Haití/ ¿Dónde está el dinero de Petrocaribe? [Arnold Antonin]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Dic 26 15:42:10 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

26 de diciembre 2018

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Haití

 

“¿Dónde está el dinero de Petrocaribe?”

 

Las protestas anticorrupción que acorralan al gobierno haitiano

 

Como otros Estados del Caribe, Haití formó parte de Petrocaribe, el proyecto
«solidario» de Hugo Chávez que les permitió a varios países acceder a
petróleo a precios preferenciales. Hoy, la utilización de esos recursos, que
en gran medida fueron malversados, se encuentra bajo la lupa y viene
generando masivas protestas callejeras que acorralaron al gobierno de
Jovenel Moïse.

 

Arnold Antonin 

Nueva Sociedad, diciembre 2018

http://nuso.org/

 

Cuatro meses después de los motines del 6 de julio de este año contra el
aumento de los combustibles, Haití sigue sumido en la zozobra. A raíz de
esas protestas, el presidente Jovenel Moïse revirtió la medida e incluso
debió cambiar a su primer ministro y parte de su gabinete. El primer
ministro Jean-Henry Céant fue muy criticado inmediatamente después de su
nominación por haber creado dos nuevos ministerios, entre ellos uno
encargado de «Ciudadanía y Patriotismo», cuando en realidad, frente a la
grave crisis económica, el empobrecimiento de la población, los desmedidos
honorarios de parlamentarios y ministros y los escándalos de corrupción, se
esperaba una disminución del gasto público.

 

Además, la oposición destacó que seis de los ministros más importantes
provenían del gabinete anterior. Esto mostraba que las autoridades no habían
entendido el significado profundo de los motines del 6 y 7 de julio: la
exigencia de un verdadero cambio de timón en el personal del gobierno pero,
sobre todo, de políticas públicas que permitan a más de 80% de la población
tener acceso a empleo, salud, educación de calidad y seguridad en los
barrios populares. En barrios muy populosos –como Martissant y Cité de Dieu,
un nombre que recuerda a la película Ciudad de Dios, del director Fernando
Meirelles, sobre una favela de Brasil–, bandidos muy bien armados dictan la
ley, desafían a la Policía con total impunidad y aterrorizan a quienes
habitan estas áreas o transitan sus calles, con un saldo de numerosos
muertos.

 

Paralelamente, se ha depreciado la gourde, la moneda haitiana. Los intentos
del gobierno de controlar el tipo de cambio tuvieron los efectos opuestos:
Haití sigue importando tres veces más de lo que exporta y el recién nombrado
ministro de Economía, Ronald Décembre, declaró que se estaba cerrando el
ejercicio fiscal y «no se veían signos de mejoramiento económico». El
salario mínimo es de 5 dólares diarios y la tasa de desempleo es de
alrededor de 70%. Al mismo tiempo, el Informe de Desarrollo Humano del
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicado el 14
de septiembre pasado, destaca que la calidad de vida no ha mejorado en Haití
desde 1990.

 

Este es el contexto en que se desarrolló un movimiento de masas sin
precedentes en torno de la lucha contra la corrupción y, en particular, el
mal uso y la malversación de los fondos provenientes del acuerdo con
Venezuela plasmado en el Fondo ALBA-Petrocaribe motorizado por Hugo Chávez.
Firmado en 2005 entre 18 países de América Central y del Caribe, el acuerdo
al que se sumó Haití en 2006, durante el gobierno de René Préval, dio lugar
a una alianza con Venezuela para acceder a petróleo en condiciones de pago
preferenciales. Una parte se paga de inmediato y el resto a un plazo de 25
años, a una tasa de interés de 1%, con dos años de periodo de gracia en el
caso de Haití. Algunos países pagaban incluso una parte «en especie», en el
caso de Haití con bananas, frijoles y otros productos cuya producción, sin
embargo, no alcanza para cubrir la demanda interna. Y parte de ese petróleo
se puede vender para financiar proyectos de infraestructuras.

