México/ ¿Y el 1 de julio?: razones por un No Voto de izquierda anticapitalista [Edgard Sánchez]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Jun 28 12:07:23 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

28 de junio 2018

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México

 

¿Y el 1 de julio? 

 

Edgard Sánchez * 

 

Ciudad de México, 27 de junio de 2018

 

Varias personas e incluso compañeros han empezado, estos días, a hacer
pública su intención de voto para el próximo 1 de julio. Yo también he
recibido las presiones para votar y especialmente para votar por AMLO, así
como la solicitud de otras  amistades preguntando qué hacer.

No pretendo ser una “personalidad democrática” o analista académico cuya
opinión sea de interés público. Mi opinión no es la de una individualidad
aunque por supuesto sí tengo posición política y convicciones que he
defendido en diversos foros estos meses. Soy militante de un partido
socialista y mi opinión responde a la posición del PRT. No es una posición
“impuesta” sino el resultado de una elaboración colectiva, en la que
personalmente he participado y que incluso después de un intenso debate e
intercambio democrático quedó reflejada en la resolución del XIII Congreso
Nacional del PRT celebrado en diciembre pasado. Mi opinión pública responde,
por tanto, a esa resolución titulada precisamente “La crisis del régimen
políticos. Dos vías ante ella”.

En síntesis, nuestra posición tiene que ver con que lo determinante de la
situación actual es la crisis del régimen político mexicano y no las
elecciones. Las elecciones presidenciales son importantes como punto de
concentración de todas las contradicciones y crisis del régimen político en
decadencia y probablemente en fase terminal. Por eso para nosotros lo
determinante es tomar posición frente a la crisis del régimen y no
necesariamente definir una táctica electoral o una fórmula de votación. Ante
las "dos vías" frente la crisis del régimen hemos buscado potenciar la
alternativa de los movimientos sociales en lucha directa frente a la otra
vía, la que nos proponen los institucionalistas, los electoralistas. No nos
hemos convertido en abstencionistas que como reloj descompuesto siempre
proponen la abstención y la denuncia de la "farsa electoral"
independientemente de la circunstancia concreta. Es que en el momento
actual, el régimen político mexicano está en una crisis sin precedente
reciente en que la falta de legitimidad y el descrédito y desprestigio de
los partidos e instituciones político electorales, así como del sistema de
justicia, están extendidos entre sectores de masas y no es que sean grito de
un pequeño grupo de propaganda. Una crisis que se ha arrastrado durante todo
el sexenio de Peña y que se ha reflejado en sucesivas explosiones sociales
rechazando la continuidad de este régimen. Desde el yosoy132 opuesto al
regreso del PRI y la imposición de Peña, los diversos movimientos sociales
opuestos a cada una de las reformas neoliberales impuestas por los partidos
del Pacto por México, el surgimiento del movimiento por los 43 de Ayotzinapa
gritando "Fue el Estado" y "Fuera Peña", los 150 días de paro del magisterio
contra la reforma educativa, la explosión social contra el gasolinazo de
enero del 2017, el rechazo a partidos y gobiernos en la solidaridad con los
damnificados de los sismos de septiembre pasado, las crecientes
movilizaciones de mujeres y una nueva ola feminista contra las agresiones a
las mujeres y sobre todo el feminicidio, entre los más destacados. En todos
estos casos, ante el empuje de estos movimiento sociales, la línea
institucionalista quiso desactivarlos proponiendo esperar al voto de julio
de 2018 en que supuestamente se lograría "el cambio".

Esa respuesta social al curso neoliberal, a la violencia permanente y
militarización en medio de una grave descomposición social, está ahora
acompañada de una gran división burguesa, una división en el seno de las
clases dominantes por los cambios que ocurren a nivel internacional,
especialmente desde la llegada de Trump al gobierno de EU, pero también por
la crisis de legitimidad del régimen mismo. La división burguesa se da
cuenta de la falta de legitimidad de su sistema de partidos e instituciones
político electorales.

