México/ La revolución que no será [Decio Machado]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jul 6 14:44:59 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

6 de julio 2018

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México

 

Una izquierda clásica y conservadora

 

La revolución que no será 

 

Decio Machado *

 

Brecha, 6-7-2018 

https://brecha.com.uy/

 

Al igual que en el derecho penal de los siglos XVI y XVII, que imponía la
muerte al tercer robo o hurto, para Andrés Manuel López Obrador la tercera
fue la vencida. Ya había disputado electoralmente la presidencia de México
en 2006, con una derrota muy polémica a sólo medio punto porcentual por
debajo del panista Felipe Calderón, y en 2012, cuando fracasó ante la
candidatura de Enrique Peña Nieto. Sin embargo, en esta tercera ocasión
López Obrador gozó de un triunfo memorable, con el 53 por ciento de apoyo
popular y más de 30 puntos porcentuales de ventaja respecto a su principal
rival.

 

Pese a los largos años que lleva haciendo política, el único cargo público
que ha desempeñado hasta la fecha ha sido el de jefe de gobierno de la
Ciudad de México (2000-2005), donde tuvo tasas de aprobación de hasta el 86
por ciento. Todos los días a las seis de la mañana López Obrador ofrecía un
balance de las actividades del gobierno en rueda de prensa, y durante ese
período puso su cargo a disposición en dos consultas ciudadanas que lo
respaldaron con un 90 por ciento de los votos. Fue durante su gestión cuando
se implementó un sistema universal de pensiones para los adultos mayores, un
programa que, pese a ser severamente criticado por sus opositores, después
varios gobiernos también decidieron aplicar.

 

En esta ocasión, López Obrador y su partido Movimiento de Regeneración
Nacional (Morena) –creado por él mismo en 2014 tras su salida del Prd– han
conseguido captar el enorme voto de descontento social tras una gestión de
gobierno de Peña Nieto que terminó con un margen de aprobación de tan sólo
el 12 por ciento. Para ello fue necesario captar el voto millennial, un
target poblacional con el peso de un tercio sobre el actual censo electoral
mexicano, y que tan sólo ha vivido en política la alternancia en el gobierno
entre el Pri y el Pan, los dos principales rivales de López Obrador en estas
elecciones.

 

La generalizada corrupción institucional, la carencia de avances en materia
de seguridad y un crecimiento económico muy mediocre durante el sexenio de
Peña Nieto han permitido que con un discurso sencillo y sin propuestas muy
concretas AMLO haya conseguido aglutinar el voto mayoritario de los
electores mexicanos frente a unos partidos tradicionales que poco o nada
ofrecían de nuevo en esta campaña. López Obrador, desde que el 14 de
diciembre de 2017 arrancara oficialmente la campaña electoral, se posicionó
siempre a la cabeza de la intención de voto, presentándose como el único
antagonista al poder establecido y la representación del cambio en México,
lo que de hecho fue así tras no permitirse el registro electoral de la
candidata María de Jesús Patricio, quien fuera respaldada por el Concejo
Indígena de Gobierno y el neozapatismo chiapaneco. Las principales medidas
propuestas por López Obrador en su campaña plantean fundamentalmente acabar
con la corrupción, acordar una amnistía al “narco”, buscando terminar de una
vez por todas con una violencia cuyas víctimas son predominantemente los más
pobres en el país –tan sólo durante el año 2017 se produjeron más de 29 mil
asesinatos–, y liquidar las nefastas reformas energéticas y educativas
emprendidas por el anterior gobierno.

 

López Obrador utilizó el ahora usual panfleto propagandístico que fue
adaptado por los diferentes gobiernos izquierdistas de Sudamérica durante el
ya finalizado ciclo progresista, es decir, el vincular su futuro gobierno a
un nuevo proceso revolucionario en el país, que en esta ocasión sería el
cuarto tras la independencia mexicana, las reformas liberales del siglo XIX
y la revolución que tuvo lugar durante la década que va de 1910 a 1920 y que
significó el fin de una dictadura porfiriana de 30 años.

 

Pero más allá de discursos propagandísticos, lo cierto es que este AMLO
ganador ha planteado una campaña electoral de corte “atrapa-todo”. Es un
hecho que a su propuesta electoral se sumaron todos los que quisieron,
muchos de ellos con una trayectoria política más que discutible, lo que ha
ido desplazando a los segmentos de la militancia históricamente más
vinculados a la izquierda mexicana. Es el caso, sin ir más lejos, de quien
ejercerá como jefe de gabinete, el empresario Alfonso Romo, la ex panista
Tatiana Clouthier –quien fue la coordinadora general de campaña y a través
de la cual se integraron antiguos panistas a la campaña, como Gabriela
Cuevas, José María Martínez o Germán Martínez, entre otros– o alianzas tan
rocambolescas desde el punto de vista político como la establecida con el
conservador evangélico Partido Encuentro Social (Pes).

 

Con una propuesta política absolutamente descafeinada desde la perspectiva
ideológica, López Obrador ha conseguido incorporar todo tipo de voto a su
propuesta electoral, incluso el voto castigo al sistema tradicional de
partidos en México, beneficiándose a la vez de la guerra política
establecida entre el Pri y el Pan –partidos que estuvieron muy cercanos
durante el sexenio de Peña Nieto– durante esta campaña electoral.

 

Como conclusión, si bien es cierto que el triunfo de AMLO en México es una
buena noticia para la democracia de un país que ha sido tildado de
“dictadura perfecta”, también lo es que a esta propuesta electoral poco se
le encuentra que pueda calificarse de alternativo. La izquierda que queda en
lo que representa López Obrador no es más que una muy clásica y
conservadora, que le da más peso a la intervención estatal que a los
derechos de las minorías o a la equidad de género. Pese a ello, esa
izquierda tendrá su oportunidad en un país en el que el 43,6 por ciento de
la población –es decir, 53,4 millones de personas– vive en la pobreza y la
desigualdad, que, junto con la violencia y la corrupción institucional, es
uno de sus problemas más apremiantes. 

 

* Sociólogo y periodista. Director de la ecuatoriana Fundación Alternativas
Latinoamericanas de Desarrollo y Estudios Antropológicos (Aldhea). Integra
la redacción de Diagonal y Viento Sur. (Redacción de Correspondencia de
Prensa)

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