Ecuador/Colombia/ Frontera cautiva: tras los rastros de los periodistas ejecutados [VerdadAbierta - Investigación]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Oct 24 22:20:10 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

24 de octubre 2018

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Ecuador/Colombia

 

Frontera cautiva: tras los rastros de los periodistas ejecutados 

 

El secuestro y asesinato de los periodistas del diario El Comercio, y las
negociaciones de los gobiernos que buscaban su liberación, permanecen llenos
de contradicciones, vacíos y preguntas sin respuestas. Seis meses después de
la tragedia, los familiares no han podido reconstruir la historia porque el
acceso a la información continúa vedado. Una investigación periodística
binacional revela los detalles. (*) 

 

VerdadAbierta, 24-10-2018

https://verdadabierta.com/

 

Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra fueron asesinados con disparos en
la nuca, a quemarropa, bajo una noche oscura y lluviosa en medio de la selva
colombiana. Ortega, reportero; Rivas, fotógrafo; y Segarra, conductor,
trabajadores del diario El Comercio de Ecuador, habían sido secuestrados el
26 de marzo de 2018 por el Frente Oliver Sinisterra, una disidencia de las
extintas guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(Farc) liderada por el excombatiente Walther Patricio Arizala Vernaza,
identificado así en Ecuador, y conocido en Colombia como Luis Alfredo Pai
Jiménez. En ambos países tiene el mismo alias: ‘Guacho‘.

 

Durante seis meses, un consorcio binacional de periodistas investigó los
motivos del secuestro y las circunstancias en que Ortega, Rivas y Segarra
fueron ejecutados. La investigación, titulada Frontera cautiva: tras los
rastros de los periodistas ejecutados,  revela, además, detalles que los
gobiernos de Ecuador y Colombia sabían y decidieron no divulgar.

 

Ortega, Rivas y Segarra realizaban un viaje de reportería en la provincia
ecuatoriana de Esmeraldas, fronteriza con Colombia, donde a inicios de 2018
el Frente Oliver Sinisterra había volado un cuartel de policía con una
bomba, un ataque que el país nunca había padecido en su historia. Días más
tarde, un explosivo fue activado al paso de una patrulla militar en el
pueblo fronterizo de Mataje y cuatro soldados ecuatorianos murieron.

 

El 25 de marzo, los periodistas de El Comercio llegaron a la ciudad
fronteriza de San Lorenzo y se alojaron en un hotel, de donde salieron a las
7 y 10 del día siguiente. Alrededor de las 9 de la mañana pasaron por el
control militar de ingreso a Mataje, en plena zona de frontera. Ahí, dicen
las autoridades ecuatorianas, fueron registrados y advertidos del peligro.
Llegaron, estacionaron en el sector de Nuevo Mataje y salieron a caminar. La
gente del pueblo cuenta que alguien se les acercó, que conversaron y luego
siguieron a esta persona. “Ellos le van siguiendo a ese señor”, dijo una
fuente bajo pedido de anonimato, “se embarcan en una canoa y los pasan al
otro lado. Pero ellos fueron sin presión, y cuando llegzn allá y los meten
más adentro (les dicen): ‘ahora sí, están detenidos’”.

 

A las 5 de la tarde del 26 de marzo, el mayor de la Policía de Ecuador
Alejandro Zaldumbide, jefe de Gestión Logística del Distrito de Vigilancia
San Lorenzo, recibió un mensaje de texto de una persona que se identificó
como ‘Guacho’. El remitente le escribió “tengo tres personas retenidas,
ecuatorianos, dos periodistas de Quito y el chofer”, y le exigió una
respuesta en 10 minutos, de lo contrario “desaparecerán esos señores”.

 

Durante el breve chat, Zaldumbide -que llevaba cerca de dos meses
comunicándose con los disidentes- saludó al secuestrador con cortesía y
familiaridad: “Saludos, ‘Guacho’. Buena tarde. ¿Te puedo llamar?”. A lo que
este respondió: “Usted sabe, no recibo llamadas”, y le lanzó que si no tenía
una respuesta “día a día van a tener bajas, como militares y civiles.
Ustedes provocaron”. Luego se despidió con un displicente “Chaoooo pues”, y
le envió por lo menos tres fotografías de los secuestrados. Javier, Paúl y
Efraín aparecen con la misma ropa que vestían al salir del hotel.

