Memoria/ El 68 comenzó en Vietnam: ofensiva del Tet, solidaridad, radicalidad [Pierre Rousset]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Feb 8 16:27:10 UYT 2018


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8 de febrero 2018

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Memoria

50 aniversario del Mayo 68

El 68 comenzó en Vietnam: ofensiva del Tet, solidaridad, radicalidad

Pierre Rousset *

Viento Sur, 3-1-2018

http://www.vientosur.info/

En febrero de 1968, las fuerzas de liberación impulsaron en Vietnam del Sur
la ofensiva del Têt (es decir del Año Nuevo). De una enorme amplitud, se
desokegñi sobre todo el territorio sud-vietnamita, Saigón incluido. Su
trascendencia internacional fue considerable, reactivó el movimiento
anti-imperialista, el de liberación nacional y aceleró la radicalización de
la juventud en Japón y Estados Unidos, pasando por Europa. Representó un
giro en la guerra y en el auge de las resistencia, también en el interior
del propio ejército de Estados Unidos.

Desde 1965 Vietnam se había convertido en el epicentro de la situación
mundial. Estados Unidos tomaron el relevo de los franceses. Prosiguieron una
escalada militar multiforme que al hilo de los años se hizo cada vez más
mortífera, e incluía el bombardeo masivo de las zonas liberadas del Sur, de
Vietnam del Norte, de Laos y, finalmente, de Camboya. Washington envió hasta
500.000 soldados sobre el terreno (en la intervención de 2003 en Irak no
hubo nunca más de 180.000). Los gigantes bombarderos B52 entraron en acción.
El programa Phoenix [ideado por la CIA y orientado a identificar y
neutralizar la infraestructura civil de la insurgencia]hizo más víctimas que
actualmente los drones. La mayor potencia mundial movilizó sus recursos
económicos y científicos. El conflicto abarcó todos los planos; incluso en
el social: la reforma agraria revolucionaria de las fuerzas de liberación
tuvo su réplica en una reforma capitalista de la agricultura. En muchos
aspectos la extrema brutalidad de aquella escalada no tenía precedentes y
aún hoy continúa siendo una excepción. Encarna la barbarie imperialista.

Si Washington comprometió semejantes medios fue porque la dimensión de
aquella guerra iba más allá de lo local. Se trataba de poner freno, y
después hacer “retroceder” (contain and roll back), a la dinámica
revolucionaria iniciada en el Tercer Mundo con la victoria de la revolución
china (1949). El objetivo era el restablecimiento del orden imperialista
bajo hegemonía de EE UU en el mundo.

Las raíces de la radicalización de la juventud en los años 60 fueron
diversas. En Francia, el régimen gaullista salido de un golpe de Estado (“10
años, ya basta”), así como el tabú moral de fuertes tintes católicos se hizo
insoportable. A medida que los estudiantes de origen popular empezaron a
acceder a la universidad emergieron nuevas tensiones sociales. El año 68
presentó rostros diferentes según los países. Sin embargo, la movilización
contra la escalada imperialista en Vietnam constituyó un elemento
aglutinador, un rasgo de identidad compartido, una característica
fundamental en numerosos países. Está claro que todo ello no tuvo una
dimensión tan amplia bajo los regímenes dictatoriales o en Europa Oriental.

En Vietnam, no era evidente emprender una ofensiva cómo la del Tet y provocó
intensos debates en el seno de la dirección del partido comunista.
Finalmente, la decisión adoptada fue la de una ofensiva en todas las
direcciones, constante, que pudiera (objetivo máximo) abrir la vía a
levantamientos insurreccionales o (objetivo mínimo) cambiase el curso de la
guerra, especialmente gracias a su impacto mundial. La ciudad de Hué
(capital del centro de Vietnam) resistió 26 días antes de ser reconquistada
por la fuerzas estadounidenses al precio de su destrucción. El asedio de la
gigante base militar de Khe Sanh por las divisiones del Ejército Popular fue
un elemento de diversión para encubrir los preparativos de la ofensiva del
Tet propiamente dicha. Los combates alcanzaron al centro de Saigón
(incluyendo la embajada de Estados Unidos) y se prolongaron durante mucho
tiempo en los barrios populares.

Durante la ofensiva del Tet se combinaron todas las modalidades de una
guerra popular: operaciones de guerrilla, levantamientos, intervención del
ejército regular (basado inicialmente en el Norte)… Aparecieron muchos
problemas que no fueron forzosamente resueltos : ¿cómo organizar en
semejante enfrentamiento a las poblaciones desestructuradas refugiadas en
los barrios de Saigón? ¿cómo protegerlas de forma duradera frente a una
mortífera contraofensiva absolutamente indiferente a las pérdidas civiles?

Aunque al comienzo fue cogido por sorpresa, Washington movilizó rápidamente
sus enormes medios militares así como las redes y las fuerzas del régimen de
Saigón para contrarrestar la ofensiva del Tet. El coste para el movimiento
revolucionario de Vietnam fue enorme: La infraestructura política y
militante del Frente Nacional de Liberación (FLN), que emergió a la luz del
día, fue golpeada con dureza y la amplitud de las pérdidas sufridas en
cuadros en el Sur tuvo consecuencias a largo plazo.

En 1968, la dirección vietnamita estuvo confrontada a un verdadero dilema.
Era necesario cambiar la marcha de la guerra porque de otro modo la escalada
militar estadounidense habría podido continuar sin límites: Por ejemplo,
hasta bombardear masivamente los diques en el delta del río Rojo, lo que
habría provocado la inundación de una vasta región densamente poblada. ¿Qué
hacer?

Impulsar una ofensiva espectacular pero puntual (unidades revolucionarias
que se retiran rápidamente tras ataques simultáneos en el conjunto del
territorio) habría sido mucho menos costoso, pero quizá no habría cambiado
el curso de la guerra. Comprometer duraderamente a tantas fuerzas era una
apuesta muy arriesgada -y el costo fue considerable-, pero el curso de
guerra cambió.

La ofensiva del Tet provocó un electroshock en Estados Unidos y en el mundo.
Puso al desnudo muchas mentiras de Washington. Mostró que esa guerra no era
democrática, ni estaba ganada, sino que era terrible, bárbara, y estaba
embarrancada. Dividió a la burguesía de EE UU, porque para los círculos
financieros su coste económico se hacía insoportable. La universidades
estallaron. Las protestas de los soldados estadounidenses adoptó una forma
colectiva. Se hizo popular la reivindicación de “retirada inmediata” de las
tropas. Más que nunca, la población negra se reconoció en la lucha de
emancipación vietnamita : No quiero ir Vietnam. Porque yo estoy en Vietnam,
Diablos, ¡no ! ¡Yo no iré ! Diablos, ¡no ! ¡Yo no iré !.

En Japón, el combate contra las tropas estadounidenses y contra la
construcción del aeropuerto de Narita se radicalizó con la movilización de
los campesinos, del movimiento pacifista y de la extrema izquierda. En
Europa, en febrero, en pleno auge de la ofensiva, se celebraron la
conferencia de Berlín y la manifestación internacional, teniendo como
bandera emblemática :“El deber de todo revolucionario es hacer la revolución
[Ché]. En efecto, el combate vietnamita se percibió, con razón, como la
íntima combinación de una revolución social y de una lucha de independencia
nacional, cada una de ellas dinamizando a la otra.A los ojos de la extrema
izquierda, Vietnam simbolizó en ese momento la actualidad de la revolución
mundial. El contexto de la época era profundamente diferente al de 50 años
más tarde. En Europa, existían las dictaduras de Grecia, España y Portugal;
los contactos transpirenaicos debían ser clandestinos. Muchos militantes
conocidos (es menos el caso de las militantes) sufrieron la prohibición de
residencia en numerosos países; y para viajar y tejer lazos entre
movimientos fue necesario pasar discretamente las fronteras. El apoyo a los
soldados que desertaron de la bases estadounidenses de Alemania exigió
también mucha discreción. La vida cotidiana de los miembros de
organizaciones de extrema izquierda era muy diferente de los de la
socialdemocracia; los choques eran constantes con los grupos fascistoides,
se visitaba regularmente la comisaría, y terminar heridos o en prisión era
siempre una posibilidad.

La identificación con la lucha del pueblo vietnamita ayudó a construirse a
la extrema izquierda y -en sectores mucho más amplios- anunció la
radicalidad de Mayo del 68.

En Francia, gracias a los lazos establecidos durante la guerra de Argelia en
las redes de solidaridad con el FLN, el Comité Vietnam National (CVN) agrupó
desde el primer momento a numerosos componentes: personalidades autónomas
del PCF, cristianos sociales, americanos venidos a París a protestar contra
la guerra, extrema izquierda, sin papeles…. Sin embargo, las principales
corrientes maoístas hicieron grupo aparte y la UJCML lanzó los Comités
Vietnam de Base (CVB). El PCF animó una amplia coalición que incluía a
numerosos sindicatos. El CVN proponía la unidad pero el Partido Comunista
rechazó colaborar con los izquierdistas. Por su parte, los vietnamitas
trabajaban con todo el mundo.

En Francia, la crisis del régimen gaullista y la agudización de las
tensiones sociales latentes, la herencia aún fresca de la experiencia del
combate contra la muy sucia guerra argelina francesa, fue una de las
particularidades en los años 60 y del 68. En el recuerdo más lejano estaba
la resistencia a la reconquista colonial de Vietnam emprendida en 1946-1954
para reconstituir el imperio. Todo ello constituyó la armadura en la que se
desarrolló la solidaridad anti-imperialista en los años sesenta. El Comité
Intersindical Universitario desempeñó un papel clave en esa transmisión.

A contrapelo de la ofensiva del Tet, Washington se vio forzado a aceptar el
principio de las conversaciones de paz. Realizadas en París, fueron
cuartipartitas: por un lado, gobierno norvietnamita y gobierno provisional
del Sur; y, por otro, Estados Unidos y el régimen de Saigón. El PCV rechazó
la presencia de las grandes potencias. Extrajo lecciones de las
negociaciones de Ginebra, en 1954. En ellas China y la URSS habían ejercido
presiones considerables para que aceptase un compromiso (la supuesta
división temporal del país) que estaba muy alejado de lo que las fuerzas de
liberación tenían derecho a esperar teniendo en cuenta la relación de
fuerzas sobre el terreno. El exorbitante precio de ese compromiso fue la
Segunda Guerra de Indochina, bajo hegemonía de Washington que no firmó los
Acuerdos de Ginebra.

Esta cuestión tuvo una importante repercusión en el movimiento de
solidaridad, especialmente en Europa. Tradicionalmente, la consigna central
del Partido Comunista Francés era la paz; Pero ¿qué paz? En cambio, tras la
experiencia de Ginebra, la izquierda radical, el movimiento estudiantil, las
personalidades autónomas del PCF se movilizaron a favor de la victoria de
las fuerzas de liberación. ¡No más compromisos injustos a Vietnam! El PCF
realizó finalmente una honorable rectificación y la coalición que pilotaba
en ese momento pasó a denominarse Comité Nacional de Acción por la Victoria
del Pueblo Vietnamita.

Aceptar las conversaciones de forma obligada, no quiso decir que se
comprometieran a verdaderas negociaciones. De hecho, Washington aún intentó
ganar la guerra o, al menos, destruir ese país que se le resistía hasta tal
punto que no pudiera levantarse jamás. Así pues, la escalada militar
continuó prosiguió pues, pero el contexto internacional y la situación
interna en Estados Unidos hizo imposible el recurso a medidas límite como el
bombardeo masivo de los diques en el delta del río Rojo (si bien algunos
fueron atacados y fragilizados), o incluso, por qué no, el uso de la bomba
atómica.

