Nicaragua / 100 días de lucha contra la dictadura. Imágenes de la rebelión popular [Arlen Cerda]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jul 27 15:24:34 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

27 de julio 2018

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Nicaragua



Imágenes de 100 días de lucha contra la dictadura

https://niu.com.ni/100-fotos-100-dias/



La matanza de 300 nicaragüenses reclama justicia y la salida de Ortega del
poder



Nicaragua cumple cien días de lucha contra el régimen, que intenta imponer
la "normalidad" con terror paramilitar y criminalización de la protesta



Arlen Cerda

Confidencial, 26-7-2018

https://confidencial.com.ni/



Cien días atrás, en Nicaragua, Darwin Urbina estaba vivo. La mañana del día
en que lo mataron, salió de su casa al trabajo, y al final de la jornada
decidió visitar a su mamá, cerca de la Universidad Politécnica (Upoli), para
confirmar si estaba bien tras escuchar que la Policía atacaba a una veintena
de estudiantes que había comenzado una protesta. Darwin, de 29 años, no
logró llegar vivo a la casa. Murió de un disparo en la garganta. Él fue el
primer muerto. El primero de 300.



La tarde del 18 de abril, una protesta contra las fallidas reformas al
Seguro Social encendió en Managua la chispa de una rebelión cívica contra el
Gobierno de Daniel Ortega, tras más de una década en el poder. La represión,
a cargo de grupos de choque y turbas del gobernante Frente Sandinista,
ocurrió —como anteriormente— ante la mirada pasiva de la Policía Nacional.
Pero esta vez los insultos, asaltos, golpes y heridas no sofocaron la
protesta, y Nicaragua despertó sin aviso, como un bravo volcán.



Cien días que cambiaron Nicaragua



A cien días, desde aquella tarde de abril —aún desde distintas aceras— los
nicaragüenses reconocen que hoy Nicaragua no es la misma. El Himno Nacional
no se había entonado tantas veces y por tantas voces juntas, en marchas
multitudinarias a lo largo de cuatro, cinco o siete kilómetros de la
capital, ni la bandera azul y blanco había ondeado tanto. Desde abril, son
100 días de resistencia ciudadana, que ha juntado a universitarios, sociedad
civil, campesinos y empresarios.



Hace cien días, tampoco el nicaragüense se despertaba contando muertos,
desaparecidos ni secuestrados. Muchos rostros, ahora familiares, eran
absolutos desconocidos. Los padres y obispos se limitaban a las misas y la
labor pastoral no incluía capear balas con 200 universitarios refugiados en
una parroquia rafagueada. Lo común, era encontrar un “chele” que se
instalaba enamorado en Nicaragua, y lo desconocido e impensable era toparse
con hombres armados y encapuchados en las calles y carreteras, o acechando
casas y barrios.



En abril, los niños que jugaban tras una pelota, pensando en el próximo
Mundial de fútbol, a julio han conocido palabras nuevas, como
“paramilitares”. Y los hay como Daryelis y Matías Velásquez, de dos años y
medio y cinco meses de edad, cuyos juegos se ahogaron en el grito
desesperado de morir quemados junto a sus padres y abuelos, en una
colchonera que también les servía de casa en el barrio Carlos Marx. O como
Teyler Lorío, de 14 meses, que murió de un disparo en los brazos de su papá,
el pasado 23 de junio, Día del Padre en Nicaragua.



El grito de Nicaragua: “¡Que se vaya!”



Desde las calles y universidades, al pie de tranques y barricadas (ahora
desmanteladas), en cantos, poemas, memes en las redes sociales, afuera de
las cárceles y las morgues, y también desde los cementerios, un grito ha
cruzado las fronteras de Nicaragua: “¡Que Ortega se vaya!”.



El Gobierno de Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo ha
respondido con muerte, persecución y terror. Murillo engavetó sus citas de
la “Nicaragua linda, bendita y siempre libre” y se ha referido a las
protestas como “actos vandálicos”, de “seres minúsculos”, “plagas” y
“satánicos”. Ortega, además, ha hablado de “golpistas” financiados por el
narcotráfico, el crimen organizado, la ultraderecha y el infaltable
imperialismo, ordenando la aprobación de leyes que criminalizan la protesta
bajo el delito de “terrorismo”.



