Estado español/ Ante un Podemos a la deriva: impulsar ya la Unidad Popular [Lorena Cabrerizo y Manuel Garí]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Mayo 14 11:24:25 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

14 de mayo 2018

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Estado español



Ante la deriva de Podemos



Madrid necesita ya la Unidad Popular



Lorena Cabrerizo/Manuel Garí *



Ctxt, 12-5-2018

https://ctxt.es/es/

Viento Sur, 13-5-2015

http://www.vientosur.info/



La situación política madrileña actual no depara grandes alegrías para la
mayoría social y las fuerzas del cambio. El día 2 de mayo conocimos el
resultado de varias encuestas sobre intención de voto para la Asamblea de la
Comunidad francamente preocupantes. Los chefs de la demoscopia sitúan a
Podemos como cuarta fuerza, a la cola, con un Ciudadanos en ascenso, un PSOE
que no arranca, pero sigue hegemonizando electoralmente el espacio de
izquierdas y un PP que pese al declive muestra gran capacidad de
resiliencia. La formación morada aparece sin perfil ni proyecto, en estado
de emergencia.



Sin embargo, y como contrapunto al estancamiento institucional, es de
destacar que, de forma molecular pero persistente, están apareciendo luchas
de resistencia en importantes empresas, el estudiantado se ha movilizado
frente al máster de la mentira, las y los jubilados están dando muestras de
una firmeza ejemplar. Y lo que es un dato central del momento: las mujeres,
el movimiento feminista, han irrumpido con fuerza marcando la agenda
política en importantes temas.



Podemos ensimismado



En plena crisis Cifuentes y con una movilización popular creciente, la
dirección de Podemos lejos de centrar toda su fuerza en la batalla contra la
corrupción, el machismo institucional, las políticas neoliberales del
gobierno regional –en consonancia con el estatal– y la actitud de
Ciudadanos, partido muleta del PP y candidato a llevarse sus votos, metió a
la organización en un proceso interno de primarias para revalidar en las
urnas al candidato designado por el secretario general para unos comicios
que tendrán lugar dentro de muchos meses.



En vez de hablar de las cosas que interesan a la población, la jugada
maestra de los politólogos de salón consistió en abrir una competición
interna por los puestos de una futura lista, competición ajena a las
preocupaciones e intereses actuales de la mayoría social. Los últimos
movimientos en torno a Podemos en la Comunidad de Madrid son ya conocidos.
Tras una semana de crisis pública, en medio del episodio Bescansa, Iñigo
Errejón y Ramón Espinar, con el aval de Pablo Iglesias, escenificaban un
acuerdo de lista conjunta que trataba de cortocircuitar la pelea abierta
entre sus dos fracciones. Un acuerdo precipitado y por arriba, sin programa
político, con un discurso orientado a seducir a los votantes de
centro-izquierda y una perspectiva estratégica limitada a cogobernar con el
PSOE y a ofrecer apenas un retorno a un orden que nunca ha sido tal para las
clases populares.



La lista que presenta el aparato a las primarias, encabezada por Errejón, es
a la vez un síntoma de la crisis de un modelo y una declaración de
intenciones: es una candidatura de puro aparato. En su mayoría sus
componentes son profesionales de la política y bastantes de ellos no han
ejercido anteriormente profesión alguna. Casi todos trabajan en Podemos, ya
sea de concejales, diputados o liberados y presentan una elevada
homogeneidad generacional y de sector social de origen. A la vista de la
misma cabe preguntarse ¿Cuántos proceden o están ligados a los movimientos
sociales? ¿Cuántos representan a la famosa sociedad civil? ¿Cuál ha sido su
participación en las luchas? La lista deja patente que se establece una
delimitación definitiva con lo que pasa fuera del mundo de Podemos. Y ello
es percibido con ajenidad por amplios sectores de activistas sociales. En
una reciente conversación con sindicalistas sobre el asunto se referían una
y otra vez a Podemos como lo que pasa “dentro”. Puede que mucha gente siga
votando a Podemos, pues en gran parte del territorio es la opción electoral
de amplias capas de las clases trabajadoras, pero ya no considera “suyo” lo
que pasa “dentro”. Se rompió el encanto, acabó el enamoramiento.



