Nicaragua/ La rebelión del pueblo [Mónica Baltodano]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Mayo 3 11:45:15 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

3 de mayo 2018

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Nicaragua



La rebelión del pueblo



El gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo enfrenta un renovado malestar
social, con epicentro entre los estudiantes universitarios. Aunque a menudo
se lo compare con otros gobiernos bolivarianos, el nicaragüense está lejos
de ser un gobierno de izquierda. En estos años en el poder, Ortega no dudó
en aliarse con la derecha, antiguos contrarrevolucionarios y el gran
empresariado desde una visión paternalista y autoritaria, en el marco de un
manejo familiar del Estado que hoy encuentra nuevos obstáculos.



Mónica Baltodano



Nueva Sociedad, Abril 2018

http://nuso.org/





Desde el día 18 de abril, Nicaragua ha estado convulsionada por la represión
desatada por el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra jóvenes
universitarios y la población civil. Al escribir estas líneas llevamos
contabilizados más de 40 muertos y decenas de heridos. A ellos se suman
centenares de detenidos y unos 15 desaparecidas. La represión se desató con
el objetivo de contener las manifestaciones de protestas contra un decreto
ejecutivo que incrementaba las aportaciones obrero-patronales al instituto
de Seguridad Social (INSS) mientras reducía en 5% los ingresos de los
jubilados. No obstante, la reforma fue apenas el cerillo que encendió la
pradera que se venía resecando desde hace varios años, lo que explica el
alto nivel de movilización alcanzado.



Las razones del cansancio



Es importante recordar que Daniel Ortega fue reelegido según las leyes
vigentes en 2011, luego reformó la Constitución y en 2017 inició un tercer
mandato acompañado por su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta. Por su
forma y su contenido, el gobierno ha ido acumulando molestias y rechazos.
Entre las características del orteguismo cabe señalar:



El orteguismo se ha revelado como una verdadera dictadura institucional que
se mantiene con fraudes descarados: desde 2008 controla con mano de hierro
todos los poderes del Estado –Ejecutivo, Judicial, Electoral, Contraloría y
Parlamento–. Todo intento de construir fuerzas de oposición, en particular
las que recuperan la tradición sandinista, ha sido aplastado.



No hay libertad de movilización y de expresión. La represión se practica con
grupos de choque, o directamente por la policía. Casi todos los medios de
comunicación fueron comprados por la familia gobernante.

La corrupción campea sin castigo. El caso más emblemático es el del
Presidente del Consejo Supremo Electoral (conocido como Concejo del Fraude),
Roberto Rivas, un magnate con jets privados, mansiones y casas en la playa,
ademas de propiedades en España y Costa Rica, a quien Estados Unidos le
aplico la Ley Global Magnitsky. Frente a esto Ortega en vez de apartarlo del
cargo, lo mantiene con privilegios e inmunidad, en una decisión rechazada
por muchos orteguistas.



Acoso a las organizaciones. Mujeres, ambientalistas, activistas de derechos
humanos formn parte de los presos políticos a los que se les abren causas
falsas con acusaciones de delitos comunes, como ocurre con Marvin Vargas,
coordinador de los ­Cachorros de Sandino quien ya lleva 8 años preso.



Supresión de facto de las autonomías. Universidades, municipios, regiones
autónomas sufren el mismo proceso. Los estudiantes se cansaron de que no se
les de libertad de organización pues los rRectores y muchos profesores
actúan como comisarios políticos del gobierno.



Secretismo y ensimismamiento del Estado. Ortega y Murillo solamente hablan
con sus aliados (el gran capital). Ni siquiera lo hacen con su propia
fuerza, que se ve sometida por la humillante condición de la dependencia
económica y el miedo. Ni los sandinistas tienen derecho a la palabra. Solo
la familia presidencial puede hablar y dar declaraciones.



Entrega del país a intereses extranjeros. El caso más brutal es el de la Ley
840 (Ley para la concesión canalera) para construir el canal interoceánico
con capitales chinos, hoy en duda, pero también han ampliado las concesiones
mineras, forestales y pesqueras sin ninguna consulta con los afectados.



Concentración de la riqueza y políticas sociales clientelares y
asistencialistas. Por encima de los índices de crecimiento macroeconómico,
lo que han crecido son las fortunas de los banqueros, con las tasas de
utilidad más altas de la región. Nicaragua sigue siendo el país más pobre de
la región después de Haití pese a toda la asistencia venezolana recibida
estos años.



Malestar acumulado



El malestar de la población se manifestó en incrementos de la abstención
electoral. Pero los orígenes de la rebelión pueden encontarse en la
resistencia al canal desde hace cuatro años. Para enfrentar la amenaza de
despojo se articuló el movimiento campesino más fuerte de los últimos 20
años. Las casi cien marchas fueron reprimidas con un desproporcionado
despliegue de fuerzas antimotines para impedir que las marchas consiguieran
un alcance nacional. La masacre de La Cruz de Río Grande incrementó la
indignación y participación cada 10 de diciembre día de los derechos
humanos. Igual que ocurre el día internacional de la mujer para rechazar el
incremento de los femicidios y la impunidad de los asesinos. Así, la «digna
rabia» venía incrementándose.



En los primeros días de abril de 2018, un voraz incendio en la Reserva
Biológica Indio Maíz, movilizó por primera vez a estudiantes de la
Universidad Centroamericana, motivados por la displicencia gubernamental. Ya
se había denunciado la complicidad del gobierno con los colonos, que invaden
las reservas o las tierras indígenas como las del Rio Coco, aterrorizando a
las poblaciones para tomar posesión de sus tierras. Hay crímenes denunciados
y documentados ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
El gobierno montó contramarchas (con grupos de choque) y militarizó la zona
del incendio, e impidió que periodistas independientes y ONG del Grupo
Cocibolca (Fundación del Río y Popol Na), fueran a la zona.



Días después, en un error de cálculo, el gobierno impuso la reforma del
sistema de seguridad social, pero ya era público que los fondos del INSS han
estado usándose en inversiones riesgosas, y que la institución ha inflado la
nómina y los privilegios de algunos funcionarios, lo que ya había generado
críticas y malestar.



Primero fueron los estudiantes, quienes con la presencia de algunos
jubilados, se movilizaron pacíficamente y enfrentaron una brutal represión,
claramente dirigida contra periodistas y algunos liderazgos ya más visibles,
como los del movimiento feminista. Grupos de choque armados de tubos,
cadenas y chuzos eléctricos, los golpearon mientras les quitaban cámaras y
teléfonos celulares. Todo fue filmado y divulgado a través de las redes
sociales, pues conjuntamente el gobierno cerró tres canales de TV privados
(100% noticias, canal 23, y canal 12) y emisoras locales fueron sacadas del
aire. Estos cierres provocaron reacción en nuevos sectores, incluyendo los
de la cúpula empresarial organizada en el Consejo Superior de la Empresa
Privada (COSEP) que esta vez no habían logrado consenso con el gobierno por
la reforma al INSS como ocurría habitualmente en otras temáticas.



Esa represión rápidamente hizo escalar la protesta en las principales
ciudades, pero también en pequeños pueblos, incorporando a sectores
populares: jubilados, desempleados, trabajadores por cuenta propia, obreros,
y principalmente jóvenes humildes de las ciudades. Las marchas en los
pueblos más alejados donde no alcanzó a llegar la policía fueron tranquilas.
En el pequeño pueblito de Niquinohomo, cuna de Augusto César Sandino, unos
mil manifestantes le quitaron la pañoleta rojinegra del oficialista Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) al monumento del héroe y le
pusieron una pañoleta azul y blanca. Pero en Managua y las principales
ciudades la policía lanzó bombas lacrimógenas, balas de goma y de plomo, y
utilizó abiertamente escopetas en flagrante acción conjunta con civiles
organizados en grupos de choque.



Por primera vez desde 2007, se sumaron estudiantes de las universidades
controladas férreamente por el gobierno a través de sus organizaciones como
la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN). El movimiento en las
universidades Agraria y de Ingeniería después de un par de días fue
desarticulado. La policía penetró en sus locales, baleó a los jóvenes
mientras huían y capturó a decenas de ellos, repitiendo este procedimiento
en los barrios que se solidarizaban con las protestas. Todos los capturados
estuvieron desaparecidos y más 15 de ellos han sido entregados muertos.
Otros detenidos fueron dejados 4 días después, torturados, semidesnudos,
descalzos y rapados, en las carreteras, violando las normas primarias de
respeto a sus derechos humanos. En la Universidad Politécnica (UPOLI),
enclavada entre barrios populares, la policía no pudo desalojar a los
estudiantes: la población levantó barricadas para proteger a centenares de
jóvenes que se refugiaron en las aulas y que han mantenido este lugar como
un bastión de lucha hasta hoy.



En los lugares más reprimidos el pueblo pasó rápidamente a la construcción
de barricadas, mientras expresaba su rabia derribando los mal llamados
«árboles de la vida» (inmensas estructuras metálicas que replican formas del
cuadro de Gustav Klimt), que ha hecho proliferar Rosario Murillo como
símbolo de poder y expresión de abigarradas concepciones esotéricas.
Mientras tanto, está comprobado por abundantes testimonios, que el gobierno
provocó incendios de oficinas gubernamentales y el saqueo de tiendas y
supermercados (hay abundantes testimonios).



