Brasil/ ¿Por qué crece el evangelismo y qué consecuencias políticas tiene? [Lamia Oualalou - Entrevista]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Mie Oct 24 18:19:13 UYT 2018
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Correspondencia de Prensa
24 de octubre 2018
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Brasil
Entrevista con Lamia Oualalou
¿Por qué crece el evangelismo en Brasil y qué consecuencias políticas tiene?
Brasil pasó de ser un centro de la Teología de la Liberación a un enorme
crecimiento de lo que los estudiosos denominan la «teología de la
prosperidad» promovida por el evangelismo pentecostal. Estas iglesias
favorecieron formas de recomunitarización popular frente a las ausencias
estatales. El desborde político desde las iglesias -especialmente las
evangélicas conservadoras- a la política da cuenta de mucho de lo que ocurre
hoy en un Brasil, cerca de experimentar un gobierno conservador y
autoritario de imprevisibles consecuencias.
Eduardo Febbro
Nueva Sociedad, octubre 2018
http://nuso.org/articulo/
Brasil ha sido la cuna de uno de los movimientos eclesiásticos más puros y
universales que se hayan conocido: la Teología de la Liberación. A su
cabeza, como teólogo substancial de esa corriente, estuvo Leonardo Boff y,
dentro de la Iglesia Católica, el obispo Hélder Cámara, quien solía decir:
«Si le doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo. Pero si
pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy
un comunista». Boff y Cámara fueron reemplazados hoy por una corte de
pastores evangélicos de perfil liberal, millonarios como Edir Macedo, el
Obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios y dueño de poderosos medios
de comunicación.
El movimiento evangélico se ha convertido así en un eje político y moral del
país. Sin él, Jair Bolsonaro no se hubiese izado a la segunda vuelta de la
elección presidencial en condiciones ideales. La historia de escenografías
dignas de una ficción delirante y del método con el cual los evangélicos
tejieron su poder dentro de Brasil está narrada por la periodista
franco-marroquí Lamia Oualalou en un libro cautivante y preciso publicado en
Francia por las Editions du Cerf, Jesús t'aime, (Jesús te ama). Especialista
de América Latina, la periodista (que escribe en Le Figaro, Mediapart,
Europe 1, y Le Monde Diplomatique) indagó en el territorio plural de los
evangélicos y su investigación aporta un pieza clave para comprender qué
pasó, cómo los evangélicos se arraigaron en las zonas más pobres del Brasil
y cómo fueron penetrando todos los sectores de la sociedad mientras la
Iglesia Católica y la izquierda brasileña se alejaban de ella.
Con el paso de los años, desde las bases y con una narrativa basada en la
“teología de la prosperidad”, los evangélicos se volvieron una presencia
común en las favelas, un apoyo cotidiano y estructurado para millones de
pobres. Al mismo tiempo desarrollaron una imponente red de medios de
comunicación. Expandieron su doctrina, sus valores, su grito de guerra,
Jesús Te Ama, y sus prohibiciones: se toma Juda Cola y no la otra. Lejos de
las síntesis apuradas y folclóricas, la investigación de Lamia Oualalou es
un retrato fresco y profundo de una particularidad brasileña cuya dimensión
no siempre se tomó en cuenta. No es un azar si en 2010 un notorio
evangelista ligado a la Iglesia Universal, Marcelo Crivella, se convirtió en
el alcalde de Río de Janeiro. El principal país católico del mundo, aquel
donde, en su gran primer viaje, el papa Francisco movilizó a millones de
personas, es la tierra prometida de un evangelismo ultraconservador. El
movimiento evangélico le ganó al papa y, como lo demuestra la autora de la
investigación, también al Partido de los Trabajadores (PT) y al resto de la
izquierda brasileña que se concentró en los núcleos urbanos y desatendió las
periferias donde prosperan la marginación, la pobreza, la violencia y la
soledad social. Este libro cautivante corre el telón de un país que se volcó
al mensaje evangelista y sus propuestas redentoras cuando el Estado lo
abandonó.
-Bolsonaro no habría llegado a encontrarse a un paso de la presidencia sin
el respaldo de los evangélicos. Estos derrotaron al PT en los templos
bastante antes de las elecciones. ¿Cuál es su visión de este hecho?
En Brasil hemos visto la consecuencia directa de la influencia evangelista
en las elecciones luego de que los pastores más importantes llamaran a votar
por Bolsonaro. Hoy tenemos una buena parte de la población brasileña que no
solo es evangélica sino que también sigue lo que le dice el pastor. Esto ha
tenido y tendrá un impacto muy complicado porque el PT no sabe hablar con
los evangélicos. Ese ha sido uno de los grandes errores que ha cometido en
el pasado. Bolsonaro entendió muy bien cómo hablar con ellos. Su mujer es
evangélica pero él no.
Bolsonaro aceptó toda una parte del circo evangélico: pidió a un pastor que
lo bautizara y acude con frecuencia a los actos evangélicos. Y como la
izquierda abandonó en muchos sentidos a los pobres, estos se fueron cada vez
más a la derecha. En este momento de crisis y de miedo él viene con este
discurso de orden, de matar a los bandidos. Está además el trabajo de
diabolización del PT que los pastores supieron hacer muy bien.
El discurso que se escucha en los templo consiste en decir que la crisis y
la recesión se deben a una intervención de satanás, y ese satanás es el PT.
El diablo hizo que la prosperidad económica terminara. Presentan al PT como
si fuera un partido muy radical cuando en realidad es de centroizquierda. La
gente se compró una retórica que nada tiene que ver con la realidad. Por
otra parte, los evangélicos trabajaron el tema de los medios. La segunda
televisora del país es de propiedad de Edir Macedo, el obispo de La Iglesia
Universal. Macedo puso todo su aparato mediático al servicio de Bolsonaro.
La noche del último debate antes de la primera vuelta no fue al debate, pero
la televisión evangélica difundió una entrevista con él. Fue una guerra
abierta usando todos los medios evangélicos. La gente solo escucha la radio
evangélica, ve la televisión evangélica, participa de los grupos evangélicos
de Facebook y WhatsApp. La gente vive confinada en ese mundo. Y claro, viven
en ese círculo porque los partidos y movimientos progresistas, el PT por
ejemplo, desampararon a esta gente. Al final, lo que ocurrió es que se
cortaron los puentes para dialogar con la gente humilde.
El PT intenta a la apurada acercarse a ese electorado, pero para la gente
que cree en el discurso del pastor ya es tarde. Lo que habría que hacer es
desconstruir la imagen de los pastores y demostrar que la mayoría de ellos
son bandidos, que son las principales fortunas del país. Pero esto no se
lleva a cabo en un par de semanas. Lo que habría que hacer es volver a
hablar con toda esa gente, pero no de la Biblia como lo están intentando
hacer sino de lo que más importa en la vida del brasileño: una educación
mínima, una acceso a la salud, volver a tener farmacias populares que den
remedios gratuitos, tener un salario mínimo. Esa es creo la única manera de
recuperar una parte del voto evangélico. El poder de Bolsonaro va a depender
mucho del poder de los pastores evangélicos.
-En su investigación queda muy claro que esta expansión del evangelismo es
una consecuencia de la ausencia crítica del Estado así como de un
alejamiento de la Iglesia católica y de la izquierda de los sectores
populares. El evangelismo progresa en varios países.
Hay una expansión decisiva del evangelismo en América Latina. En México, los
evangélicos desempeñaron un papel en la elección de Andrés Manuel López
Obrador, aunque no fue tan importante. En este país la organización política
de los evangélicos todavía no está establecida y los católicos siguen
acudiendo a la Iglesia. Pero también se desarrolla en Argentina, en Colombia
y en Chile, y en América Central. Para explicar esto hay que resaltar que
hubo varios movimientos que se produjeron al mismo tiempo. Por un lado, poco
a poco la Iglesia Católica fue desapareciendo de los lugares más populares,
o nunca estuvo como pasó en las nuevas ciudades populares y las favelas que
se crearon con una velocidad enorme después de los años 70. La Iglesia
católica tiene aquí un problema de presencia urbana: se entiende solo en el
centro de la ciudad. En Brasil, en las favelas y las ciudades emergentes no
hay centro. Entonces, por un lado la Iglesia católica no entra. Por el otro,
en ese mundo suburbano, pobre, con gente oriunda por ejemplo del Nordeste
que perdió el apoyo familiar y carece de trabajo decente, no hay lugares de
sociabilidad.
Cuando le preguntaba a la gente por qué iba a la Iglesia evangélica, el
argumento teológico no aparecía. De hecho, lo único que existe es el templo
evangélico: allí pueden cantar, hacerse de amigos, dejar a sus hijos. No
están presentes ni el Estado con políticas públicas (salud, trabajo,
educación), ni la Iglesia católica, pero sí están presentes los evangélicos
que suelen prestar algunos de esos servicios. En los templos encuentran todo
esto, o sea, un lugar de respaldo. Por ejemplo, si alguien pierde su
trabajo, la red se activa hasta que consigue uno. Y si le hace falta comida
le dan arroz. Los evangélicos, en Brasil, ocuparon el espacio del Estado con
el consiguiente impacto cultural y político que ello acarrea. La gente vive
encerrada en ese mundo, todo el tiempo. Y esto pasa en parte también porque
los movimientos progresistas, los partidos de izquierda, abandonaron a esta
gente con un nivel de prejuicio muy alto. No hay que olvidar que el PT está
muy ligado con la izquierda católica.
En el caso de Brasil es tanto más paradójico cuanto que fue el país donde
nació la Teología de la Liberación. Sin embargo, con la expansión del
evangelismo y su modelo liberal, se ha vuelto la cuna del evangelismo, al
que usted define como una «teología de la prosperidad».
Fue la tierra de la Teología de la Liberación hasta que el papa Juan Pablo
II decidió acabar con eso. Se dieron entonces dos movimientos paralelos: por
un lado el Estado desaparecía al mismo tiempo que la economía producía más
precariedad, y por el otro la Iglesia católica se alejó. La lógica de la
«teología de la prosperidad» es fascinante porque le dice al adherente de la
Iglesia que, básicamente, tiene derecho a todo: a la salud, a una buena vida
material. ¡Y eso ahora mismo y no en la próxima vida!. Y si no lo tiene es
solo porque no lo sabes exigir. Esto implica un cambio con respecto a la
relación con Dios: Dios tiene que darte eso y tu solo tienes que saber
pedírselo. Y para pedírselo debes formar parte del grupo evangélico, pagar y
rezar. Y al final, lo más interesante es que funciona: cuando los
evangélicos dicen «deja de beber y vas a encontrar un trabajo», la gente
termina trabajando más y mejor y no está borracha. La gente termina viendo
que hay un impacto positivo en su vida, que gasta menos dinero en alcohol o
en ir al futbol y tienen, por consecuencia, más plata. El pastor les promete
mucho, mucho más pero la gente pone sus necesidades a su altura. Traducen
las promesas del pastor de tener un Cadillac en un trabajo menos precario,
en un crédito inmobiliario bueno. Se lo creen todo aunque lo que obtengan
sea mínimo.
-¿La izquierda brasileña tampoco captó a qué correspondía exactamente la
«teología de la prosperidad»?.
No, claro que no y eso ha sido otra tragedia. La izquierda interpretó la
«teología de la prosperidad» de forma muy básica. La vio únicamente como una
adaptación del neoliberalismo. Es cierto que hay una parte de consumismo y
de dinero, pero también las iglesias evangélicas funcionan con una fuerte
lógica de solidaridad. Hoy se pagan las consecuencias: lo que empezó solo
con Dios se convirtió en un enorme movimiento moralista, anti-PT,
anti-intervención del Estado. Sí, es cierto que los evangélicos están en una
lógica de consumo capitalista. No obstante, ese era el discurso de todo el
país y nadie fue contra eso. Incluso en los años de Lula se decía :“ahora
todos los brasileños pueden ser ciudadanos porque tienen acceso a una
tarjeta de crédito” (Guido Mantega, ex Ministro de Hacienda). Y eso es
precisamente lo que se dice en una Iglesia Evangélica. Para mucha gente, los
años de Lula le dieron más legitimidad a la teología de la prosperidad. Ese
discurso se apoderó de todo el país. El evangelismo también es una forma de
ascenso en la escala social. Ni el trabajo, ni la política ni el
sindicalismo se permiten a esas personas.
-¿Bolsonaro y los evangélicos han sido entonces los actores de una doble
victoria: la que obtuvieron ante del PT y frente al papa Francisco?.
Cuando vino a Brasil el papa Francisco se dio cuenta de que tal vez era
demasiado tarde. El problema era mucho más grave de lo que el papa pensaba.
Cuando les preguntaba a los evangélicos qué pensaban de Francisco, muchos de
ellos ni sabían quién Francisco. No estaban ni siquiera en contra él: ni
siquiera sabían bien quién era. Y estamos hablando del primer país católico
del mundo. Además, la derrota tiene otra dimensión: para no perder terreno,
una parte de la Iglesia Católica termina en muchos casos imitando a la
Iglesia Evangélica. En Brasil hay padres que los copian totalmente: si vas a
una Iglesia Católica un domingo no sabes si estás en un templo evangélico o
en una iglesia. Es todo el movimiento de renovación carismática. El Papa
odia a este movimiento pero tuvo que aceptarlo. La única manera de cambiar
la situación actual es con un trabajo de terreno. Pero el problema es que el
Papa está en Roma y la gente que está en Brasil piensa lo contrario, fue
puesta por los dos papas anteriores (Benedicto XVI y Juan Pablo Segundo) y
hoy no repercute lo que ordena el Papa Francisco. Derrota también del PT,
claro. La izquierda brasileña dejó de atender a las poblaciones pobres.
Encima la campaña se articuló en torno a WhatsApp, detalle que el PT tampoco
entendió.
Los evangélicos trabajaron a la sociedad cuerpo a cuerpo, sector por sector.
Se expandieron en los círculos deportistas, entre los actores, los
surfistas, la policía, el crimen organizado. Como lo haría una empresa
comercial.
Los evangélicos tienen una visión de marketing sobre la sociedad. De hecho
no hay una Iglesia evangélica sino muchas. Si mañana quieres ser un pastor,
puedes. El único punto en común entre todas las iglesias es la fuerte
personalidad de los pastores. A lo mejor un Lula hoy sería un pastor. Hacen
una iglesia que interesa a la gente que juega al fútbol, otra iglesia para
los gays porque están excluidos y es una población importante y hay que
atraerlos, otra Iglesia más rigurosa y una más permisiva. Esto termina
teniendo una fuerza increíble porque siempre acabas encontrando una Iglesia
a tu gusto. Por eso están en todo el país. Tienen entonces dos estrategias:
una de marketing y otra de penetración de los poderes. Están en el aparato
judicial, en la política (tienen 90 diputados), en la policía. Si ves la
página de la policía militar verán que una parte de las ayudas sociales
están organizadas por los evangélicos. Hasta son mayoritarios en las
cárceles. En Río de Janeiro, de las 100 representaciones religiosas que
están presentes en las cárceles 92 son evangélicas. Es impresionante. Al
final, el Estado les da este derecho porque ha perdido si capacidad de
intervención. No puede llegar a los lugares inaccesibles y los evangélicos
sí. Esto les da un enorme poder.
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