México/ Grandes esperanzas, pequeñas promesas [Gloria Muñoz Ramírez]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jul 6 14:43:09 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

6 de julio 2018

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México

 

La sociedad mexicana frente al proyecto político de AMLO

 

Grandes esperanzas, pequeñas promesas 

 

Gloria Muñoz Ramírez *

 

Brecha, 6-7-2018 

https://brecha.com.uy/

 

México vivió una elección presidencial histórica en la que una
multitudinaria ciudadanía ejerció su derecho a castigar las políticas
neoliberales que tienen a más de 50 millones de mexicanos viviendo en la
pobreza y pobreza extrema. Fue un voto también por el fin de la guerra que
desde hace 12 años azota prácticamente todo el territorio y que al momento
tiene un saldo de más de 35 mil desaparecidos y 200 mil asesinados. Una
guerra que tiene al ejército en las calles supuestamente contra el crimen
organizado, pero que en realidad ha sido contra el pueblo, con un histórico
índice de violaciones a los derechos humanos.

 

Más de 30 millones de mexicanos y mexicanas se aferraron a las urnas para
expresar su hartazgo. Sabían que tenían que lograr un triunfo masivo y
contundente, pues las experiencias anteriores, 2006 y 2012, vaticinaban un
fraude del aparato del Estado. La gente rebasó las intenciones fraudulentas
(que las hubo) y al momento de escribir estas líneas se cumplen cuatro días
de la legítima celebración de una victoria que llevó, en su tercer intento,
a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México.

 

La alegría ciudadana es del tamaño de su expectativa, pero no hay señales de
cambios estructurales a las políticas neoliberales que han entregado los
recursos naturales del país a la inversión privada nacional y extranjera.
Desde su primer discurso la noche del domingo 1 de julio, López Obrador ha
sido enfático en su afán de calmar a los mercados. Respeto a la autonomía
del Banco de México y disciplina financiera y fiscal, sin confiscación de
bienes, y reconocimiento de los compromisos contraídos con empresas y bancos
extranjeros, lo prometió desde el principio para generar confianza.

 

Los cambios visibles están, entre otros ámbitos y por lo pronto, en la
probada austeridad personal de un candidato electo que ingresa por la puerta
principal al Palacio Nacional en su modesto automóvil y que anuncia que
dejará a un lado el avión presidencial y viajará en líneas comerciales,
además de que no habitará la casa presidencial de Los Pinos (inaugurada en
1934 por el presidente Lázaro Cárdenas del Río, quien a su vez decidió no
ocupar el Castillo de Chapultepec). Su esposa, Beatriz Gutiérrez, ha dicho
que no será la “primera dama”, pues eso implicaría que hay mujeres de
segunda y de tercera. Duplicar la pensión a los adultos mayores y garantizar
que todos los jóvenes tendrán educación y trabajo fueron las promesas en su
segunda alocución, esta vez al frente de un Zócalo colmado de gente que no
dejó de aplaudirlo.

 

El nuevo presidente de México no ha escondido su baraja. El adelanto de su
gabinete y las alianzas pragmáticas anunciaron lo que vendría, o lo que no
vendría: Alfonso Romo, empresario y coordinador de su plan de gobierno,
además de futuro jefe de la Oficina de la Presidencia, ha esbozado un
proyecto que él mismo califica de centro, reformista. Las palabras
“izquierda” o “anticapitalista” no han sido dibujadas, las promesas se
centran en la atención a los pobres y el combate a la corrupción, no en una
refundación del Estado.

 

Los más de sesenta pueblos indígenas que conforman la nación mexicana
prácticamente quedaron fuera de la campaña y del proyecto. Una breve mención
sobre ellos se hizo en la celebración, pero hasta el momento no hay un
planteamiento que se comprometa con los derechos y la cultura indígena,
plasmados en los Acuerdos de San Andrés que firmaron en 1996 el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (Ezln) y el gobierno de México. En 2001
todos los partidos políticos traicionaron estos acuerdos con una ley que
desconoce la autonomía ganada.

