Catalunya/ Libertad, amnistía y referéndum [Martí Caussa]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Sep 23 11:55:14 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

23 de setiembre 2017

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Catalunya

Libertad, amnistía y referéndum

Martí Caussa *

Viento Sur, 22-9-2017

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Estos podrían ser los tres lemas que resumieran las demandas de la gran
mayoría de personas que el 20-S iniciaron el gran levantamiento ciudadano,
democrático y pacífico en Catalunya.

Libertad, porque existe la conciencia generalizada de que, por la vía de los
hechos consumados, se ha instalado en Catalunya el estado de excepción y la
suspensión de la autonomía.

Amnistía, porque vuelven a haber presos políticos, amenaza de aumentarlos
por medio de juicios políticos y multas millonarias por actividades
democráticas.

Referéndum, porque es la reivindicación que agrupa al 80 % de la sociedad
catalana, como el método democrático necesario para decidir si la mayoría de
la ciudadanía desea la independencia o permanecer en el Estado español.

Libertad, amnistía y referéndum, las tres juntas, porque parafrasean el lema
ampliamente mayoritario del pueblo catalán contra la dictadura franquista
–Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía– y se ha creado la consciencia
de que la alternativa actual es democracia o degeneración autoritaria del
régimen del 78.

Esta es la principal consecuencia del 20-S en Catalunya. El alcance y los
objetivos de la prueba de fuerzas del 1-O se han hecho más nítidos:
democracia o reacción autoritaria, blanco o negro, han desparecido los
grises y las equidistancias. Las fuerzas sociales y políticas se van
alineando, importando más el campo que eligen que las palabras que
pronuncian para hacerlo. Desaparece el espacio para los discursos sin
consecuencias en la acción, para los que no quieren dar la cara y les
gustaría seguir de perfil.

El resultado es que a un lado está, muy mayoritariamente, la gente, pacífica
y desarmada. Y en el otro el aparato del Estado español, con sus jueces, su
policía, su Guardia Civil y sus apoyos mediáticos.

La gran protagonista de los días 20 y 21 de setiembre ha sido la gente, que
ha reaccionado tomando la calle de forma rápida, masiva y combativa. Sus
dirigentes reconocidos: Cuixart (Òmnium), Sánchez (ANC), Puigdemont,
Junqueras y Forcadell,; ¡qué pena que Colau no haya hecho lo que debía para
estar entre los líderes de este gran movimiento ciudadano! Los héroes han
sido los detenidos y los alcaldes llamados a declarar en los juzgados por
haber cedido locales para realizar el referéndum. Y los canallas Rajoy, su
partido, sus apoyos parlamentarios y mediáticos. A un lado la mayoría del
pueblo, al otro la casta (o la trama), como en los manuales más elementales
del populismo de izquierda.

El 20-S ha sido la jornada en que ha cristalizado este agrupamiento de
bloques sociales y políticos, pero lleva mucho tiempo preparándose, aunque
no fuera posible predecir ni el momento preciso en que cuajaría ni su
amplitud. Citaré solo los acontecimientos más relevantes desde mi último
artículo del 8 de setiembre.

En primer lugar la gran manifestación del 11-S que, por sexto año
consecutivo, aglutinó a centenares de miles de personas y fue estúpidamente
infravalorada por el delegado del gobierno en Catalunya que afirmó que cada
vez menos gente apoyaba el independentismo.

En segundo lugar los acontecimientos en Catalunya en Comú y Podem. Ada Colau
llegó finalmente a un acuerdo con la Generalitat sobre la cesión de locales
para la votación y, lo más importante, la consulta interna a los adheridos a
Catalunya en Comú dio una clara mayoría a favor de “participar en la
movilización del 1-O”, aunque no se lo consideraba un referéndum. Por otra
parte la consulta a los inscritos de Podem refrendó la posición ya tomada
por su dirección de participar en el referéndum del 1-O, entendiéndolo como
una movilización no vinculante; como se sabe Pablo Iglesias estaba
enfrentado con Albano Dante Dante Fachín, secretario general de Podem, y
existía el riesgo de desautorización de este último si el resultado de la
consulta era contrario a la posición tomada por la dirección. Se puede
discrepar sobre si las posiciones de Podem y, sobre todo, de Catalunya en
Comú eran suficientemente claras antes del 20-S, pero es evidente que
implicaban apoyar la movilización del 1-O (y por tanto ir a votar). Después
del 20-S las dos fuerzas han participado plenamente de las movilizaciones,
lo cual implica que la única fuerza de izquierda (en el supuesto que se
pueda llamarle así) que se alinea con el gobierno del PP es el cada vez mas
diezmado PSC.

