Palestina/ Gaza: ¿qué les queda a los palestinos? [Joan Cañete Bayle]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Jue Mayo 17 21:41:15 UYT 2018
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17 de mayo 2018
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Palestina
Eurovisión en Gaza
Abandonados e insultados por Estados Unidos, tratados con un cinismo y una
hipocresía insoportable por los europeos, la pregunta al ver las imágenes de
muerte de Gaza debería ser: ¿qué les queda a los palestinos?
Joan Cañete Bayle *
Ctxt, 16-5-2018
https://ctxt.es/es/
Francis Ford Coppola lo hubiera rodado con maestría. Dos escenas,
intercalándose. En Jerusalén, Ivanka Trump, Jerod Kushner, Binyamin
Netanyahu, riendo, brindando, celebrando, durante la fiesta de la apertura
de la embajada de Estados Unidos en Israel. Y en Gaza, el Ejército israelí
disparando contra miles de manifestantes en la frontera, sin armas, sin la
capacidad de dañar con las piedras a los soldados que, metódicamente, los
van abatiendo. Pam, pam, más de 50 muertos. Pam, pam, un brindis por
Jerusalén, la capital unida e indivisible de Israel. Pam, pam, tres hurras
por la alianza entre Washington y Tel-Aviv. Pam, pam, que vivan Donald Trump
y toda la casa real saudí.
Estos palestinos son incorregibles, hay una cita habitualmente atribuida a
Golda Meir que lo resume: “Podemos perdonar a los árabes por matar a
nuestros niños. No podemos perdonarles por obligarnos a matar a sus niños.
Solo tendremos paz con los árabes cuando amen a sus niños más de lo que nos
odian”. Incorregibles y culpables, estos palestinos, siempre culpables.
Culpables cuando matan a israelíes y culpables cuando los israelíes matan a
palestinos. Culpables de vivir en Palestina cuando empezaron a llegar los
primeros emigrantes sionistas. Culpables de haberse convertido en un pueblo
de refugiados, que ya se sabe que no fueron expulsados, que lo que el
historiador israelí Ilan Pappe llama limpieza étnica no fue tal, que en 1948
la gente abandonó sus casas, sus tierras y sus vidas porque quiso, para que
Israel tuviera un grave problema de relaciones públicas. Y 70 años después,
así siguen, los palestinos, creando problemas de relaciones públicas a
Israel, enviando a sus hijos a que los maten para hacer quedar mal a la
única democracia de Oriente Próximo. Netanyahu, en la CBS: “Envían (Hamas) a
los civiles, mujeres, niños, a la línea de fuego con la idea de que haya
damnificados. Tratamos de minimizar los daños, pero ellos pretenden que los
haya para poner presión sobre Israel, lo cual es horrible”. La
deshumanización del palestino es básica en el discurso israelí. No es cosa
nueva ni consecuencia de la deriva derechista de la sociedad israelí de los
últimos años, sino que entronca de forma directa con el alma colonialista
del proyecto sionista. El indígena siempre es un salvaje; el colonizador, un
ilustrado civilizado.
Han sido estos días de cara y cruz. La cara de la fiesta de la embajada de
Trump en Jerusalén, la cruz de la masacre de Gaza. La cara del 70º
aniversario de la creación del Estado de Israel y la cruz de 70 años de la
nakba, el desastre palestino. La cara de los ejercicios propagandísticos de
Israel para lavar su reputación (Eurovisión, con su inversión en publicidad
en Grindr para ganar el voto popular; la salida del Giro) y la cruz de
triunfos del BDS como Natalie Portman. La cara de que la Administración
Trump ha externalizado su política en Oriente Próximo a Israel y Arabia
Saudí y la cruz de la impotencia de la comunidad internacional ante el
desastre que el tridente Washington-Tel-Aviv-Riad está pergeñando. La cara
de los bombardeos israelíes en Siria y la cruz de la aparente calma de
Teherán. Coppola se pondría las botas, tiene donde elegir: coroneles Kurtz
por doquier, Vitos Corleone, algún Michael, muchos Fredos, incluso un mundo
entero de Martin Sheens corriendo bajo el fuego y preguntando: “¿quién está
al mando?” y un soldado que le responde: “¿No es usted?”
¿Quién está al mando? Después de la Unesco, Irán y la embajada de Jerusalén,
Israel se siente muy seguro, fuerte. Por si hubiera dudas, los comunicados
de repulsa a la masacre de Gaza (desde la UE hasta el secretario general de
la ONU, António Guterres, pasando por las cancillerías europeas, entre ellas
las españolas) son un exquisito ejemplo de cinismo e hipocresía, al pedir
contención a ambas partes y al recordar el compromiso con el proceso de paz
basado en la solución de los dos Estados que vivan en paz y seguridad uno
junto al otro. Política y diplomáticamente, estos comunicados hacen el mismo
daño que la flamante nueva embajada de Estados Unidos en Jerusalén. Son
textos (como las políticas de las que emanan) que perpetúan la idea de que
estamos hablando de un conflicto más o menos simétrico (al menos con
capacidades similares para hacerse daño) protagonizado por dos pueblos que
tienen el mismo derecho sobre la misma tierra. No es el caso. Ni es
simétrico, ni tienen la misma capacidad de hacerse daño. Uno es el ocupante,
otro es el ocupado. El paso previo a cualquier tipo de plan es aceptar esta
realidad. En muchos aspectos, Trump no es más que una caricatura extrema y
descarnada de las políticas habituales de Estados Unidos. En este asunto, lo
único que el presidente hace es llevar al extremo lo que es una realidad
desde hace tiempo: que EE.UU. no es un mediador leal sino el aliado de
Israel. El Estado hebreo es el 51º Estado de la Unión en tanto en cuanto
para Washington Israel no es política exterior sino política interior. Los
europeos, en el mejor de los casos, tararean ‘Toy’ y miran hacia el otro
lado.
Abandonados e insultados por EE.UU.; tratados con un cinismo y una
hipocresía insoportable por los europeos; muy alejados de la posibilidad de
que al zar le interese acogerles en su regazo; sin liderazgo merecedor de
tal nombre; considerados como un trasto viejo y molesto por los vientos que
corren en el mundo árabe; sin capacidad real de dañar a Israel después de la
derrota de la segunda Intifada; masacrados, oprimidos, reprimidos
desposeídos del pasado, el presente y el futuro; sin derecho ni a la
esperanza, la pregunta al ver las imágenes de muerte de Gaza debería ser:
¿qué les queda a los palestinos?
“El horror, el horror”, diría el coronel Kurtz.
Eso es hoy Gaza.
* Joan Cañete Bayle, periodista y escritor. Redactor jefe de 'El Periódico
de Catalunya'. Fue corresponsal en Oriente Medio basado en Jerusalén
(2002-2006) y Washington DC (2006-2009). Su última novela publicada es
‘Parte de la felicidad que traes’ (Harper Collins).
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