Yemen/Arabia Saudita/ "Yemen ya no existe", su población se muere [Omar Hassan]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Nov 15 11:50:53 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

15 de noviembre 2018

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Yemen/Arabia Saudita



“Yemen ya no existe”, su población se muere



Omar Hassan

A l´encontre, 30-10-2018

http://alencontre.org/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

https://www.vientosur.info/



La guerra llevada a cabo por Arabia Saudita [el reino dirigido por la
familia-dinastía Saud desde 1932; hoy en manos del clan del príncipe
heredero Mohammed ben Salman, llamado MBS] contra Yemen ha devastado un país
ya paralizado por una pobreza generalizada y un abandono sistemático.



El 25 de marzo de 2015 [con una preparación desde 2014], Arabia Saudita y
sus aliados [en parte para dar cuerpo a la apariencia política de una
coalición: Egipto, Jordania, Sudán, Marruecos y los miembros del Consejo de
Cooperación del Golfo, con excepción de Omán] lanzaron lo que se ha
convertido en un asalto atroz e implacable- bautizado en el estilo de
marketing del Pentágono Tempestad decisiva y renombrado rápidamente como
Restaurar la Esperanza (sic)- contra una población indefensa. [Los Estados
Unidos juegan un papel decisivo también en los servicios de información, la
gestión de los bombardeos, la venta de armas y el aprendizaje de su
utilización. (Sobre la venta de armas españolas, ver
https://vientosur.info/spip.php?article14162)
<https://vientosur.info/spip.php?article14162>



Su objetivo es vencer a la rebelión huthi, que se ha negado a apoyar al
gobierno fantoche instalado por Arabia Saudita en 2011-2012 [Abdrabbo Mansur
Hadi, antiguo mariscal y vicepresidente de 1995 a 2012, fue formalmente
elegido como nuevo presidente de la República del Yemen, mediante “sufragio
universal” como único candidato el 21 de febrero de 2012; con el acuerdo de
Arabia Saudita y las “monarquías del Golfo”, de los Estados familiares
patrimoniales].



A pesar de las decenas de miles de ataques aéreos y un bloqueo aéreo y naval
agotador, no han logrado desalojar a los rebeldes de la capital Sanaa. En
efecto, la rebelión huthi siguen controlando una parte significativa del
país [ver el mapa de las zonas controladas en septiembre de 2018 por las
diferentes fuerzas].



A menudo presentado cínicamente como marioneta iraní, el movimiento huthi
recibe mucho menos apoyo de lo que se piensa generalmente. Y su movimiento
está menos motivado por el amor a los ayatolás que por los agravios
socioeconómicos recibidos durante mucho tiempo de los sucesivos dictadores
apoyados por Arabia Saudita, y su exclusión de un gobierno de transición
establecido tras la revolución de 2011.



Esta verdad molesta ha sido ignorada por el régimen saudita, que ha
exagerado el riesgo planteado por un pretendido mandatario iraní a su puerta
para justificar una intervención militar masiva. En consecuencia, Yemen se
ve hoy confrontado a la mayor urgencia humanitaria del planeta[1].



Según un informe del Programa Alimentario Mundial, unos 14 millones de
personas corren el riesgo de morir de hambre. Es la hambruna más grave que
ha habido en el mundo desde hace más de 100 años. Diez y seis millones de
personas no tienen acceso al agua potable y 22 millones de personas, es
decir el 75% de la población, dependen de la ayuda.



Las Naciones Unidas estiman que más de 3 millones de yemeníes han huido de
sus hogares, buscando desesperadamente la seguridad y la protección. Muchas
de esas personas viven hoy en campos de fortuna para personas refugiadas,
con sus tiendas desgastadas como únicos signos de vida en un paisaje
tremendamente inhospitalario.



Para forzar al movimiento huthi a rendirse, Arabia Saudita ha atacado y
cerrado en varias ocasiones el puerto de Hodeida, que gestionaba el 70% de
las importaciones de alimentos antes de la guerra. Han intentado intimidar a
las ONG para que pongan fin a los programas de ayuda en las regiones
controladas por la rebelión. Cuando la persuasión ha fracasado, ha recurrido
a la violencia. Hospitales gestionados por Médicos sin Fronteras (MSF) han
sido bombardeados en varias ocasiones.



Save the Children, una organización internacional de defensa de los derechos
humanos, estima que 50.000 niños y niñas han muerto por causas ligadas a la
pobreza el año pasado. Son 137 “pares de ojos sonrientes” los que se apagan
todos los días, con un último abrazo familiar cada 10 minutos.



Las divisiones sociales del país -étnicas, culturales y religiosas- se
transforman en abismos con la segmentación geográfica. La gente huthi
controla las regiones del norte y del centro; Al Qaeda en la Península
Arábiga controla el sureste y las fuerzas leales a los Emiratos Árabes
Unidos controlan la zona que rodea el puerto estratégicamente vital de Aden,
contemplando una secesión unilateral del norte.



En realidad, “Yemen” no existe ya. “Demacrado” por decenios de subinversión,
de corrupción de la clase dirigente y de ataques neoliberales, el país ha
recibido un golpe muy duro de Arabia Saudita y sus aliados.



Esta calamidad es una acusación al autodenominado orden mundial. Se trata en
particular de una acusación a los gobiernos americano y británico, que han
extendido sus ventas militares a Arabia Saudita, así como a Francia[2] /2:
un ejemplo de la barbarie bipartidista a menudo mostrada en las cuestiones
de la política exterior imperial por los demócratas y republicanos y por la
socialdemocracia y los partidos conservadores.



La bomba que ha matado a 40 niños y niñas en un autobús escolar en agosto de
2018 ha sido casi con seguridad fabricada en Texas por Lockheed Martin. No
contentándose con facilitar así los asesinatos ciegos, Occidente ha
proporcionado un apoyo secundario, en particular informaciones sobre
posibles objetivos, reavituallamiento en vuelo para las campañas de
bombardeo y un flujo sin fin de material militar de alta gama.



Un informe del personal de investigación de la ONU ha encontrado pruebas de
masacres, de torturas y de violaciones de civiles. Sin embargo, confrontado
a los hechos, el secretario americano de Defensa, Jim Mattis, ha insistido
en que el asesinato de miles de personas yemeníes no armadas era un acto de
autodefensa de las monarquías saudí y emiratí. El secretario de Estado, Mike
Pompeo, ha sido más honrado en una nota del Congreso que justificaba la
intervención de Arabia Saudita en términos de reducción de la influencia
iraní.



El gobierno australiano ha sido también cómplice. Este año la página
independiente New Matilda ha informado de que las licencias para la venta de
material militar a Arabia Saudita se han cuadruplicado recientemente.
Christopher Pyne, ministro de industria de la defensa desde 2016 y ahora
ministro de Defensa y otros ministros del gobierno han emprendido
conversaciones de alto nivel sobre la expansión de la Royal Saudi Navy.



Además, se ha revelado que el año pasado navíos de guerra australianos
llevaban a cabo ejercicios conjuntos con los Sauditas, es decir con la
marina que bloquea la ayuda desesperadamente necesaria a 22 millones de
civiles. Para coronar todo esto, un antiguo general del ejército
australiano, Mike Hindmarsh, ha dirigido las fuerzas combatientes de los
Emiratos. Su recompensa sería un salario anual de 500.000 dólares
australianos. Es imaginable la histeria que se produciría si Irán pagara tal
salario. Pero, en este caso no ha habido ninguna crítica o censura por parte
del gobierno o de los grandes medios de Australia.



Cerca de 30 millones de yemeníes sufren un asedio militar brutal. Ya es hora
de que Australia y otros países pongan fin a sus relaciones con el
despreciable régimen saudita y a su implicación en los crímenes de guerra.



Notas



[1] Según la AFP del 29 de octubre de 2018, “Ahmed. Hassan grita de dolor
cuando el médico le deposita delicadamente en una balanza para pesarle. Con
el rostro y el cuerpo demacrados, este bebé yemenita de algunos meses está
desnutrido. En el hospital de Sabaeen de Sanaa, las enfermeras preparan
leche en polvo y llenan las jeringas, racionando así las porciones dadas a
los niños y niñas desnutridas que llegan en búsqueda de tratamientos de
urgencia y que a veces son incluso incapaces de tragar debido a la debilidad
de su cuerpo. “La vida se ha vuelto muy difícil (…) pero hacemos lo mejor
que podemos, teniendo en cuenta las circunstancias”, confía Oum Tarek, cuyo
bebé de nueve meses es ingresado por desnutrición.



“No somos de aquí, alquilamos una vieja casa por 10.000 riales (alrededor de
35 euros) en Hiziaz”, en el sur de Sanaa, dice a la AFP. Su bebé, cuenta,
cayó enfermo pues no tenía medios para comprarle leche en polvo, teniendo en
cuenta la importante suma que representa el alquiler de la casa. Los cuatro
años de guerra entre el gobierno yemenita y la rebelión huthi han hundido al
país al borde de una “hambruna gigante e inminente”, según la ONU que estima
que 14 millones de personas, la mitad de la población, podrían ser sus
víctimas.



El secretario general adjunto de la ONU para asuntos humanitarios, Mark
Lowcock, ha afirmado el lunes que el riesgo de hambruna en Yemen es “más
importante que todo lo que un profesional del sector ha podido ver a lo
largo de su carrera profesional”.



“Puerta de la muerte”: En el hospital Sabaeen, el pediatra Charaf Nachwan
afirma que ciertas familias no tienen ni siquiera los medios para pagar el
transporte para llegar a la clínica. “Sus hijos e hijas son por tanto
dejados días, semanas, sufriendo malnutrición, hasta que alguien les ayuda
con un poco de dinero. En ese estadio, hacemos frente a casos muy graves”,
expresa desolado. Desde la intervención, en marzo de 2015, de una coalición
militar dirigida por Arabia saudita en apoyo al gobierno yemenita, el
conflicto ha provocado según la ONU cerca de 10.000 muertos, estimando
algunas ONG de defensa de los derechos humanos que el balance sería cinco
veces más importante, en su mayoría civiles, y habría provocado la peor
crisis humanitaria del mundo.



La ONU ha reclamado esta semana “un alto el fuego humanitario” alrededor de
las instalaciones que participan en la distribución de ayuda alimentaria,
pero ni los rebeldes apoyados por Irán ni Ryad y sus aliados parecen haber
respondido al llamamiento. Las dos partes se disputan el control del país
que comparte una frontera con Arabia Saudita y posee varios puertos
estratégicos.



La rebelión controla la capital Sanaa e importantes regiones en el norte y
el oeste del país, donde se encuentra en particular la ciudad de Hodeida.
Cerca de las tres cuartas parte de la ayuda humanitaria que entra en Yemen
transita por su puerto.



La coalición bajo mando saudita, que controla el espacio aéreo en Yemen,
impone un bloqueo casi total a ese puerto, así como al aeropuerto de la
capital. Frente a esta situación, el doctor Nachwan asegura que el personal
médico hace lo máximo que puede para salvar a los niños y niñas. “Los casos
que tratamos en el hospital son graves. A la puerta de la muerte a veces.
Hacemos nuestro trabajo, hacemos todo lo que podemos para devolverles la
salud”. “Hay quienes salen adelante. Otros y otras mueren”.



Afirmando basarse en informaciones recogidas por el Civilian Impact
Monitoring Project, ligado a la red “Global Protection Cluster” de la ONU,
Oxfam subraya que 575 civiles, de ellos 136 niños y niñas, han sido muertos
(en ataques militares) entre el 1 de agosto y el 15 de octubre.



“Oxfam llama a Gran Bretaña, los Estados Unidos y otros gobiernos a
suspender las ventas de armas a Arabia Saudita debido a su desprecio por las
vidas de civiles en la guerra del Yemen”, según el comunicado de la ONG
(Redacción A l´encontre).



[2] El periódico suizo NZZ del 27 de octubre de 2018 subrayaba en un gráfico
(pg 7) que de 2013 a 2017, las ventas de armas estadounidenses y británicas
eran las más importantes, seguidas por Francia, España (para España, ver
entre otros https://vientosur.info/spip.php?article14162 o
https://elpais.com/politica/2018/09/15/actualidad/1537020605_881017.html o
https://www.eldiario.es/internacional/Arabia-Saudi-venden-paises-Espana_0_81
2269005.html ndt) y Suiza. En el caso de Suiza, de 2013 a 2017, la parte de
las ventas de armas a Arabia Saudita totaliza el 20,4% de sus exportaciones
de armas. Sin embargo, las y los descendientes de Henri Dunant -“hombre de
negocios, humanista y cristiano protestante”, según la definición oficial -
es decir, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) “se beneficia … de
los fondos saudíes. El año pasado, la organización ha firmado con Arabia
saudita un acuerdo de 10 millones de dólares para financiar sus operaciones
en Yemen (sic). “Arabia Saudita es tratada como cualquier donante”, asegura
una portavoz del CICR (…) Esta política de aceptación de los fondos de un
beligerante suscita sin embargo un malestar en los medios humanitarios,
aunque nadie desee lavar su ropa sucia en público. “Las Naciones Unidas no
tiene quizás otra opción que aceptar los fondos de un gobierno. Pero hay ahí
un verdadero problema ético. Las organizaciones humanitarias en Yemen ven
cada día las consecuencias catastróficas de la intervención saudita. Riad
intenta lavar su imagen, pero ¿hay que prestarse a su juego?”, pregunta un
humanitario, que estaba recientemente cumpliendo su función en Yemen”, Le
Temps 22 de enero de 2018 (Redacción A l´encontre).

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