El régimen surgido del fraude de 1988, el PRIAN, simbolizado en la alianza
Salinas de Gortari-Fernández de Cevallos, no solo está en crisis sino se ha
roto. El desprestigio del PRI es de tal magnitud que han presentado un
candidato que presume de no ser priísta, sino "ciudadano", en realidad un
tecnócrata al servicio de la oligarquía neoliberal, fuera con el PRI o con
el PAN. Por eso el PAN se divide y una parte acompaña a Meade, mientras que
el PAN de Anaya busca desesperadamente y de última hora poner distancia del
PRI, romper la alianza en que apoyaron a Peña aprobando todas las reformas
neoliberales y ahora oponiéndose a la corrupción característica del PRI,
pero en realidad idéntica por parte del PAN con figuras precisamente como
Anaya.

 

La división burguesa va más allá de la confrontación electoral entre PRI y
PAN pues otra parte, viendo que ninguna de esas opciones garantiza salvar la
situación del caos que se avecina, ha pasado a apoyar a AMLO, al que antes
combatía como un "peligro para México".

No solamente representativos de la iniciativa privada más reaccionaria como
Romo (ver la trayectoria del grupo Pulsar que encabeza) convertido en
redactor del programa de gobierno de AMLO (en vez de los intelectuales de
origen izquierdista que lo redactaron en campañas anteriores) y anunciado
como "Jefe de Gabinete" en el caso de un gobierno AMLO, sino también
infinidad de cuadros políticos del PAN, del PRI y de los gobiernos
neoliberales. Para no hablar de la alianza con el grupo de extrema derecha
identificado con los evangélicos del PES que, sea o no sea AMLO presidente,
tendrán una representación desproporcionada en el Poder Legislativo gracias
a esta alianza con Morena.

En países como Brasil o Costa Rica a los evangélicos y sus partidos les ha
costado un cierto tiempo llegar a posiciones de poder con su programa
derechista. En México, la irresponsable alianza de Morena con el PES los ha
catapultado al Congreso con una posición que pondrá en riesgo conquistas y
derechos de las mujeres en lo inmediato. Finalmente la otra expresión de la
división burguesa es que ante el desprestigio de sus partidos tradicionales,
hay ahora una intervención directa, sin mediación, de las cámaras y
sindicatos empresariales no solamente opinando sino presionando,
chantajeando, evenenando el ambiente e imponiendo sus condiciones.

Un día urgen al PRI y al PAN a unirse para evitar el ascenso de AMLO y en
otro obligan al propio AMLO a ceder en su oposición al NAICM (lo que además
del nuevo despojo a pueblos campesinos representados en la histórica
resistencia de Atenco, significará el mayor desastre ecológico para la
cuenca del Valle de México), cuando le hacen escuchar la voz de mando de
Carlos Slim.

La crisis del régimen y sus contradicciones y descomposición en nuevas olas
de violencia (ahora contra los propios candidatos de todos los partidos) es
lo que nos ha llevado a cuestionar si en una situación como ésta habría que
contribuir, como nos proponen, a re legitimar a las instituciones político
electorales y los partidos del sistema llamando a votar o apoyar
candidaturas. Además de que ninguno de los partidos nos representa y decimos
no nos representan no solamente a la izquierda socialista, sino tampoco a
los movimientos sociales que durante este sexenio han luchado contra las
reformas neoliberales, que han luchado contra la violencia, las ejecuciones
extrajudiciales, la desaparición forzada, los feminicidios, contra la guerra
al pueblo, el despojo a las comunidades indígenas y el racismo. Además de
que no nos representan buscan desviar la fuerza e independencia de los
movimientos al atarlos a un carril institucional que es un callejón cerrado
por el predominio de las fuerzas y posiciones e intereses de la derecha,
incluso en Morena.

Lo necesario es fortalecer un polo de lucha que políticamente tendría que
ser un polo anticapitalista para que en cualquier escenario posterior al 1
de julio pueda continuar en forma independiente de cualquier partido
institucional y de cualquier gobierno. Por eso retomamos la consigna de
"Votes o no votes, organízate" para mantener y continuar la lucha
anticapitalista.

Hay una contradicción que se ha desarrollado frente a los comicios del 1 de
julio. Resultado de la crisis del régimen antes dicha y el hartazgo popular
contra el PRIAN, seguramente ya hay, como dicen las encuestas, una mayoría
de los posibles votantes de este domingo que lo harían por AMLO. Hartos del
PRIAN y su curso de muerte, tienen la ilusión, la "esperanza" dice la
propaganda, de que un gobierno de AMLO significaría el "cambio", la salida
del PRIAN (pese a la amnistía a los jefes de la Mafia del Poder). Pero la
contradicción existe entre el imaginario popular que tiene la esperanza de
un cambio con AMLO y el compromiso que defiende AMLO que no representa en
realidad un cambio de régimen.

La perspectiva que ofrece (y lo argumentó desde su discurso de junio de
2016, después de la masacre de Nochixtlán) es la de una transición pactada
con el régimen en agonía. Por eso limita el cuestionamiento a la reforma
energética -y otras reformas neoliberales- al tema de la corrupción. Le
preguntan sobre la reforma energética y claramente dice: no aceptaré los
contratos corruptos realizados a la sombra de la reforma energética. Pero no
hay cuestionamiento a la privatización energética que es lo medular, como
tampoco lo cuestiona en el caso del NAICM, después del regaño de Slim, sino
solamente a oponerse a que se invierta parte del gasto social en el
aeropuerto, pero aceptarlo (pese al despojo y desastre ecológico que
significa) si lo hace la "iniciativa privada". Y por eso en el marco de la
transición pactada  ofrece amnistía anticipada a la Mafia del Poder (no a
los sicarios como busca asustar la guerra sucia de la derecha). Y mientras
Anaya dice demagógicamente que meterá en la cárcel a Meade y a su "patrón"
Peña, AMLO le responde que él no hará un gobierno de revancha y que no los
meterá la cárcel, ni siquiera al corrupto Anaya. Es la oferta de la
transición similar a la ofrecida a Pinochet y militares para que permitieran
el regreso de los civiles al gobierno a cambio de impunidad, aunque eso
significara sacrificar a los desaparecidos y sus familiares.

La contradicción entre el imaginario popular y el compromiso de AMLO tiene
también sus momentos de agudización. Cada que se anuncia una nueva concesión
de AMLO a la derecha hay voces de queja o protesta entre sus partidarios.
Los intelectuales alrededor de Morena -con contadas excepciones- han estado
jugando un lamentable papel en estos casos. Aunque en un primer momento se
quejan terminan justificando cada nueva concesión en aras del pragmatismo
que han convertido en un valor político típico de la época del
neoliberalismo. Al final de cuentas justifican cada concesión con el
argumento de que se trata de algo necesario para tener más votos y asegurar
el triunfo de la candidatura de AMLO. Lo importante es ganar la mayoría de
votos, no importa a qué precio.

Localmente los partidarios de AMLO se quejan de los candidatos
"impresentables" que Morena postula. Terminan justificando el hecho por la
pragmática razón de que de lo que se trata es de que AMLO gane la
presidencia. Y piensan que la decisión de incluir a los "impresentables" no
es decisión de AMLO sino de los líderes locales de Morena. Viendo solamente
su distrito o su municipio o estado no se dan cuenta que no es un problema
local, sino una línea nacional de Morena propuesta por AMLO para lograr la
transición pactada con el régimen ofreciéndole garantías de que no habrá
cambios bruscos ni radicales. Decir que la transición pactada es la línea
política de Morena impuesta por AMLO no quiere decir, necesariamente, que ya
hubo una reunión secreta entre Peña y López Obrador para hacer el pacto,
como dice Anaya.

La transición pactada es una línea, un ofrecimiento al régimen en crisis y
descomposición. No quiere decir que ya haya sido aceptada por la otra parte.
Y menos tomando en cuenta la división burguesa actual. Lo grave es que
siendo línea política, aunque el régimen no la acepte, determine la conducta
y cada paso de Morena. Actúa como si el pacto hubiera sido aceptado. Y actúa
en consecuencia, por ejemplo, con los candidatos "impresentables" o el
futuro supuesto gabinete. 

 

Por el peso del argumento pragmático es que es común el argumento que nos
ofrecen que pone el énfasis en el "mal menor" en vez del convencimiento
entusiasta de la inminencia de un cambio radical. Por eso es que es claro
que la transición pactada no es el paso a una "Cuarta Transformación" del
país. La Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana son guerras o
revoluciones que, con todo y sus limitaciones históricas en cada caso,
fundan una nueva República y una Constitución reflejo de la nueva relación
de fuerzas entre las clases.

Pero hay otra contradicción. Pese a todas las concesiones y ofrecimientos de
garantías por parte de AMLO, tampoco es seguro que las clases dominantes y
el sector más duro, autoritario y antidemocrático que pueda tener el control
del proceso electoral, esté ya dispuesto a aceptar "ahora sí" (la tercera es
la vencida, insiste AMLO) un gobierno encabezado por AMLO. La contradicción
entre las concesiones de AMLO para que le reconozcan el triunfo, por un lado
y por el otro, la decisión de que pese a ello impongan un tercer fraude
contra López Obrador. Es decir, la opinión de sectores de las clases
dominantes (¿y del imperialismo? Funcionarios de Trump han dicho que a
México no le conviene un gobierno “izquierdista”) que aún con todo no le
tienen confianza todavía a López Obrador y que siguen preparando el fraude.

 

Es decir, pese a lo que digan las encuestas, el riesgo del fraude no está
descartado. Todos los días salen las evidencias del fraude en curso. Pero en
las actuales circunstancias (incluida la división burguesa y el apoyo de una
parte de la misma a AMLO) un fraude no sería como los previos (por ejemplo
simplemente con casillas zapato o compra de votos) sino que requeriría
medidas autoritarias mayores. La falta de legitimidad de las acciones del
régimen no parecen ya preocuparle. Hicieron aprobar previamente la Ley de
Seguridad Interior que es una señal muy grave. El clima de violencia que se
ha extendido estas semanas al asesinato de candidatos a cargos de elección
popular, “naturalizándolo” en la víspera de los comicios.

 

El registro de los candidaturas “independientes” fue otro ejemplo del fraude
en curso. La campaña de Marichuy sirvió para desnudar el funcionamiento
clasista, racista, misógino del sistema electoral como argumentaba la propia
Marichuy durante su gira. Pero también es una prueba del carácter
antidemocrático y fraudulento del proceso. En realidad el diseño del
mecanismo estaba hecho para hacer imposible conseguir las firmas requeridas
para el registro de independientes. Nadie lo consiguió, en realidad. Todos
reconocieron que solamente Marichuy consiguió firmas honestamente, gracias
al trabajo voluntario de sus promotores, los llamados “auxiliares”. En
cambio el INE reconoció que los otros aspirantes consiguieron sus firmas
fraudulentamente. Aun así le  dio el registro a Margarita Zavala. Peor aún
con el Bronco. El INE le negó el registro por tramposo, pero el Tribunal
Electoral ordenó inscribir al Bronco en las boletas electorales como
“independiente”. Ese mismo Tribunal Electoral es el que funcionará para
juzgar las elecciones del domingo próximo. Y contra lo que digan las
encuestas –como antes la cantidad de firmas falsas- son capaces de imponer
una decisión fraudulenta.

 

La crisis del régimen se desnudará en cualquier caso. Si reconoce el triunfo
de AMLO y su gobierno se abrirá una situación de gran inestabilidad política
pues insistirán en impedir su instalación. Recurrir al Tribunal Electoral o
a intentos de desafuero (como hace la extrema derecha en otros países de
América Latina). No hay que olvidar que hace semanas, sorpresivamente, el
PRI aceptó en la Cámara de Diputados, quitar el fuero al Presidente. La
reforma pasó al Senado y éste ha pospuesto ratificarlo o no. Decidió dejar
el caso para después de las elecciones o sea dependiendo de quién sea el
Presidente.

 

Pero la crisis será peor si no reconocen la mayoría de votos a favor de AMLO
y nuevamente imponen el fraude. El propio López Obrador ha dicho que si la
Mafia del Poder decide “soltar el tigre”, él se va a su rancho en Tabasco.

 

Para nosotros no hay duda. En 1988 sostuvimos hasta el final la candidatura
de nuestra compañera Rosario Ibarra frente a la candidatura de Cuauhtémoc
Cárdenas recién salido del PRI. Al realizarse el fraude de Salinas contra
Cárdenas, tanto Rosario Ibarra como el PRT nos unimos a la lucha contra el
fraude y en defensa de la voluntad popular. A diferencia de los paleros que
habían hecho campaña con Cárdenas y que después de las elecciones, Salinas
los compró, los recuperó, el PRT se mantuvo en la lucha contra el fraude
pese a las todas amenazas cumplidas desde la cancelación del registro
electoral hasta la desaparición del compañero José Ramón García Gómez
dirigente del PRT en Morelos en la lucha contra el fraude.

 

¿Qué es el “tigre suelto” que tanto temen los partidos institucionales?
Sería el pueblo irrumpiendo en la política, en la calle, en las
movilizaciones, en la lucha que ha caracterizado este sexenio de muerte,
gritando “Fue el Estado” (o sea no un partido en especial sino el conjunto
del sistema político) y “Fuera Peña” (contra el PRIAN). Es decir, la lucha
por fuera de los canales institucionales corruptos y decadentes, tramposos y
fraudulentos, buscando imponer su propio destino.

 

Una nueva explosión social de protesta y lucha, que retome las del yosoy132,
las de los maestros, la de Ayotzinapa, la del gasolinazo o la de los sismos
pero en un terreno superior. Por supuesto que para ello será importante y
necesario la existencia de un polo anticapitalista de lucha e independiente
de los partidos institucionales. En ese camino es que nos sumamos y apoyamos
la campaña del Concejo Indígena de Gobierno y la candidatura de Marichuy.
Hubiéramos querido mantener la candidatura de Marichuy, aun sin registro,
para hacer más evidente el rechazo y la alternativa al sistema político
dominante. Si hay un nuevo ascenso en la movilización de masas después del 1
de julio, el esfuerzo por crear un polo anticapitalista será más difícil y
se deberá integrar sobre la marcha. Pero es una necesidad que ya se discute
en diversos espacios. Si hay un nuevo gobierno, encabezado por AMLO, el polo
anticapitalista también será necesario y urgente.

 

Pero es por lo anterior que nos parece necesario mantener la independencia
política frente a los partidos institucionales, los que sobrevivan a la
presente crisis.

 

Por ese motivo es que no hemos hecho un llamado a votar, ni a apoyar a
determinado partido o candidatura. No hay alternativa en la crisis del
régimen. No solamente el PRT ha tomado esta posición. También lo hizo el CIG
en su reunión en mayo en San Cristóbal. También lo hizo la OPT. Con palabras
casi idénticas hemos dicho. No llamamos a votar por nadie, no hacemos
alianza o apoyo a ningún partido o candidatura. Por supuesto, más allá de
esta decisión política no es extraño que en sectores populares que nuestras
organizaciones influyen haya también compañeros y compañeras que vayan a
votar por AMLO el domingo 1 de julio. Por eso hemos insistido en que “Votes
o no votes, organízate” para continuar la lucha anticapitalista.

 

El problema no es el voto, sino la crisis de todo el sistema. Si tuviera que
votar seguramente, como sé que harán otros compañeros socialistas,
escribiría el nombre de Marichuy en la boleta en señal de protesta contra el
sistema electoral y anulando el voto. Lo que no podemos hacer como partido
es llamar a votar en estas elecciones. El llamado al voto contribuye a
relegitimar el régimen actualmente en crisis, en descomposición y cayendo a
pedazos, por lo que incluso descartamos un “apoyo crítico”. Además de que no
hay alternativa partidaria reconocida que represente los intereses y
demandas de los movimientos en lucha contra el neoliberalismo y la violencia
que sufre el pueblo trabajador. Y para la izquierda socialista esos
intereses y demandas son los que debe defender.

 

No tenemos duda en defender junto con el pueblo su voto frente a los
intentos fraudulentos del poder. Al mismo tiempo rechazamos y respondemos a
los insultos y calumnias de intelectuales y voceros de las campañas que
recurren a los viejos argumentos stalinistas de que si no estás conmigo “le
haces el juego a la derecha”. Peor aún a quienes renegando de su pasado
izquierdista y socialista abrazan el “realismo político”, el electoralismo
del “voto útil” (en el 2000 con ese argumento fueron parte de la “izquierda
azul”) o peor aún que descalifican las posiciones, esfuerzos y proyectos de
la izquierda revolucionaria y anticapitalista. No es autocrítica, sino
desmoralización y alejamiento de la izquierda anticapitalista, los que
ridiculizan y señalan a la izquierda revolucionaria como siempre equivocada
y marginal para justificar su enfoque enajenadamente electoralista. En el
colmo, a Rodríguez Araujo le parece tan absurda la posición anticapitalista
que al mismo tiempo afirma, como los voceros de los organismos electorales
en su momento, que el PRT no existe. De nuevo es la confusión entre la
existencia de un partido con registro electoral y un partido revolucionario
existente por la voluntad de sus militantes participe o no en elecciones. 

 

* Miembro de la dirección del Partido Revolucionario de los Trabajadores
(PRT). 

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