Paraguay/ Un derechista en la cuerda floja. Benítez debió anular el acuerdo energético con Brasil [Abel Irala]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Ago 15 14:08:05 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

15 de agosto 2019

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Paraguay



Un derechista en la cuerda floja



Las fuerzas conservadoras y el juicio político



Ante un inminente juicio político, Mario Abdo Benítez debió anular un
acuerdo energético con Brasil. El acuerdo, que ponía en riesgo la soberanía
energética paraguaya, indignó a la opinión pública y llevó al presidente al
borde del abismo. Jair Bolsonaro y Donald Trump salvaron al líder de la
derecha paraguaya. La indignación, sin embargo, sigue en pie.



Abel Irala *

Nueva Sociedad, agosto 2019

https://nuso.org/



Mario Abdo Benítez asumió la Presidencia de Paraguay el 15 de agosto de
2018, después de haber triunfado en las elecciones de abril de ese mismo
año. Abdo Benítez, de la línea tradicionalista del Partido Colorado o
Asociación Nacional Republicana (ANR), posee vínculos políticos y familiares
con la dictadura de Alfredo Stroessner que, de la mano de las Fuerzas
Armadas y el Partido Colorado, se extendió durante 35 años. Después de 1989,
caída la dictadura, el «coloradismo» siguió en el poder y mantuvo su arraigo
en diferentes estratos de la sociedad.



En 2018 la ANR ganó las elecciones por el margen más pequeño en su historia
(3,7%). Días antes, varias encuestas daban al oficialismo una ventaja de
31%, con la clara intención de influir en el electorado para favorecer al
actual presidente. Finalizadas las elecciones, empezaron a conocerse
denuncias sobre falseo de datos en el sistema de conteo del Tribunal
Superior de Justicia Electoral (TSJE). La oposición y gran parte de la
ciudadanía desarrollaron claras protestas ante la posibilidad concreta de un
fraude electoral, algo que no tuvo mayor consecuencia sobre la proclama de
las autoridades electorales. Sin embargo, estos hechos restaron legitimidad
de origen al gobierno que se iniciaba.



En este contexto, para Abdo Benítez era imprescindible tener aliados que le
garantizaran una buena cobertura política. Para ello, trabajó en tres
direcciones. Primero, el apoyo internacional de Estados Unidos y sus países
alineados. En este sentido, Paraguay forma parte del Grupo de Lima y se
encargó de ser una caja de resonancia en contra del gobierno de Nicolás
Maduro en Venezuela. Además, fue el primer país en romper relaciones
diplomáticas con Venezuela, en un intento de agradar al gobierno de Estados
Unidos, y se dedicó a fortalecer sus lazos con el Brasil de Jaír Bolsonaro.
En segundo lugar, Abdo Benítez intentó ganarse el apoyo de la clase oligarca
y empresarial local, dependiente de las transnacionales. De hecho, el
presidente solicitaba la aprobación de estos sectores para nombrar a algunos
miembros de su gabinete, mientras se comprometía a no tomar medidas
económicas que pudieran perjudicarlos. En tercer término, Abdo Benítez
apelaba a resolver la crisis interna dentro de su partido. Esta crisis se
derivaba de la oposición interna liderada por su antecesor y principal rival
político, Horacio Cartes (miembro del Movimiento Honor Colorado). En este
punto es donde Abdo ha tenido mayores dificultades. Recién a inicios del mes
de junio de 2019, los hechos indicaban que habría algún acercamiento entre
el actual mandatario y el ex-presidente alrededor de la distribución de
cargos en el Congreso Nacional. Sin embargo, no se daban a conocer a fondo
los términos del posible «entendimiento».



Con este último paso, parecía que el gobierno de Abdo Benítez tendría
superada una fase de debilidad inicial. Algunos de sus hombres más cercanos
afirmaban: «pasó la lluvia, la tormenta, ahora sale el sol y se traerá
prosperidad al país». No sabían que la verdadera crisis estaba por llegar, y
desde las entrañas del mismo gobierno.



