México/ Oaxaca y Chiapas: la gente que el terremoto movió [Eliana Gilet]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Sep 18 11:30:12 UYT 2017


  _____

Correspondencia de Prensa

18 de setiembre 2017

Boletín Informativo

https://correspondenciadeprensa.wordpress.com/

redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net

  _____

México

La gente que el terremoto movió

En menos de un minuto más de dos millones de personas quedaron totalmente
desamparadas en los estados mexicanos de Oaxaca y Chiapas. La gente común
respondió al desastre antes que el gobierno: organizó colectas de víveres,
ropa y medicinas y se apoyó en la coordinadora de trabajadores de la
educación para auxiliar a los damnificados.

Eliana Gilet, desde México

Brecha, 15-9-2017

http://brecha.com.uy <http://brecha.com.uy/>

Fue como emborracharse de repente. Sí, sonó una alarma, pero ¿cómo
distinguirla entre las sirenas de las patrullas, comercios o ambulancias que
son parte de la banda sonora de una metrópoli que –casi– no conoce la calma?
Las puertas se abrían y cerraban solas y por un momento algún Poltergeist
pareció ser la respuesta razonable al movimiento de cosas inanimadas. Claro
que los mexicanos del barrio –que sí habían vivido terremotos– sí supieron
qué ocurría y rápidamente salieron todos a la calle. La mayoría de ellos
tienen una aplicación móvil que les avisa cuando hay un sismo, y por eso ya
sabían, pocos minutos antes de las 12 de la noche del jueves 7 de setiembre,
que se trataba del temblor más fuerte del siglo.

Al día siguiente los titulares de los periódicos respondían la pregunta que
todos se hacían en Ciudad de México: ¿por qué si este fue mayor, no
“desmadró” todo, como el de 1985? Porque el epicentro de este terremoto
estuvo más lejos de la capital (a 700 quilómetros) que el de aquella vez (a
400). Calmados los capitalinos, “dónde te encontró el temblor” fue la
anécdota para abrir la conversa con los amigos, con el vendedor de
tortillas, con la señora del puesto de quesadillas. No hubo quien no contara
su experiencia, más o menos aterradora. Los integrantes de una familia que
vive en el centro histórico contaron que, como habitan en el tercer piso de
su edificio y ya tenían calculado que no llegarían a la calle sin quedar
atrapados en el derrumbe, subieron a la azotea. Desde allí pudieron ver cómo
el temblor provocaba destellos fantasmagóricos que se encendían en el cielo:
la llamada “triboluminiscencia”, fenómeno generado por la emisión de
energía, producto de la ruptura de la superficie de la tierra.

El epicentro del temblor fue en la costa del Pacífico, en el municipio de
Pijijiapan, en el estado de Chiapas. Tanto ese estado, como Oaxaca y Tabasco
fueron destrozados. El balance oficial de muertos ascendió a 98, 78 de ellos
en Oaxaca, donde más de 800 mil personas fueron damnificadas. Otras 15
personas murieron en Chiapas y se calcula que allí el número de afectados
supera el millón y medio. Hubo casi 2 mil réplicas de distinto grado tras el
temblor inicial.

Acción ciudadana

No es citar un lema antisistémico decir que las instituciones públicas están
desacreditadas en México y que nadie confía realmente en que el gobierno
vaya a actuar en favor de los necesitados. El terremoto vino a comprobar esa
realidad. Fue la gente la primera en organizarse para atender un llamado de
auxilio que todavía no se había formulado, porque las zonas más afectadas
quedaron sin agua, sin luz y, lógicamente, sin teléfono ni Internet (así
siguen mientras este artículo se redacta). Al menos cuatro centros civiles
de acopio ya habían sido montados en la Ciudad de México cuando la
Secretaría de Gobierno de la ciudad –recién el viernes 8 a las 15 horas–
emitió un comunicado anunciando que haría lo mismo: recibir donaciones en la
capital para enviar al sur del país.

A las seis de la tarde del viernes el pequeño restaurante que hace pocos
meses abrieron en la capital Maraí y Alexis desbordaba de alimentos, ropa y
medicamentos que los capitalinos arrimaron de manera solidaria. Los dos
oaxaqueños de 29 años ya venían muy pendientes de lo que estaba sucediendo
por sus pagos. El istmo de Tehuantepec (esa parte de México donde la
distancia entre el Golfo de México y el océano Pacífico es más angosta) ya
estaba colapsado por las lluvias desde días antes del terremoto, relataron a
Brecha. Al menos 30 municipios del estado se habían inundado desde los
primeros días de setiembre, inundaciones que fueron seguidas de deslaves y
desplazamientos forzosos. Por ejemplo, Juchitán, uno de los pueblos del
istmo que colapsó con el temblor, ya estaba afectado por estas inundaciones.

Apenas terminado el sismo, Maraí y Alexis comenzaron a hacer circular la
información que recibían de distintas zonas y a pedir ayuda para localizar
personas reportadas como desaparecidas. Luego decidieron convocar al acopio
de artículos de primera necesidad, lo que convirtió a su restaurante en un
centro de emergencias remoto.

Cuando Brecha conversó con ellos ya habían enviado una camioneta particular
con medicamentos y material de curación a Oaxaca. Los víveres, en cantidad
tal que superó todas las expectativas, fueron enviados junto con lo
acumulado por el centro cultural Macario Matus, de Tlatelolco (barrio de
Ciudad de México similar al Euskalerría de Montevideo, donde en el terremoto
del 85 colapsaron edificios enteros), en un camión de diez toneladas que la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación –Cnte– consiguió para
enviar la ayuda de la gente desde la capital.

Maestros organizados

La Cnte es el último sindicato independiente de trabajadores del Estado que
sigue en pie, luego de que el gobierno de Enrique Peña Nieto desarticulara
la empresa que brindaba el servicio de luz eléctrica a la capital y con ella
se fuera también Luz y Fuerza, el otro sindicato combativo que quedaba vivo.

A las diez de la noche del viernes, en una casona grande que funciona como
sede en Ciudad de México de la coordinación regional de la sección
correspondiente a Oaxaca (la sección 22), ya se han juntado más de cinco
toneladas de víveres para enviar al istmo de Tehuantepec. La respuesta de la
sección 22 fue inmediata. Menos de una hora había pasado desde el temblor,
cuando los maestros independientes llamaron a la acción solidaria de sus
agremiados: “al acopio de víveres, la ayuda popular, el traslado de heridos,
la remoción de escombros y la vigilancia permanente”, según el comunicado
que replicó en todos los rincones.

En el estado de Oaxaca, la sección 22 de la Cnte está organizada en siete
regiones, que a su vez se subdividen en 37 sectores. Esta telaraña amplia,
que también refuerza su carácter horizontal, es la garantía de una presencia
aún más extendida en el territorio que la del gobierno. Así, las ayudas de
los maestros, que respondieron en masa al llamado de su dirigencia central,
fue la primera y la más visible, en un estado que los respalda, mientras
desde el gobierno central se apuesta a su criminalización. Vale recordar que
fue en Oaxaca que, en junio del año pasado, varios pueblos de la sierra
mixteca salieron a defender la educación pública junto a los maestros,
manifestándose contra la reforma educativa, y fueron masacrados por la
Policía Federal en una emboscada en Nochixtlán donde las fuerzas de
seguridad usaron munición real para contener una protesta social y
asesinaron a ocho personas (véase “Crimen de Estado”, Brecha, 24-VI-16).

Sin dinero del Estado

Un día antes de que la tierra temblara, la Cnte había convocado a repudiar
la presencia de Enrique Peña Nieto en tierras oaxaqueñas. Las movilizaciones
(y su represión) en Oaxaca de Juárez duraron casi todo el día. Era la
tercera vez en cinco años que Peña Nieto se animaba a pisar el suelo de ese
estado sureño. Con la ocurrencia del sismo, el equipo presidencial visitó
Juchitán, el epicentro del desastre. La propuesta del gobierno federal fue
que la Secretaría de Desarrollo Agrario se encargara de hacer un censo, del
que no se dio fecha de conclusión, para atender a los afectados. Nada
mencionaron el presidente ni su séquito de otorgar alguna partida específica
de dinero para atender la precaria situación de más de dos millones y medio
de personas que duermen en la calle, frente a sus casas demolidas porque no
confían en que lo poco que puedan salvar esté seguro entre tanto caos. La
única ayuda que envió el gobierno fueron las donaciones de ciudadanos
solidarios recogidas en sus propios centros de acopio. Mientras el gobierno
recolectaba víveres, el Ministerio de Hacienda presentó el presupuesto
federal para 2018, el último de Peña Nieto y el mayor de su gobierno:
asciende a 5.200 millones de pesos mexicanos (Aristegui noticias, 11-09-17).
Los rubros que más destacan son un abultado presupuesto electoral para el
año que viene y un aumento de los sueldos de la alta burocracia
gubernamental. En el país de la impunidad y los 30 mil desaparecidos, cada
ministro de la Suprema Corte de Justicia ganará 7 millones de pesos anuales
(alrededor de 400 mil dólares) a partir de 2018.

  _____





---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20170918/9afc6a48/attachment.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa