Cuba/ ¿Qué significa la polémica sobre el "centrismo? [Samuel Farber]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Sep 5 23:59:15 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

5 de setiembre 2017

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Cuba

¿Qué significa la polémica sobre el “centrismo” en Cuba?

Havana Times, 5-9-2017

Samuel Farber *

http://www.havanatimes.org/

Como sabemos, los medios masivos de comunicación en Cuba -la radio, la
televisión, los periódicos y revistas- están totalmente controlados por el
Estado y solamente publican o transmiten lo que sigue las “orientaciones”
del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba
(PCC). Es a través de mecanismos como estos que el “pensamiento único” sigue
reinando en nuestro archipiélago.

Pero, a pesar de la censura, existe el espacio relativamente libre creado
por Internet.  Aunque el acceso a este en la Isla es caro y sigue siendo uno
de los más bajos de América Latina y el Caribe, ha aumentado, lo que ha
hecho posible la existencia de muchas revistas y “blogs” con críticas
oposicionistas de diferentes corrientes políticas.

De esas publicaciones la más importante es Cuba Posible, editada por Roberto
Veiga González y Lenier González Mederos, dos católicos cubanos discípulos
del fallecido Carlos Manuel de Céspedes y García Menocal, un sacerdote
progresista que fue Vicario General de la Arquidiócesis de La Habana.

Hasta hace unos años, Veiga y González Mederos editaban Espacio Laical, un
proyecto del Centro Cultural Félix Varela de la misma Arquidiócesis
habanera, pero fueron cesanteados por la jerarquía católica que rehusó
continuar respaldando la línea política de los editores.

A grandes rasgos, la perspectiva política de Cuba Posible  se pudiera
caracterizar como social demócrata por su apoyo a una economía mixta que, de
hecho, acabaría siendo de mercado sujeta a los imperativos de la competencia
y otros mecanismos del capitalismo, dada la ausencia de la autogestión
obrera y de un planeamiento democrático de la economía cubana.

Con respecto al sistema político, Cuba Posible presenta una perspectiva
pluralista y en ocasiones ha explícitamente criticado el unipartidismo como
un sistema político cuestionable sin hacer de su oposición un tema central
de la revista.

Si de por sí eso ya es problemático para la izquierda socialista y
demócrata, resulta aún más problemático el hecho que Cuba Posible
explícitamente declara que lo que quiere es funcionar como una “oposición
leal” al régimen.

En primer lugar, no puede existir cosa tal como una “oposición leal” en un
sistema que como principio político rechaza la mera noción de oposición; aún
es menos posible que dicha oposición, por muy leal que sea, pueda llegar al
poder a través de elecciones o cualquier otro método pacífico.

En segundo lugar, dicha aspiración le inyecta a la revista un tono
conciliador cuando la indignación es la respuesta más indicada a los
desmanes del régimen. Cabe notar, sin embargo, que, el proyecto sigue
incluyendo como colaboradores a gente que representa una perspectiva
política más amplia que la de sus editores. En todo caso, tanto Veiga
González como González Mederos, junto con sus colaboradores tienen todo el
derecho democrático a someter sus puntos de vista a la consideración de los
cubanos, tanto en el Internet como en los medios masivos de comunicación, un
derecho que por supuesto es rechazado por los epígonos del régimen, quienes
últimamente han cerrado filas contra ellos y su revista acusándolos del así
llamado “centrismo.”

¿Qué dicen los que hablan de “centrismo”?

Desde hace unos meses, un grupo de escritores que llevaban un buen rato
expresándose, supuestamente por cuenta propia, a favor de una “línea dura”
en defensa del régimen cubano, iniciaron una campaña contra Cuba Posible y
otros críticos moderados. El más destacado de esos escritores de línea dura
ha sido Iroel Sánchez con su “blog” La Pupila Insomne en donde recientemente
presentó la versión completa de todo un libro titulado El Centrismo en Cuba:
otra vuelta de tuerca hacia el capitalismo que incluye tanto sus propias
contribuciones como las de muchos de sus correligionarios.

El libro es un ataque abierto contra los que Sánchez y compañía denominan
“centristas”, acusándolos de usar la crítica moderada como un disfraz para
subvertir y eventualmente derribar el sistema “socialista” en Cuba. Además
de tildar esa  supuesta estrategia de “nacionalismo de derecha,” y “social
demócrata,” Iroel y compañía también blanden contra esos críticos el término
“tercera vía”, que en realidad nada tiene que ver con el nacionalismo de
derecha ni con la social democracia: se refiere a la política propagada por
Tony Blair, que lejos de ser social demócrata, era neoliberal y tenía como
propósito subvertir el “estado de bienestar” y el carácter socialdemócrata
del Partido Laborista. Para Iroel y sus duros, da igual ser nacionalista de
derecha, social demócrata o neoliberal.