 

Petrocaribe, que constituyó una de las vías para promover el «socialismo del
siglo XXI», incluyó a Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Cuba, Dominica,
Guatemala, Guyana, Grenada, Haití, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San
Vicente y las Granadinas, El Salvador y Surinam. Guatemala se retiró en 2014
y Belice en 2017, debido a la brusca caída de la producción petrolera
venezolana, que no permitía respetar los acuerdos. Finalmente, en junio de
2018, Venezuela anunció la suspensión de sus envíos a Antigua y Barbuda,
Dominica, El Salvador, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas, San
Cristóbal y Nieves y Haití. En cuanto a los resultados de esta iniciativa,
no se han visto mejoras significativas en las poblaciones y ha financiado en
muchos casos la corrupción.

 

En el caso haitiano, el Buró de Monetización de los Programas de Ayuda al
Desarrollo (BMPAD), responsable de la puesta en obra del acuerdo, sirvió de
intermediario entre Petróleos de Venezuela (PDVSA) y las compañías
haitianas: el BMPAD compraba el petróleo a Venezuela y se lo vendía a las
petroleras locales. Laurent Lamothe, primer ministro durante la presidencia
del cantante Michel Martelly, se felicitó por los resultados obtenidos en un
informe de diciembre de 2014, donde menciona la «transformación de Haití
gracias a los grandes trabajos de reconstrucción [luego del terremoto de
2010] con los fondos de Petrocaribe». Estos fondos habrían servido para
poner en pie establecimientos gubernamentales, hospitales, centros
comunitarios y escuelas y para reconstruir infraestructuras de base del
país, como carreteras, puentes y aeropuertos. En total, se trató de 234
proyectos por un monto (hasta ese momento) de 1.200 millones de dólares, de
los cuales 967 millones (79,43 %) ya habían sido pagados para esa fecha.

 

Pero en agosto de 2016, durante el gobierno de transición del presidente
provisional Jocelerme Privert, se constituyó una comisión parlamentaria para
investigar los proyectos impulsados con fondos de Petrocaribe, presidida
inicialmente por el senador Youri Latortue y luego por el senador Evaliere
Beauplan. La comisión publicó un informe de 647 páginas en el que se estima
que los fondos que fueron objeto de malversación podrían llegar a 2.000
millones. Este informe cubre el periodo de 2008 a 2016, durante el cual se
produjeron un terremoto y cinco huracanes, e indica que «los resultados han
sido muy poco convincentes, lo que da lugar a dudas inquietantes en cuanto a
la gestión de los fondos de Petrocaribe».

 

Los ex-primeros ministros Jean-Max Bellerive y Lamothe, así como Wilson
Laleau, ministro de Comercio y Finanzas, figuran a la cabeza de una extensa
lista de personalidades de diferentes gobiernos con obras no realizadas,
gastos no justificados y millones de dólares entregados a empresas
dominicanas, venezolanas y haitianas luego del terremoto para la
construcción de rutas, centrales eléctricas y muchas otras obras públicas no
ejecutadas o inconclusas. El Parlamento, con mayoría favorable al Partido de
las Cabezas Calvas (Tèt Kale, PTK) del actual presidente Moïse, no quiso
tomar cartas en el asunto y lo mandó a los tribunales. Por su parte, Moïse
declaró que se trataba de un «dossier político». Y todos entendieron que
esta investigación, como tantas otras, iba a quedar en la nada y que la
impunidad de los corruptos estaba garantizada.

 

Un opositor a Moïse, el abogado André Michel, lanzó a principios de 2018,
como simple ciudadano, un proceso en el cual se constituyó en patrocinador
de todos aquellos que quisieran presentarse como parte civil contra el
Estado por considerarse víctimas indirectas de las malversaciones. Y no
sucedió nada hasta que el 14 de agosto de 2018 un tuit de un joven
guionista, Gilbert Mirambeau, despertó nuevamente a los haitianos. En la
foto se lo veía con los ojos vendados exhibiendo un cartón donde estaba
escrito en creol: «Kot Kòb Petwo Karibe a?» (¿Dónde está el dinero de
Petrocaribe?). Y así fue como comenzó el huracán del movimiento
#PetroCaribeChallenge.

 

El 15 de agosto lo compartió el rapero K-Libre (Calibre) y rápidamente el
hashtag se viralizó en las redes sociales y se lanzó así el nuevo movimiento
de protestas para exigirle al gobierno el juicio a los corruptos. El 24 de
agosto se organizó una sentada ciudadana delante de la Corte Superior de
Cuentas y del Contencioso Administrativo de la que participaron jóvenes,
actrices e integrantes de grupos feministas. El 9 de septiembre fue
convocada una manifestación callejera en la que participaron miles de
personas y cada domingo se organizaron pequeñas manifestaciones en los
barrios de Puerto Príncipe y se lanzó la convocatoria a una gran
manifestación pacífica para el 17 de octubre, día de la conmemoración del
asesinato del fundador de la patria, Jean-Jacques Dessalines. Ese día
salieron a la calle en todas las ciudades y pueblos de Haití cientos de
miles de personas gritando el mismo eslogan: “¿Dónde está el dinero de
Petrocaribe?”.

 

El 18 de noviembre, aniversario de la batalla que dio la victoria final a
las tropas haitianas contra los ejércitos enviados por Napoleón Bonaparte,
fue convocada una nueva protesta. Sin embargo, una semana antes, el líder de
la organización Hijos de Dessalines, el ex-senador y ex-candidato a la
Presidencia Moïse Jean-Charles, organizó una manifestación en Cabo Haitiano,
la segunda ciudad de Haití, llegó al monumento de la Batalla de Vertières,
donde ondea la bandera de los héroes del enfrentamiento contra los franceses
y actual insignia nacional, izó la bandera de la época de la dictadura de
los Duvalier y llamó a derrocar al presidente Moïse. Estos gestos desataron
una crítica unánime desde todos los sectores políticos; al mismo tiempo, la
acción causó desorientación entre quienes querían manifestar el 18 de
noviembre para reclamar que se juzgue a los corruptos, pero sin apoyar actos
de violencia ni favorecer luchas por el poder de sectores políticos
opositores. Es difícil saber el número de muertos actualmente en Haití,
porque las autoridades no dan cifras y los hospitales públicos cerraron las
morgues. Pero todos estos hechos le quitaron fuerza a la marcha del domingo
18 de noviembre.

 

Un nuevo reagrupamiento llamado Sector Democrático Popular, dirigido por el
abogado André Michel, referentes del partido Lavalasse del ex-presidente
Jean-Bertrand Aristide y algunos sindicalistas llamaron a tres días de paro
general, con amenazas contra quienes se atrevieran a salir a la calle a
partir del lunes 19 de noviembre. Y ese fue el comienzo de otra semana de
protestas que incluyeron barricadas, aceite en el pavimento y otros actos de
violencia frente a la impotencia policial. El país se paralizó totalmente.
Esa misma semana, los dirigentes de Sector Democrático Popular llamaron a la
ocupación de Pétion-Ville (convertida luego del terremoto de 2010 en la
capital comercial de país) llevando «todo lo necesario en sus mochilas para
bañarse en las piscinas de los burgueses y comer su comida», lo que produjo
el rechazo de muchos sectores de la sociedad civil a este llamado. Arnel
Belizaire, ex-diputado de Lavalasse famoso por exhibirse armado, declaró
públicamente su oposición a esta iniciativa.

 

Por su parte, el miércoles 21 de noviembre el presidente Moïse se dirigió a
la nación en un brevísimo discurso de cuatro minutos lleno de generalidades
sobre la democracia y la Constitución, sin referirse a las reivindicaciones
de los manifestantes, y delegó por primera vez en el nuevo primer ministro
Jean-Henry Céant la responsabilidad de hacer frente a los mayores problemas
de la coyuntura, con lo que dejó la sensación de que no comprende la
gravedad de la situación. Al día siguiente, el primer ministro admitió en su
discurso que «las reivindicaciones eran justas e importantes para el país» y
prometió crear 50.000 empleos y terminar con la inseguridad. Llamó a un
diálogo nacional de todos los sectores, pero aclaró que la renuncia del
presidente no formaría parte de las negociaciones.

 

Mientras tanto, se conformó una concertación entre los pequeños partidos de
tendencia socialdemócrata y socialista que pide también la renuncia del
presidente, como otros sectores movilizados, y la formación de un gobierno
de transición para llegar a un pacto de gobernabilidad. Por su parte, la
comunidad internacional y Kenneth Merten, ex-embajador de Estados Unidos en
Haití y actual subsecretario adjunto de la Oficina de Asuntos del Hemisferio
Occidental y coordinador especial para Haití, reafirman su apoyo al
presidente Moïse. La situación es de incertidumbre: el gobierno carece de
apoyo popular y sus fuerzas represivas son débiles. Y la pregunta «dónde
está el dinero» sigue ahí.

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