Brasil/ La soledad del candidato Lula da Silva [Agnese Marra]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Lun Mayo 28 00:02:46 UYT 2018
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Correspondencia de Prensa
28 de mayo 2018
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Brasil
La soledad del candidato Lula da Silva
En Curitiba solo se concentran ya sus seguidores más fieles, mientras que en
el resto del país mandan el silencio y el olvido.
Agnese Marra, desde San Pablo
ctxt, 23-5-2018
https://ctxt.es/es/
Una bicicleta estática, una televisión, un puñado de libros son su compañía
diaria. Lo primero y lo segundo lo tuvieron que negociar sus abogados con
las autoridades judiciales. Hipertenso y por prescripción médica, el
expresidente brasileño convirtió en rutina mañanera una hora al día de bici:
“Cuando superó el cáncer se enganchó al gimnasio, está mucho más en forma
que yo”, nos decía hace cinco meses uno de sus asesores más íntimos que no
supera los cuarenta años.
La televisión también fue una dura negociación en aquel día y medio de
encierro en el Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Paulo. La defensa de
Lula da Silva negociaba las condiciones de su entrega, y entre ellas estaba
la posibilidad de instalar un aparato, para que el líder del Partido de los
Trabajadores (PT) pudiera ver la final del campeonato estatal de su querido
Corinthians. En su primer día de prisión al menos se llevó la alegría de ver
ganar a su equipo del alma. La televisión se quedó dentro de los quince
metros cuadrados con baño y ventana tapiada que tiene por celda.
Pocas cosas más le han dejado. Lo que le quita la Justicia lo intenta
compensar su partido con esfuerzos titánicos para mantener en pie el pilar
que sostiene la sigla.
Lula da Silva entró en la cárcel acusado de corrupción pasiva y de lavado de
dinero –en el marco de la Operación Lava Jato– por ser el supuesto dueño de
un apartamento en la playa que le habría regalado la constructora OAS a
cambio de interceder para que se firmasen tres contratos con la estatal
Petrobrás. Una sentencia marcada por “fragilidades y falta de pruebas”,
según un centenar de juristas nacionales e internacionales, porque hasta
ahora no se ha conseguido probar materialmente que Lula fuera dueño de dicho
inmueble.
Su ingreso en prisión fue igual de polémico. El juez Sergio Moro se saltó
los tiempos legales y lo adelantó una semana. La actitud del magistrado
añadió más leña al fuego a la teoría de la persecución política que denuncia
la izquierda. Las fiestas y los encuentros privados de Moro con políticos
del PSDB (el partido de oposición al PT por excelencia) no hacen más que
alimentar la idea de que el encarcelamiento del petista tuviera como
objetivo quitarle de en medio de la carrera presidencial cuando las
encuestas le daban como favorito.
Pero la cárcel no ha sido suficiente. Las condiciones elegidas para su presa
más codiciada, de quien dijo que era “la pieza clave de toda la Operación
Lava Jato”, vuelven a saltarse los protocolos habituales. Moro aseguró que
las medidas elegidas para Lula eran un “trato de favor” por tratarse de un
expresidente. Los más cercanos al exsindicalistas hacen la lectura
contraria: “Aislarle de esa manera es la mayor tortura que podrían hacer con
él”.
Contra todas las expectativas el lugar elegido para pasar los doce años y un
mes de condena es una habitación que se encuentra en la cuarta planta de la
Delegación de la Policía Federal de Curitiba. Un espacio que nunca se había
usado para encarcelar a alguien. Lula da Silva vuelve a ser una excepción
para el magistrado Moro que ha decidido convertirlo en el primer preso de la
Operación Lava Jato al que se mantiene completamente aislado.
Salvo por los dos guardias que hacen turnos, el exsindicalista no tiene con
quien hablar. Desayuna a las 7h, almuerza a las 11h, merienda a las 15h, y
cena a las 19h, solo. Siempre solo. A sus 73 años dispone de dos horas al
día de luz solar y los jueves visita de los familiares. Sus abogados tienen
libre acceso para visitarle siempre que quieran.
El Partido de los Trabajadores hace lo indecible para combatir la soledad de
su líder. Como primera medida organizó un campamento a menos de un kilómetro
de la delegación policial con la ayuda del Movimiento Sin Tierra (MST).
Todos los días el de San Bernardo escucha un “buenos días, presidente” a las
nueve de la mañana y un “buenas noches, presidente” a las siete de la tarde,
que le gritan un centenar de acampados para recordarle que le queda gente
ahí fuera. La plana mayor del PT pasa más tiempo en Curitiba que en Sao
Paulo, donde han trasladado parte de las oficinas generales de la sigla.
Pero durante el primer mes de prisión ninguno de los pesos pesados del
partido consiguió visitarle. Tampoco lo lograron el teólogo de la
liberación, Leonardo Boff, ni el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez
Esquivel, que permanecieron horas delante de la comisaría. Según los
familiares del exmandatario, su consuelo han sido las centenas de cartas que
recibió de todos los puntos del país. Otra medida organizada por el partido,
que un día después de que su líder ingresara en prisión, publicaba diversos
anuncios para pedir a los lulistas que le demostraran su apoyo de puño y
letra: “El propio Lula nos lo pidió. Necesita del cariño de la gente, es una
persona muy sociable, no tener con quien comunicarse es el peor castigo que
le pueden imponer”, nos dice uno de sus amigos más cercanos que prefiere no
dar su nombre.
Salvo sus seguidores más fieles, que se concentran en Curitiba, el silencio
y el olvido mandan en el resto del país. Ni manifestaciones por su
liberación, ni concentraciones de protesta por su encarcelamiento. Las
banderas rojas de los petistas han dejado de salir a la calle entre la
perplejidad y el cansancio. Callados también están quienes llevaban la
agenda del expresidente: “Necesitamos más tiempo para decir algo”, repiten
desde hace semanas a la espera de crear una estrategia, ahora sin la brújula
que les guiaba: “Estamos destrozados”, reconocían esas mismas voces el día
que Lula entró en prisión.
Sin dinero y con pocas apelaciones
El aislamiento no sólo alcanza el lado personal del exmandatario,
económicamente también le han dejado acorralado. Tres días después de
ingresar en la cárcel, la Justicia Federal determinó el bloqueo de sus
bienes y los del presidente del Instituto Lula, Paulo Okamotto, por una
deuda de casi siete millones de euros que tendrían con Hacienda. El
instituto que lleva el nombre del sindicalista cotizaba como una ONG sin
fines lucrativos, hasta que el año pasado Hacienda le quitó el beneficio
fiscal al considerar que algunas de sus actividades no podrían entrar en su
primera definición. Les tocaba pagar los impuestos acumulados hasta
entonces.
“La familia de Lula no tiene ni para la luz”, denunció Okamotto, quien
aseguró que esta medida tendría “como único objetivo limitar las
posibilidades de defensa del expresidente y acabar con las actividades del
Instituto Lula”, según le dijo al diario Globo.
Las cuentas presentadas por el propio Okamotto le dan al Instituto Lula
apenas un mes de vida. La campaña de crowdfunding para recaudar 150.000
euros –llegaron a alcanzar el 30% de la meta– no sirvió de nada porque las
donaciones se hicieron por internet y las Justicia Federal también las
bloqueó. El PT estudia hacer una campaña en la que se done en especie para
poder sostener el brazo académico y social del expresidente, que ya ha
tenido que despedir a la mitad de sus trabajadores, y al menos cinco –los
más cercanos al petista– han sido contratados por el partido, quien se
encarga ahora de todos los gastos relacionados con Lula.
La semana pasada sus asesores más cercanos también fueron objetivo de la
justicia cuando el juez federal Haroldo Nader solicitó la retirada inmediata
de estos ocho ayudantes pagados por la presidencia de la República, un
beneficio vitalicio que tiene todo expresidente en Brasil. El magistrado
argumentó que al estar en prisión no necesitaría ni de seguridad –cuatro de
esos trabajadores pertenecían a esa área– ni de asesores por no ejercer
ningún tipo de actividad.
Las malas noticias se le acumulan en el plano judicial después de que en el
último mes el Supremo Tribunal Federal (STF) le denegara tres Habeas Corpus.
Esta semana la ONU rechazó la medida cautelar que presentaron los abogados
de Lula en la que pedían que el expresidente permaneciera en libertad hasta
que se le agotaran todos los recursos legales. La buena noticia –al menos en
el plano simbólico– es que el Comité de Derechos Humanos la ONU sí ha
confirmado que investigará las denuncias interpuestas por la defensa que
alegan “vulneración de las garantías fundamentales del reo”.
Candidato hasta las últimas consecuencias
Ni la soledad, ni la cárcel, ni la condena a doce años y un mes de prisión,
ni la falta de recursos han hecho cambiar de idea a Luiz Inácio Lula da
Silva. Pese a todo, quien fuera dos veces presidente de Brasil (2002-2010),
volverá a ser el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) en las
elecciones de octubre de 2018. El exmetalúrgico de San Bernardo y sus más
allegados lo tienen claro; su candidatura, más allá de lo plausible, se vive
como un acto simbólico con el que defender su inocencia: “La principal tarea
del PT es luchar por su libertad y por el derecho del pueblo brasileño de
votar a su mayor líder”.
El aislamiento y el silencio mediático no han evitado que Lula se mantenga
todavía como favorito con un 20% de los votos, siete puntos menos que antes
de entrar en prisión. El domingo 27 de mayo el PT presentará oficialmente su
precandidatura a la presidencia de Brasil en cada ciudad brasileña en la que
el partido está organizado, así lo solicitó el propio Lula: “No importa si
en cada acto hay cinco, diez personas o quinientas, lo que importa es la
suma de todos los brasileños que vayan a dejar claro que Lula es su
candidato. Él no busca un indulto sino que reconozcan su inocencia”, ha
dicho Wadjh Damous, uno de los letrados que lo defiende.
Los principales medios brasileños solicitaron verlo en prisión ahora que
comienzan las primeras rondas de entrevistas con los precandidatos, pero la
Policía Federal –quien se encarga de determinar quién puede tener acceso al
exmandatario– les denegó el permiso. También le ha sido denegada la petición
que hicieron sus abogados de permitir que un representante escogido por Lula
pudiera participar de los debates televisivos de la campaña.
Lula da Silva tiene hasta el 15 de agosto para inscribirse como candidato
presidencial. A partir de esa fecha entra en juego el papel del Tribunal
Superior Electoral (TSE) que muy probablemente le prohibirá su participación
en los comicios por tratarse de un condenado en segunda instancia. En ese
caso, a menos de un mes de las elecciones, el PT tendrá que pensar en el
plan B que hoy se niega a poner sobre la mesa.
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