 

En las últimas décadas se recrudeció el despojo y la represión contra los
pueblos, naciones, tribus y barrios indígenas del país. Minas,
hidroeléctricas, acueductos, parques eólicos, carreteras, proyectos
turísticos e inmobiliarios se han impuesto con el discurso del progreso en
sus territorios. No son pocas las batallas que se libran contra los llamados
mega proyectos de muerte, y en prácticamente todas la represión ha sido la
respuesta. El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (Fpdt) lleva 17 años
resistiendo al proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de
México (Naicm). Es un movimiento emblemático de la lucha social en México y
el próximo presidente ha sido ambiguo y cambiante en su postura. Primero que
no, luego que sí, luego que puede ser. “No concebimos que un gobierno como
el que usted reivindica, y por el que este 1 de julio el grueso del pueblo
mexicano votó, acuerde o negocie con los interesados en el negocio el futuro
y la vida de la gente humilde del país, sin el consentimiento y decisión de
los mismos pueblos, sin siquiera haberlos escuchado”, advirtieron ya los
campesinos.

 

Por su parte, el Congreso Nacional Indígena (Cni) y el Ezln dejaron claro en
un pronunciamiento hecho en abril de este año que no permanecerán quietos
“mientras se destruyen y nos arrebatan la tierra que heredamos de nuestros
abuelos y que se la debemos a nuestros nietos, y mientras contaminan los
ríos y perforan los cerros para sacar minerales. No nos quedaremos quietos
mientras convierten la paz y la vida que venimos construyendo diariamente en
guerra y muerte mediante los grupos armados que protegen sus intereses.
Nuestra respuesta, no tengan duda, será la resistencia organizada y la
rebeldía para sanar al país”.

 

AMLO asumirá la presidencia de un México sumido en la mayor crisis de
derechos humanos de las últimas décadas: incremento de feminicidios (siete
cada día); segundo lugar de asesinatos de periodistas en el mundo y el lugar
más peligroso del continente americano para ejercer el periodismo;
asesinatos, secuestros y extorsiones a los migrantes centroamericanos en su
paso por estas tierras, más de 30 mil desapariciones en el marco de la
guerra contra el narco y 200 mil muertos, entre otras calamidades que tienen
en común el marco de la absoluta impunidad y en no pocos casos la
participación del Estado. Los padres y madres de los 43 normalistas de
Ayotzinapa desaparecidos irrumpieron en un acto de campaña al que no fueron
convidados y exigieron la presentación con vida de sus hijos, verdad y
justicia. El nuevo gobierno tiene una gran oportunidad de legitimación en
este rubro, pues no hay reconciliación posible sin justicia y garantías de
no repetición.

 

Las reformas estructurales (energética y educativa) y la ley de seguridad
interior, que legaliza la permanencia del ejército en las calles en labores
de seguridad pública, son algunos de los grandes temas en los que hasta hoy
no hay pronunciamientos contundentes. “No habrá gasolinazos” y se revisarán
los contratos a las empresas es lo que ha dicho el presidente electo. Nada
de echar para atrás lo que ya está plasmado y que garantiza el despojo y la
explotación. Convertir los territorios del sureste de México en zonas
económicas especiales (Zee), es decir, continuar la neocolonización, es una
de las banderas de Alfonso Romo, coordinador de su proyecto.

 

La alianza con el Partido Encuentro Social (Pes), de origen evangélico
ultraconservador, es otro de los cuestionamientos al nuevo presidente de
México. El derecho al aborto (al menos en la Ciudad de México, donde es
legal desde el 2007), el respeto a la diversidad sexual, los derechos de la
mujer, entre otros, son temas que tendrán que ser vigilados en una sociedad
de por sí conservadora.

 

La sociedad mexicana, la que le dio el triunfo y su confianza, la que por
fin echó del poder a los derechistas Partido Revolucionario Institucional
(Pri) y al Partido Acción Nacional (Pan), y la movilización de los sectores
que desde la izquierda son un contrapeso crucial para el poder, al igual que
una prensa crítica y vigilante, tienen la enorme tarea de coprotagonizar
esta historia que se seguirá escribiendo en las calles. 

 

* Gloria Muñoz Ramírez, periodista y escritora mexicana. Tiene una columna
semanal que aparece todos los sábados en La Jornada. Es una de las
fundadoras de la revista semanal Desinformémonos, periodismo de abajo.
(Redacción de Correspondencia de Prensa).

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