Nicaragua/ Historias de resistencia. El movimiento feminista blanco de la represión orteguista [La Diaria]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Feb 5 16:12:46 UYT 2019


  _____  

Correspondencia de Prensa

5 de febrero 2019

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____  

 

Nicaragua

 

Las penas de Nicaragua: historias de resistencia *

 

La Diaria, 4-2-2019

https://feminismos.ladiaria.com.uy/

 

El movimiento feminista ha sido uno de los principales blancos del régimen
de Daniel Ortega en Nicaragua. Según cifras que maneja el Movimiento
Autónomo de Mujeres de Nicaragua, 57 activistas feministas están en prisión,
56 debieron exiliarse y 70 se esconden en “casas de seguridad”, como las y
los nicaragüenses llaman a los refugios clandestinos. Y es que en los
últimos 20 años el movimiento feminista ha sido una de las voces más
potentes contra la violación de los derechos humanos y la arbitrariedad del
régimen, asegura Violeta Delgado, integrante del Movimiento Autónomo.
Violeta formaba parte de CINCO, un centro para la investigación en
comunicación, pero su organización fue clausurada por el gobierno. La
forzaron a exiliarse junto a su hijo de 15 años.

 

La acción del gobierno contra las feministas tiene un patrón común. Primero,
se las intenta deslegitimar. Para ello se valen de los medios de
comunicación afines al régimen. Autoridades gubernamentales, como la
vicepresidenta Rosario Murillo, llaman a las feministas “terroristas”,
“golpistas”, “abortistas”, y las acusan de atacar a la familia como
institución. Luego, buscan intimidarlas. Policías o paramilitares se apostan
en las casas de las activistas y las vigilan. Los mismos autos estacionados
en los mismos lugares se vuelven parte del paisaje. Y finalmente, si esto no
es suficiente, simplemente las secuestran, a menudo utilizando grupos
paramilitares. No dan ninguna razón para el arresto, no hay órdenes
judiciales; muchas mujeres son encarceladas sin siquiera tener derecho a un
juicio.

 

No sólo las líderes feministas a nivel nacional sufren esto, sino que
también sucede a nivel local. Muchas activistas han tenido que exiliarse o
esconderse. Violeta afirma que la mayoría de las líderes feministas del
Movimiento Autónomo están actualmente en refugios clandestinos porque el
gobierno las está buscando. Después de su testimonio ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, en octubre de 2018, una patrulla se
instaló frente a la casa de Violeta de forma permanente, tomando fotos de su
residencia. Ella tuvo que llevar a su hijo a la casa de un pariente, y días
después resolvió abandonar el país junto con él.

 

Hubo un tiempo en que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)
representaba una esperanza para mucha gente en Nicaragua. Violeta Delgado se
unió al FSLN cuando sólo tenía diez años. A los 11, participó en las
campañas de alfabetización promovidas por los sandinistas. A los 15 estaba
al frente de un batallón.

 

Pero el tiempo pasó, y las cosas cambiaron. Las feministas nicaragüenses
identifican dos momentos claves de ese cambio. En 1998, la hijastra de
Ortega, Zoilamérica Narváez, acusó al presidente de Nicaragua de haberla
violado desde que tenía nueve años. El FSLN e incluso Rosario Murillo –madre
de Zoilamérica y esposa de Ortega– apoyaron al presidente. “Lo que pasó con
Zoilamérica, y también el hecho de que el partido haya negociado la
impunidad de Ortega, fue una gran desilusión para la mayoría de nosotras”,
recuerda Violeta.

 

Luego, en 2006, durante la campaña electoral, Ortega hizo una alianza con
las iglesias católica y evangélica y promovió la penalización del aborto
incluso en los casos en los que la vida de la madre esté en riesgo. La
iniciativa fue finalmente aprobada por el Parlamento. Estos dos hechos
tuvieron un fuerte impacto en el movimiento feminista.

 

Dolly Mora tiene 27 años. Integra la Coalición Universitaria, que forma
parte de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia en Nicaragua.
“Muchas compañeras han tenido que exiliarse debido a la persecución, pero
muchas nos quedamos aquí. Respetamos la decisión de muchas compañeras de
abandonar el país y entendemos que el nivel de amenazas es distinto en cada
caso, pero creemos que debemos permanecer aquí, que tenemos que luchar desde
aquí”, dice Dolly.

