Hong Kong/ "¡Sé como el agua!": siete tácticas en la revolución democrática [Antony Dapiran]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Ago 14 15:52:24 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

14 de agosto 2019

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Hong Kong



“¡Sé como el agua!”: siete tácticas en la revolución democrática



Antony Dapiran *

NewStatesman, 1-8-2019

https://www.newstatesman.com/

Traducción de Viento Sur

https://www.vientosur.info/



Desde hace casi dos meses, una ola de manifestaciones antigubernamentales
sacude la región de Hong Kong. Provocada inicialmente por un proyecto del
gobierno de aprobar una ley que permita la extradición de sospechosos
criminales para ser juzgados por tribunales de China continental, las
protestas se han convertido en un movimiento democrático más amplio, que
reclama la rendición de cuentas del gobierno y el sufragio universal. Las
manifestaciones han sido impulsadas en gran parte por jóvenes activistas,
que han desarrollado y adaptado sus tácticas durante las protestas semanales
y los consiguientes choques con la policía, ofreciendo una clase magistral a
los y las activistas de todo el mundo. He aquí algunas de sus principales
tácticas.



No más acampadas – “¡Sé cómo el agua!”



Los movimientos de acampada que hubo en todo el mundo tras la crisis
financiera de 2008 sirvieron de inspiración para la anterior acción masiva
de desobediencia civil en Hong Kong –una serie de manifestaciones que
pasaron a denominarse Occupy Central o el Movimiento de los Paraguas– en
2014. Aquellas manifestaciones adoptaron la lógica de la acampada de las
movilizaciones anteriores y la gente ocupó las principales arterias de la
ciudad durante 79 días, esperando que el trastorno forzaría al gobierno a
sentarse a la mesa de negociación. El gobierno se negó a ceder y las
protestas acabaron en un fracaso.



Esta vez, la gente de Hong Kong se inspira en una fuente más cercana: el
héroe local y actor de cine de acción Bruce Lee, quien, como es sabido,
solía aconsejar: “Sé como el agua”.



Los jóvenes manifestantes hongkoneses evitan las tácticas de acampada fija
del pasado para impulsar un estilo de protesta ágil y sumamente móvil. Una
concentración puede convertirse en una marcha; una marcha puede iniciarse en
una dirección y de pronto cambiar a otra dirección; el objetivo de una
acción determinada puede ponerse de manifiesto tan solo en el curso de la
acción misma. En las manifestaciones recientes, pequeños grupos de
manifestantes se desgajaban para llevar a cabo ocupaciones ilegales de algún
edificio gubernamental, invadiendo el vestíbulo y los ascensores. Cuando el
gobierno declaraba cerrado el edificio y daba permiso al personal para
abandonarlo, los manifestantes se dispersaban y acudían al siguiente
objetivo. Como decía Bruce Lee, “el agua fluye, pero puede golpear”.



Protestas de código abierto



La ola de manifestaciones actual en Hong Kong carece de líderes. Se trata en
parte de una respuesta a la agresiva persecución por parte del gobierno
hongkonés de los líderes de la anterior ola de protestas: la cabeza visible
del Movimiento de los Paraguas, Joshua Wong, acaba de salir de la cárcel,
mientras que muchos otros líderes, entre ellos los impulsores del plan de
Occupy Central, Benny Tai y Chan Kin-man, siguen encerrados. Sin ningún
líder visible, no hay nadie a quien encarcelar.



Sin embargo, la falta de una dirección centralizada también es resultado del
uso táctico de las redes sociales. La gente acude a foros en línea como
LIHKG –una especie de versión local de Reddit en que los usuarios dejan
comentarios y votan propuestas– y se apuntan a grupos de Telegram (los más
amplios cuentan con decenas de miles de miembros), cuya función de votación
permite a los participantes votar sobre los siguientes pasos: ¿Deben los
manifestantes permanecer en el lugar o dispersarse? Se vota ahí mismo y se
actúa de acuerdo con el resultado.



El profesor Francis Lee, de la Universidad China de Hong Kong, habla de
manifestaciones de código abierto. Voluntarios con megáfonos o
walkie-talkies ayudan a anunciar y coordinar, pero no son líderes. Los
manifestantes también han explicado que esta falta de liderazgo anima a todo
el mundo a implicarse y participar en el movimiento. De este modo ponen en
práctica la democracia participativa a la que aspiran.



AirDrop



El uso de Telegram por parte de la gente es notorio, así que tal vez no
resultará extraño que durante los primeros choques más intensos entre
manifestantes y policías, Telegram informara de que había sido objeto de un
vasto ataque de denegación de servicio procedente de China continental. A
esto hay que añadir la gran sobrecarga de las redes de telefonía móvil
cuando hay decenas de miles de personas concentradas en una zona limitada e
intenta acceder simultáneamente a sus dispositivos, con lo que las
comunicaciones se vuelven rápidamente problemáticas. Ante esto, la gente ha
adoptado tecnologías P2P alternativas, en particular la aplicación AirDrop
con el que están equipados todos los teléfonos de Apple. AirDrop permite a
los usuarios de un iPhone intercambiar mensajes e imágenes mediante una
conexión BlueTooth, sin necesidad de conectarse a través de la telefonía
móvil.



