Venezuela/ Más allá de homilías. Legitimidades e injerencias [Decio Machado]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Feb 8 14:03:43 UYT 2019


  _____  

Correspondencia de Prensa

8 de febrero 2019

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____  

 

Venezuela

 

Venezuela y la geopolítica mundial

 

Más allá de homilías 

 

Decio Machado *

Brecha, 8-2-2019 

https://brecha.com.uy/

 

La autoproclamación presidencial de Juan Guaidó –el pasado 23 de enero–
inauguró un nuevo ciclo político en Venezuela. Es la primera vez, desde que
el 2 de febrero de 1999, cuando Hugo Chávez fuera investido presidente, que
el gobierno venezolano realmente siente la presión internacional a la que
está siendo sometido.

 

Hoy gran parte del establishment bolivariano teme que los impactos de su
actual aislamiento internacional supongan un mayor deterioro de la economía
nacional y el comienzo de una primavera venezolana que liquide
definitivamente un régimen que desde hace años no tiene legitimidad social.

 

A nivel global el mundo se ha dividido en torno a Venezuela. De un lado,
apoyando a Guaidó, están Estados Unidos y la mayoría de los países de
América Latina, junto al Parlamento Europeo y los países más importantes del
viejo continente. Del otro, las diplomacias de la República Popular China y
de Ruasia, así como gran parte de la izquierda regional y global, intentan
aún sostener al régimen de Nicolás Maduro.

 

Para la mayoría de los analistas, especialmente los que se identifican con
el lado progresista, se asiste a un nuevo orden geopolítico en el que tanto
los intereses humanitarios como los derechos democráticos y políticos están
en disputa en Venezuela. Frente a esta situación se hacen grandilocuentes
alegatos respecto de la libre autodeterminación de los pueblos y del derecho
a la no injerencia extranjera en conflictos internos.

 

De igual manera, desde estas sensibilidades se considera que el elemento
fundamental que motiva la presión política de Estados Unidos sobre Venezuela
es su interés por controlar las reservas petrolíferas en la extensa Faja del
Orinoco. De hecho, actualmente Estados Unidos es el principal importador de
petróleo venezolano.

 

Sin embargo, y sin restar valor a lo anterior, un análisis profundo sobre la
crisis interna de Venezuela requiere del uso de otros parámetros.

 

Legitimidades

 

La concatenación de hechos luego de que Juan Guaidó se autoproclamase
presidente encargado refleja claramente que había un concierto internacional
armado entre el joven legislador, su partido (Voluntad Popular) y varios
actores internacionales. La inmediatez de los reconocimientos de Donald
Trump y Luis Almagro –Estados Unidos y OEA, respectivamente– así lo
demuestra. De igual manera, la rápida puesta en escena del Grupo de Lima, y,
de forma más tibia, de determinados países de la Unión Europea, fue el fruto
del calentamiento de las líneas de comunicación diplomáticas auspiciadas
desde Washington.

 

El drama venezolano radica en que el gobierno de Maduro y el supuesto de
Guaidó carecen de legitimidad democrática. Gran parte de la comunidad
internacional no reconoció nunca el último proceso electoral venezolano,
tampoco las Naciones Unidas, y menos aún los propios venezolanos. Tras
indicadores de participación por encima del 75 por ciento en los comicios
electorales anteriores, en las elecciones presidenciales del pasado 20 de
mayo en Venezuela apenas participó el 46 por ciento de los electores, y sólo
respaldaron a Nicolás Maduro 6,2 millones de electores de un padrón
electoral de 20,5 millones. Además las elecciones se celebraron en un
ambiente de coerción, fraude e irregularidades que las aleja mucho del
debido proceso democrático. Es así que Venezuela registró la abstención más
alta de su historia desde la llegada de la democracia al país, en 1958.

No obstante, lo anterior tampoco legitima a Guaidó. Los gobiernos
internacionales que lo han reconocido como “presidente encargado” argumentan
su posición con base en un artículo constitucional –el 233–. Este artículo
se podría aplicar ante un vacío de poder por ausencia del presidente.
Hablemos claro, en el Palacio de Miraflores no existe vacío de poder alguno,
sino un poder ilegítimo en la medida en que no está avalado por la mayoría
de la población.

 

Injerencias

 

Pese al interés de Washington en derrocar a Maduro, cabe señalar que Estados
Unidos lejos está de necesitar el petróleo venezolano. El desarrollo de su
shale oil (petróleo de esquisto) le ha permitido al gigante del norte ser
casi autosuficiente en materia de crudo, tal como lo fue antaño la Unión
Soviética. En este sentido, el interés en la explotación y comercialización
del crudo presente en el subsuelo de la Franja del Orinoco responde a
intereses corporativos privados del mundo entero, no sólo de las
trasnacionales estadounidenses.

 

Más allá de las amenazantes declaraciones de Donald Trump, en Washington
existe escaso interés en plantearse cualquier tipo de intervención militar
masiva en territorio venezolano. En el Pentágono son conscientes de los
riesgos que implicaría para Estados Unidos involucrarse en una guerra civil
en Venezuela, que significaría un caos generalizado, con la probabilidad de
que surjan grupos paramilitares incontrolados, debido al reparto de armas
realizado por el régimen. Más que una guerra de perfil binario, Estados
Unidos estaría enfrentando una proliferación de frentes locales, más al
estilo de lo que sucedió en Irak que el tan recurrido argumento izquierdista
de Vietnam.

 

Pero además Washington es consciente también de que la mayoría de su
población está lejos de avalar la participación de su país en un conflicto
armado de estas características. En paralelo, si algo está caracterizando al
gobierno de Trump es su escaso interés por articular una política
internacional inteligente, capaz de defender los intereses estadounidenses y
los de sus aliados en el mundo. Dos ejemplos de ello son la retirada de
tropas de Siria y la reducción de unidades militares en Afganistán, ambos
hechos cuestionados mayoritariamente por demócratas y republicanos en el
Capitolio.

 

Y es que, desde los sucesos del 11 de setiembre de 2001, la política
exterior estadounidense se ha despreocupado de América Latina. Su injerencia
en asuntos latinoamericanos, como el golpe de Estado en Honduras y el
intento de compartir el uso de bases colombianas –ambos ocurridos en 2009–,
ha sido puntual. Quizás por ello fue posible un ciclo políticamente
progresista en el subcontinente sin derramamiento de sangre.

 

Así las cosas, las declaraciones de Donald Trump y la presión estadounidense
sobre Venezuela –más allá de buscar ir liquidando elementos residuales del
ciclo progresista– podrían responder a la necesidad de rearticular las bases
más ultraconservadoras del Partido Republicano. Esas que ya no encuentran
hoy una Bahía de Cochinos para invadir y sienten decepción respecto de un
hipotético y gigantesco muro imaginario que no se plasma en la realidad y
que Trump instaló en sus subconscientes durante la campaña electoral, con
una lógica de guerra contra el supuesto enemigo de la migración.

 

Por otro lado, sería una simplificación entender el alineamiento de
posiciones geopolíticas en torno a la crisis venezolana con una lógica de
“malos” (Trump, Almagro, Grupo de Lima…) versus “buenos” (Rusia, China,
Turquía, México, Uruguay…).

 

Pero existe un reverso de la geopolítica que apoya a Maduro y en la que
aparecen potencias mundiales como la Federación Rusa y la República Popular
China. Ambas, cabe decirlo, han rentabilizado jugosos contratos de ventas de
armamento durante los últimos 15 años.

 

En el caso ruso la cosa es sencilla. Los rusos soportan el 5 por ciento de
la deuda pública externa de Venezuela, llevan dos décadas invirtiendo más de
17.000 millones en el país –principalmente mediante la petrolera estatal
rusa Rosneft– y ahora corren el riesgo de que un nuevo gobierno, más amigo
de Washington que de Moscú, les genere problemas de cobro.

 

Por su parte, la República Popular China vive una situación similar. En los
últimos diez años Beijing ha inyectado en la economía venezolana más de
62.000 millones de dólares, es decir, el 53 por ciento del monto total
invertido o prestado en América Latina. Los actuales 23.000 millones de
dólares de la deuda externa venezolana en manos chinas correrían peligro en
el caso hipotético de que un régimen proestadounidense le pasase factura a
Xi Jinping por haber sido el balón de oxígeno del régimen bolivariano
durante la última década.

 

Grupo de Contacto

 

En este contexto no sorprende que la reciente reunión del Grupo de Contacto
sobre Venezuela en Montevideo haya sido un fracaso. Este hecho se ve en que
su declaración final no fue adoptada de forma unánime por el conjunto de los
países participantes.

 

No será la diplomacia internacional la que ayude al pueblo venezolano a
resolver su problema interno. De hecho, las sanciones económicas y la
intervención sobre Citgo y PDVSA que se hace en el exterior incrementarán la
penuria en la que se hallan los venezolanos, penuria a la que han sido
sometidos por un gobierno sostenido económicamente también por billeteras
extranjeras.

 

Una salida sin derramamiento de sangre y sin injerencia extranjera sólo será
posible en Venezuela si desde la sociedad se es capaz de articular una
tercera vía que no responda a las lógicas hoy en conflicto. 

 

* Sociólogo y periodista. Director de la ecuatoriana Fundación Alternativas
Latinoamericanas de Desarrollo Humano y Estudios Antropológicos (Aldhea).
Autor, junto a Raúl Zibechi, de Cambiar el mundo desde arriba. Los límites
del progresismo, Ediciones desde abajo, Bogotá 2016. (Redacción de
Correspondencia de Prensa)

  _____  

 



---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus
------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20190208/7e440d5e/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa