Nicaragua/ El tigre nica en la rebelión de abril [José Luis Rocha]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Mayo 22 15:41:07 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

22 de mayo 2018

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redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net <mailto:germain5 en chasque.net>

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Nicaragua



El tigre nica en la rebelión de abril



Marx escribió que “la revolución era un salto del tigre hacia el pasado”. En
la revuelta de abril, el tigre nica, su juventud insurreccionada, se apoyó
en el pasado para saltar hacia un futuro que no repita el presente. ¿Cómo lo
hizo, como sucedió lo inimaginable? Abril 2018 no hubiera sido posible sin
las redes sociales. El tigre que saltó en Nicaragua vive ya en la era de la
información.



José Luis Rocha *



Revista Envío N° 434, mayo de 2018

http://www.envio.org.ni/



Cuentan que el 31 de mayo de 1911, cuando el dictador mexicano Porfirio Díaz
estaba a punto de abordar en Veracruz el barco que lo llevaría a su exilio
en París después de haber perpetrado su último fraude -el único fallido en
sus más de tres décadas de gobierno- contra el Partido Antirreeleccionista
liderado por Francisco Madero, emitió una de las frases más proféticas de
las muchas harto memorables que se le atribuyen: “Madero ha soltado al
tigre, vamos a ver si puede controlarlo.”



El tigre es el pueblo, pero no cualquier “pueblo”: es el pueblo de las
revueltas, asonadas y turbulencias, capaz de excesos y acciones imposibles
de vaticinar como la Primavera árabe, la caída del muro de Berlín, el
derrocamiento del Sha de Irán en cuestión de horas, las masivas deserciones
del ejército del Zar que precedieron a la Revolución de Octubre… No hubo
sibila ni analista social capaz de otear los síntomas previos de estos
levantamientos en un horizonte que hasta la víspera lucía despejado. Por eso
la historiadora Theda Skocpol sostiene que las revoluciones no se producen,
simplemente ocurren.



EL TIGRE PARECÍA ALETARGADO



El tigre nica parecía reposar en prolongado letargo. Algunos hablaban de la
fatiga de la guerra de los 80. De la apatía política de las nuevas
generaciones de jóvenes. Otros de la decadencia y cooptación de los
movimientos sociales. En todo caso, es un hecho que los nicaragüenses
resistimos la subida del IVA al 15% y otras reformas fiscales impopulares,
desde 2008 no menos de cuatro fraudes electorales, al iniciar el siglo 21 un
pacto de villanos entre el FSLN y el PLC, los dos partidos políticos más
fuertes. Resistimos la inconstitucional reelección consecutiva de Ortega, la
persecución de las ONG y el desmantelamiento de la independencia de los
poderes del Estado sin serias conmociones, aunque no sin protestas y
propuestas.



Los cuatro gobiernos de la posguerra civil de los años 80 (doña Violeta,
Alemán, Bolaños, Ortega), de muy diverso cuño cada uno, tuvieron un
denominador común: al turismo y a la inversión extranjera les vendieron a
Nicaragua como un remanso de paz, en marcado contraste con el triángulo
norte de Centroamérica. Hasta ahora, cuando alguien o algo soltó al tigre en
Nicaragua. O el tigre saltó porque le tocaron los huevos…



“NO TE VAMOS A DEJAR EN PAZ A VOS…”



¿Cómo le tocaron los huevos al tigre? Todo empezó con las protestas que
suscitó el negligente manejo que todas las entidades estatales, que
funcionan a una sola voz centralizada, hicieron del incendio en la reserva
Indio-Maíz, que se comió más de cinco mil hectáreas de bosque. El incendio
forestal empezó a propagarse como incendio político a todo el país cuando
jóvenes universitarios se manifestaron, protestaron y fueron vilipendiados
por Edwin Castro, jefe de la bancada del FSLN en la Asamblea Nacional y ya
ex-profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Centroamericana
(UCA) de Managua.



A los insultos del diputado (“am¬bien¬talistas de computadora, que tratan de
lucrarse de la desgracia”), un grupo de estudiantes respondieron irrumpiendo
en su clase el jueves 12 de abril y, al grito de consignas, uno de ellos a
horcaja-das sobre una ventana a modo de exótico podio, dieron lectura a un
comunicado en el que le advertían “¡No te vamos a dejar en paz ni a vos ni a
ninguno!”. Otras le gritaron “corrupto, ladrón y sinvergüenza”.



EL TIGRE SALTÓ CON RABIA A LAS CALLES



La grabación de este episodio se multiplicó en las redes sociales. Algo se
había quebrado. ¿Qué se rompió? Un tabú. Edwin Castro fue el primer
funcionario del régimen en recibir un repudio explícito en un ámbito que
seguramente consideraba como un coto vedado a sus adversarios. Ocurrió lo
impensable e impracticable. Y ese reporte audiovisual se diseminó como
semillas de ceibo.



Cuatro días después, con los rescoldos aún humeantes del encontronazo con
Castro, vino la aprobación sin consenso de las reformas a la seguridad
social: 5% de reducción mensual de las pensiones y un aumento de las
cotizaciones desde el 6.25% al 7% para el trabajador y del 19% al 22.5% para
el empleador.



Fue el inicio inmediato que rebalsó un acumulado de dos quinquenios y pico:
el destape en enero de las millonarias mansiones que en Costa Rica y en
España compró el Presidente del Poder Electoral Roberto Rivas, el monopolio
de los canales de televisión por los hijos de Ortega-Murillo, las
concesiones a las empresas mineras, el monopolio en manos de la familia de
las empresas que prestan servicios de salud a la seguridad social, los
oligopolios del mercado de medicamentos en manos similares… Un larguísimo
etcétera que llenaría tratados y enciclopedias.



El tigre saltó con rabia a las calles. Los movimientos sociales los integran
los tigres. Los cambios sociales los hacen los tigres: las masas viscerales.
Los reclamos de un cambio se hacen así, con las vísceras, por la sencilla
razón de que los poderosos se resisten a que les arrebaten lo acumulado
mediante el diálogo, las razones y las palabras persuasivas. En su libro
“Redes de indignación y esperanza”, el sociólogo catalán Manuel Castells,
que ha acompañado y estudiado por décadas diversos movimientos sociales
-desde el de mayo del 68 en París hasta el de los indignados en España-,
destaca el papel de las emociones en la política. Si el poder busca cohibir
el cambio amedrentando a la población, el contrapoder logra sus objetivos
cuando el tigre vence el miedo y se llena de ira y de esperanza.



EL FSLN: EN EL NUDO DE LOS EXPOLIOS



Los jóvenes ambientalistas en protestas marcaron un punto de inflexión:
pérdida del miedo y hervor de la ira. La ira pudo ser canalizada porque
encontró un punto de convergencia: el FSLN, en estos momentos identificado
con todas las formas de expolio: el despilfarro de los recursos de la
se¬gu¬ridad social, las mafias madereras y la deforestación, el
extractivismo, incluso el narcotráfico, entre otros males acuciantes.



Sucedió ya en tiempos de Somoza. El somocismo era un sistema ligado a
dinámicas supranacionales del capitalismo, que escapaban a su control y lo
trascendían. En ese sentido, no era responsable exclusivo de todos los
males. Pero como era un sistema bien incardinado en esas dinámicas y tenía
un hombre fuerte que lo encarnaba -Anastasio Somoza-, la rabia pudo
encontrar un objetivo concreto y un lenguaje sugerente y ser canalizada. El
FSLN es el nudo frontal de los expolios. No es su causante exclusivo y no
dudo que la mayoría de ellos existiría incluso en ausencia del FSLN, como
ocurre en el resto de Centroamérica, donde son expoliadores partidos
políticos que, ni en raíces ni en retórica guardan afinidad con el FSLN, si
exceptuamos -y sólo hasta cierto punto- al FMLN salvadoreño.



Lo que ha sucedido en Nicaragua en las últimas dos décadas -incluso antes de
asumir Ortega el poder en 2007-, es que el FSLN de Ortega les ha insuflado
aliento a los expolios, les ha dado forma y los ha provisto de manos y
cabezas. Además, ha aportado su particular versión de los métodos para
perpetuar el sistema, una versión no enteramente original si levantamos un
poco la vista para ver más allá de la Nicaragua de este 2018: usan gamberros
que contienen a la oposición a morterazos, compran clientela política con
cargos sin poder -pero con figuración-, entregan láminas de zinc y sacos de
frijoles, proclaman un estado confesionalmentre cristiano, se
autoidentifican como socialistas, y lo maquillan todo con una cosmética
kitsch que abigarra con colorines las bancas de la calle, las pancartas y
toda la comunicación oficial.



ASISTIMOS A UNA REVOLUCIÓN “RIZOMÁTICA”



En las calles de Managua, impregnada hasta el hartazgo por la colorida
cosmética oficial, como una forma de apropiación política del espacio
público, la rabia de este abril se ha cebado en los megarótulos de la pareja
y particularmente en los “chayopalos”, también llamados “arbolatas”,
bautizados por Rosario Murillo como “árboles de la vida”, gigantescas
estructuras de hierro sembradas por toda la capital, hasta contar 140 de
ellas. Son símbolos del régimen.



Sobre ellos se ha ensañado en la revuelta de abril la odio¬¬¬sa, pero
recurrente, economía jurídica del ojo por ojo. En desquite por la
negligencia con la que el gobierno enfrentó el incendio en la reserva
Indio-Maíz, los manifestantes empezaron a deforestar Managua, derribando y
quemando sin misericordia varios “chayopalos”, en la que llamaron “reserva
Chayo-Maíz”.



El incendio político iniciado el 18 de abril se extendió a numerosos puntos
de la capital y a decenas de municipios del país. El asedio al que los
manifestantes fueron sometidos por policías, fuerzas antimotines y miembros
de la Juventud Sandinista cobró al menos 46 muertos comprobados, con un
sobresaliente desbalance en perjuicio de las fuerzas de la oposición.



Esa represión atizó la rabia y la creatividad. Provocó lo que Manuel
Castells llama una “revolución rizomática”, un concepto que le fue sugerido
por Isidora Chacón. De acuerdo con la Wikipedia, un rizoma es un “tallo
subterráneo con varias yemas que crece de forma horizontal emitiendo raíces
y brotes herbáceos de sus nudos. Los rizomas crecen indefinidamente y cada
año producen nuevos brotes”. Gracias a las redes sociales, el levantamiento
de abril contra el gobierno Ortega-Murillo tuvo todas esas características:
horizontalidad y expansión indefinida a partir de pequeños brotes de
malestar que se van conectando y produciendo nuevos brotes. Sólo la rabia
acumulada fue lo subterráneo del rizoma.



AYER CON LOS ADOQUINES, HOY CON EL WI-FI



A la decisión expresa, seguida de órdenes incuestionables de Rosario
Murillo, se le atribuye la dotación de wi-fi gratuito en parques y otros
espacios públicos. A partir de 2014 el gobierno pobló de supercarreteras el
espacio virtual.



Si había algún negocio personal tras esta generosa decisión, no lo sé.
Somoza fue tapizando las calles de Managua y algunas carreteras con los
adoquines que producía en la fábrica de su propiedad. Somoza el estadista le
compraba adoquines a Somoza el empresario. Con el tiempo, esos adoquines
sirvieron para derribar su régimen: fueron la ubicua materia prima de las
barricadas insurreccionales. El wi-fi fue a la insurrección de abril lo que
los adoquines a la insurrección antisomocista de hace ya cuarenta años. Las
calles virtuales y las calles físicas ofrecen muchas oportunidades para
comunicar horizontalmente el descontento.



¿Por qué Murillo señaló en marzo, en vísperas de la insurrección de abril,
que veía un peligro en las redes sociales? En las últimas dos décadas, los
jóvenes -principales usuarios de ese wi-fi- habían sido objeto de reproches
que revelaban más las nostalgias de los analistas que los profirieron que la
verdadera textura moral y política que suponían los analistas que debían
caracterizar a los jóvenes.



¿ERA UNA JUVENTUD APÁTICA?



Varios estudios de un par de años atrás pintaban a la juventud nicaragüense
como apática, apolítica, acomodada, no comprometida con la realidad del
país… Para decirlo con el lema que socarronamente acuñó un historiador
costarricense con la intención de mostrar las entretelas del giro que ha
dado la cultura política, la juventud habría sustituido el aguerrido “Patria
libre o morir” por el más prudente “Patria libre o lesiones menores”. Quizás
ni eso siquiera concedían los estudios y análisis. La afición juvenil a las
redes sociales era interpretada más como una evasión de lo nacional que como
una inmersión en lo mundial. La globalidad virtual los había enajenado del
país real.



Los análisis que atribuían apatía política a la juventud nicaragüense
interpretaban sus actuaciones con los viejos baremos de lo que es la
política: acciones políticas y recursos para la movilización social. 



Análisis y estudios no se habían interesado siquiera por explorar los
resortes de la sensibilidad política de la juventud, basados en un sistema
de valores que no coincide exactamente con el que tuvo la juventud de los
años 70. Diversas voces dijeron que hace ya cinco años, en el levantamiento
de #OcupaINSS, también gestionado por las redes, lo que más conmovió a los
jóvenes fue ver a ancianos jubilados apaleados por agentes de la Policía
Nacional. Cuentan que lo que ahora encendió la mecha en León fue ver
multiplicada en las redes cómo jóvenes de la Juventud Sandinista derriba¬ban
a un anciano hipertenso y diabético que salió a la calle a protestar porque
le quitarían el 5% de su pensión. Caminaba pacíficamente con otros, cuando
lo lanzaron violentamente al pavimento.



