Argentina/ "El modelo kirchnerista es irrepetible" [Martín Schorr - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Ene 20 23:01:44 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

20 de enero 2019

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Argentina

 

Entrevista al sociólogo Martín Schorr

 

“El modelo kirchnerista es irrepetible”

 

Socompa, 17-1-2019

http://socompa.info/

Sin Permiso, 19-1-2019

http://www.sinpermiso.info/

 

La futura herencia plantea enormes desafíos. Los cambios estructurales, la
desindustrialización y las disidencias en la cúpula empresarial, como así
también la inviabilidad de un esquema inclusivo basado en ventajas
comparativas y la redistribución del ingreso como condición necesaria pero
insuficiente, son algunos de los temas de una entrevista donde quedó
planteada una cuestión de fondo: la necesidad de una construcción política y
social para impulsar un modelo que no inhiba la inversión productiva.

 

Cuatro de cada diez equipos productivos en el sector industrial están
inactivos. En el último año se destruyeron 50 mil puestos de trabajo en la
industria manufacturera y 115 mil desde que asumió Cambiemos. La pérdida es
sistemática: 34 de los 35 meses cubiertos por las estadísticas arrojan datos
negativos. “Se están sentando las bases para un proceso muy profundo de
reestructuración. Cuando analizás los perfiles sectoriales se ve con
claridad que se consolida todo lo relacionado con las ventajas comparativas
y los servicios financieros”, señala el sociólogo Martín Schorr. Formado en
los equipos que lideró Daniel Azpiazu, sus principales temas de
investigación se vinculan con la evolución del sector industrial local en
las últimas décadas, las restricciones al desarrollo económico y el rol de
las clases dominantes en la Argentina contemporánea (*.

 

Su lectura subraya el panorama desolador entre las Pymes, pero también
destaca las disidencias que comienza a generar el modelo de Cambiemos hacia
el interior de la cúpula empresarial, donde ya se hacen sentir los efectos
de la desindustrialización. No se trata de indicios. La última Encuesta a
Grandes Empresas Nacional del Indec confirma un avance de las firmas de
servicios en detrimento de las manufactureras, beneficiadas las primeras por
los cambios regulatorios y los tarifazos. La salida exportadora, pregonada
por el gobierno, no existe. En tres años cayó un 7,4 por ciento el número de
grandes firmas que exportan.

 

-Guillermo Moretti, vicepresidente tercero de la UIA (Unión Industrial
Argentina) y titular de la Unión Industrial de Santa Fe, afirmó que la
situación es peor que en 2001. Dijo que apoyar el modelo de Macri es suicida
y que nunca se registró un retroceso tan grande de la industria en tan corto
tiempo.

 

Es interesante desde lo político. El gobierno hace agua en su relación con
los sectores populares porque el modelo solo cierra con el deterioro del
salario. Esto golpea a la demanda interna. Es un modelo que beneficia a
pocas fracciones del capital. De allí que la discusión en la UIA sea cada
vez más visible. A las grandes industrias no solo se les achica el mercado
interno, también tienen cerrada la posibilidad de exportar por el escenario
internacional, que para países como el nuestro habla de poca demanda y mal
precio. El modelo de Cambiemos no tracciona por el lado interno y tampoco
por el externo.

 

-El planteo de Cambiemos deja afuera a sectores importantes de la gran
burguesía industrial…

 

No hay duda. Aguantan porque tienen espalda y canalizan recursos hacia la
timba financiera. Lo que se ve es un avance de los sectores con precios
regulados, los bancos y una consolidación de las empresas ancladas en los
recursos naturales. Por eso una multinacional local como Arcor está como
está. El gobierno no solo ahoga a enormes sectores de la sociedad. Tampoco
logra darles rentabilidad a grupos muy importantes del capital concentrado.
Este registro hay que incorporarlo al análisis.

 

-El gobierno insiste en la necesidad de insertar al país en las cadenas
globales de producción. Habla de ser el supermercado del mundo.

 

Esa es su gran apuesta. Una idea vaga, con pocas precisiones. Lo que está
claro es que,  en la concepción del gobierno, el modelo pasa por las
ventajas comparativas, y eso tiene un correlato social muy complicado.

 

-¿Por qué?

 

Porque la reprimarización no implica mejoras en el mercado de trabajo. El
fenómeno queda a la vista con la creciente precarización laboral y la
pérdida de puestos de trabajo en la industria. Lo del gobierno es un modelo
para un tercio de la población activa. Si no se incorporaran capas
crecientes con empleo genuino solo queda el asistencialismo y la represión,
y me parece que ya estamos asistiendo a los límites sociales del planteo.

 

-Durante el kirchnerismo, la reticencia inversora actuó como veto político.
¿Podría ocurrir algo similar?

 

Hoy, la reticencia inversora es producto de un modelo que no da visos hacia
dónde canalizar el excedente. Es producto de la racionalidad capitalista.
Hoy, el negocio es financiero. El que invierte en un activo productivo es un
demente. Si los excedentes se canalizan hacia la timba financiera es porque
el modelo hace inviable la acumulación productiva.

