Estado español/ 2019: negras tormentas en el horizonte [Manuel Gari y Jaime Pastor]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Ene 2 17:51:13 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

2 de enero 2019

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Estado español

 

2019: negras tormentas en el horizonte

 

Manuel Gari/Jaime Pastor 

Viento Sur, 29-12-2018 

https://www.vientosur.info/

 

•Se va haciendo cada vez más popular David Duke. El actual líder Gran Mago
del Klan, siempre lleva traje de tres piezas. (…) Así que evidentemente
tiene la mira puesta en conseguir un cargo más alto.

 

•¿La política? ¿Por qué?

 

•Sí

 

•Porque es otra manera de vender el odio. Criticar la discriminación
positiva, la inmigración, la criminalidad, la reforma fiscal (…) Así que el
objetivo consiste en que, a pesar de todos estos problemas, los
estadounidenses comunes los acepten, y que los apoyen, hasta que,
finalmente, algún día él consiga que alguien que encarnes estas creencias
ocupe un puesto en la Casa Blanca. 

 

•Sargento… Vamos… El pueblo estadounidense jamás elegiría a alguien como
David Duke como Presidente de los Estados Unidos 

 

Spike Lee, BlacKKKlansman

 

¿Te imaginas a un ricachón, parásito, racista y xenófobo, eso sí con traje y
modos de ejecutivo, llegando a presidente de los Estados Unidos?: Imposible.
Así de contundente se mostraba riéndose el detective afroamericano Ron
Stallworth de Colorado Springs (Colorado) en pleno auge del movimiento por
los derechos civiles y el poder negro de los años sesenta y setenta,
protagonista de la película de Spike Lee BlacKKKlansman  1/.Para Ron sería
algo similar a que un Donald Trump cualquiera llegara a la Casa Blanca. Pues
llegó. Y no sólo él. Cada día más y más gobernantes nacionalistas
neoliberales autoritarios -que guardan entre sí grandes diferencias pero
también elementos comunes- campan desde Filipinas y China, Rusia o centro
Europa e Italia hasta Estados Unidos. Cuyo ejemplo comienza a tener un
importante eco en partidos de derechas y de extrema derecha en ascenso que
aspiran a gobernar en otros muchos países, cuyo último y dramático episodio
es la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil. Todos ellos son la manifestación
de El gran retroceso -título de una obra colectiva- que amenaza las
libertades, pero que también, como plantea en ese mismo libro Nancy Fraser
(2017) “en esta situación no sólo hay un peligro, sino también una
oportunidad: la posibilidad de constituir una nueva izquierda” 2/.

 

Profunda reorientación de la derecha mundial

 

Al final de los gloriosos treinta de expansión capitalista con relativa paz
social que permitió el pacto social del estado del bienestar en los países
industrializados, las crisis cíclicas siguen poniendo en riesgo la
estabilidad y continuidad de la expansión y la acumulación capitalistas.
Ante las mismas, la burguesía encontró en las recetas anti keynesianas y
neoliberales la solución de la mano de las victorias de Reagan y Thatcher y
las derrotas del movimiento obrero. Pero, tras el amago de nuevos disturbios
económicos el anabolizante fue dar rienda suelta a la financiarización de la
economía capitalista globalizada, un incremento exponencial de la deuda
mundial y la imposición de las clónicas recetas austeritarias del Fondo
Monetario Internacional (FMI). En el caso de la Unión Europea, las
antisociales y rígidas normas del Tratado de Maastricht y la disciplina del
euro inauguraron el declive de la legitimidad del proyecto europeo.

 

La oligarquía financiera e industrial en todo el mundo está reorganizando
sus herramientas políticas para mantener su hegemonía en un nuevo contexto
posterior a la crisis de 2007/2008 y al inicio del declive como potencia
económica hegemónica de EE UU. Y lo está haciendo en un marco cambiante
caracterizado por una fuga hacia delante en los procesos de desregulación
económica, privatización, extractivismo (con la aparición de un, valga la
expresión nuevo neocolonialismo ecocida) pero cuya novedad estriba en la
aparición de una nueva exacerbación de la competencia, llamémosle
interimperialista, lo que ha dado lugar a una nueva combinación explosiva:
globalización, multilateralismo y nacionalismo proteccionista. Trump no es
simplemente el loco caprichoso de las fake news o de los oukase xenófobos de
los twitts, es -por el momento- el modelo de gobernante para 2019, funcional
para capitalismo norteamericano. Y, por extensión, son también funcionales
los equivalentes en cada país en su búsqueda de salida para la nueva crisis
de la globalización capitalista de las finanzas en la sombra.

