Uruguay/ El infierno de la "puerta de entrada": adolescentes presos en el "sistema de protección" del Inau [Betania Núñez]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Dom Abr 29 17:38:00 UYT 2018
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Correspondencia de Prensa
29 de abril 2018
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Uruguay
Violencia de Estado
Maltratos a adolescentes que viven en Tribal, puerta de entrada al sistema
de protección de INAU
A puerta cerrada
Las autoridades ya lo sabían. Pero un informe de la Inddhh (Institución
Nacional de Derechos Humanos), que describe las carencias edilicias y
materiales de Tribal, puso sobre la mesa el régimen con “connotaciones de
privación de libertad” que se impone a adolescentes bajo el amparo de Inau
(Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay). Tres funcionarios fueron
desplazados, el centro fue intervenido y se proyecta su mudanza y
subdivisión. Sin embargo, hay quienes plantean que esos retoques no alcanzan
para evitar que las mismas lógicas vuelvan a aflorar.
Betania Núñez
Brecha, 27-4-2018
https://brecha.com.uy/
“Este proyecto adquiere connotaciones de privación de libertad” son las
últimas palabras del informe de la Institución Nacional de Derechos Humanos
realizado a partir de la visita del 6 de abril al centro Tribal. La puerta
de entrada al sistema de protección –donde ingresan adolescentes de 14 a 17
años que han sufrido vulneraciones sistemáticas en sus familias de origen y
fueron puestos al amparo de Inau– se parece mucho a una cárcel de
adolescentes. Así se lo describe en el informe del Mecanismo Nacional de
Prevención de la Tortura de la Inddhh y también en los testimonios que
recabó Brecha.
Ya de pique, desde la entrada se perciben las rejas y los policías. Y hasta
hace poco, cuando los adolescentes volvían de una actividad, eran cacheados
por los oficiales. “La distribución de los gurises ahí adentro, los
permisos, todo pasa por la discrecionalidad de un referente. Es la lógica
del encierro”, contaron algunos trabajadores a este semanario, e incluso el
vocabulario lo es: si un chiquilín se va, se hace una denuncia por “fuga”;
el informe de la Inddhh da cuenta, además, de requisas y “cortes”.
Hay “rejas en todos los espacios, en puertas y ventanas tanto exteriores
como interiores”, se destaca en el informe, y se reproduce que “las y los
adolescentes fueron enfáticos en cuanto a la situación de encierro que
viven”. Incluso “algunas adolescentes señalaron que los cortes en sus brazos
constituyen llamados de atención para ser escuchadas: ‘Nos cortamos no para
ir al Vilardebó o a una Api (clínica psiquiátrica con la que tiene convenio
Inau), nos cortamos porque estamos mal, queremos salir’”.
Si había una pelea o desborde, relataron algunos educadores a Brecha, la
contención pasaba porque ingresara la Policía, esposaran a los adolescentes
y llamaran a la emergencia para que les inyectaran un tranquilizante. Si
algún chiquilín no quería ir al liceo, la directora, Rosana Rivero –que
estuvo desde el origen de Tribal en 2012 y fue desplazada días atrás–, le
ordenaba permanecer todo el horario curricular sentado en la escalera de
Tribal.
“El lugar tiene puerta-reja y habitualmente está con candado. Hay algunas
situaciones en las que hay que persuadir al adolescente para que no salga a
la calle porque entró en conflicto con otros gurises, con la Policía o con
un adulto, y en la calle está en riesgo. Persuadirlo al punto de no
permitirle salir es una medida de protección. Uno puede pensar que eso es
medio carcelario, pero el hogar es el ámbito más protegido que puede dársele
en ese momento”, dijo en diálogo con Brecha Fernando Rodríguez,
vicepresidente de Inau, a lo que Marisa Lindner, presidenta de esa
institución, agregó: “Que hay situaciones de contención de chiquilines
porque se desbordan y se ponen en riesgo ellos y a otros, sí. Esa situación
dentro de un centro de estas características se da con relativa frecuencia.
Pero se persuade y no se obliga. Si eso efectivamente aparece, estas
prácticas no están admitidas. Recibimos información de que esas cosas –las
incluidas en el informe de la Inddhh y las relatadas a Brecha– podían estar
sucediendo y fue a raíz de eso que se disparó una investigación
administrativa”. “Si eso existe –insistió Lindner–, es pasible de procesos
administrativos y de sanción. Esa no es la línea, y si eso pasó, esperemos
que salga en la investigación administrativa.”
La crisis
Pero, además, a la lógica de encierro se le suman las enormes carencias
edilicias y la falta de insumos materiales. Según se establece en el informe
de la Inddhh, “se verificó que el local cuenta con múltiples déficits en su
mantenimiento general”: humedades, filtraciones de la grasera, vidrios rotos
en las aberturas, baños en estado de deterioro. “Como consecuencia del
abandono” de la parte inferior del edificio, espacio donde antes había una
policlínica del Ministerio de Salud, “se acumuló basura, se inundó esa
planta, lo que ocasionó la proliferación de roedores. En la visita se
verificó la presencia de olores desagradables provenientes de la basura
acumulada en los patios del subsuelo”.
Entre otras cosas, los adolescentes relataron que no tenían “vasos ni tazas,
por lo que utilizaban tarros de plástico”, y las frazadas y acolchados no
eran suficientes, al punto de que “uno de los adolescentes relató que ‘los
gurises se hacen pichí del frío’”. Tampoco alcanzaban los materiales de
estudio, la vestimenta de abrigo, la ropa interior y el calzado. Según supo
Brecha, este año los chiquilines iniciaron las clases en marzo tan sólo con
una hoja y un lápiz, y el año pasado escasearon incluso los boletos para
concurrir a los centros educativos.
En el edificio no hay patio ni lugares destinados al estudio o a la
recreación, y por la falta de espacio para colocar camas, algunos duermen en
colchones en el piso. Para tomar algo de aire, son llevados a una placita de
deportes cerca del lugar, pero los educadores se niegan a llevarlos a la
Seregni porque no pueden garantizar que no se “fuguen”. Las adolescentes
señalaron, además, una distinción de género y aseguraron que los varones son
llevados a espacios públicos con mayor frecuencia.
Por otra parte, en el edificio hay sólo dos baños y una ducha para los
varones (que al momento de la visita de la Inddhh eran 20) y dos baños y una
ducha para las mujeres (31 adolescentes el 6 de abril), que son compartidos
con los 50 funcionarios que trabajan en el lugar. Al momento de la visita
había 51 adolescentes, pero durante 2018, Tribal llegó a alojar a 63 al
mismo tiempo. Y, según los datos que maneja Inau, en 2017 pasaron por ese
centro un total de 800.
Como puerta de entrada, la cantidad de adolescentes que habitan ese lugar
varía. Tribal debería ser un lugar transitorio mientras se asigna un hogar
de 24 horas, se estrechan lazos con una familia afectiva o se recompone el
vínculo con la familia de origen. Sin embargo, algunos pasan por allí y
otros se quedan. En este sentido, el informe de la Inddhh reproduce que los
adolescentes “destacaron la incertidumbre y angustia que les generaba no
saber cuál sería su destino”. De 14 adolescentes entrevistados, sólo uno
había ingresado hacía menos de una semana, el resto llevaba más de un mes,
una de ellas hacía un año que vivía allí.
“Si tienen conflictos”, algunos de sus referentes les dicen que no tendrán
“prioridad para la asignación de un hogar. En realidad, hay un montón de
gurises en un espacio recontra chico, sin patio ni nada. Si se enojan con
alguien, no pueden irse, se tienen que quedar ahí”, ejemplificó una
educadora a este semanario. En el otro extremo del sistema hay hogares que
no aceptan a los adolescentes porque no tienen cupo o porque no cumplen con
el perfil, e incluso a veces los aceptan y luego los “devuelven” a Tribal.
Ya sea porque padecen alguna patología psiquiátrica o tienen problemas de
relacionamiento, producto de la violencia y el desamparo que mamaron en sus
familias de origen, Tribal se transforma en un hogar para los que no cuadran
con el perfil de ningún hogar. “Hay un tema de cupos y un tema de gestión
que está vinculado a todo el proceso de derivaciones. Así como son
expulsados de los ámbitos educativos, de la salud, también hay dificultad
para incorporarlos a determinados modelos de hogares o de centros de
atención. Hay un núcleo de chiquilines, que por otra parte es absolutamente
abordable, que no encajan en ningún lado, y no existe capacidad para
sostenerlos”, reconoció Lindner.