Las fuerzas de liberación de Vietnam lanzaron finalmente un llamamiento a
todos los componentes de la solidaridad internacional para que se
movilizaran y forzaran a Washington a firmar los Acuerdos de París: un
compromiso, pero esta vez un compromiso ganador, que se logró en 1973. Las
tropas estadounidenses se retiraron progresivamente de Vietnam (s bien los
bombardeos se concentraron en Camboya…). En 1975 se hundió el régimen de
Saigón.

Estos años de fuego constituyeron una verdadera escuela de internacionalismo
para nuestra generación militante. Se experimentó la utilidad –y, por tanto,
la necesidad- de la solidaridad. Adoptó mil formas, mil rostros, mil
expresiones y su diversidad reforzó su eficacia (ver
http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article10123).
<http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article10123>

El internacionalismo no es una noción abstracta o una simple teoría, un
estado de ánimo, un sentimiento, la sensibilidad de una comunidad que lucha,
aunque haya de todo eso. Desencarnado es impotente, queda reducido a
proclamaciones vacías de compromiso.

El caso francés muestra sin embargo hasta que punto esa solidaridad puede
ser frágil. Después de la huelga general de Mayo 68 los CVN y CVB
desaparecieron y la extrema izquierda se concentró en su implantación
obrera. Sin embargo, estábamos lejos de esa victoria vietnamita que
proclamábamos. El momento político francés permite comprender por qué
sucedió. Para un ala del maoísmo ya no era cuestión apoyar a los
vietnamitas; se les consideraba demasiado próximos a los Soviéticos. Esto
les lleva a colocarse al lado de los Jemeres rojos. Para la mayoría de
nuestra generación militante no fue el resultado de una decisión cínica sino
de un brusco giro de las prioridades y de los entusiasmos.

La interrupción brutal de las movilizaciones de solidaridad también fue
irresponsable en el sentido fuerte del término; una irresponsabilidad
dolorosamente resentida por una parte de los componentes del CVN.

Por supuesto, la mejor ayuda que podíamos aportar a los vietnamitas habría
sido hacer la revolución en casa, pero eso no estaba al alcance de la mano,
incluso mucho más de lo que creíamos en ese momento. La crisis de Mayo
fragilizó el campo imperialista sin que ello redujera la importancia de un
movimiento específico de solidaridad, como lo muestra la dureza de los años
indochinos de 1968 a 1975. Lo sabíamos, la reconstitución de un movimiento
de solidaridad pero no fue fácil.

La representación vietnamita en Francia hizo todo lo que pudo para ayudar.
Para desgracia del PCF, entonces pasivo, el GRP (Vietnam del Sur), Laos y
los Jemeres rojos participaron incluso en un mitin de la Ligue communiste en
solidaridad con indochina. En gran parte, el arco de fuerzas que animaron el
CVN se reconstituyó para fundar en 1971 el Frente Solidaridad Indochina
(FSI), que multiplicó las iniciativas hasta 1973. Solo que después de 1975
no logró superar la política de estrangulamiento proseguida durante años por
el imperialismo, como consecuencia de los conflictos inter-burocráticos
China-URSS y la crisis chino-indochina.

En Francia incluso la propia concepción del movimiento anti-imperialista fue
objeto de divisiones en el seno de la extrema izquierda. ¿Se trataba ante
todo de popularizar en casa la ejemplaridad del combate revolucionario
llevado en Vietnam (“Osar, luchar”) ? ¿En realidad, debía ayudarnos a
construirnos el pueblo vietnamita? La brújula que guía la solidaridad, si
esta palabra tiene un sentido, son las necesidades de los que luchan allá
abajo. Es verdad que respondiendo lo mejor que pudimos a ese reto nos
construimos, pero como organización internacionalista.

* Pierre Rousset, anima el sitio Europe Solidaire Sans Frontière.

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