Argentina/ El "nuevo estilo progresista" del gobierno Fernández [Rosario Touriño]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Dic 13 12:16:56 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

13 de diciembre 2019

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Argentina

 

El nuevo estilo progresista del gobierno argentino

 

Esto es otra cosa 

 

En su discurso inaugural el nuevo presidente argentino reincidió en el gesto
conciliador que caracterizó su campaña, pero sin privarse de anunciar
reformas audaces. La refundación consensuada que Fernández promete será
puesta a prueba, sin embargo, por un contexto muy distinto al de los años de
esplendor del progresismo latinoamericano.

 

Rosario Touriño

Brecha, 13-12-2019

https://brecha.com.uy/

 

El ritual estuvo. En el cambio de mando fue posible contemplar el resignado
semblante de Mauricio Macri cuando los militantes de las barras, los nuevos
cuadros de gobierno y hasta la propia vicepresidenta Cristina Fernández le
cantaron la marcha peronista en su nariz. Las ministras y los ministros, en
su gran mayoría de mediana edad y con sólida formación académica, fueron
investidos en el museo de la Casa Rosada entre el “olé, olé, oléé, olééé” de
las hinchadas, algunas más ruidosas que otras en función, quizás, de la
extracción militante de cada secretario en ese complejo entramado del
movimiento peronista. No faltaron tampoco los artistas comprometidos con la
causa, los escenarios populares y el acto final de masas.

 

Pero hubo algo distinto. Alberto Fernández se empeñó en imprimirle un
marcado tono “republicano” –si es que cabe esa polisémica palabra en un país
donde se jura bajo los santos evangelios– a este traspaso modélico, en el
que por primera vez desde el retorno de la democracia en 1983 un presidente
no peronista pudo completar su mandato. La gestualidad relajada y mesurada
que el nuevo presidente le imprimió al ceremonial –un sello que marcó toda
su campaña– y el fair play en los modales con los perdedores se
consolidarían en el rico discurso de asunción, en el que dejó explícita su
apelación a la necesidad de clausurar la tan manida “grieta”. Sin embargo,
el contenido del discurso del presidente tuvo poco de liviano y no fue un
ejemplo de oratoria gastada. El registro cuidadamente conciliador y
unificador no impidió, por ejemplo, que Fernández describiera la tierra
arrasada sobre la que ahora intentará arar, ni que hiciese anuncios de
políticas de fondo fuertes.

 

No es usual que un nuevo mandatario diga de una que se va a meter con los
servicios de inteligencia, que va a intervenir los fondos reservados que hoy
abastecen a los “sótanos de la democracia” (recuérdese el caso Nisman) y que
va a destinar los ahorros a un plan integral contra el hambre. O que prometa
un nuevo paradigma de seguridad, en el que no iba a justificar la “lógica
del gatillo fácil”, cuando en la región soplan vientos favorables para
otorgar más margen de acción a las policías. O que le asigne un valor
jerárquico a la lucha contra la violencia de género y se embandere con el
“Ni una menos” (fue llamativo que no estuviese presente en el discurso el
aborto legal, pero su ministro de Salud, Ginés González García –que viene de
la época de Néstor Kirchner–, dijo que trabajará para que esa medida se
concrete). Tampoco es habitual que un presidente recién estrenado se atreva
a plantear la cuestión de la judicialización de la política o la
politización de la justicia y proponga una reforma del sistema judicial que
evite la “persecución de opositores”. Y menos frecuente todavía es que se
hable de la pauta oficial de publicidad en un acto de asunción. Fernández no
se metió en el meollo de la ley de medios, pero sí planteó que exista un
criterio razonable de distribución de los fondos. Los analistas de Todo
Noticias (Grupo Clarín) comentaban la transmisión sin sobresaltos, en un
tono más bien elogioso, pero no olvidaron ese punto de alarma: el “menos
claro” de su propuesta y el que inscribieron en la agenda kirchnerista más
dura.

