. Pero se produjo una cosa impensable: no solamente la dirección
menchevique y SR rechazó tener en cuenta la voluntad de los trabajadores
sino que se mantuvo a distancia cuando el gobierno, en el seno del cual
estaban representados esos dos partidos, lanzó una ola represiva contra los
trabajadores, los bolcheviques y otros socialistas de izquierda opuestos al
gobierno de coalición. El ministro del interior, directamente responsable de
esa política, no era otro que el dirigente menchevique I.G. Tsereteli.

Hasta ese momento, los trabajadores radicalizados pensaban en términos de
traspaso pacífico del poder a los soviets. Ello era posible porque los
soviets se beneficiaban del apoyo de los soldados. Pero la negativa de los
dirigentes del CEC de los soviets a tomar el poder y su determinación para
adoptar medidas represivas contra los trabajadores modificó profundamente el
dato. Ello forzó, entre otras razones, a los trabajadores a hacer frente a
la perspectiva de una toma del poder por medio de una insurrección armada.
Ello significó igualmente que el nuevo gobierno no gozaría del apoyo ni de
la intelectualidad de izquierda, cuyos conocimientos y competencias eran más
que necesarias para administrar la economía y el aparato de Estado del país.

Esa perspectiva preocupó profundamente a los trabajadores. Ello apareció
claramente en la conferencia de los comités de fábrica de Petrogrado de los
10-12 de agosto de 1917. El consenso general en esa conferencia era que la
industria se dirigía rápidamente hacia un total hundimiento, facilitado por
el sabotaje de los industriales –que contaban con el desempleo de masas para
debilitar el movimiento de los trabajadores- y por el gobierno provisional
que, bajo presión de los industriales, rechazó tomar medidas contra la
agravación y la dislocación económicas. Los delegados eran cada vez más
conscientes de la perspectiva probable de que deberían tomar a cargo la
economía, una cosa que no imaginaban cuando la Revolución de Febrero, que
consideraban en términos puramente liberal-democrático y no socialista.

Uno de los delegados presentes en la conferencia resumió así la situación:
debemos ejercer toda nuestra energía en esta lucha [preparar nuestro propio
aparato económico para el momento del hundimiento de la economía
capitalista]. En particular ya que las contradicciones de clase son cada vez
más visibles y la intelectualidad nos abandona, debemos contar con nuestras
fuerzas y tomar toda nuestra organización entre nuestras manos de
trabajadores”  1/. Los delegados eran demasiado conscientes de la dificultad
de la tarea. “En todos los informes”, observaba uno de ellos, “como un hilo
rojo, corre el grito de la falta de personas [instruidas]” 2/. “El zarismo
ha hecho todo para dejarnos sin preparación”, se lamentaba otro delegado, “y
naturalmente, en todos los logares, tanto en los órganos económicos como
políticos, carecemos de personas [instruidas]” 3/

¿Cómo debían actuar en esas circunstancias? Sedov, un delegado menchevique,
afirmó que no podía ser cuestión de que los trabajadores tomasen ellos
mismos el poder:

“Estamos solos. Pocos trabajadores son capaces de comprender las cuestiones
de Estado y ejercer un control. Es necesario organizar cursos sobre los
asuntos gubernamentales y sobre el control de la producción. Si tomamos el
poder, las masas nos crucificarán. La burguesía está organizada y dispone de
una masa de personas experimentadas. Ese no es nuestro caso. No estaremos en
situación de mantener el poder  4/”.

La mayoría de los delegados a la conferencia no compartían sin embargo esa
opinión. Su posición fue expresada por un delegado de la Fábrica de
Teléfonos sin hilo y de Telégrafos:

“La burguesía conoce sus intereses mejor que los partidos pequeño-burgueses
[mencheviques y SR]. La burguesía comprende perfectamente la situación y se
ha expresado muy claramente por la boca de Riabouchinski  5/, que ha
declarado que esperarían hasta que el hambre nos alcance la garganta y
destruya todo lo que hemos obtenido. Pero cuando nos tengan por el cuello,
lucharemos y no abandonaremos el combate  6/."

Una y otra vez los obreros exhortan unos a otros de abandonar el viejo
hábito de confiar en la intelligentsia.