Efectivamente, hay alguna gente valiosa en la lista, pero más que criticar
voluntades individuales, es el momento de una reflexión de fondo para no
quedarse en los síntomas. Es todo un modelo político-organizativo el que ha
producido una lista así, alejada del "movimiento real". Las primarias en
Podemos tenían como objetivo originalmente agregar y sumar sectores sociales
al campo político; a día de hoy, sólo sirven para ratificar
plebiscitariamente las propuestas del aparato y generar desafección.



Déficit democrático



El sistema de primarias que se ha impuesto no es democrático porque no
respeta el pluralismo. No permite la representación real en los órganos de
dirección de la voluntad de la organización. Progresivamente las primarias
se han convertido en un ritual sin debate político que ha tenido como objeto
disciplinar a los sectores críticos de Podemos.



El sistema “Desborda” que se va a aplicar en Madrid sobre representa a la
opción más votada y penaliza a quien no gane. No se respeta el principio de
la proporcionalidad. Las reglas están diseñadas para obligar a negociar a
los sectores críticos, obligándoles a integrarse si quieren seguir en el
juego a cambio de renunciar a sus propuestas o a competir en un sistema que,
a cambio de una semana de confrontación ficticia, los liquida políticamente
a un año de las elecciones. Si los sectores críticos hubieran aceptado el
sistema propuesto, hubieran aceptado un marco que, incluso con un 30% de los
votos, los convertía en un actor marginal dentro de la política madrileña.



Hubo propuestas por parte de la candidatura Errejón-Espinar para posibilitar
la “integración” (subalterna) de algunas pocas personas (en menor número del
que su realidad en la organización requeriría) del sector Podemos en
Movimiento. Aceptar esos puestos sin ni siquiera haber debatido sobre el
programa ni poner encima de la mesa proyectos políticos era de todo punto
inaceptable para un sector, aún más amplio que la misma corriente de Podemos
en Movimiento, que también ha hecho su experiencia a lo largo de estos años
y que ha venido reivindicando la centralidad necesaria de un programa
político de transformación.



Una paciente experiencia frente a los acuerdos de despacho



Anticapitalistas y otros sectores han probado todo tipo de fórmulas para
tratar de democratizar Podemos, evitar los enfrentamientos cainitas y buscar
su apertura a otros sectores con generosidad y flexibilidad. Han participado
tanto compitiendo como acordando en los diversos procesos internos; en ambos
casos poniendo en primer lugar la orientación política, la claridad, la
publicidad y la transparencia. Y todo ello manteniéndose fieles al espíritu
que inspiró el 15 M y la misma creación de Podemos. Desgraciadamente la vida
interna en Podemos no ha seguido ese camino.



Basten dos ejemplos. Hace poco los errejonistas madrileños -que habían
perdido la Asamblea Ciudadana regional- pactaron con Ramón Espinar para
imprimir un giro a la derecha en Podemos en la Comunidad de Madrid. Este
pacto contra lo aprobado por las y los inscritos, culminó con la liquidación
del sector anticapitalista en los órganos internos pues suponían un
obstáculo. Recordemos también la experiencia en Vista Alegre II, donde el
sector que representa Errejón abanderó la democracia interna y que el sector
agrupado en torno a la figura de Pablo Iglesias defendía “crear
contrapoderes”, es decir, en ambos casos, una política de congreso que
asumía formalmente las propuestas anticapitalistas. Quienes defendieron la
democracia interna en la Asamblea Ciudadana estatal han abandonado sus
propuestas democratizantes en este proceso de Madrid, a cambio de que
Iglesias apoye a Iñigo Errejón como cabeza de cartel. Por su parte, una vez
finiquitado el tramite congresual, el pablismo ha vuelto a la lógica
política no rupturista con el sistema. Donde digo “digo”, digo Diego.