En una estrecha concepción de lo político, las denuncias que hacía la
juventud en las redes sociales no eran computadas como acciones políticas.
La raíz de esta ceguera fue el desconocimiento del potencial y de las formas
de lucha que corresponden a los nuevos instrumentos de la era de la
información, un tema al que Manuel Castells ha dedicado millares de páginas
y cuyo marco teórico ha aplicado a recientes movimientos sociales.



EL CIBER-GUION DE LA REVUELTA DE ABRIL



Según Castells, el movimiento de los indignados en España “empezó en las
redes sociales de Internet, que son espacios de autonomía en gran medida
fuera del control de gobiernos y corporaciones que, a lo largo de la
historia, han monopolizado los canales de comunicación como cimiento de su
poder”.



“Compartiendo dolor y esperanza en el espacio público de la red,
conectándose entre sí e imaginando proyectos de distintos orígenes, los
individuos formaron redes sin tener en cuenta sus opiniones personales ni su
filiación. Se unieron. Y su unión les ayudó a superar el miedo, esa emoción
paralizante de la que se vale el poder para prosperar y reproducirse
mediante la intimidación o la disuasión y, si es necesario, mediante la pura
violencia, manifiesta o impuesta desde las instituciones. Desde la seguridad
del ciberespacio, gente de toda edad y condición se atrevió a ocupar el
espacio urbano, en una cita a ciegas con el destino que querían forjar,
reclamando su derecho a hacer historia -su historia- en una demostración de
la conciencia de sí mismos que siempre ha caracterizado a los grandes
movimientos sociales”.



La rebelión de abril siguió ese guion. Las redes sociales fueron el
instrumento para que los jóvenes superaran la presión que el régimen
orteguista ha impuesto durante años a los medios de comunicación y la
censura que impuso en abril a varios de ellos. Las redes sociales fueron
también la herramienta que les hizo superar también el miedo provocado por
las turbas y antimotines que han dominado durante años las calles del país.



La victoria sobre el miedo y una rabia creciente fueron el impulso para
recuperar las calles, donde en once años no se había logrado escenificar un
repudio tan contundente al régimen. Si los jóvenes -como dice una amiga-
saltaron del Facebook al país real, la lucha saltó del ciberespacio a las
calles de Managua, a las de León, a las de Masaya, a las de Bluefields… Y
esa lucha en dos escenarios, el virtual y el callejero, hizo realidad lo que
antes eran simulaciones virtuales: destrucción de “chayopalos”, surgimiento
de nuevos líderes, incontables memes que hacían burla de Ortega y de
Murillo, sentimientos de hermandad y de nacionalismo expresados en miles y
miles de banderas azul y blanco, en iniciativas que quieren pintar de blanco
y azul cunetas, postes, bancas, paredes... por todo el país.



SIN VANGUARDIA Y SIN PARTIDOS



En el ciberespacio se imaginó y se llegó a planificar lo que después se
ejecutó en los espacios físicos. En un círculo virtuoso continuo, los
acontecimientos de las calles fueron reflejados y magnificados por las redes
sociales, dignificados por las reelaboraciones audiovisuales y agigantados
por obra de una especie de megáfono nacional y global.



Las redes sociales fueron la plataforma desde la cual, en cuestión de un par
de días, ciudadanos sin poder que hasta entonces habían llevado una vida
inocua para el régimen, se proyectaron como líderes legendarios: la
resistencia del pueblo monimboseño y el Comandante Monimbó (Fernando Gaitán,
también apodado Comandante Caperucita), los comerciantes del mercado de
mayoreo que amenazaron a las turbas con sus pistolas, los estudiantes
atrincherados en la UPOLI que fueron entrevistados en CNN, la resistencia en
cientos de videos de los barrios que rodean esa universidad y el rap “Plomo”
con el que Erick Nicoyas González sintetizó la épica jornada y encendió los
ánimos, entre otras muchas manifestaciones, personajes y exabruptos de la
revuelta, que primero dieron la vuelta al mundo en las redes sociales y
aparecieron después en los medios de comunicación tradicionales y en los
internacionales.



Las redes sociales posibilitaron que ésta fuera una rebelión sin vanguardia,
con todas las virtudes y los inconvenientes que esa condición lleva
aparejados. La gran virtud es que fue una revuelta de gente común y
corriente, no de militantes de partidos o de movimientos sociales
establecidos. La revuelta del tigre nica coincide con la de los indignados
en España y con los movimientos del Medio Oriente por su no identificación
partidaria y por no tener representación. También, por dos carencias
llamativas: sin dinero y sin miedo.



RECUPERANDO COLECTIVAMENTE EL ESPACIO PÚBLICO



Contra la idea generalmente aceptada de una globalización digital fuera del
espacio y las fronteras, Frédéric Martel sostiene que, “por sorprendente que
pueda parecer, Internet no suprime los límites geográficos tradicionales ni
disuelve las identidades culturales ni allana las diferencias lingüísticas,
sino que las consagra”.



El uso que los jóvenes hicieron de las redes sociales durante la revuelta
callejera/virtualera fue una muestra de cómo el sentido del humor
nicaragüense era una magnífica herramienta de lucha y un instrumento para
informar a la comunidad internacional sobre lo que estaba sucediendo en el
país.



Proliferaron los memes, audios y videos imitando la parsimoniosa voz de
Daniel Ortega, quien reitera una y otra vez las mismas palabras. No
escasearon las fotografías de Rosario Murillo en pose, atuendo y frases de
bruja. Cuando dio inicio la campaña de quema y tala de los “chayopalos”, se
hizo célebre la fotografía de la Vicepresidenta ardiendo entre llamas y
exclamando que perdía poder a medida que sus “árboles” iban siendo abatidos.



La irreverencia del Güegüense brotó a borbollones. Lo hizo con solemnidad y
con procacidad. Lo hizo primero en los espacios virtuales, donde los jóvenes
profanaron todos los símbolos del sandinismo new age, saturado de colorines
y rótulos de la pareja. Lo hizo luego en las calles, donde jóvenes
universitarios, trabajadores y desempleados, adultos de clase alta, media y
baja, fundidos en las rotondas y plazas en un crisol interclasista y
equipados con sierras eléctricas, derribaron gran parte de la iconografía de
la Managua “amurillada”, genial término con el que Mónica Balto¬da¬no se
refiere al ascendiente que a partir de 1998 comenzó a ganar Rosario Murillo
dentro del FSLN, en un texto publicado por Envío en 2014, en el que la
comandante guerrillera enumera las mutaciones experimentadas por el partido
rojinegro.



La recuperación de los espacios públicos -que el régimen de Ortega
hiperpolitizó- se expresó en los días de abril, y aún después, a veces con
meticulosidad de hormiga, a veces con impetuosidad de tsunami, siempre como
una tarea ineludible para minar el poder, expresar el contrapoder,
aterrizando desde el etéreo espacio digital hasta el territorio geográfico.



¡QUE VIVAN LOS ESTUDIANTESJ ARDÍN DE NUESTRA ALEGRÍA!



Hay otro rasgo de las luchas sociales de este tiempo que también consagra lo
local al tiempo que lo proyecta global¬mente. Es un rasgo cuyas
implicaciones van más allá de ese po¬lo en lo tradicional local, aunque sea
ése su punto de parti¬da. Es el uso de la tradición revolucionaria.



Los jóvenes, ellos y ellas, recurrieron desde el primer día de la protesta
por Indio-Maíz emprendieron esa suerte de impugnación popular a Edwin Castro
en las aulas de la UCA, recurrieron a consignas extraídas de la alforja
revolucionaria: “¡Alerta, alerta que camina, la lucha ambientalista por
Indio-Maíz!”, corearon los estudiantes al aproximarse al aula del
diputado-catedrático.



En las marchas que siguieron es frecuente escuchar “El pueblo unido, jamás
será vencido” y las canciones que los Mejía Godoy compusieron en los años 70
para narrar, orientar y alentar los movimientos sociales contra Somoza.
“¡Que vivan los estudiantes!” de Violeta Parra y otras canciones de Los
Guaraguao han sido usadas durante años en todos los actos del FSLN.



Ahora, estas mismas canciones han vuelto a ser entonadas, con mucha más
propiedad y pertinencia, por estudiantes en rebeldía contra un régimen que
los reprime, por estudiantes que en verdad “son aves que no se asustan de
animal ni policía”… o que sí se asustan, con justa razón, pero que los
enfrentaron.



EL SALTO DEL TIGRE



El tigre se mueve cómodo en los espacios virtuales y desde ahí saltó a las
calles. Lo sorprendente es que ese tigre haya recurrido a la tradición
revolucionaria para dar concreción local a su lucha. O quizás para
legitimarla ante cierto auditorio. A este uso de la tradición le llamo
-siguiendo a Marx- “el salto del tigre”.



Marx escribió que la revolución era un salto del tigre hacia el pasado.
Walter Benjamin, en “Tesis de filosofía de la historia” desarrolló esa idea:
“Para Robespierre la antigua Roma era un pasado cargado de ‘tiempo actual’
que él hacia brotar del continuum de la historia. La Revolución Francesa era
entendida como una Roma restaurada. La revolución repetía a la antigua Roma
tal como la moda a veces resucita una vestimenta de otros tiempos. La moda
tiene el sentido de lo actual, dondequiera que sea que lo actual viva en la
selva del pasado. La moda es un salto de tigre al pasado. Pero este salto se
produce en un terreno donde manda la clase dominante. El mismo salto, bajo
el cielo libre de la his¬toria, es el salto dialéctico, en el sentido en que
Marx comprendió la revolución”.



Obviamente, los jóvenes no proponen un retorno al pasado. En ningún momento
han expresado una idealización del pasado sandinista. Pero el giro que
proponen se viste de pasado para poder avanzar hacia un futuro que no repita
este presente.



Hay por lo menos dos razones para “hablar y cantar en pasado”. En primer
lugar, porque necesitan arrebatarle la antorcha de la izquierda al FSLN. Así
se han presentado ante el pueblo de Nicaragua y ante la comunidad
internacional, donde todavía quedan muchos comités de solidaridad
trasnochados que engullen, con cáscara y semilla, toda la retórica del FSLN
y no le dan seguimiento a sus abusivas políticas neoliberales.



En segundo lugar, cantan el pasado porque han escuchado esas historias en
sus casas, de boca de sus abuelos y padres, y porque intuyen que deben
hablar en un lenguaje comprensible a los adultos para organizar la revuelta
en términos de revuelta. Por medio de ese lenguaje pueden eludir la
ambigüedad y no dejar margen de duda sobre sus propósitos.



La rebelión de abril es un pasado cargado de tiempo actual o un tiempo
presente pletórico de simbología del pasado. Por eso resultó tan
significativo el estallido en Monimbó, el emblemático barrio indígena de
Masaya, que inició con una marcha pacífica de los pensionados y que se
convirtió en una resistencia a las fuerzas orteguistas desde las barricadas,
una rebeldía que dejó cuatro muertos y decenas de heridos. Los monimboseños
han sido pioneros en la lucha, su rebeldía fue el detonante de la lucha
antisomocista y lo fue ahora de la lucha anti-orteguista. Por eso también
hablar de Movimiento “19 de abril”, evocando el 19 de julio. Por eso, la
insistencia en corear “¡Daniel y Somoza son la misma cosa!”. Las redes
sociales han sido un instrumento global formidable para expresar la lucha en
términos de un pasado local.



ACELERADA CONSTRUCCIÓN DEL SENTIDO COMÚN



Otro ámbito en el que las redes sociales jugaron fueron claves en la
revuelta de abril fue el de la construcción de una especie de consenso
acelerado. El proceso se desarrolló grosso modo así: la cúpula empresarial
agremiada en el COSEP emitía un comunicado convocando a una marcha, el
comunicado circulaba en cuestión de minutos de whatsapp en whatsapp, luego
circulaban comentarios o rechazos o burlas, incluso algún artículo de
análisis… y en pocas horas estaba constituido un veredicto sobre qué es lo
que tramaban los empresarios o qué es lo que tal vez sabían ellos... Al
final, la marcha no fue de los empresarios, fue de todo mundo, una
megamarcha nunca vista antes en Managua.



Tenía efecto así una especie de construcción vertiginosa de sentido común.
Le llamo así porque el problema y los juicios, aunque no carecían de
matices, empezaban siendo formulados en una babel de opiniones y terminaban
siendo expresados básicamente en los mismos términos.



Sucedió así con la conclusión más importante que se sacó al humo de los
fusiles: después de más de 40 muertos no estamos situados en el mismo punto
y no basta con dar marcha atrás a las reformas a la seguridad social.
Nicaragua no es la misma y éste ya no es un asunto de “un” problema y una
errada política puntual. Es una saturación de problemas que han puesto en
cuestión todo el sistema político.



CAMBIÓ EL PAÍS, HAY QUE CAMBIAR EL SISTEMA



A este giro, a este “cambio de país”, a esta conclusión, se arribó por medio
de la combinación de la sensibilidad juvenil por múltiples causas y del uso
de las redes sociales. Ambas permitieron partir de lo que Ernesto Laclau
llamó la lógica de la diferencia y aproximarse a la lógica de la
equivalencia.



Los jóvenes empezaron con demandas sociales que podían haber sido
respondidas y reabsorbidas una a una por el sistema (un incendio forestal
mal gestionado, necesarias reformas a la seguridad social…), pero pronto se
colocaron -al menos en su clímax- en la ruta para derivar en reclamos que
suscitan o establecen una relación de solidaridad con otras demandas y que
por eso han sido -o pueden convertirse en- una demanda contra todo el
sistema.