La clase obrera siempre ha estado aislada. Siempre se ve obligada a
desarrollar en solitario su política. Pero en la revolución la clase obrera
es la vanguardia. Tiene que dirigir al resto de las clases, entre ellas al
campesinado. Todo depende la actividad de los trabajadores en diferentes
organizaciones, comisiones, etc., en el interior de las que debemos formar a
una mayoría de trabajadores. Frente al hambre que se aproxima debemos oponer
la actividad de las masas. Debemos desembarazarnos del espíritu eslavo de
pereza y trazar un camino en la selva, que conducirá a la clase obrera al
socialismo  7/”.

Cuando uno de entre ellos sugerirá que el número de grupos de trabajo sea
limitado, por la complejidad de las cuestiones a discutir y de la penuria de
“fuerzas activas”, S.P. Voskov, un carpintero de la fábrica de fusiles de
Sestroretsk, replicó:

La ausencia de los intelligenty no impide en nada el trabajo de las
secciones. Ya es la hora de que los trabajadores renuncien a la mala
costumbre de mirar tras ellos hacia el intelligenty. Todos los participantes
en esta conferencia deben inscribirse en una u otra sección y trabajar de
forma autónoma  8/”.

En realidad, los peores temores de estos trabajadores se materializaron en
octubre del 17. Los mencheviques y los SR [de derecha] abandonaron el
Congreso de los soviets que eligió un gobierno de los soviets, es decir
basado en el principio mismo –un gobierno responsable ante los soviets- que
ellos rechazaban. El personal técnico y administrativo medio y superior del
Estado y de las instituciones bancarias, así como los médicos y los
profesores se pusieron en huelga  9/. En las fábricas, el personal técnico y
administrativo superior rechazó igualmente reconocer al nuevo gobierno o
cooperar con el control obrero  10/. La amplitud de la hostilidad de la
intelectualidad de izquierda hacia la insurrección de octubre y el gobierno
de los soviets –que no tenía equivalente, incluso ni entre los trabajadores
más conservadores-, se expresa con fuerza en la siguiente resolución,
adoptada por el Comité Ejecutivo del grupo socialista de los ingenieros, a
finales de octubre de 1917:

“Una banda de utopistas y demagogos, explotando la fatiga de los
trabajadores y de los soldados, explotando la atracción utópica de la
revolución social, por el engaño y la difamación deliberada del gobierno
provisional, ha arrastrado tras ella a masas ignorantes y, contra la
voluntad de la mayoría del pueblo ruso, en vísperas de la Asamblea
Constituyente, han tomado el poder en las capitales y en algunas ciudades de
Rusia. Con ayuda de detenciones, de violencia contra la libertad de palabra
y de prensa, con ayuda del terror, una banda de usurpadores intenta
mantenerse en el poder. El Comité del grupo socialista de los ingenieros
protesta con vigor contra esta toma del poder, contra la detención de
Kerenski, contra los asesinatos y la violencia, contra el cierre de
periódicos, contra las persecuciones y el terror, declara que los actos
cometidos por estos usurpadores no tienen nada en común con los ideales
socialistas y que aniquilan la libertad conquistada por el pueblo […] Los
verdaderos socialistas no pueden dar el menor apoyo a los usurpadores del
poder ni a los que no rompen firme y categóricamente con ellos  11/”.

Los trabajadores manuales y los de cuello blanco de las escalas inferiores
de las instituciones gubernamentales y financieras rechazaron participar en
las huelgas y condenaron a los empleados superiores por ello. Después de la
Revolución de Octubre, el gobierno de los soviets ordenó la disolución de la
Duma de Petrogrado (la asamblea municipal) cuando ella rechazó reconocer al
nuevo régimen. Organizó nuevas elecciones, que fueron boicoteadas por todos
los partidos, con excepción de los bolcheviques y de los socialistas
revolucionarios de izquierda. Cuando se reunió la nueva Duma, su presiente,
M.I. Kalinin, informó que los empleados intelligentye de la Duma “faltaban
claramente de respeto […] he intentado hablarles y ellos manifestaron su
intención de resistir. Los trabajadores municipales y los cuellos blancos de
escalas inferiores estaban sin embargo felices transfiriendo el poder a los
trabajadores”  12/

Alexandre Blok fue una de las raras figuras literarias de la antigua
generación que abrazó la Revolución de Octubre. Escribiendo en el curso de
invierno que siguió a la Revolución de Octubre, trazó de la siguiente forma
el retrato del estado de espíritu de la intelectualidad:

“Rusia perece”, “La Rusia y no es”, “que Rusia repose en paz”, tales son las
palabras que oigo repetir a mi alrededor. […]