En tercer lugar las reacciones de la gente ante las primeras entradas de la
Guardia Civil en imprentas y empresas en busca de papeletas, carteles o
urnas, rodeándolas durante horas, indicaban que la respuesta popular se
podía hacer más intensa si el Estado daba un salto en la represión.

Pero el 20-S significó un salto cualitativo, especialmente por las grandes
concentraciones en Barcelona y en muchos pueblos y ciudades de Catalunya,
tal como explica Oscar Blanco en esta misma web. El día 21 continuó con la
concentración ante el Tribunal Superior de Justicia y una nueva cacerolada
masiva por la noche. El día 22 la concentración masiva ha sido en la Ciudad
de la Justicia donde debían declarar las 6 personas que seguían detenidas
desde el 20-S. Tan significativo como el número de personas concentradas es
la gran cantidad de entidades que han dado su apoyo a las manifestaciones,
que recuerda, de nuevo, los tiempos de lucha contra la dictadura: desde Unió
de Pagesos, sindicatos, estudiantes, rectores, colegios profesionales, hasta
el Barça, pasando por los estibadores de Barcelona y Tarragona (que se han
negado a aprovisionar los barcos que alojan la policía y la Guardia Civil) y
por los asistentes al Liceo que gritaban “Votarem” y cantaban Els segadors.

No es necesario seguir con la lista de adhesiones, basta con leer, a título
de ejemplo, lo que escribía Enric Juliana en La Vanguardia, un periódico
poco sospechoso de simpatía con el levantamiento ciudadano: “Los
acontecimientos de hoy ensanchan el campo de la protesta, a la que ya se
suman de manera definitiva muchos no independentistas. El caudal se va
haciendo cada vez más grande y puede desbordar. Un acto de afirmación de la
autoridad del Estado sin oferta política a modo de alternativa, tendente a
la humillación de las instituciones catalanas, puede tener consecuencias
catastróficas para el Estado español en el medio plazo”.

A nivel de los pueblos del Estado también la solidaridad también se va
abriendo camino, aunque más lentamente. La gran manifestación de Bilbao del
16 de setiembre convocada por Gure Esku Dago (encabezada por una gran
pancarta con los lemas Votar para decidir y Democracia) ha sido, hasta el
momento, el acto más masivo; el día 20 hubo nuevas movilizaciones en pueblos
y ciudades de Euskal Herria. Y también el día 20 la solidaridad se extendió
por decenas de ciudades del Estado español. La idea de que en Catalunya está
en juego la alternativa entre democracia y autoritarismo parece que empieza
a cuajar. Pero solo empieza. La actitud del PSOE de Pedro Sánchez apoyando
los planes represivos de Rajoy es un gran obstáculo. Y Podemos ha tenido
hasta el momento una actitud demasiado timorata, pareciendo ignorar que una
derrota de la democracia en Catalunya es una derrota para los sectores
populares del Estado español; y se ha echado en falta una reacción más
activa y más allá del parlamento de fuerzas como Podemos e IU. Esperemos que
la asamblea de cargos electos del próximo fin de semana sea un paso hacia la
movilización.

Porque solo la movilización puede decantar la actual prueba de fuerzas del
lado de la democracia.

De momento Rajoy, el PP y sus apoyos mediáticos están por acentuar la vía
represiva; y C’s y PSOE les siguen. Y también los gobiernos de la Unión
Europea. Pero, tal como advierte Lluís Bassets desde un periódico del
régimen como El País, las cosas podrían cambiar: “y no por solidaridad con
el secesionismo, sino al contrario, para evitar un mal ejemplo que puede
acabar extendiendo el incendio a todo el continente. La idea de que una
población con capacidad para identificarse a sí misma como una nación pueda
tener el derecho a decidir es geopolíticamente subversiva y desde el punto
de vista de la Unión Europea una amenaza más peligrosa que el Brexit”.

De nuevo es difícil predecir qué puede pasar en los próximos días, pero las
tareas están claras: o en Catalunya conseguimos votar masivamente el 1-O o
hay que mantener una movilización permanente hasta obligar el Estado a
negociar: hay que ir hacia un nuevo 15-M soberanista, quizá combinado con
una Huelga General, como ya empiezan a plantear algunos sindicatos (como
IAC, CGT,…). Solo una movilización muy masiva y decidida, que ponga en el
centro la cuestión de democracia contra autoritarismo, puede estimular la
necesaria solidaridad de los pueblos de España y de Europa, tal como sucedió
en el año 2011 en Túnez, que estimuló el movimiento de los indignados del
Estado español y el de Occupay Wall Street.

La solidaridad con la lucha por la democracia y el derecho de los pueblos a
decidir puede atravesar las fronteras.

* Martí Caussa es miembro de la redacción de Viento Sur.

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