Sudán/ La revolución entra en una nueva fase [Gilbert Achcar]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Ago 21 19:52:31 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

21 de agosto 2019

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Sudán



La revolución entra en una nueva fase



La revolución sudanesa ha logrado importantes victorias. Pero aún debe
luchar para que el poder pase del control de las fuerzas militares al de las
fuerzas populares. El 17 de agosto se firmó un acuerdo constitucional entre
el movimiento popular sudanés y las fuerzas armadas. El artículo que sigue
fue publicado inicialmente el 30 de julio en el diario árabe Al-Qods
al-Arabi y fue reproducido en la web del Partido Comunista sudanés.



Gilbert Achcar *

A l´encontre, 19-8-2019

http://alencontre.org/afrique/

Traducción de Viento Sur

https://www.vientosur.info/



El 5 de julio, cuando el Consejo militar de transición (CMD) reculó frente a
las grandes manifestaciones organizadas el 30 de junio, las exuberantes
masas sudanesa celebraron la victoria que habían logrado bajo la dirección
de las Fuerzas para la declaración de la libertad y el cambio (FDFC). Los
militares se vieron obligados a renunciar a sus deseos de reprimir el
movimiento de masas y permitir su desarrollo (incluso el restablecimiento de
Internet, principal medio de comunicación del movimiento), así como volver a
la vía de la negociación y los acuerdos tras haber fracasado en su intento
por imponer su voluntad por la fuerza de las armas.



En ese momento, tras la primera fase marcada por la caída de Omar al-Bachir
el 11 de abril y la segunda por la retirada del CMD el 5 de julio, la
revolución sudanesa entró en una tercera fase. El FDFC, y en particular su
principal componente, la Asociación de Profesionales sudaneses-SPA), son
conscientes de que cada nueva fase es más complicada y peligrosa que la
precedente y siguen impulsando la movilización masiva, reforzándola de cara
a futuras confrontaciones.



Las victorias obtenidas hasta el presente son parciales: fundamentalmente,
se trata de un acuerdo entre el viejo régimen representado por el CMD y la
revolución impulsada por las FDFC.



El compromiso que inaugura la tercera fase está recogido en el acuerdo
político firmado por ambas fuerzas el 17 de julio. Este compromiso refleja
la dualidad del poder en esta fase transitoria entre, de una parte, una
dirección militar que trata de preservar el control de los ministerios de
Defensa e Interior (es decir, las fuerzas armadas y de seguridad), como lo
hizo el Consejo Supremo de las fuerzas armadas en Egipto tras haberse
desembarazado del presidente Hosni Moubarak el 11 de febrero de 2011; y, de
otra parte, una dirección revolucionaria que moviliza las masas para hacer
frente a los militares y tratar de dirigir el movimiento de masas en una
guerra de posiciones que le permita controlar el país de forma progresiva.



El objetivo de las FDFC es de alinear a la mayoría de las fuerzas armadas a
favor de los objetivos civiles y pacíficos del movimiento, con el fin de
aislar a su ala más reaccionaria. El principal representante de la misma es
el comandante de las Fuerzas paramilitares de apoyo rápido (FSR) Muhammad
Hamdan Dagalo (conocido como Hamedti), apoyado por el eje reaccionario
regional constituido por el reino saudí, los Emiratos árabes unidos y el
régimen egipcio de Abdel Fattah al-Sissi.



Es en este contexto en el que el Partido Comunista sudanés lidera las filas
de los críticos con el acuerdo del 17 de julio y las concesiones del FDFC,
comprometiéndose a continuar la lucha hasta la plena consecución de los
objetivos de la revolución recogidos en la Declaración para la libertad y el
cambio adoptada el 1 de enero pasado. Se equivocan quienes consideran que
esta posición divide y debilita al movimiento.



Otras fuerzas clave del movimiento, en particular en el seno de la
Asociación de profesionales sudaneses, comparten el sentimiento de los
comunistas frente a las condiciones que quieren imponer los militares como
precio a pagar para compartir el poder. Que una parte del movimiento no
vinculada al acuerdo continúe ejerciendo presión revolucionaria a fin de
alimentar la radicalización del proceso actual y de contrapesar la presión
reaccionaria ejercida por las fuerzas integristas islámicas (presión que el
CMD invoca de forma permanente para consolidar su posición), va en interés
de la revolución sudanesa.



La próxima etapa de la fase actual consiste en adoptar el Documento
constitucional de transición [firmado en Jartum el 17 de agosto], que
combina principios muy progresistas –más avanzados que los inscritos en las
constituciones de todos los Estados árabes, incuso en la nueva Constitución
tunecina- con la formalización del equilibrio actual de las fuerzas y la
dualidad del poder, legislando la participación de la jefatura militar en el
ejercicio del poder político de una peor manera que en la actual
constitución de Egipto.



Sin embargo, con todos sus defectos, este compromiso está siempre bajo la
amenaza del mando militar que por todos los medios intenta esquivar las
exigencias del movimiento y pervertirlas en la práctica, como recientemente
lo hizo con la pretendida investigación sobre la masacre perpetuada por las
FSR. Por otra parte, el ala más reaccionaria de las fuerzas armadas continúa
tratando de revertir el compromiso y forzar la situación hacia un golpe de
Estado militar, como lo ilustra el asesinato de manifestantes a El-Obeid
[ciudad en el centro de Sudán, en Kordofán del norte] el 29 de julio.



"El poder nace del fusil" reza una de las citas más conocidas del líder de
la revolución china Mao Zedong. Esta expresión proviene de una experiencia
revolucionaria que triunfó por las fuerza de las armas gracias a una guerra
popular prolongada. Pero también expresa una verdad fundamental: el poder
político nunca es total si no se tiene el control de ejército. En efecto, el
mayor desafío de la Revolución sudanesa consiste en hacerse con el control
de las fuerzas armadas, orientando hacia ese objetivo la fuerza del
movimiento popular no armado.



Si la revolución consigue entrar de forma pacífica en una cuarta fase con
una dualidad de poder encarnada en las instituciones gubernamentales en las
que predomine el movimiento popular, la capacidad de la dirección
revolucionaria para satisfacer la aspiración de las masas a la paz y sus
reivindicaciones sociales y económicas será crucial para permitirle tomar el
control de las fuerzas armadas y democratizarlas. Sin eso, la Revolución
sudanesa se hundirá en el fango a medio camino y, por tanto, podrá terminar
cavando su propia tumba como ya ocurrió en la historia de Sudán y en la
historia de los movimientos populares de todo el mundo.



* Gilbert Achcar, es profesor en SOAS, universidad de Londres. Artículo
publicado en Jacobin el 18/08/2019 traducido al francés por A l´encontre.

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