Los paradigmas
Existe una “sobredemanda de procesos de protección de 24 horas, eso lo
estamos trabajando con el sistema judicial. La sociedad uruguaya tiende a
internar, a encarcelar. Y nosotros creemos que hay que hacer todo lo posible
para que los gurises no lleguen” a Tribal, sostuvo Lindner. Para Rodríguez,
“cuando un juez determina que se interne porque descree de nuestras
capacidades para apoyar a una familia, se podría decir que está vulnerando
derechos. En realidad, está intentando proteger ese derecho, pero son 80
años de encerrar y de Inau (o del Consejo del Niño) diciendo ‘sí, yo los
cuido’”.
Pero “a veces el sistema no puede y este informe de la Inddhh lo pone en el
ámbito público. Nosotros no estamos justificando. Las condiciones edilicias,
las condiciones materiales, todo esto que muestra el informe y que está
siendo investigado, deterioran el proceso de Tribal. No desconocemos las
dificultades que tienen que ver con la infraestructura, eso es violencia
institucional también”, aseguró Lindner.
La situación fue identificada por Inau dos meses antes de que la Inddhh
visitara Tribal. La información de urgencia que antecedió a la investigación
administrativa fue iniciada el 27 de febrero y contiene hoy 1.200 páginas,
pero aún no ha sido elevada al directorio. La reacción se demoró y la
intervención de Tribal –más el desplazamiento de su directora, una
coordinadora y un funcionario– se concretó recién luego de que el informe de
la Inddhh fuera puesto en conocimiento de la opinión pública.
“La situación ya había sido detectada, por eso hace unos cuantos meses
salimos en búsqueda de una casa para alquilar, yo estuve el 9 de febrero y
comprobé que la situación tenía urgencia”, dijo Fernando Rodríguez.
“Habíamos recibido alertas que hicieron que el tema tomara este cariz. Hay
responsabilidad no sólo del centro, sino de otras áreas institucionales.
Estamos analizando eso, qué puentes se rompieron para llegar a esta
situación. Hay que visualizar cuáles son los problemas, porque evidentemente
se generaron problemas”, analizó Lindner.
Ahora, una de las medidas propuestas para paliar la situación es una mudanza
y la subdivisión de Tribal. Los jerarcas son tajantes al afirmar que el
edificio es “inapropiado” y creen que, al menos por ahora, lo mejor será
separar a los adolescentes y crear un centro para mujeres y otro para
varones. Sin embargo, los antecedentes muestran que las mejoras edilicias no
han resuelto los problemas de fondo. De hecho, antes de que Tribal fuera
Tribal, cuando se llamaba Centro de Atención Transitoria, la lógica de
encierro era bien similar. Ex funcionarios de esa institución dijeron a
Brecha que el anterior edificio de puerta de entrada era aun peor, y que la
mudanza se anunció como una solución. Luego, la cantidad de niños y
adolescentes aumentó y el hacinamiento volvió a ser la norma.
Más cercano en el tiempo, tanto en 2014 como en 2015, anteriores visitas de
la Inddhh detectaron similares problemas, por lo que el maltrato al que
fueron sometidos los adolescentes no es coyuntural ni excepcional. “No se
trata solamente de las condiciones edilicias y de las condiciones
materiales, el tema es garantizar una vida en entornos familiares. Hay
programas como Acogimiento Familiar y Familia Amiga que conviven con la
estructura vieja, pero no parecen ser parte de una política sostenida en el
tiempo, sino más bien una cuestión espasmódica: hay un llamado, una campaña,
y después eso baja y desaparece”, dijo a Brecha Paula Baleato, coordinadora
de El Abrojo. “No digo que sea fácil desmontar la vieja estructura, la de
los internados, los reformatorios, los Inau –agregó–, pero ese es el camino.
Se podrá cerrar Tribal y abrir dos tribales, y obvio que es mejor tener
buenos internados que malos internados. Pero sería mejor no tenerlos porque
si no cambia la lógica, va a volver a pasar lo mismo.”
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