 

Cuando tenía 11 años, su abuela la llevó a una reunión del grupo feminista
Mujeres 8 de Marzo. Toda su familia apoyaba al FSLN, pero las acusaciones de
Zoilamérica fueron un punto de quiebre. “Muchas feministas históricas se
distanciaron del gobierno de Daniel Ortega, mientras que otras lo apoyaron.
El movimiento se dividió”, recuerda Dolly. Asegura que el gobierno de Ortega
no es de izquierda como proclama, sino capitalista y extractivista, ya que
está dispuesto a vender los recursos del país a empresas extranjeras, en
particular chinas: “Son pura retórica”.

 

Formas de resistencia

 

El año pasado, en mayo, Dolly estuvo en las ocupaciones de edificios
universitarios en Managua. Hoy está en una casa de seguridad. La mayoría de
las y los estudiantes que participaron en esas manifestaciones se exiliaron
o sufrieron la expulsión de sus universidades, que no tienen ninguna
autonomía frente al gobierno. El 17 de diciembre de 2018, varios activistas
salieron de sus refugios y se encontraron en la calle para protestar contra
el gobierno. Permanecieron por unos minutos parados con carteles en reclamo
de libertad para las y los presos políticos. Fue como una burla para el
régimen, que no tolera este tipo de manifestaciones. Luego regresaron a las
casas de seguridad. Como la Policía no pudo hallar a los y las activistas,
optó por arrestar a sus familiares. En el caso de Dolly, fueron hasta el
domicilio de su familia y se llevaron a su madre y a su hermana a la
comisaría para interrogarlas. Los policías dejaron mensajes para Dolly:
“dígale a su hija que está loca”, “dígale que tiene que pedirle perdón a su
país”, “avísele que vamos a llevarla a la cárcel”.

 

El pueblo nicaragüense tiene también otras formas de resistencia: hacer
campañas contra las empresas estatales, apagones, cantar. Por ejemplo,
acuerdan entonar un día, a las seis de la tarde, la canción “Nicaragua,
Nicaragüita”. Dolly afirma que una de las principales características de la
crisis política en su país ha sido la persecución de defensores de derechos
humanos, de campesinos y campesinas, de estudiantes y feministas. Sólo el
hecho de ser joven o de llevar la bandera de Nicaragua es razón suficiente
para ser arrestado.

 

En noviembre de 2018 el gobierno de Ortega arrestó, deportó y le quitó la
nacionalidad a la feminista histórica Ana Quiroz, conocida por su lucha por
los derechos de la población LGTB. En diciembre, Miguel Mora, director del
canal de televisión 100% Noticias –el primer canal de televisión en
Nicaragua centrado solamente en información–, fue arrestado. En la noche,
policías irrumpieron en el edificio del canal y se llevaron a Mora y a una
de las periodistas más conocidas de Nicaragua, Lucía Pineda. Hasta hoy están
en prisión, acusados de apoyar el terrorismo. Lucía Pineda duerme en el piso
y no se le permite tener visitas, ni siquiera de sus familiares. Días atrás,
un joven de 17 años fue asesinado por paramilitares. “El miedo de la gente
puede sentirse”, dice Dolly.

 

Nicaragua desde el exterior

 

A pesar de los asesinatos y de las violaciones a los derechos humanos, la
comunidad internacional prestó poca atención a la situación en Nicaragua,
hasta que la crisis se profundizó el año pasado. Para Violeta, poco a poco
las organizaciones y la comunidad internacional “van tomando conciencia de
la situación y de la vulnerabilidad de muchos líderes de movimientos
sociales, especialmente campesinos y campesinas, estudiantes y feministas”.
El movimiento feminista a nivel global y las redes sociales han sido un gran
apoyo para la lucha de las y los nicaragüenses, porque han permitido
denunciar las violaciones a los derechos humanos que padecen.

 

Violeta prefiere no decir el nombre del país en el que se ha refugiado,
porque no sabe hasta dónde llegará la persecución del régimen de Ortega.
Tampoco sabe si podrá volver al país en el que nació. Fue una luchadora del
Frente Sandinista, pero ahora dice que los viejos líderes son culpables de
la situación que vive su país: “Son la antítesis de las utopías con las que
soñábamos”. 

 

* Esta nota fue publicada originalmente en Alternativas de Desarrollo con
Mujeres para una Nueva Era (DAWN, por sus siglas en inglés).

  _____  

 



---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus
------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20190205/90972738/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa