Argentina/ Crisis: salarios, moneda y socialismo [Rolando Astarita]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Sep 17 12:04:42 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

17 de setiembre 2018

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Argentina



Crisis: salarios, moneda y socialismo



Rolando Astarita



Marxismo & Economía, 15-9-2018

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La inflación en el mes de agosto fue del 3.9%; el acumulado del año es
24,3%, y de agosto de 2017 a agosto de 2018 la inflación fue 34,4% (Indec).
Las subas salariales en 2018, y hasta agosto, habrían rondado el 20% (los
datos del Indec sobre salario son hasta junio). La inflación pronosticada
para septiembre estaría entre el 5 y 6%. Para el año, la inflación estaría
por encima del 42%. Todo indica que los salarios, en el curso de 2018,
crecerán muy por debajo de esa cifra. Y en todo caso, si la lucha de clases
arranca aumentos salariales, lo más probable es que sigan subiendo los
precios y el dólar. O sea, la respuesta del capital y el Gobierno apunta a
derrotar a la clase obrera amenazando –además del desempleo- con una espiral
de subas de precios y del tipo de cambio.



Pero en ese caso la perspectiva es que la moneda nacional progresivamente
deje de actuar como medida de valor, medio de pago e incluso medio de cambio
(y de hecho, ya ha dejado de ser reserva de valor, o medio de
atesoramiento). De ahí la propuesta de que Argentina vuelva a establecer una
caja de conversión (o convertibilidad), adelantada por Larry Kudlow,
presidente del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, y por la
editorialista del Wall Street Journal, Mary O’ Grady. Si bien todo indica
que no existen condiciones políticas –tampoco económicas- para la
dolarización completa de la economía, el reclamo sustancial es por una
moneda fuerte, necesaria para restablecer la disciplina de la ley del
mercado. Es que en alta inflación (o hiperinflación) la constricción de la
ley del valor se debilita, ya que el dinero deja de encarnar tiempo de
trabajo, y no hay forma de comparar productividades y valores. Por eso, en
alta inflación, tampoco hay manera de que el capital se determine como valor
en proceso de autovalorización. La caída de los salarios reales vía alta
inflación (o hiperinflación) tiene esta limitación. En consecuencia,
restablecer la constricción monetaria equivale a restablecer el poder
disciplinador del mercado –de la ley del valor- sobre el trabajo y en
beneficio del capital de conjunto. En este punto es conveniente recordar que
el dinero en manos del capitalista es la forma de existencia en que el
capital inicia su proceso de valorización, y como tal, es poder social sobre
la clase obrera.



Sin embargo, y dado que no existen condiciones políticas y económicas para
la dolarización, todo indica que el gobierno de Cambiemos apuesta a anclar
el dólar alrededor de los $40, y contener la suba nominal de salarios. Pero
por ahora pierde reservas sin detener la suba de la divisa. Solo en la
última semana el dólar aumentó 7,2%, para volver a superar los $40, a pesar
de que el Banco Central vendió 395 millones de dólares. Y nadie puede
asegurar que se mantenga en ese precio en las próximas semanas. Tampoco que
los precios no sigan subiendo en espiral. La crisis evoluciona con una
dinámica caótica, de manera que es imposible prever sus ritmos y formas.



Es necesaria una alternativa socialista



La crisis cambiaria y la suba de  precios se desarrollan en un marco de
ventas en caída, ruptura de la cadena de pagos, freno de las inversiones y
desplome del consumo. Desaparecen las horas extras; se extienden las
suspensiones y los despidos; y el cierre de talleres y comercios. Lo cual
deprime más la demanda e intensifica la recesión. En este contexto el
mensaje de los capitalistas y gobernantes es: “si los trabajadores pelean
por recuperar salarios habrá más desocupación”. Y también: “si no resignan
conquistas laborales, no habrá inversión”.



De manera que las subas del tipo de cambio y de precios, por un lado; y el
desempleo (o la amenaza de desempleo), por el otro, atenazan a la clase
trabajadora. Por eso, es necesario luchar, pero también ser conscientes de
que la fuga de capitales, el aumento de precios, los despidos y
suspensiones, no se paran con simples movilizaciones sindicales, ni con las
tantas veces mentada “relación de fuerzas”. Las luchas reivindicativas
pueden arrancar paliativos, pero no bastan para superar las contradicciones
de la sociedad capitalista. Tampoco se arreglan las cosas con medidas del
tipo “imprimir dinero hasta acabar con el desempleo”. Ni cambiando las
figuritas de las altas esferas del Estado; o prohibiendo, por ley, las
crisis, la desocupación y los aumentos de precios. El cretinismo
parlamentario y el curanderismo social burgués solo refuerzan la ideología
de la clase dominante, y llevan a las masas trabajadoras a la frustración y
el desánimo. Es necesario discutir un programa integral, que abra una
perspectiva socialista. Lo cual implica plantear el enfrentamiento en
términos de la lucha de clases.



Pero además, es necesario aprender de la historia. Frente a las crisis de
1975, 1981-1982, 1989-1991, 2001-2002 (profundas devaluaciones, alta
inflación, caída dramática de los salarios y empeoramiento de las
condiciones laborales), los programas reformistas burgueses y pequeño
burgueses a los que adhirió (y adhiere) el movimiento obrero, no
constituyeron solución ni alternativa. Y con la actual crisis el resultado
no va a ser muy distinto, en tanto subsista el poder del capital, y la clase
obrera no oponga una alternativa radical de cambio social.

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