 

Fin de época para la izquierda convencional

 

Pero con esta oleada de soluciones autoritarias de los de arriba contra los
de abajo, también se han hecho evidentes los límites de las soluciones
populistas en franco declive en América Latina y también han puesto al
descubierto la impotencia y la inanidad de las alternativas progresistas de
la izquierda socialdemócrata (reconvertida en social liberal) y del
populismo de izquierdas crecientemente institucionalizado y asimilado al
sistema, opciones que adolecen de falta de mordiente anticapitalista y de
orientación ecosocialista, radicalmente democrática e impugnadora del
sistema. Son fórmulas que confían todo a lograr gobernar sin impulsar a la
vez la auto organización popular, por lo que se muestran incapaces de
afrontar los nuevos retos y, por tanto, devienen inútiles para defender a
las clases subalternas en este primer cuarto del siglo XXI.

 

Vivimos un fin de época de la izquierda del sistema que no ha impulsado
soluciones a los dos principales problemas de la humanidad: la desigualdad
social y el calentamiento global. La creciente acumulación de la riqueza
mundial en cada vez menos manos mediante el método de intensificación de la
explotación y la expropiación de las mayorías está originando lo que Antonio
Ariño y Joan Romero (2016) califican, como ya hicieron otros antes, de
secesión de las élites, particularmente de los ricos  3/; secesión que
atraviesa tanto las fases de expansión como las de recesión y que no es
ajena a la persistencia de las emisiones de gases de efecto invernadero y al
fracaso de las reuniones internacionales del clima auspiciadas por Naciones
Unidas como es el caso de la Cumbre del Clima de Katowic (Polonia)
recientemente celebrada pese a conocerse que -como acababa de señalar Begoña
MaríaTomé-Gil- “esta misma semana conocíamos que el ritmo de crecimiento del
CO2 ha vuelto a marcar un récord en 2018, rompiendo las esperanzas de que
las emisiones hayan alcanzado su pico máximo. A pesar de llevar décadas de
cooperación internacional no parece que las Naciones Unidas nos hayan
conducido a un umbral de seguridad climática.Los compromisos que los 200
países han puesto encima de la mesa nos llevarán a un calentamiento de más
de 3ºC a final de siglo” 4/.

 

En este panorama, una vez más, las soluciones vienen desde abajo, de quienes
no esperan a que ni dioses, reyes ni tribunos les solucionen el problema.
¿Cuándo aprenderá la izquierda que no se necesitan hiperliderazgos sino
pueblos organizados, movilizados y empoderados? Las clases trabajadoras, en
las nuevas condiciones de las relaciones capital-trabajo presididas por la
precarización, pérdida de derechos y empobrecimiento, están ofreciendo
resistencias fragmentadas pero reales que se extienden por los intersticios
del sistema y calan en Pekín (en defensa del salario y la salud laboral) y
en París (chalecos amarillos), y a la vista está también de forma incipiente
en el Estado español (Coca Cola, Amazon, Kellys, etc.), en forma de
expresiones renovadas de la indignación y la organización. Y las mujeres,
especialmente las mujeres. El movimiento feminista ha sido uno de los
baluartes en la lucha contra Trump y Bolsonaro y en nuestro caso ha supuesto
la activación, rejuvenecimiento y masividad de un movimiento que reacciona
en la calle y con las ideas contra la violencia machista, pero que va más
allá y se ha marcado como meta acabar con el heteropatriarcado y cuya
dinámica anticapitalista tiene grandes posibilidades de desarrollarse frente
al limitante feminismo institucional.

 

Spain is not different

 

También aquí, y como se ha mostrado en las recientes elecciones andaluzas,
la derecha no sólo se ha fortalecido, sino que se ha derechizado. Aunque
Andalucía tenga sus especificidades cabe destacar a la vista de los
resultados que la crisis de régimen no se ha cerrado. En el conjunto del
Estado español sigue existiendo una importante volatilidad del sistema de
partidos, una deslegitimación de poderes centrales del régimen de la reforma
(monarquía y judicatura fundamentalmente) y una gran distancia entre los
partidos y las instituciones por una parte y el grueso del pueblo por otra.
La crisis del Estado con Catalunya, la persistencia de las aspiraciones
democráticas del bloque soberanista –con la lucha por la hegemonía en su
seno entre las distintas fuerzas que lo componen- frente a la
judicialización del conflicto continúan y operan como factores
desestabilizadores. En el caso andaluz y como producto de la decepción de un
amplio sector popular de izquierdas que se abstuvo, la polarización se ha
dado intra muros del régimen entre las fuerzas que lo defienden y mantienen,
tanto en la versión PSOE, como en la PP y su excreción Vox, o en la variante
Cs. Frente a ese bloque defensor del régimen del 78 -aunque su nuevo socio
ultra derechista quiera revisarlo a fondo, por cierto en el mismo sentido
que viene haciendo Casado pero con mayor crudeza posfranquista-, las fuerzas
del cambio, Adelante Andalucía en concreto, pese a la ejemplar campaña
realizada, no han podido movilizar a una parte de sus votantes entre las
clases trabajadoras y aparecer como un polo de referencia frente al conjunto
de las fuerzas del sistema porque no ha podido sacudirse el sanbenito que le
llega del norte de Despeñaperros.