¿Conspiración imperialista?



Es de mucha importancia que las fuerzas de izquierda, de centroizquierda, y
gente progresista de todas partes entiendan que ni Ortega es Hugo Chávez ni
Nicaragua es Venezuela, y no debe hacerse una traslación mecánica del
movimiento venezolano contra Maduro a lo que acontece hoy en Nicaragua. Ya
el régimen de Ortega ha comenzado a decir que es un «golpe blando», que
detrás está la embajada de Estados Unidos, la CIA y la derecha mundial. Pero
en Nicaragua, la derecha económica y política gobierna junto a Ortega. Es el
Modelo de «alianzas público-privadas» que aplaude la derecha mundial, el
Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y las grandes
corporaciones e inversionistas. Actualmente, el 96% del PIB de Nicaragua
proviene del sector privado. Es decir este gobierno terminó de aniquilar lo
que quedaba de propiedad social, en forma estatal y de cooperativas, y ha
dejado al país sin riqueza pública.



Que no se engañe la izquierda mundial con que este gobierno es de izquierda.
Ya de eso no queda nada. Por ejemplo, las otrora entrañables relaciones de
dos revoluciones (Cuba y Nicaragua) son hoy para el gobierno de Ortega y
Murillo relaciones formales entre estados amigos, limitadas a la celebración
de efemérides, saludos de cumpleaños y de bajo perfil protocolario.



Aquí la derecha y gobierno son la misma cosa. Ortega y los banqueros
conforman la alianza que gobierna Nicaragua por más de una década. Aquí no
hay medios «imperialistas» ni grandes cadenas como RCTV, O Globo, porque
como dijimos, casi todos son de Ortega y sus socios. Aquí la mayor parte de
fondos estadounidenese son especialmente los que recibe el gobierno, por su
complicidad con la Agenda de Seguridad de Donald Trump, atropellando y
reprimiendo a los inmigrantes. Aquí los dólares están del lado del gobierno
y de sus aliados. Quines protestan se está moviendo con sus propios
recursos, como ocurrió con el movimiento campesino, que durante cuatro años
ha sufragado sus marchas.



Aquí tampoco hay grandes partidos de derecha liderando las movilizaciones.
Porque el orteguismo primero pactó con los partidos de derecha
tradicionales, que luego se vieron reducidos porque asumieron la
representación abierta de los intereses de los sectores adinerados. ¿Para
qué partidos de derecha si la derecha está en el poder, si banqueros y
empresarios son los que legislan y cogobiernan en el país? Aquí, los
empresarios han sido y son los principales socios del gobierno de Ortega. A
ellos, los millonarios, no les preocupa que el gobierno se autoproclame de
izquierda, socialista o sandinista, siempre y cuando les garantice
estabilidad para sus intereses.



¿La lucha sigue?



Después de una semana de marchas manifestaciones ya no se trata de la
reforma del INSS. De hecho Ortega derogó el decreto para detener las
movilizaciones. Pero con tantos muertos y heridos muchos nicaragüeneses no
se conforma con haber parado la reforma. Quieren que se pare la represión,
se destituyan a los principales cabezas de la policía, se restablezca el
principio constitucional de libre movilización y el derecho a la protesta,
se reabran los medios que fueron cerrados, los militares vuelvan a sus
cuarteles, y se haga justicia con los muertos y con los mutilados. Por
supuesto, hay quienes piensan que siendo el mandato de Ortega producto de un
fraude, hay que desconocerlo y que el problema va a continuar mientras no se
convoquen a elecciones limpias. De hecho en las manifestaciones ese ha sido
el grito más ensordecedor: ¡que se vayan!



El domingo 22, un Ortega rodeado de los dueños de las empresas de Zona
Franca compareció para anunciar la apertura de un diálogo. Y convocó como
interlocutora a la Conferencia Episcopal y a los empresarios, tratando por
todos los medios de desconocer a los verdaderos actores de este formidable
movimiento ciudadano. Pero hasta hoy no lo han podido lograr. La Conferencia
y el COSEP han adelantado que deben incorporarse en el dialogo a sectores
que han estado luchando, en particular campesinos y estudiantes.



Como sabemos, el pueblo de Nicaragua había estado muy desmovilizado frente a
las arbitrariedades del gobierno. Pero en estas jornadas de abril, el
pueblo, en particular la juventud, pasó en un solo movimiento de una
exigencia social a demandas a favor de la democracia y las libertades
ciudadanas y políticas en virtud del malestar acumulado de malestar y la
represión. La represión provocó tal indignación que se perdió el miedo y
rápidamente se redescubrió el poder de los sectores populares movilizados.



Sin embargo, un movimiento de esta naturaleza tiene la debilidad de no
contar a lo inmediato con liderazgos visibles. Lo que vimos fue el pueblo
sublevado y miles de rostros y figuras. En estas protestas no hay dirigentes
de partidos, ni caudillos. Solo estudiantes y pueblo movilizado que elabora
sus propias exigencias.



Un ejemplo: el COSEP, en lo que aparece como un distanciamiento del
gobierno, planteó como condición para seguir dialogando, que se permitiera
organizar una marcha sin represión. La beligerancia de los jóvenes
«autoconvocados» convirtió la marcha el 23 de abril, en una verdadera
movilización popular. Modificaron la ruta para que la marcha se dirigiera a
la UPOLI, centro que se convirtió en el emblema de la resistencia. Así, los
manifestantes recorrieron una distancia de 7 kilómetros que formó un inmenso
río que se ha calculado en 100.000 personas. Miles de personas caminando
cada quien a su ritmo y por sus propios medios. Y simultáneamente se
realizaron marchas multitudinarias en otras ciudades, municipios y
comunidades.



¿Hay perspectiva de continuidad? Al parecer, las protestas van a seguir. En
términos públicos se habla de diálogo. Apenas se hablan de las condiciones
para realizarlo. Pero en términos del movimiento popular será urgente
organizar, como decía Rubén Darío «los vigores dispersos». Pero casi con
seguridad, esa organización no será partidista, menos electorera. Lo que ha
pasado en la historia reciente de pactos y componendas ha vuelto escépticos
a los nicaragüenses.



El desafío es construir un potente movimiento ciudadano, para demandar
cambios en las actuales reglas de la política y en el rumbo del país. La
tendencia del gobierno será, según lo ha venido haciendo, escalar la
represión. Fuerte, pero selectiva y encubierta. En el descenso, vamos a
experimentar la represión dirigida. Por eso va a ser decisiva la solidaridad
con quienes que sufran represión, aunque son muchos quienes lo que quieren
es organización para sacar del poder a la pareja presidencial a quienes
consideran responsable de lo ocurrido.



La política nicaragüense históricamente ha sido mediada por la injerencia,
en especial de los norteamericanos. Los políticos históricamente se
disputaban el respaldo y la bendición de los gringos. Hoy el desafío es ser
capaces de diseñar nuestro propio país sin intervenciones externas.



Pero no todos piensan así. Por eso las distintas expresiones de la izquierda
deben dar la pelea junto a la gente, y apostar a que los resultados no sean
más de lo mismo: más capitalismo, más entreguismo y extractivismo que acaba
con los recursos y depreda la naturaleza. Que Nicaragua no sea el reinado de
los capitales extranjeros… que sea para los nicaragüenses. Que seamos
capaces de construir una masa crítica que no se conforme solo con que se
cambien las caras en el gobierno sino que se abra la posibilidad de un
modelo distinto de sociedad.



Los desafíos de la izquierda



En Nicaragua el término «izquierda» está desprestigiado por un Ortega que se
autocalifica de izquierda, antiimperialista y revolucionario. Lastimosamente
ocurre lo mismo con el término sandinista. En estas jornadas hemos visto
jóvenes que han quemado la bandera rojinegra. No porque no reconozcan a
Sandino, o la lucha sandinista heroica de los años 60 y 70, sino por un
rechazo al actual FSLN.



Para quienes desde nuestra adolescencia estamos luchando bajo los
principios, valores y programa del sandinismo de Carlos Fonseca no deja de
ser doloroso. Pero tenemos que entender que estos jóvenes identifican esa
bandera con el gobierno que abominan. Sería absurdo pensar que por ello son
de derecha. Ya hay muchos que entienden que para el orteguismo, el
sandinismo terminó siendo solo una bandera electoral vaciada de contenido
real de cambios. Hoy la bandera sandinista es patrimonio de la Nación
entera, ya que Sandino es uno de los símbolos más importantes de la
identidad nicaragüense. Mientras tanto, miles de sandinistas, de distintas
generaciones, algunos ya «viejucos« acompañamos desde distintas trincheras
estas luchas que vuelven a aportar esperanza. Se ha cumplido el sueño del
padre Fernando Cardenal que decía «Yo sueño aquel día en que Los jóvenes
vuelvan a las calles a hacer Historia».



* Nota de Correspondencia de Prensa: Mónica Baltodano, ex comandanta
guerrillera del FSLN, participó de manera destacada durante la etapa
insurreccional en la ofensiva final de 1978-1979 contra la dictadura
somocista. Fundadora del disidente Movimiento por el Rescate del Sandinismo
(MRS), fue diputada en el periodo 2007-2011 en la Asamblea Nacional de
Nicaragua. Es, junto a otros dirigentes históricos del sandinismo, una
opositora radical al régimen de Ortega-Murillo.

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