En Confidencial, Esta Noche, Esta Semana y la Revista Niú reunimos algunos
de los principales reportajes, crónicas y análisis sobre estos primeros cien
días de la lucha contra el régimen de Ortega y Murillo: la masacre oficial y
la resistencia ciudadana, y los nuevos escenarios que Nicaragua enfrenta.



18 de abril: la chispa de la rebelión



Policías, fuerzas de choque y miembros de la Juventud Sandinista reprimieron
con palos, tubos y piedras, a jóvenes y adultos autoconvocados en el
movimiento #SOSINSS, que se reunió en Camino de Oriente, sobre la Carretera
a Masaya, para protestar por las ahora fallidas reformas al sistema de
Seguridad Social. Una semana atrás, se habían registrado otras protestas en
reclamo al incendio que consumió más de 5000 hectáreas de la Reserva
Biológica Indio Maíz. Los medios de comunicación y periodistas tampoco
escaparon a las primeras agresiones.



Al día siguiente, las protestas continuaron desde las universidades, donde
poco a poco decenas, luego cientos y pronto miles de universitarios sumaron
su rebelión estudiantil. También ese día se registraron los primeros tres
muertos: Darwin Urbina, de 29 años; el policía antimotín Hilton Manzanares,
de 33, y el estudiante de secundaria Richard Pavón Bermúdez, de 17. El
conteo de la masacre apenas comenzaba. Y con los jóvenes asediados y
heridos, enfrentando balas de goma y armas de fuego con piedras y morteros,
despertó en la conciencia colectiva los versos de aquella canción
interpretada por Los Guaraguao:



El 21 de abril continuó lo impensable. En Managua los manifestantes
derribaron cerca de la Catedral Metropolitana el primero de una veintena de
“árboles de la vida”, las estructuras metálicas de más de 20 mil dólares con
las que Murillo ha poblado las principales avenidas del país. Las
“arbolatas” o “chayopalos”, como le llaman despectivamente los
nicaragüenses. Pronto empezaron a caer dos y tres por día. Hasta siete en
una sola tarde.



La “tala” de los “chayopalos” fue un acto simbólico contra el régimen, una
muestra de que en las calles se había perdido el miedo. Al menos siete
marchas multitudinarias en la capital, con réplicas simultáneas en
diferentes ciudades, han dejado claro el grito de los nicaragüenses, que
exigen libertad, justicia y democracia. También se han organizado plantones
y caravanas.



La marcha del 30 de mayo, Día de las Madres Nicaragüenses, se realizó en
solidaridad con aquellas que han perdido a sus hijos en las protestas. La
multitud llenó todos los carriles desde la rotonda Jean Paul Genie hasta los
alrededores de la Avenida Universitaria, donde el régimen elevó ese día su
muestra de muerte y terror, masacrando la “madre” de las marchas pacíficas,
con un saldo de otros veinte muertos, a una lista que entonces ya rondaba el
primer centenar.



El Diálogo Nacional estancado y el papel de la CIDH



La primera jornada del Diálogo Nacional, ahora estacando, inició el 16 de
mayo, con una promesa de tregua de 72 horas que no se respetó. Ortega solo
asistió a la instalación de la mesa, en la cual el estudiante Lésther Alemán
le exigió que ordenara el cese de la represión, y la estudiante Madeline
Caracas leyó uno a uno los nombres de los 57 que habían muerto hasta
entonces.



Días después, los obispos presentaron una agenda de democratización y
justicia sobre la que Ortega calló hasta  cinco días después de “reflexión”,
en los que otros treinta se sumaron a la lista de asesinados.



Pero el Diálogo sí logró que el 17 de mayo, un grupo de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) llegara a Nicaragua para observar
y recoger las denuncias de la población. La delegación se fue del país con
un conteo de 76 muertos, y cuando presentó su informe ante el Consejo
Permanente de la OEA, el saldo ya había crecido a 127, sin que el Gobierno
parara la matanza.



A finales de mayo, una investigación de Confidencial comprobó un patrón de
heridas letales en la cabeza, cuello y tórax en asesinados y heridos durante
la represión. A partir de 19 tomografías de los fallecidos en el Hospital
Lenin Fonseca se reveló el uso de armas de alto calibre e impactos
realizados por francotiradores.



De las 19 tomografías, 15 eran de pacientes heridos con armas de fuego en la
cabeza. “Las tomografías revelan disparos precisos en las frentes,
parietales, temporales y occipitales de las víctimas. Otros en las regiones
cervicales y del tórax. Cráneos estallados, desplazamientos de la línea
media cerebral, inflamaciones y hemorragias graves. Salvarse de esas
lesiones es muy difícil”, reveló la investigación del periodista Wilfredo
Miranda.



Monimbó nuevamente heroico, también León, Carazo, Jinotega…



En la rebelión cívica contra el Gobierno de Ortega, los bastiones del Frente
Sandinista no se quedaron por fuera, dando muestra de su resistencia, como
hace cuarenta años contra la dictadura somocista. El país se ha conmovido
con las historias del barrio indígena de Monimbó, en Masaya. Ha llorado su
treintena de muertos, se ha reído e indignado con sus “mensajes de buenas
noches” al jefe de la delegación policial, comisionado general Ramón
Avellán, y se ha familiarizado con el folclor de su danza negra, un llamado
histórico de resistencia, que cuatro décadas más tarde ha inspirado una
nueva letra del cantautor Carlos Mejía Godoy para el barrio indígena.



En el mismo departamento de Masaya, el pequeño poblado de Niquinohomo, cuna
del general Augusto C. Sandino, también inspiró con el rescate del Héroe
Nacional ante el control partidario.



Kilómetros más adelante, las ciudades de Jinotepe y Diriamba, del
departamento de Carazo, también alzaron barricadas y tranques para la
autodefensa, hasta el brutal ataque que la desmanteló, con un saldo de más
de veinte muertos, seguido de una agresión a los obispos y sacerdotes de la
Arquidiócesis de Managua, en la Basílica Menor de San Sebastián, en
Diriamba. La agresión ocupó varias páginas de medios internacionales y fue
—igual que la represión y la matanza— objeto de condena por los organismos y
comunidades internacionales.



La resistencia también se hizo sentir en el occidente y norte del país. La
ciudad universitaria de León fue la primera en autoconvocarse a un paro de
24 horas. Y en Jinotega, un barrio que lleva el nombre de Sandino, se alzó
inspirado como el “Monimbó del norte”, resistiendo el último de las ataques
este martes, con un nuevo saldo de tres asesinados más, que en la víspera de
los primeros cien días ha completado los 300 muertos.



Heridos, detenidos y refugiados



Los organismos de derechos humanos también registran más de 2000 heridos,
unos 700 detenidos de los cuales más de 70 casos han sido judicializados,
aunque el Gobierno no acepta el reclamo de libertad a los presos políticos.



Y más allá de la frontera con Costa Rica, miles de nicaragüenses han
comenzado un nuevo éxodo ante la incertidumbre y merma económica y el terror
en cien días de hechos inéditos en Nicaragua, que inevitablemente ha
despertado para volver a alzar su grito contra una tiranía.



“El pueblo nicaragüense despertó y demandó que la justicia, la democracia y
la libertad, son esenciales para construir nuestro país. Hemos mostrado una
valentía admirable al enfrentar cívica y pacíficamente a un régimen que ha
utilizado las formas de violencia más crueles e inhumanas contra nuestros
hermanos”, informó en la víspera un grupo de ocho organizaciones y
movimientos sociales que aglutinan a quienes se autoconvocaron desde el 18
de abril.



En conmemoración de los cien días de protesta, las agrupaciones promueven
una jornada llamada “¡100 días sembrando libertad!”, que incluye “plantones
artísticos” en la capital y diferentes ciudades, invitando a vestir de
camisetas blancas con la frase “prohibido olvidar” en color rojo, para
recordar la sangre de los 300 asesinados.

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