 

Efectivamente, Unidos Podemos a nivel estatal ha quedado reducido a una
fuerza cada día más subalterna de las maniobras de Pedro Sánchez por
mantenerse en el gobierno tras la moción de censura y en el caso de Podemos
inciden cuatro fenómenos muy negativos que se han podido verificar en los
meses anteriores: la paralizante dependencia del liderazgo de su secretario
general que tiene, además, competencias ilimitadas en la práctica; la
pérdida de pluralismo interno y ausencia de espacios de debate democrático;
la imposición de reglamentos que atentan al principio de proporcionalidad en
la representación tanto en los órganos internos como en la conformación de
listas electorales; y la irresistible tentación de llegar a los gobiernos
sin mayor orientación estratégica y programática, con lo que podríamos
denominar un programa en mutación continua en función de la alianza con el
PSOE en aras de cogobernar con el mismo.

 

Cuanto más se alejan las fuerzas del cambio del espíritu impugnador que las
inspiró, hijo de la voluntad de miles de activistas del 15 M que querían ver
plasmadas las demandas de las calles en los parlamentos y ayuntamientos,
menos capacidad de cambio tienen. Cuanto más se homologan al resto de
partidos y se suben al tanque del mainstream, menos espacio tienen, menos
entusiasmo despiertan y menos apoyos generan. El problema real a resolver es
que ni la moción de censura ni la alianza que la conformó, de momento, han
dado frutos en el terreno de una mejora sustancial de las condiciones de
vida de las gentes: mejora de la cantidad y calidad del empleo, aumento de
la masa salarial, reactivación de los servicios públicos de calidad. Y ello
determina los límites de la eficacia de los gestos y el discurso.

 

La pregunta siempre clave: ¿qué hacer?

 

El impulso de nuevas redes, sean moleculares y de base, sean con mayores
grados de materialización y coordinación de las y los de abajo es el primer
puntal que hay que poner en pie para hacer efectiva la lucha contra la
pobreza, la desestructuración de la sociedad, la ideología del
individualismo (mortal para las clases trabajadoras) y la precariedad
laboral. Crear espacios de encuentro y cooperación es imprescindible para
crear la textura de la resistencia social.

 

El impulso de la expresión autónoma de los movimientos sociales y el poner a
su servicio cada uno de los hitos institucionales que se conquisten en el
periodo electoral de 2019-2020 (si es que no se adelantan las elecciones
generales), junto a la construcción de una alternativa municipalista
participativa, democrática e impugnadora de la ciudad de los especuladores y
favorable a la ciudad de las gentes, así como la promoción de un debate
sobre la Unión Europea, su deriva neoliberal y xenófoba, deberían ocupar el
grueso de los esfuerzos inmediatos de las fuerzas del cambio. Sin ello las
fuerzas del cambio no serán catalizadoras reales del cambio.

 

El impulso desde el más absoluto respeto a su autonomía, ritmos y
experiencias de un movimiento feminista capaz de hacer frente al neomachismo
que reacciona agresivamente ante los avances de las mujeres y que tiene muy
altas dosis de lgtbfobia, así como el trabajo por reforzar su capacidad para
combatir todas las formas de discriminación salarial, social, cultural y
política de las mujeres, son condiciones imprescindibles para asentar un
pilar básico del bloque social contrahegemónico, el de la mitad de la
población oprimida y discriminada: las mujeres.

 

El impulso de la reactivación de las herramientas sindicales para lograr
derogar las reformas laborales, el fortalecimiento de la negociación
colectiva, la disminución de la jornada laboral, la creación de puestos de
trabajo y el reparto del trabajo existente, puede permitir la vuelta a la
escena de la clase trabajadora con un papel político propio.

 

El impulso de la demanda democrática de un referéndum sobre la forma de
Estado para acabar con uno de los pilares básicos de la transición diseñada
por los franquistas e impuesta en la Constitución de 1978: la monarquía
encarnada por la familia-empresa de los Borbones, supone dar pasos reales en
el desmantelamiento del régimen, la ruptura democrática y la exigencia de
proceso(s) constituyente(s).

 

La cuestión de Vox

 

Sin despreciar el peligro potencial que encierra Vox y cuyo primer efecto es
que está marcando el paso a la derecha y llenando de forma desproporcionada
la agenda mediática, conviene desarrollar análisis más detallados que los
que de forma precipitada y desde el PSOE de forma simplona se han hecho de
lo que representan Abascal y sus caballeros. El partido de Abascal ha
catalizado el destape de sectores exfranquistas, la expresión del malestar
de una parte de las clases medias tradicionales cuyas desgracias pueden
atribuir no a sus causantes sino a los sectores más vulnerables de la
sociedad, caso de la migración, el islamismo o las mujeres, así como la
búsqueda abstracta de seguridad contra los factores que atentan contra su
identidad nacional, caso de la cuestión catalana, o simplemente el hartazgo
ante la falta de ejemplaridad de los políticos. Pero si no acertamos en cómo
pararlos, si los convertimos en el único objetivo a batir, cosa que les
refuerza, sí que pueden llegar a ser peligrosos si su actual autoritarismo
ultraliberal acaba conectando, cosa que todavía no ha hecho, con sectores
populares desesperados.

 

La primera cuestión a tener en cuenta es que Vox forma parte del sistema, no
en vano es un desgajamiento de viejos militantes del PP (Abascal o Bardají
son paradigmáticos), es hijo político del régimen de la reforma, de sus
concesiones, de sus tareas democráticas y antifranquistas inconclusas, de la
contradicción entre poder ser demócrata y no ser antifranquista porque no
hubo ni ruptura democrática ni proceso constituyente propiamente dicho, al
reducir todo el cambio al legal alumbrado en pactos secretos. La segunda
cuestión a considerar es que el principal muro de contención del partido
ultra no será el que permiten los juegos reglamentarios institucionales,
sino que será la creación de una amplia alianza transversal y plural con
capacidad de movilización de masas que abarque a las organizaciones
feministas, sindicales, estudiantiles y de cuanta gente lucha por los
derechos nacionales, las libertades y los avances sociales. La tercera es
que las formas de lucha antifascista no son únicas ni homogéneas y todas
ellas deben ser complementarias desde la aspiración común a reconstruir un
tejido asociativo alternativo en nuestras ciudades, barrios y pueblos.

 

A modo de conclusión provisional

 

Parafraseando a Ulrich Beck, que afirmó que “cuando el orden mundial se
desmorona, la gente empieza a pensar”, podemos concluir que la primera
obligación que tenemos es precisamente pensar con nuestra cabeza, combatir
la pereza intelectual, huir de las metáforas y los paralelismos históricos
simplones, analizar en concreto desde una mirada holística y, lo que es más
importante, trazar una hoja de ruta. Ensayar, equivocarnos, corregir y
avanzar. Y tanto para pensar colectivamente como para actuar de forma
cooperativa y conjunta, es necesario constituir esa nueva izquierda de la
que habla Fraser.

 

Y, en definitiva, tanto frente a Vox como frente al conjunto de las fuerzas
de la derecha y a los pilares del régimen de la reforma, la cuestión para la
izquierda a construir es poner en primer lugar, frente a un neoliberalismo
cada vez más autoritario la agenda social y democrática, factor precipitante
de procesos de unidad real de las fuerzas preexistentes y cimiento
fundamental del bloque contrahegemónico. Sólo en ese contexto la lucha
electoral puede contribuir a un proyecto ilusionante, capaz de generar un
nuevo horizonte destituyente, republicano y rupturista frente a la ola
reaccionaria y a la subalternidad respecto al PSOE. Esa es la base de la
(re)construcción de las fuerzas del cambio que necesitamos, las que
demandaban tantas y tantos activistas del 15 M y que, con más motivos que
entonces, nos toca recuperar y renovar.

 

Notas

 

1/  En las salas españolas titulada Inflitrado en el KKKlan

2/  Fraser, N. (2017) “Saltar de la sartén para caer en las brasas.
Neoliberalismo progresista frente a populismo reaccionario” en AA.VV. El
gran retroceso. Un debate urgente. Un debate internacional sobre el reto
urgente de reconducir el rumbo de la democracia. Seix Barral, Barcelona,
2017, pp. 107.

3/  Ariño, A. y Romero, J. (2016), La secesión de los ricos, Galaxia
Gutemberg, Barcelona.

4/  Begoña María Tomé-Gil, La Cumbre del Clima de Katowice, un momento para
la ambición y justicia climática, 10/12/2018
https://blogs.20minutos.es/la-energia-como-derecho/2018/12/10/la-cumbre-del-
clima-de-katowice-un-momento-para-la-ambicion-y-justicia-climatica/

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