Acta secreta y crisis política



El miércoles 24 de julio, a raíz de la denuncia y la renuncia del presidente
de la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), se hizo pública un
acta bilateral entre Brasil y Paraguay firmada dos meses antes. El acuerdo
limitaba la posibilidad de Paraguay de disponer de bloques de energías para
comercializar con industrias o grupos empresariales y obligaba al país a
pagar unos 300 millones de dólares más por año por contratar energía. Todo
se hizo en secreto, con los altos funcionarios políticos del gobierno de
Abdo Benítez. De las negociaciones fueron excluidos los técnicos de la ANDE,
pero no los de Eletrobras de Brasil.



El de la energía eléctrica –y particularmente el de la Hidroeléctrica de
Itaipú– es un tema sensible para Paraguay. Con el pasar de los años se ha
ido madurando una idea de soberanía energética, históricamente despojada por
el Brasil. El robo, el sometimiento y las complicidades alrededor de la
construcción de la hidroeléctrica en 1973 (cuando el país se encontraba en
dictadura) fueron evidentes. Con el paso del tiempo, el deseo de recuperar
lo perdido durante décadas se ha instalado en el imaginario de la sociedad.



En medio de un cúmulo de informaciones y rumores, y ante el inminente riesgo
de aumento de la tarifa eléctrica para la población, el accionar del
gobierno fue tildado como «traición a la patria». La primera respuesta del
gobierno de Abdo Benítez fue a favor de los intereses de Brasil y en defensa
del acta firmada, lo que aumentó la crispación política y las movilizaciones
ciudadanas. Esto provocó, en primera instancia, la remoción de altos
funcionarios del Poder Ejecutivo (canciller nacional, embajador ante
Brasil).



La reacción en el ámbito político partidario se tornó hacia un posible
juicio político al presidente y al vicepresidente de la República. La
manifestación pública del Movimiento Honor Colorado, la principal fuerza de
oposición interna en el partido de gobierno, fue crucial para asegurar que
se contaban con votos suficientes en el Congreso Nacional para un juicio a
ambos. A partir de ese momento hubo un silencio absoluto desde la Casa de
Gobierno y las negociaciones se extendieron durante toda la noche y la
madrugada.



Al día siguiente, el jueves 1º de agosto, Mario Abdo Benítez dispuso la
cancelación del acta firmada, con el acuerdo por parte de Jair Bolsonaro. A
esto se sumó la «profunda preocupación» expresada desde la Embajada de
Estados Unidos por la situación política del país. Solicitaban tomar
«decisiones con calma y en forma participativa», respetando los procesos
democráticos. En un acto público transmitido por la mayoría de los medios de
comunicación, Abdo Benítez pidió disculpas y dijo que su error no fue de
«mala fe». En medio de la contienda política fue un acto de humillación para
el primer mandatario, pero que lo libraría de ser sometido a un juicio ante
el Parlamento.



Para el Movimiento Honor Colorado, las declaraciones de Abdo Benítez
repararon el daño hecho al país. Ese fue el argumento para retirar los votos
de sus miembros para un juicio político. Por lo tanto, ahora los votos para
enjuiciarlo son insuficientes. El abroquelamiento partidario y el apoyo
internacional bloquearon el juicio político al gobierno derechista y
conservador de Abdo Benítez. La decisión fue celebrada por el embajador
estadounidense en Paraguay, quien recordó: «somos aliados».



El ambiente político aún se encuentra tensionado. Parte de la oposición
insiste con juicio político, aunque no alcance los votos necesarios. Las
movilizaciones y la indignación ciudadana continúan en pie. Y es evidente el
descrédito hacia la clase política y, en especial, hacia el Partido
Colorado. Ahora se abre un nuevo escenario de recomposición de las fuerzas
coloradas basado, temporalmente, en el salvataje de la figura presidencial.



La necesidad de la ANR de recuperar algún grado de legitimidad podría
desembocar en una política hostil, de sometimiento y de represión contra los
sectores populares. Se abre un nuevo escenario en el país, con muchas
incertidumbres.



Por ahora, pareciera que una lección está quedando clara: el juicio político
es una herramienta para remover a gobiernos no alineados con los intereses
hegemónicos y no será utilizado contra gobiernos de derecha aliados al poder
estadounidense en la región.

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