México/ Migrantes en Tijuana. Clandestino, ilegal [Eliana Gilet]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Dic 2 01:57:28 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

2 de diciembre 2018

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México



Migrantes en Tijuana



Clandestino, ilegal



El éxodo centroamericano, que lleva un mes y medio de marcha, llegó a la
frontera estadounidense. Las restricciones del derecho al asilo en Estados
Unidos, endurecidas aún más por un decreto del presidente, alimenta el
tráfico de personas desde México.



Eliana Gilet, desde Tijuana

Brecha, 30-11-2018

https://brecha.com.uy/





Hacía días que se venían preparando para hacer la marcha. El viernes 23 de
noviembre pintaron banderas de Honduras y de Estados Unidos, y escribieron
sobre ellas sus pedidos: que Trump se toque el corazón, que los deje pasar
de una vez.



En las últimas dos semanas llegaron a Tijuana más de 6 mil migrantes
centroamericanos, según el registro oficial. De ellos, 2 mil son mujeres,
niños y adolescentes. Y el domingo 25, al cumplir 45 días de viaje y 11 en
Tijuana, 500 de ellos se manifestaron frente a la frontera con Estados
Unidos, la que no les permite avanzar. Con sus banderas en mano marcharon a
lo largo del gran muro oxidado que materializa la frontera, cantando que son
trabajadores internacionales, no criminales, como se dice de ellos.



A una hora del comienzo de la manifestación, efectivos de la Patrulla
Fronteriza de Estados Unidos (Usbp, por sus siglas en inglés) y de la
autoridad de aduanas del mismo país (Cbp) les lanzaron gases lacrimógenos
desde territorio estadou-nidense, por encima de la barda. También dispararon
balas de gas pimienta –consideradas un arma no letal, pero capaz de herir–
directamente a la gente y a los periodistas que cubrían el evento.



Puro Tijuana



La ciudad de Tijuana está recostada contra la frontera. Sus calles y
comercios parecen todas estar mirando hacia el norte. El muro fronterizo
recorre toda la ciudad y se prolonga hasta entrar en el mar, en el barrio
Playas de Tijuana.



Históricamente Tijuana ha sido una ciudad de distensión, donde muchos
estadounidenses llegan a gastar su dinero en tiendas, puteros y bares.



Hoy viven aquí migrantes extranjeros e internos que han encontrado un mejor
nivel de vida que en otros lugares del país. Muchos de ellos llevan una vida
binacional, cruzando a diario la frontera hacia San Diego. Lo pueden hacer
por el control fronterizo de San Ysidro, en automóvil, o bien por el punto
de control El Chaparral, a pie.



En esta ciudad también hay mexicanos desplazados por paramilitares de
comunidades rurales del sur de México, que están esperando su turno para
solicitar asilo en Estados Unidos, y cientos de deportados que el país
vecino devuelve.



Los migrantes centroamericanos recién llegados habían organizado dos
manifestaciones en El Chaparral, pidiendo una audiencia con el gobierno
estadounidense. Sin embargo, el gobierno de Donald Trump ordenó a la Cbp
cerrar, el jueves 22, la mitad de los carriles de ingreso por el otro punto
de entrada, San Ysidro, por donde no cruzan estos migrantes. Las autoridades
aduaneras instalaron allí también, en territorio mexicano, un muro de
material y alambre de púa.



Make Tijuana great again



No obstante, la limitación del flujo de autos hacia Estados Unidos sí afectó
a la población de Tijuana y avivó el resentimiento de los residentes contra
la presencia de los migrantes recién llegados. Tijuana se transformó así en
la única ciudad de México por la que pasó el éxodo centroamericano, que lo
recibió con manifestaciones de rechazo.



La primera estalló en la costa, el 14 de noviembre, cuando el mismo día que
llegó la caravana migrante a la ciudad y su vanguardia se trasladó hasta
Playas de Tijuana para observar cómo el muro fronterizo se metía en el mar.



Sergio Tamay, un militante veterano que dirige el hotel para migrantes en
Mexicali (la única otra ciudad de Baja California donde hay puestos de
control fronterizos), relató a Brecha que cuando los migrantes llegan a la
zona de la frontera suelen querer ir a ver esa escena. Han recorrido miles
de quilómetros para ello.



Esa noche, un grupo de personas que se presentaron como vecinos de Playas se
manifestó violentamente contra la presencia de los migrantes en su barrio. Y
tras esa manifestación las autoridades terminaron descartando albergar el
éxodo en la plaza de toros que queda en Playas, una opción que se había
manejado. Un precario campo de refugiados se instaló en cambio en el estadio
de béisbol Little Padres Park.