 

El signo alfosinista

 

La impronta del nuevo presidente recordó a la de Raúl Alfonsín más que a la
de un kirchnerista, y no sólo por el bigote. Palabras como “consenso”,
“plural” y “pacto” sonaron varias veces, pero además hubo frases textuales
de quien fuera el presidente de la recuperación democrática. No es un
detalle menor si se considera que este es un presidente que ganó las
elecciones después de un intrincado y eficaz proceso constructor de una
armazón de peronismos de todo tipo y color. Hay quienes perciben la
intención de seducir a los radicales aliados a Macri, ya que necesitaría sus
votos para algunas medidas económicas más audaces. Otros inscriben las citas
como parte de un estilo en clave estadista, que apela a un gobierno
dialoguista y no polarizado. Ese eclecticismo de Fernández se vio confirmado
en el plano doméstico (con un auditorio que incluyó al mismísimo Carlos Saúl
Menem, con el que tiene buena relación), pero también en lo internacional
(entre sus invitados hubo emisarios de Venezuela y de Estados Unidos, algo
que le generó algún problemita, pero también emitió señales hacia Brasil y
tuvo palabras solidarias para el chileno Sebastián Piñera, quien enfrenta
una nueva crisis tras la caída de un avión de la Fuerza Aérea).

 

Si el progresismo encarnado por los Kirchner dio pie a todo tipo de debates,
el de Alberto Fernández también será seguido con atención, porque siempre
está la singularidad de la emergencia en matrices tan heterodoxas como las
del peronismo. En la hoja de ruta económica de Fernández estaría previsto el
aumento de impuestos al patrimonio y de las retenciones al agro con el fin
de solventar las necesidades básicas de los más vulnerables. En ese “pacto
social” que piensa, todos deberán aportar un poquito, porque “debe
avergonzarnos saber que hay un argentino que pasa hambre” (la periodista
Sandra Russo inscribió esta “ética de las prioridades” dentro de la base
“humanista” del presidente, Página 12, 11-XII-19). Sin embargo, Fernández es
un político que también estaría alineado con el cuidado de las variables
macroeconómicas de rigor. Según Ámbito Financiero, es un cultor convencido
de los equilibrios fiscales (“el déficit no va conmigo”, habría dicho).
Entonces, la línea económica del albertismo no sería la de un ajuste
ortodoxo, pero tampoco la de un expansionismo al estilo kirchnerista: es el
camino del medio. Habrá que ver cómo responde al tironeo de las bases y de
otros intereses contrapuestos en juego.

 

Un análisis de los editorialistas de la revista de izquierda Crisis plantea
que el objetivo refundador de este “quinto peronismo” operaría en las
“peores condiciones” de todos los gobiernos justicialistas, porque ninguno
de los tres planos que determinan la gobernabilidad estaría “saludable”: la
dimensión global, el espacio regional y la situación interna. (1) A
diferencia de Néstor Kirchner, Fernández no podría gozar de las bondades del
boom del precio de los bienes primarios exportables, que permitió el último
ciclo de crecimiento en América Latina. Tiene cuatro meses para reperfilar
la deuda con el Fmi y con los tenedores de bonos (se menciona que Argentina
busca replicar la “salida uruguaya”: dilatar los vencimientos, pero sin
quitas sobre los pagos). Así y todo, los sectores que están más a la
izquierda en el país vecino perciben que “con poco” este quinto peronismo
podría abrir una luz de esperanza y hacer la diferencia.

 

Al nuevo presidente, pues, lo tendrá bastante ocupado el frente interno como
para que pueda pensar en viejas pasiones, como una nueva articulación de un
eje progresista latinoamericanista. El primer país que visitó Fernández
luego de ganar las elecciones fue México y no Brasil, como era la usanza,
por razones obvias. El presidente argentino mantiene muy buen vínculo con
Andrés Manuel López Obrador (los nexos fueron muy importantes para la
evacuación de Evo Morales) y hay algunos movimientos desde el llamado Grupo
de Puebla. Pero el contexto actual es muy diferente al ciclo de la primera
década del milenio con Lula da Silva, Hugo Chávez, Néstor Kirchner, Rafael
Correa, Evo Morales, Tabaré Vázquez y Michelle Bachelet. Entonces, parece
ser que el progresismo no está muerto, pero el terreno regional sumido en
graves crisis institucionales y una fuerte atomización no parece, por ahora,
fértil. 

 

Nota 

 

1) “El quinto peronismo y la magia” (Crisis, 2-XII-19). En:
https://revistacrisis.com.ar/notas/el-quinto-peronismo-y-la-magia 

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