La decisión adoptada por Podemos en Movimiento en Madrid, del que forma
parte Anticapitalistas, no puede separarse ni de una trayectoria ni de una
coyuntura. Hay una percepción en la mayoría de estos sectores de que la
regeneración, la apertura y el cambio de rumbo de organizaciones políticas
como Podemos no va a producirse por evolución estrictamente interna, ni
solamente desde “dentro”. Es necesario que el contexto presione y motive a
favor de ese cambio.



Esta percepción no se basa en cuestiones “morales” (son políticas) ni en
“querer estar” (la batalla de los sillones es cosa de otros). De hecho, en
la mayoría de estos sectores de base y militantes existe un balance negativo
de los logros obtenidos en la política institucional y del papel desempeñado
por los partidos y candidaturas del cambio. Una veterana compañera lo
expresaba con sinceridad en una asamblea, cuando afirmaba que en los
movimientos sociales ya no le hacía gracia a nadie estar vinculado
orgánicamente con Podemos. Esta afirmación no puede generalizarse ni sus
manifestaciones son iguales en los diversos movimientos y organizaciones.
Podemos ha perdido contacto entre los sectores que defienden posiciones más
combativas del movimiento, pero ha ganado relación con otros vinculados a la
izquierda tradicional, como los grandes sindicatos.



Solamente teniendo en cuenta estas y otras experiencias puede entenderse la
decisión de los sectores críticos de no competir ni pactar en las primarias
convocadas -aprisa y corriendo y a destiempo- en Madrid. Pareciera que las
corrientes mayoritarias en la dirección de Podemos no saben hacer las cosas
de otra manera.



¿Quo vadis Podemos?



La cuestión, asunto viejo en la política, es que, para impulsar ciertos
cambios en la orientación política hacia una homologación como partido
aceptable por el régimen, debe de ejercerse un control interno que silencie
las voces disidentes. Esto forma parte de un cambio estructural en Podemos.
Una organización con apoyo electoral, escasa estructuración (sustituida por
el poder omnímodo de la dirección y el reglamentismo), el vaciamiento
interno, débiles lazos sociales y un modelo cada vez menos democrático.
Acompañado de un cierre hacia los sectores más dinámicos y radicales, la
“social-democratización” de su propuesta política, el abandono de ejes
programáticos tan básicos como las nacionalizaciones de los sectores
estratégicos de la economía, la desobediencia frente a la austeridad (como
se ha visto en el Ayuntamiento de Madrid, con la aceptación del PEF y la
destitución de Carlos Sánchez Mato) o lo que fue su seña de identidad más
notable al nacer: la ruptura con el régimen de 1978 y el planteamiento de un
horizonte constituyente.



Con una política dirigida a las clases medias, el actual “bloque del cambio”
no conecta con los sectores precarizados de la sociedad. Los que faltan son
los que se han quedado atrás, un porcentaje altísimo de la población para el
que el inicio de la salida de la crisis no ha significado, en absoluto, una
mejora de sus condiciones de vida. Mientras que Ciudadanos puede recurrir a
la demagogia racista y nacional-liberal para conectar con esos sectores
sociales, una fuerza que se ubica en la izquierda solo puede hacerlo
invirtiendo en organización, fomentando la auto-organización, con un trabajo
a pie de calle paciente. Que haya mesas con propaganda de Ciudadanos en
Vallecas y que no pase absolutamente nada solo es el preludio a una derrota
segura en el plano electoral. Ni todos los discursos, ni minutos en la
televisión, ni artículos en la prensa “progre”, nos salvarán del monstruo
naranja.



El preludio de la Unidad Popular



Sólo se puede entender el movimiento de Anticapitalistas y de Podemos en
Movimiento de no presentarse a las primarias como una maniobra ofensiva. Se
trata de cambiar el marco y proponer otro, basado en la experiencia real del
movimiento. La propuesta es muy simple, no tiene más historia que otras que
ya han funcionado.



Se trata de impulsar y proponer un marco unitario y democrático en el que
quepan todos los actores. Unas primarias plurales deben ir acompañadas de
asambleas, en la que los sujetos sociales que operan sobre el terreno
definan las líneas programáticas adecuadas para combatir al neoliberalismo
en la Comunidad de Madrid. Es obvio que el gesto tiene como objetivo
impulsar un proceso que impida un cierre por arriba de Podemos o un “pacto
de botellines” entre Podemos e IU incapaz de generar una dinámica de
ensanchamiento por abajo.



Por ahora IU en la Comunidad de Madrid se ha mostrado firme a la hora de
defender un proceso de estas características, en una de esas ironías de la
historia en las que el aparente perdedor del ciclo asume el programa que
originalmente defendía la fuerza hegemónica. ¿Estamos, por tanto, ante una
idea radical, “extremista”, de los anticapitalistas? Tan loca como la
propuesta y el tipo de proceso ilusionante que permitió ganar el
Ayuntamiento de la capital, Ahora Madrid. Ni más ni menos, eso sí, esta vez
con la lección aprendida de los errores de esa experiencia: ni en reyes, ni
en jueces ni tribunos está el supremo salvador.



Para desbloquear una situación política que corre el riesgo de empeorar,
para establecer una línea de resistencia y el posterior avance a favor de la
mayoría social, una fuerza como Anticapitalistas tiene la obligación de
defender lo que considera más correcto para el movimiento en cada momento.
Tiene la obligación de empujar, de contribuir a avanzar. Así lo hizo cuando
importantes dirigentes de Podemos llamaba “pitufos gruñones” a IU; por ello
defendió que el acuerdo era positivo para el pueblo trabajador y finalmente,
IU ha dejado de ser un adversario para ser un aliado. Lo mismo ocurrió
cuando defendió un proyecto municipalista amplio en Ahora Madrid. Y en ambas
ocasiones, se impuso la razón, a pesar del desprecio inicial.



Tonterías ni una



Con Ciudadanos en auge y el PP en crisis, y la movilización de nuevo en el
centro (paradojas de la política) es necesario un proyecto político de
apertura, de unidad. Es responsabilidad de la dirección de Podemos
impulsarlo, pero el resto de los sectores no pueden ser actores pasivos en
una lógica fraccional que solo genera disputas sin soluciones y una
autentica pérdida de tiempo que desgasta la pasión militante y genera
dinámicas solipsistas.



Es lógico que existan diferentes opiniones al respecto de cómo hacer las
cosas. Sólo los pensamientos totalitarios creen que diversas opiniones son
un impedimento para la unidad. La tarea de los sectores anticapitalistas y
de movimiento no es fácil, pero es la única posible, ante la urgencia del
momento. Se trata de removilizar, con paciencia, casi molecularmente, a esas
fuerzas sociales desafectas o ajenas a ciertas lógicas pero activas
socialmente, para decir que queremos un proyecto donde quepa todo el mundo,
donde todo el mundo pueda aportar su granito de arena a la transformación de
la sociedad.



Esto llevará tiempo, porque la decepción es grande: reuniones,
conversaciones, alianzas, agrupar, convencer a los que se han ido y atraer a
los que sólo están mirando, regenerar y redescubrir prácticas que parecían
enterradas. Ese capital político colectivo acumulado por los sectores
críticos (diputados y diputadas, concejalas y concejales, alcaldes y
alcaldesas, caras públicas) no es un capital que nos pertenezca como algo a
atesorar, a conservar como un jarrón chino sin saber muy bien para qué. Ese
capital político debe estar al servicio de procesos políticos útiles a la
gente trabajadora y a los movimientos.



No hay muchas excusas: si no hay una candidatura de unidad popular en Madrid
que sea capaz de desbordar las lógicas de los intereses partidistas, plural,
con unas primarias democráticas que permitan la representación diversa y
proporcional, abierta a todo el mundo y con un programa elaborado con la
participación de las personas que día a día luchan por transformar las cosas
en favor de los abajo, nos encontraremos con un escenario que no
beneficiaría a nadie. Sólo a Ciudadanos.



* Lorena Cabrerizo y Manuel Garí son economistas y militantes de
Anticapitalistas.

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