¿Qué imaginabais pues? ¿Qué la revolución era un idilio? ¿Qué el acto
creador no destruía nada en el camino? ¿Qué el pueblo era prudente como una
reliquia? […]

Los mejores dice: “Nuestro pueblo nos ha decepcionado”; se hacen mordaces,
arrogantes y rabiosos, no ven alrededor suyo más que grosería y bestialidad
(mientras que el hombre está ahí, muy cerca) y llegan hasta decir: “No ha
habido nunca revolución”, los que no acababan de odiar al zarismo están
dispuestos a echarse en sus brazos, siempre que olviden lo que sucede; Los
“derrotistas&rdquo  13/; de ayer vituperan “el dominio alemán” 14/ los que
se decían “internacionalistas” lloran ahora por la “Santa Rusia”; los ateos
queman los cirios y ruegan por la derrota del enemigo interior y exterior.

¿Hemos cortado la rama sobre la que estábamos sentados? Que lamentable
situación: con una voluptuosidad muy pérfida hemos echado algunas astillas
secas en el montón de cepas húmedas e hinchadas por la nieve y la lluvia; y
cuando de repente ha surgido la llama, desplegándose hasta el cielo como un
estandarte, todo el mundo se ha puesto a correr y a gritar: “¡Fuego!
¡Fuego!&rdquo  15/;

Notas

1/  Oktiabr’skaia revoliutsia i fabzavkomy, Moscú, 1927, vol I, p.189.

2/  Op. cit., p. 188.

3/  Ibid.

4/  Op. cit., p. 208.

5/  P. P. Riabouchinski era un importante banquero e industrial, del que se
consideraba que se situaba en el ala izquierda de su clase. Sin embago, en
un discurso realizado en agosto de 1917 ante representantes de los medios de
negocios, atacó violentamente a los soviets, declarando que la « la larga
mano huesuda del hambre » deberá probablemente asir a los falsos amigos
pueblo, « los miembros de diversos comiés y de los soviets » a fin hacerles
retomar sus espíritus (Ekonomicheskoe polozhenie Rossii nakanune Velikoi
Oktiabr’skoi sotialisticheskoi revoliutsii, vol. 1, Moscú, 1957, p.
200-201.). En la izquierda y más generalmente en los círculos de
trabajadores, esa declaración fue sentida com una abierta admisión de que
los industriales llevaban a cabo un cierre patronal progresivo, camuflado,
cerrando las fábricas y engendrando un paro de masas a fin de aplastar
militarmene a un movimiento obrero debilitado. Riabouchinksi se convirtió
así en la encarnación del kapitalist-lokautchik en el seno de la izquierda y
en los medios obreros.

6/  Oktiabr’skaia revoliutsia i fabzavkomy, vol. 1, p. 208.

7/  Ibid., p. 206.

8/  Ibid., p. 167

9/  Novaïa zhizn’, 13 de noviembre, 8, 22 et 30 de diciembre de 1917.

10/  Zaniatia pervoi moskovskoi oblastnoi konferentsii, (Moscú: 1918), p.
47-48, citado en N. Lampert, The Technical Intelligentsia in the Soviet
Union 1926-1935, tesis doctoral, CREES, University of Birmingham, U.K.:
1976, p. 19.

11/  A.L. Popov, Oktiabr’skii perevorot, (Petrograd: 1919), p. 364.

12/  Novaia zhizn, Diciembre 5, 1917. Ver también Oktiabr’skoe vooruzhennoe
vosstanie v Petrograde, (Moscou: 1957), 368, p. 514-75; et C. Volin,
Deiatel’ nost’ men’ shevikov v profsoiuzakh pri sovetskoi vlasti,
Inter-University Project on the History of Menshevism, paper n° 13, 28
octubre de 1962, p. 28.

13/  Es decir los que consideraban a la derrota de la guerra como un factor
que estimulaba la revolución.

14/  Referencia al tratado de Brest-Litovsk de marzo de 1918, conforme al
cual amplias porciones del antiguo imperio ruso fueron cedidas a Alemania a
cambio del fin de la guerra.

15/  Znamia truda, 18 de enero de 1918. La novela poco conocida, pero bien
escrita, de V. V. Versaev, publicada por primera vez en 1924 y titulada V
tupike, sobre la guerra civil en Crimera, proporciona un vivo retrato de la
similitud sobre las perspectivas políticas de la intelectualidad de
izquierda.

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