Así se ha utilizado AirDrop tanto para compartir mensajes con otros
manifestantes durante las marchas como para difundir comunicados a una
comunidad más amplia. Los usuarios y usuarias del metro de Hong Kong pueden
recibir mensajes no solicitados a través de AirDrop con lemas favorables a
la causa o el anuncio de la siguiente convocatoria. Antes de las
manifestaciones, en los grupos de Telegram se difunde el mensaje “Recuerda
llevar el AirDrop conectado”. Cuando iba a concluir una manifestación
reciente y la gente estaba preparándose para volver a ser agua y
dispersarse, mi móvil empezó de pronto a sonar y mostrar el siguiente
mensaje en AirDrop: “Nos vamos todos a las 19:00”.



Cadenas de suministro y lenguaje de signos



Las experiencias del Movimiento de los Paraguas y los recientes choques con
la policía han enseñados a los y las activistas que necesitan ciertos
pertrechos en primera línea. Para asegurar que los nuevos suministros
lleguen rápidamente, los manifestantes de Hong Kong han desarrollado un
sistema original de señales manuales para enviar mensajes a través de la
multitud sobre los pertrechos requeridos. La señal avanza a lo largo de las
filas de gente hasta la retaguardia de la manifestación, donde se guardan
los materiales previamente transportados a un lugar próximo. Desde allí, los
pertrechos solicitados pasan de mano en mano a lo largo de una cadena humana
que atraviesa la multitud hasta el sitio en que se precisan. Estas cadenas
de suministro humanas han llegado a extenderse a lo largo de un kilómetro y
es impresionante observar cómo funcionan.



Este lenguaje de signos se ha vuelto tan icónico que en una reciente
concentración de cabellos plateados, o sea, de personas mayores que se
manifestaron en apoyo a la joven generación, los ancianos estuvieron
ensayando con los jóvenes las señales manuales para mostrar su solidaridad.



Neutralización de gases lacrimógenos



Cuando al comienzo del Movimiento de los Paraguas, en 2014, la policía lanzó
bombas lacrimógenas, hubo una gran indignación en la comunidad hongkonesa,
dando lugar a la ocupación del centro de la ciudad durante 79 días. Cinco
años después, el lanzamiento de gases lacrimógenos en las calles de Hong
Kong es moneda corriente. En efecto, el pasado fin de semana, la policía
sembró de bombas lacrimógenas diversos barrios densamente poblados tanto el
sábado como el domingo, y al atardecer del domingo de manera casi constante
durante unas cuatro horas. Este aumento del uso de gases lacrimógenos se
debe en parte a que los manifestantes han aprendido a neutralizarlos.



Pequeños grupos móviles de bomberos esperan detrás de la primera línea,
equipados con conos de regulación del tráfico. Cuando cae una bomba
lacrimógena entre la multitud, acuden corriendo al lugar para tapar la bomba
con uno de los conos, creando así una chimenea que retiene y canaliza el
humo como con un embudo. Después se acerca otro miembro del grupo y vierte
agua en el cono para apagar la bomba. Si no disponen de conos de tráfico,
utilizan agua o toallas mojadas para apagar las bombas lacrimógenas, o un
manifestante ágil, provisto de guantes calorífugos, recoge la bomba y la
lanza de vuelta a la policía o a un lado donde no haya gente y no moleste a
nadie.



Evitar una estampida



Uno de los mayores riesgos de lesiones o muerte en medio de una multitud de
gente se deriva del peligro de estampida. Esta amenaza tiene que ver con la
geografía urbana de Hong Kong: manifestaciones recientes han tenido lugar en
callejuelas estrechas y sinuosas del antiguo barrio de Sheung Wan, o en
laberintos de pasos y cruces elevados que hay por toda Hong Kong. Cuando la
policía lanza bombas lacrimógenas sobre multitudes apretujadas, o las
compañías Raptor de la policía antidisturbios lanzan una de sus cargas con
porras eléctricas, el riesgo de pánico entre la multitud y de estampida es
agudo. Conscientes de este peligro, grupos de manifestantes gritan en este
caso “Uno – dos, uno – dos…” al unísono a medida que retroceden y todo el
mundo mantiene el ritmo yendo para atrás. Esto asegura una retirada ordenada
y evita lo que de otra manera podría ser una estampida mortal.



La Revolución se financiará con el micromecenazgo



Los activistas de Hong Kong querían llamar la atención del público
internacional sobre su causa y entendieron que la cumbre del G20 de líderes
mundiales prevista en Osaka (Japón) para finales de Junio les brindaba una
oportunidad. Aunque no pudieron llevar su lucha hasta la mesa de la sala de
reunión del G20, optaron por un plan B: las mesas de desayuno de los
asistentes. Eligieron una serie de anuncios a toda plana en periódicos de
todo el mundo para dar publicidad a su lucha. Financiaron los anuncios
lanzando una campaña de micromecenazgo que recaudó el equivalente a unos
650.000 euros en cuestión de horas. Grupos de voluntarios redactaron y
revisaron los textos en diversas lenguas, contrataron los anuncios y
enviaron las maquetas a periódicos de todo el mundo. En los días
inmediatamente anteriores y durante la cumbre del G20, en periódicos de todo
el mundo, desde el New York Times hasta The Guardian, Le Monde y Süddeutsche
Zeitung, pasando por The Australian y Asahi Shimbun, Globe & Mail y Seoul
Daily, aparecieron sorpresivos anuncios a toda plana y en blanco y negro que
decían “Apoyad a Hong Kong en el G20”.



* Antony Dapiran es escritor y abogado residente en Hong Kong.

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