El hecho de que el FSLN de Ortega-Murillo encarne el sistema facilita mucho
la convergencia de las múltiples luchas en una sola. Ortega quiso retornar a
la lógica de la diferencia y responder a una de las demandas individuales
(la reforma a la seguridad social), pretendiendo no percatarse de que las
redes sociales -vehículo de denuncia de los asesinatos y las torturas-
posibilitaron el salto hacia la lógica anti-sistémica de la equivalencia.



Ese salto fue posible por medio de reflexiones rizo¬má¬ti¬cas que circularon
por las redes y que se fueron colando en las conciencias hasta formar un
conocimiento también rizo¬mático: horizontalidad y expansión indefinida a
partir de pequeños brotes de malestar, que se suman al punto de partida
original. El gobierno Ortega-Murillo se empeña en seguir operando como
antes, como si no se hubiera formado ese sentido común que nos situó en la
lógica de la equivalencia. Desde esa monumental ignorancia está armando una
estrategia que sólo podría conducir a un mayor derramamiento de sangre.



LA VOZ DE LOS OBISPOS



Desde el inicio de la revuelta, y en medio del vacío de voces creíbles, la
voz del episcopado católico emergió como la voz del principal actor
político. El rechazo a los políticos de carrera fue tácito pero contundente
durante la revuelta de abril. La fuerza moral de obispos y párrocos no debe
dejar de abrevar en el pozo de la sangre derramada. De ahí obtendrá más
fuerza. La intolerancia a la barbarie cometida debe ser nuestro sello
nacional y la iglesia católica tiene una tradición martirial que le permite
extraer esperanza del sacrificio.



La iglesia católica se erigió con autoridad en el gran personaje de este
drama a partir de las decididas y lúcidas declaraciones con que el obispo
auxiliar de Managua Monseñor Silvio Báez analizaba la actuación represiva
del gobierno y a partir de llamar a los jóvenes rebeldes “la reserva moral
de la nación”.



Selló la iglesia católica su ascenso a un rol estelar asumiendo la mediación
del diálogo nacional y convocando a una torrencial marcha -la más concurrida
de todas hasta la fecha- el sábado 28 de abril.



A todas luces, aunque preñada de símbolos religiosos, fue una procesión con
un incuestionable peso político. Y por esa misma razón fue un mentís al
matrimonio FSLN-Catolicismo que Ortega y Murillo han procurado sugerir en
los más solemnes actos oficiales mediante la reiterada aparición del
ex-arzobispo de Managua y cardenal Miguel Obando y Bravo, su cardenal de
bolsillo. A partir de ahora, decenas de miles expresaron que el catolicismo
se desmarca del orteguismo.



Prominentes líderes evangélicos se han mantenido al margen, una forma de
autoexcluirse de la revuelta. El pastor de Hosanna, la megaiglesia
neopentecostal más grande y opulenta de Nicaragua, en su alocución del
domingo 29 de mayo dejó clara su resistencia a lanzar un polo a tierra
cuando emitió la que fue su declaración presuntamente más beligerante: “¡Hay
que pedir la intervención directa de Dios!”



En ese contexto, la iglesia católica -con la ventaja de una estructura
piramidal de la que carece la miríada de denominaciones evangélicas- emerge
como el principal interlocutor con institucionalidad sólida.



EL TIGRE ESTÁ INQUIETO



Desde que se silenciaron los fusiles de los antimotines, desde que la gente
marchó por centenares de miles en las calles, en la marcha convocada por los
empresarios y en la de cinco días después convocada por los obispos
católicos, desde que comenzó a organizarse el diálogo nacional, el tigre
sigue inquieto.



La fuerza movilizadora de los estudiantes es el corazón del tigre que aterró
al orteguismo durante una semana. El tigre sigue inquieto y amenaza con
volver a las calles si no se le concede la renuncia de Ortega y de Murillo,
sólo una de sus peticiones.



El tigre no tiene una cabeza visible. Ésa es una debilidad, aunque también
una fortaleza porque priva al orteguismo de la oportunidad de abatirlo de un
mazazo. Las redes sociales le resuelven al tigre el problema de la
comunicación y le abrieron incluso el chance de actuar con la simultaneidad
que solía ser típica de los movimientos sociales bien articulados. Pero eso
no le resuelve al tigre los vacíos de representatividad y de organicidad. Es
posible que las redes sociales sigan supliendo este vacío mediante la
acelerada construcción de sentido común en cuestión de minutos, pero esa
construcción puede no ser operativa en una mesa de negociaciones, donde
Ortega y Murillo buscarán cómo empantanar las pláticas y marear al tigre.



EL TIGRE PODRÍA DESESPERARSE



El tigre podría desesperarse y retornar a jugarse el pellejo a las calles,
cuyo monopolio arrebató al orteguismo, pero donde el orteguismo tiene
capacidad de seguir enfrentándolo con aquel grupo que Marx llamaba
lumpen-proletariado, fuerza que constituyó en el París del siglo 19 el grupo
de choque de Luis Napoleón Bonaparte contra las masas revolucionarias.



Tendríamos así en Nicaragua, y como consecuencia de la revuelta de abril una
nueva modalidad de lucha de clases: el estudiantado -económicamente diverso,
pero con hábitos y aspiraciones de estratos medios- versus los muchachos de
los barrios marginales que no tienen acceso a la educación superior y que
ven en los universitarios a un grupo privilegiado y en un ascenso social que
a ellos se les niega. Un enfrentamiento así se debe evitar a toda costa.



¿Qué pedirle a los actores que irán al diálogo? El empresariado y la
jerarquía católica deberían llegar a fondo y no quedarse en medias tintas.
Justicia incondicional. Paro nacional, si fuera preciso. Llegó la hora de
olvidarse de la bolsa y de dejar de ser arrastrados por el pundonor.



Los obispos no deben hablar con mesura. Hacerlo es una burla a las vidas
perdidas. El empresariado tiene que decidir si la estabilidad que ansía la
puede conseguir mediante el continuismo de su romance con Ortega o mediante
una ruptura con ellos y su decidido apoyo a quienes luchan por
defenestrarlo. Su fuerza económica puede amedrentar no sólo al gobierno,
sino sobre todo al ejército, que cuida sus intereses corporativos y que
será, en última instancia, el principal bastión donde se juegue la
continuidad o la derrota.¬



¿QUÉ NECESITA EL TIGRE?



El tigre necesita organicidad y liderazgo. Uno novedoso y rotativo, de donde
no emerja el nuevo Daniel Ortega o el próximo Jasser Martínez. Necesita
creatividad para no dejarse provocar, para construir un liderazgo no
caudillista y para innovar con otras formas de lucha, dejando a un lado la
“guerra de marchas”. Pero no debe abandonar las calles que con tanto coraje
recuperó para el derecho a disentir.



Si se enfrasca en luchas intestinas y se ahoga en los protagonismos
individuales, perderá lo que ha sido hasta el momento su fuerte: su
ubicuidad, su construcción rizomática de sentido común en cuestión de
minutos, su capacidad de sintetizar desde la lógica de la diferencia hacia
la lógica de la equivalencia. Debe seguir explotando las virtudes del
espacio virtual para mantener el físico, en lugar de permitir que las
mezquindades que surgen en el aterrizaje local paralicen la ingravidez y
elocuencia que ha mostrado en el ámbito digital.



La dispersión de energías y la falta de organicidad de quienes protestan no
permiten vaticinar el derrotero de esta lucha. Intentando desmarcarse de la
propuesta del COSEP, que hace una semana se tenía por bien pagado con que
Ortega diera marcha atrás en las reformas en seguridad social, un grupo de
los varios grupos de estudiantes universitarios dieron a conocer un pliego
de peticiones donde reclaman la investigación de los asesinatos y la sanción
a los asesinos, la destitución inmediata de todos los alcaldes, de otros
funcionarios públicos y de los jefes de la policía que protegieron a los
vándalos en contra de los estudiantes, el restablecimiento de una plena
libertad de expresión, la libertad de los encarcelados por manifestarse, la
independencia de los poderes del Estado, la investigación del
enriquecimiento ilícito de los funcionarios públicos para que devuelvan lo
robado, la renuncia inmediata de Daniel Ortega, Rosario Murillo y todo su
gabinete y la convocatoria a elecciones libres y anticipadas.



EL TIGRE DEBE SEGUIR AL ATAQUE O AL ACECHO



Hay que volver a esta propuesta, incluso ampliarla. Si pasamos revista a los
múltiples expolios que padece Centroamérica, veremos que la flexibilidad
laboral, el extractivismo, la hipoteca de la soberanía alimentaria y tantos
otros agravios a la soberanía son comunes a todos los países del istmo. No
están ligados únicamente al FSLN.



Esta generalizada situación regional es la que puede hacer que las más de 40
muertes corran el riesgo de ser anécdota, una nota a pie de página en una
historia que conservará las líneas generales de un guion donde -ojalá no lo
descubramos más tarde- el FSLN era un actor importante pero contingente. Por
eso el tigre debe seguir siendo exigente. Y caso de no quedar satisfecho,
debe seguir al ataque o al acecho, listo para saltar hacia el pasado y para
adueñarse del futuro.



* Investigador asociado del Instituto de Investigación y Proyección sobre
Dinámicas Globales y Territoriales de la Universidad Rafael Landívar de
Guatemala y de la Universidad Centroamericana José Simeón de El Salvador.

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