Otra manifestación en rechazo a los migrantes, de 200 personas, fue
convocada para el domingo 18 por tres agitadores xenófobos en redes
sociales: Iván Rievelin, que se hace llamar “comandante cobra”; Paloma
Zúñiga, que viste una gorra con la leyenda “Make Tijuana great again”, en
alusión al lema de Trump; y Alex Backman, un conductor de radio por
Internet.



El derecho de asilo mutilado



La represión de la manifestación de los migrantes el pasado domingo fue
brutal. Tamay y el periodista local Euceliano Gil, quien fue herido por las
balas de gas, estimaron que se trató de una invasión al territorio mexicano
por las fuerzas de seguridad estadounidenses tolerada por la autoridad
mexicana.



La escena de las balas y gases disparados sobre la frontera reflejó la
política de Trump de limitar el derecho al asilo. El presidente emitió un
decreto el 9 de noviembre con el que se restringió durante 90 días (pero el
decreto es prolongable) el derecho al asilo en Estados Unidos. En
contradicción con la Declaración Universal de Derechos Humanos, la
Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de las Naciones Unidas y el
derecho federal estadounidense, este decreto suprimió la posibilidad de
solicitar asilo a personas que no hayan entrado legalmente al territorio por
los puestos fronterizos de control.



El decreto implica que la única manera de no ser deportado la tendrán
aquellos que puedan acogerse al refugio bajo la Convención contra la tortura
o que gocen de una decisión de “withholding of removal”, un congelamiento de
la orden de deportación. Esta suspensión de deportación se aplica sólo en
aquellos casos en que las autoridades estiman que el riesgo de persecución
del solicitante es “razonable”, lo cual se establece a través de criterios
más exigentes que los que se usan para establecer una causa válida para el
asilo.



El permiso de “withholding of removal” le prohíbe a la persona acceder al
asilo, a un permiso de residencia, a una visa humanitaria, o a la
ciudadanía. Sólo le brinda un permiso de trabajo precario. Además, esta
suspensión de la deportación puede ser revocada en cualquier momento.



La periodista Dara Lind explica en la revista digital Vox (12-XI-18) que
esta modificación legal fue elaborada como una propuesta legislativa, previo
al éxodo de Honduras en octubre, por los ministerios de Justicia y Seguridad
Nacional de Estados Unidos, y que habría tardado meses en entrar en efecto.
Pero que, con la llegada de la caravana de centroamericanos a Tijuana, se
convirtió en un decreto de aplicación inmediata.



Diez días después de la “proclamación” (así se llama el tipo de decreto que
emitió Trump), el juez federal estadounidense Jon Steven Tigar lo suspendió
por un mes (hasta el 19 de diciembre), al estimar que el presidente no tiene
facultades para modificar la ley migratoria, que permite a las personas
solicitar asilo sin importar cómo entraron a Estados Unidos.



El cuello de botella de la desesperación



El enorme impedimento para poder pedir asilo en Estados Unidos se visualiza
en el puesto fronterizo de entrada en Tijuana, donde las autoridades
aduaneras estadounidenses sólo atienden entre 10 y 50 solicitantes de asilo
al día, dependiendo de las plazas disponibles en centros de detención
privados para migrantes en Estados Unidos.



En los hechos, esto ha empujado a mucha gente desesperada a aceptar las
propuestas de traficantes que cobran por cruzarlos, pero sin garantías de
llegar a buen puerto. Pueden ser detenidos o estafados en el camino, como le
sucedió el martes a un grupo de 30 hondureños que habló con Brecha. La
clandestinidad es la opción que les queda a quienes no pueden inmigrar de
manera “segura, legal y ordenada” y es alimentada por las restricciones de
entrada a Estados Unidos.



Muchos migrantes esperan que el panorama cambie cuando asuma el nuevo
presidente de México, el 1 de diciembre. Según indicó a Brecha una fuente
que ha estado en contacto con el equipo del futuro gobierno de Andrés Manuel
López Obrador, éste aceptaría que los migrantes permanezcan en México
mientras Estados Unidos procesa sus solicitudes de asilo, tal como lo ha
exigido Trump. Paralelamente, el futuro canciller, Marcelo Ebrard, anunció
que México recibirá inversiones estadounidenses para obras de
infraestructura en el sureste mexicano.

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