Nicaragua/ El régimen de Ortega y la falacia de la soberanía [Sergio Ramírez]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ago 25 16:10:11 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

25 de agosto 2018

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Nicaragua



La falacia de la soberanía



Sergio Ramírez *



La Prensa, 24-8-2018

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El régimen de Daniel Ortega ha rechazado de manera tajante, y haciendo uso
de la vieja retórica antimperialista, la creación del grupo de trabajo
integrado por 12 países miembros de la Organización de Estados Americanos
(OEA), y presidido por Canadá, para “contribuir a la búsqueda de soluciones
pacíficas y sostenibles a la situación que se registra en Nicaragua”.



El canciller nicaragüense ha recordado, como no se oía desde hace mucho
tiempo, que la OEA no es más que el Ministerio de Colonias de Washington, no
en balde su sede se haya situada entre la Casa Blanca y el Departamento de
Estado, y ha dicho que “los integrantes de esa comisión que conforma y
dirige Estados Unidos en el afán de seguir interviniendo en los asuntos
internos de Nicaragua desde la OEA no son bienvenidos a nuestro país, por lo
tanto, no serán recibidos en nuestro suelo patrio”.



Esas manifestaciones de virtud herida, no se corresponden con lo que ha sido
la política del Frente Sandinista de Liberación Nacional a lo largo de los
últimos cuarenta años, desplantes retóricos de por medio. En 1978, la OEA
formó un grupo de trabajo similar integrado por tres países, los propios
Estados Unidos, República Dominicana y Guatemala, cuyos integrantes llegaron
a Nicaragua en plena insurrección de septiembre de ese año, en calidad de
mediadores. Y en representación del FSLN, como miembro del Grupo de los
Doce, participé en las negociaciones con el gobierno de Somoza, conducidas
por ellos.



Estas negociaciones fracasaron, porque Somoza le dio largas a la propuesta
de un plebiscito en el que se votaría si se quedaba o no en el poder; pero
pocos meses después, en mayo de 1979, ya no la comisión de la OEA, sino nada
más uno de sus integrantes, el diplomático del Departamento de Estado
William G. Bowdler, regresó para reemprender las pláticas, ahora con quienes
éramos los miembros designados de la Junta de Gobierno de Reconstrucción
Nacional, y nos reunimos con él en Costa Rica y en Panamá. Ortega era
miembro de la Junta.



La Dirección Nacional del FSLN, donde también estaba Ortega, respaldaba esas
negociaciones directas con Estados Unidos, destinadas a facilitar la salida
de Somoza lo más pronto posible, mientras el pueblo combatía en todo el
territorio nacional. Y se llegó a acuerdos concretos: Somoza renunciaba y se
iba de Nicaragua con su familia y allegados más íntimos sin pagar por sus
graves culpas, responsable de delitos de lesa humanidad.



Y se convino, además, que una vez depurada, y con una nueva jefatura, la
Guardia Nacional, el ejército de la familia a la que echábamos del poder,
pasaría a ser parte de unas fuerzas armadas en las que entraría también la
guerrilla del FSLN, formando ambas entidades un Estado Mayor Conjunto
equilibrado. Las cosas no llegaron a ser así porque al negarse a renunciar
el vicepresidente Urcuyo, una vez Somoza exiliado en Miami, todo se
descarriló y la Guardia Nacional terminó desbandándose, y rindiéndose. Pero
aquellos fueron los acuerdos.



El régimen no acepta hoy “intervenciones extranjeras” contrarias a la
“soberanía nacional”, entre ellas el calendario electoral elaborado por la
OEA, que culminaría con unas elecciones adelantadas para los primeros meses
de 2019. Ya Ortega lo había aceptado, según testimonio del secretario
general Luis Almagro, pero ahora se desdice, obnubilado por su “victoria
militar” frente a una rebelión desarmada, alegando que adelantar las
elecciones es contrario a la Constitución Política. Lo cual es falso, y él
lo sabe por experiencia propia.



La guerra civil que a lo largo de los años ochenta enfrentó a los
sandinistas con los contras, terminó gracias a las gestiones de paz del
presidente de Costa Rica, Oscar Arias, encausadas a través del proceso de
Esquipulas, en el que participaron los presidentes de todos los países
centroamericanos. La meta era poner fin a los conflictos armados en
Nicaragua, El Salvador y Guatemala.



Se llegó a acuerdos trascendentales, el primero de los cuales se firmó el 7
de agosto de 1987, precisamente en la ciudad de Esquipulas, en Guatemala, en
el que se establecía el compromiso de celebrar "elecciones libres y
democráticas para el nombramiento de representantes populares en los
municipios, los congresos y asambleas legislativas y la presidencia de la
república”, bajo la supervisión de la OEA y de las Naciones Unidas.



Ortega firmó él mismo estos compromisos. Aceptó integrar un nuevo Consejo
Electoral “equilibrado” y unas nuevas normas justas y transparentes de
votación. Y aceptó más. Aceptó adelantar la fecha de las elecciones
programadas para noviembre de 1990, a fin de que se realizaran en febrero de
ese mismo año, con lo cual acortó su propio período.



En febrero de 1989, suscribió en Managua una serie de acuerdos con los
partidos de oposición para “democratizar el país y permitir un ambiente
propicio a las elecciones”, que incluían una obligada reforma a la
Constitución para hacer posible el adelanto de las mismas. Firmados estos
acuerdos, los llevó a la cumbre de presidentes centroamericanos celebrada en
Costa del Sol, El Salvador, el 14 de ese mismo mes, donde fueron
ratificados.



No fue injerencia en los asuntos soberanos de Nicaragua la de los
presidentes centroamericanos. Tampoco fue injerencia la de la OEA al
desplegar una numerosa misión de observadores a lo largo de todo el período
electoral de 1990. La misma OEA que no se ha movido de sede, siempre entre
la Casa Blanca y el Departamento de Estado, en el mismo edificio donado en
1910 por el millonario Andrew Carnegie.



Si la soberanía de Nicaragua está herida de muerte es por algo muy
diferente: el tratado del Gran Canal Interoceánico, firmado en junio de
2013, y que entrega por cien años el país, de manera gratuita, al aventurero
chino Wang Ying, un millonario en quiebra salido de la nada. Este tratado
inaudito, convertido en ley, fue publicado en inglés en el diario oficial, y
sigue vigente. Un día, ojalá no lejano, deberá ser derogado.



* Sergio Ramírez Mercado, escritor, periodista, abogado. Ejerció como
vicepresidente de Nicaragua desde el 10 de enero de 1985 hasta el 25 de
abril de 1990, durante el primer mandato de Daniel Ortega, alejándose
posteriormente del orteguismo. Fundador del Movimiento Renovador Sandinista
(MRS) junto a dirigentes históricos y comandantes guerrilleros del
sandinismo. En 2017 ganó el Premio Cervantes de literatura . (Redacción
Correspondencia de Prensa)

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