De todos los términos empuñados por Iroel y sus amigos contra la oposición,
el que más ha pegado en la Isla fue el de “centrismo.” Lo usan en un sentido
puramente topográfico para referirse a un grupo en medio de dos extremos, el
capitalismo y el comunismo.

Curiosamente, el supuesto comunista ignora que, en la tradición política del
marxismo revolucionario y del comunismo, el término “centrismo” se usa para
referirse a aquellos partidos políticos que especialmente en el periodo
1918-1923 fueron más radicales y estuvieron a la izquierda de la social
democracia, pero se mantuvieron a la derecha de los partidos comunistas.

Entre esos partidos se encontraban, por ejemplo, el Partido Social Demócrata
Independiente de Alemania – una escisión a la izquierda de la social
democracia alemana – y varios otros europeos que se aglutinaron en los 1920s
en la llamada “Internacional de Viena,” la que significativamente fue
también llamada la “Internacional dos y media”. Para la Internacional
Comunista estos partidos hablaban de revolución, pero en realidad los
consideraba como reformistas e incluso contrarrevolucionarios.

Mientras que el centrismo dentro de esta tradición marxista se refirió a un
fenómeno específico—grupos radicales de izquierda que rompieron con la
socialdemocracia y que no se unieron al comunismo—Sánchez usa el mismo
término para pintar con la misma brocha la enorme gama de orientaciones
políticas que van del capitalismo al comunismo. Si no estás con el régimen
cien por ciento no importa tu política y eres por definición un “centrista”
antirrevolucionario.

Pero aún en términos puramente topográficos, la caracterización de los
críticos y oposicionistas cubanos como “centristas” es sumamente
cuestionable, porque asume como axioma político que de hecho los partidos
comunistas en el poder son de izquierda.

Es así como por definición, Iroel y su gente identifican a la izquierda con
un sistema que en  realidad es clasista basado en el colectivismo estatal,
una forma de propiedad en la cual el estado es propietario de la economía,
con una burocracia política centralizada que funciona como la propietaria
del estado y que controla y maneja la economía de este a través de los
mecanismos de control del partido único.

El ser parte de esa clase gobernante depende de la posición que los
individuos ocupan en la burocracia, la que, en una sociedad que fusiona el
poder político con el económico, es el centro del poder. Este tipo de
sistema es antinómico a la democracia, a los derechos civiles y políticos, y
al control obrero y popular de la economía.

Afortunadamente, hay otros con una concepción diferente y mucho más cabal de
lo que la izquierda significa. Para Jan Josef Lipsky, por ejemplo, un líder
en los setenta del Comité de Defensa de los Trabajadores y en los ochenta de
Solidaridad en Polonia, la izquierda era un intento de reconciliar la
igualdad con la libertad: “…ser de izquierda es una actitud que enfatiza la
posibilidad y la necesidad de reconciliar la libertad humana con la igualdad
humana, mientras que ser de derecha...significa o bien sacrificar el
principio de la libertad humana a favor de varias estructuras colectivas
sociales, o renunciar a la posibilidad de la igualdad a nombre del
laissez-faire.

Pero Iroel Sánchez y los suyos defienden al sistema unipartidista como el
único compatible con el socialismo. Ni mencionan que la supuesta “unidad
monolítica” proclamada hace años por Raúl Castro ignora las profundas
diferencias de poder político asociadas con la clase, raza y género en la
“realmente existente” sociedad cubana.

Es precisamente ese diferencial de poder que requiere de la libertad para
que los grupos e individuos sin poder en la sociedad -obreros, campesinos,
negros, mujeres, gays, entre otros – puedan organizarse independientemente
en asociaciones y partidos políticos para luchar por sus intereses.

Para eso es necesario abolir el monopolio político del PCC, consagrado en la
Constitución vigente, sobre las organizaciones de masas, como la CTC y FMC,
que impide cualquier intento de defensa independiente de los trabajadores,
las mujeres y otros grupos.

Es así como el PCC, una vez desprovisto de su monopolio constitucional y,
por ende, de todos los privilegios de los que se apropió durante su control
largo de la vida pública, podría convertirse en un verdadero partido
político,  como una  organización voluntaria sostenida materialmente con las
cuotas y donaciones de sus miembros y simpatizantes. Sería uno de otros
tantos partidos políticos que emergerían representando los conflictos y
divergencias en la sociedad cubana. En tanto que estos representan los
intereses de clases y grupos que van emergiendo en una sociedad cambiante es
imposible–e indeseable—limitar su número ya sea  a través de la ley o
métodos administrativos o policíacos.