 

Esa noche, los familiares de los periodistas fueron contactados, pero sólo
hasta el otro día se informó oficialmente del secuestro en Ecuador, en una
rueda de prensa donde no se mencionaron los nombres de los plagiados. Así
empezó el secretismo oficial que se mantiene hasta hoy.

 

Sin claridad

 

Seis meses después del secuestro y asesinato de Javier, Paúl y Efraín, los
gobiernos de Ecuador y Colombia no han dado respuestas claras sobre los
hechos. Al principio, el entonces presidente colombiano, Juan Manuel Santos,
aseguró que el plagio había ocurrido en Ecuador, y que alias ‘Guacho’ era de
nacionalidad ecuatoriana. Después tuvo que retractarse. Por su parte, el
gobierno de Ecuador no ha divulgado hasta ahora que el 28 de marzo de 2018,
cuando circuló el rumor de que los periodistas serían liberados, se preparó
en efecto un operativo de rescate. Este es quizá el hallazgo más relevante
de Frontera cautiva.

 

Esa noche, 48 horas después del secuestro, diario El Tiempo, de Bogotá,
reportó la supuesta liberación como un hecho. El medio atribuía su
información a fuentes militares de “altísima” credibilidad y verificó los
datos en terreno. Yadira Aguagallo, pareja del fotógrafo Paúl Rivas, le
contó a esta alianza periodística que tuvo conocimiento que la información
vino del entonces ministro de Defensa colombiano, Luis Carlos Villegas.

 

En Ecuador, ese día, un fiscal (cuyo nombre se protege por seguridad) esperó
a los secuestrados en la Base Naval de San Lorenzo para acompañarlos en
helicóptero hasta el aeropuerto de Esmeraldas, donde tomarían un avión a
Quito. En una entrevista que dio el exministro del Interior, César Navas -ya
fuera del cargo-, confirmó que se había preparado un avión para
trasladarlos. Supuestamente, se le avisó al presidente ecuatoriano, Lenín
Moreno, y la Secretaría de Comunicación estaba organizando una rueda de
prensa para anunciar el desenlace. Pasaron casi cinco horas, pero los
periodistas nunca llegaron.

 

También hay un mensaje de texto que habría sido intercambiado por miembros
de las Fuerzas Armadas ecuatorianas. En este, al que tuvo acceso este equipo
periodístico, se dice que los “tres periodistas retenidos por irregulares
(…) estarían siendo liberados a 1K de Mataje y llevados a RTNIM y de ahí Y
Mataje – San Lorenzo para disposición final. (…) Mantén línea tengo mi gente
adentro. QAP 7/3”.

 

“Se hablaban”

 

Otro hallazgo de esta investigación revela que el gobierno de Ecuador y el
grupo de ‘Guacho’ mantenían una comunicación constante. Aunque este equipo
periodístico tuvo acceso a parte de los mensajes intercambiados, el gobierno
de ese país se ha negado a entregar información completa sobre las
conversaciones.

 

Sin embargo, se sabe que esa organización exigía, desde enero de 2018, la
liberación de tres de sus miembros, detenidos en Ecuador, y la cancelación
de un acuerdo contra el narcotráfico suscrito entre ese país y Colombia.
Además, en reiteradas ocasiones, el grupo de ‘Guacho’ emitió amenazas
directas contra civiles, información que nunca fue compartida ni con
militares, ni con el Ministerio de Interior, ni con los periodistas enviados
a la región.

 

Durante la larga negociación establecida entre el gobierno ecuatoriano y los
secuestradores hubo mensajes cruzados y múltiples amenazas vía WhatsApp. Las
autoridades de Ecuador recibieron imágenes de los periodistas cautivos,
encadenados, y por lo menos un video sigue sin hacerse público.

 

El 7 de abril, ‘Guacho’ envió su último mensaje: “Para cuándo me libera a
mis muchachos, o mato a los periodistas, y dígale a ese ministro del
Interior que le tengo en la mira y mis ataques y bombas van a continuar. Hoy
las 3 les mando el video de uno de ellos muerto”. Seis días después, el 13
de abril, el presidente de Ecuador confirmó el asesinato.

 

En el olvido

 

Al día de hoy, los pueblos fronterizos entre Ecuador y Colombia continúan
desvalidos, sitiados por el miedo y bajo una férrea ley de silencio.

 

El 1 de agosto de 2018, en uno de los tres viajes realizados por el
consorcio de periodistas, Mataje parecía un pueblo fantasma: nadie pasaba
por allí. Aunque el calor asfixiaba, las puertas y las ventanas de las casas
permanecían cerradas. Los periodistas recorrieron el lugar con el resguardo
de una caravana militar de 20 soldados.

 

Desde hace décadas, los alrededores del río del mismo nombre han sido zona
de enfrentamientos. A ambos lados de la frontera operan dos disidencias de
las Farc: el Frente Oliver Sinisterra y las Guerrillas Unidas del Pacífico,
así como el Ejército de Liberación Nacional, las Autodefensas Gaitanistas de
Colombia y bandas delincuenciales como Gaula NP y Las Lágrimas. Todos cruzan
entre ambos países con total libertad, se disputan las más de 19 mil
hectáreas de coca cultivadas en el área, las rutas al mar para sacar
toneladas de cocaína al mes y los contactos con los grandes carteles
mexicanos.

 

Como en San Lorenzo, del lado colombiano, en el municipio de Tumaco, el
miedo es también un estado cotidiano. La mayoría de las personas consultadas
por el consorcio de periodistas no permitió que las entrevistas fueran
grabadas, ni siquiera en audio, por temor a posibles represalias.

 

Las poblaciones a ambos lados de la frontera son usadas en la cadena del
narcotráfico. En Ecuador, específicamente en Mataje Nuevo, guardan el
armamento y el dinero en caletas. Las cocinas para el procesamiento de la
hoja de coca se ubicaban en Campanita, a ocho kilómetros de Mataje, río
arriba. También hay sicarios que circulan por poblaciones más urbanas como
San Lorenzo. Un funcionario judicial, que habló bajo la condición de
anonimato, agregó que esta parte de la frontera sirve para el abastecimiento
de combustibles y precursores para la fabricación de la cocaína que se
exporta desde el lado colombiano. Tumaco es el municipio con los mayores
sembradíos de hoja de coca para uso ilícito del mundo.

 

Tiros de gracia

 

El Estado ecuatoriano dice que siempre prefirió una salida negociada, y
descartó las operaciones militares para rescatar a Javier, Paúl y Efraín,
pero los resultados fallaron. En un momento dado, los tres periodistas
fueron conducidos a la vereda Los Cocos, muy cerca del río Mira, del lado
colombiano, frontera natural entre los dos países. Según un testigo de la
Fiscalía colombiana, en ese momento Efraín Segarra, el mayor de los tres,
entendió que su suerte estaba echada, y preguntó a sus captores si los iban
a matar. Alias ‘Perú’, un gatillero, le habría contestado:

 

—Sí, porque el gobierno ecuatoriano no cumplió con el acuerdo.

 

Pasarían más de dos meses para que equipos forenses y policías rescataran
los cuerpos, el 21 de junio. Cuando los encontraron, Javier, Paúl y Efraín
ya no tenían las cadenas que los apresaron durante su cautiverio. Diecisiete
tiros las volvieron innecesarias.

 

El 15 de septiembre, Iván Duque, recién posesionado presidente de Colombia,
aseguró que ‘Guacho’ estaba herido y que había escapado a una operación
militar. Dos días después, el comandante de las Fuerzas Militares
colombianas, el general Alberto Mejía, dijo que no podía “ni confirmar ni
negar” la noticia. Yadira Aguagallo, la compañera de Paúl Rivas, mencionó en
una entrevista que para las familias es imperativo capturar a ‘Guacho’ vivo
y poder dar un “paso adelante contra la impunidad”. Es decir, conocer la
verdad que tres familias y dos países aún esperan. 

 

* Informe completo:
https://forbiddenstories.org/es/tres-vidas-perdidas-entre-demasiadas-manos/
<https://forbiddenstories.org/es/tres-vidas-perdidas-entre-demasiadas-manos/
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