¿Quiénes están atacando al “centrismo?”

Para varias figuras en la oposición, los que los atacan como “centristas”
son “extremistas”. Pero este no es un término atinado: históricamente hubo
muchos “extremistas” que hicieron lo que era correcto. Los independentistas
cubanos de la Guerra de Independencia también pudieron haber sido acusados
de “extremismo”, pues rechazaban tanto a los “voluntarios” y “guerrilleros”
que apoyaban a España (equivalente a la derecha de aquellos años) así como a
los autonomistas (o moderados de aquella época).

Iroel y compañía son más bien estalinistas de línea dura, como lo demuestran
claramente en su libro. Así por ejemplo, en su contribución titulada Una
respuesta para la Joven Cuba, Javier Gómez Sánchez arremete contra este
último “blog” frecuentemente crítico y bastante honesto, pero claramente
progubernamental, como si fueran otros centristas más.

El contenido y tono inquisitorial de Ileana González en su contribución Al
Centrismo Nada no tiene mucho que envidiarle a Andrey Vyshinsky, el fiscal
en los procesos de Moscú de 1936 a 1938.

La información muy detallada provista en otras contribuciones de este
volumen sugiere, también, que muchos de los contribuyentes son “segurosos,”
o sea,  agentes de la Seguridad del Estado o colaboradores cercanos de ese
organismo.

Cabe hacer notar, sin embargo, que todos estos estalinistas no parecen ser
una tendencia política de mano dura dentro del PCC, como fue el caso, por
ejemplo, de la “Pandilla de los 4” en China que trataron de capturar el
poder dentro del partido poco después de la muerte de Mao, pero que fueron
rápidamente eliminados por las fuerzas de Deng. Ni siquiera se parecen al
Grupo de Apoyo a Fidel Castro de los principios de este siglo que tenía un
cierto poder operacional y administrativo que le había concedido Fidel
Castro. Iroel y su grupo son ni más ni menos propagandistas al servicio del
PCC. Eso es todo.

¿Cuáles son los propósitos de la campaña “anticentrista”?

El Gobierno cubano quiere, a través de esta campaña, trazar la raya de lo
que debe y no debe estar permitido sin que sea el Gobierno mismo, a través
de su prensa y radiodifusión oficial, quien tenga que hacerlo, lo que
sembraría aún más dudas sobre la autenticidad y durabilidad de las reformas
económicas y liberalización política relativa de Raúl Castro.

A más largo plazo, el régimen también está intentando cerrar las filas del
Partido y del país con otro llamado al estilo del de la “unidad monolítica”
en preparación a la previsible desaparición física de los líderes históricos
de la Revolución en los próximos cinco a diez años, y a los problemas que
esta puede crear para una transición fluida de las riendas del poder.

El llamado a la  unidad se ha vuelto más urgente con el aumento gradual pero
definitivo del acceso al Internet, especialmente entre la juventud, los
estratos profesionales y tecnócratas, y entre todos aquellos con una
educación universitaria que generalmente tienen mayor acceso a Internet. La
información adquirida por esa vía puede socavar la lealtad política al
Partido y al régimen. No es por nada que prácticamente toda la campaña
contra el “centrismo” se ha llevado a cabo en el Internet y no en la prensa
y radiodifusión oficial.

Si bien Trump ha dado marcha atrás en el lento proceso de suavizar y
posiblemente abolir el bloqueo, esto no ha eliminado el limitado pero real
reblandecimiento de la opinión de los cubanos con respecto a los Estados
Unidos a razón de las medidas que Obama tomó, como el relajamiento de varias
restricciones del criminal bloqueo estadounidense, el aumento en las remesas
que se pueden enviar a Cuba, la reanudación de los vuelos comerciales a ese
país y su exitosa visita a la Isla.

Como sabemos, la prensa oficial cubana ha tratado por todos los medios
posibles de combatir ese reblandecimiento, que por razones obvias, el
régimen considera peligroso para su poder. El ataque contra la oposición así
llamada “centrista”, no es más que otro intento para endurecer a los cubanos
para cerrar filas a su alrededor y maximizar la “unidad” deseada por el
régimen.

* Samuel Farber nació y se crió en Cuba y ha escrito numerosos artículos y
libros sobre el país. Su último libro, The Politics of Che Guevara. Theory
and Practice, fue publicado por Haymarket Books en el 2016.

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