 

-¿Qué herencia se puede esperar de Cambiemos?

 

Desde lo estructural, una herencia muy compleja. Van a dejar un enorme
endeudamiento y una restricción externa muchísimo más pesada que la heredada
del kirhcnerismo.

 

-El sector concentrado jugó un rol central en la salida de la
Convertibilidad. Podemos imaginar que vuelva a ocupar un espacio central en
la resolución de la herencia de Cambiemos…

 

Seguramente. Es un sector fuertemente extranjerizado que no solo influye
sobre el perfil productivo y las decisiones estatales, también presiona
sobre las cuentas externas. Las cincuenta empresas más grandes generan la
mitad de las exportaciones. Son las que controlan los dólares que se
requieren para importar insumos y repagar la deuda. Van a tener un rol
protagónico.

 

-Vamos hacia una reestruturación de la deuda…

 

Como mínimo, si es que no terminamos en una cesación de pagos. Todo el mundo
coincide en que lo del Fondo Monetario alcanza hasta diciembre. El primer
tramo del próximo gobierno va a ser crítico. Esto posiciona a los grandes
exportadores y al capital financiero en un lugar clave.

 

-La casi segura restricción externa pone una vez más sobre la mesa la
cuestión del mercado cambiario y de la cuenta de capital. ¿Habrá que regular
lo desregulados por Cambiemos?

 

Lo que con tanto desprecio se calificó como un cepo cambiario, en realidad
no era otra cosa que una forma de regular el mercado de divisas. Uno puede
criticar al kirchnerismo por la forma en que lo hizo, o por la demora en
hacerlo, pero era una medida híper necesaria. Tan necesaria entonces como
ahora.

 

-Hay una suerte de consenso que dice que es imposible combatir la fuga de
divisas, que la única opción es resignarse y liberalizar.

 

La timba y la fuga no son propiedades inherentes del capital, sino una
propiedad que adquiere el capital en un escenario normativo y regulatorio
que las habilita.

 

-¿Qué se puede esperar del Mercosur? Macri y Bolsonaro buscan flexibilizar
las reglas.

 

Cambiemos apuesta al Mercosur en lo discursivo, pero en la práctica tiene la
vista puesta en la cuenca del Pacífico, en los tratados de libre comercio.
Habrá que ver qué hace Bolsonaro. Lo cierto es que Argentina está muy atada
al Mercosur. Una parte muy importante de nuestras exportaciones dependen del
nivel de actividad de Brasil. El panorama es complejísimo porque el modelo
Bolsonaro puede provocar en Brasil una crisis más profunda que la que
estamos atravesando nosotros. Además, China, otro socio comercial de mucho
peso para nosotros y Brasil, ya no crece a tasas chinas.

 

-En síntesis, ni Macri ni Bolsonaro parecen interesados en el Mercosur…

 

Tiene su lógica. Macri quiere consolidar a la Argentina como plataforma
exportadora de productos primarios, y no mucho más. La impronta del Mercosur
que tenía como objetivo industrializar sobre la base de una integración
productiva ya no existe. Ni aquí ni en Brasil.

 

-¿Tampoco para los industriales paulistas?

 

-La gran burguesía brasileña ya no es más la burguesía paulista. Brasil es
una economía recontra extranjerizada. El juego de esos capitales está más
orientado a las cadenas globales de valor con base en el sector primario que
a una apuesta más cerrada, como la vinculada al Mercosur.

 

-¿Los tratados de libre comercio pueden traer inversiones?

 

Pueden, pero no son la solución. Si llegan se van a concretar en el sector
primario con miras a exportar. Es un sector que no necesita salarios altos
para garantizarse la rentabilidad. Eso congela la distribución del ingreso
en un nivel muy bajo. Además, es un sector con un altísimo grado de
concentración y extranjerización. Cada dólar que exporta se va por remisión
de utilidades, por fuga o lo que sea. Para peor genera muy poco empleo. En
el mejor de los casos, un modelo de este tipo implica una desocupación de
entre el diez y el quince por ciento.

 

-Sin embargo, algunos países lograron insertarse en el comercio mundial
exportando commodities y además consiguieron altos grados de desarrollo.

 

No creo que haya modelo virtuoso por ese lado. Los países que hicieron de
eso un modelo exitoso son muy diferentes al nuestro. Son los casos de Nueva
Zelanda, Australia y Finlandia, por ejemplo. Exportan commodities y
alimentos elaborados, pero incorporan eslabonamientos productivos con
servicios. Es un modelo muy endeble para un país con cuarenta y cuatro
millones de habitantes. Vuelvo sobre que decía: el sector primario no tiene
encadenamientos, o son muy exiguos y están controlados por el capital
extranjero, lo que condiciona mucho la posibilidad de incorporar tecnología.

 

-¿Y Vaca Muerta…?

 

Ahí se puede dar que algunas empresas, sobre todo las chinas, inviertan en
sectores productivos para garantizarse el negocio exportador. Nada muy
distinto, aunque sí mucho más sofisticado, que lo que hicieron los intereses
británicos a fines del siglo diecinueve.

 

-¿Quiénes deberían ser los interlocutores privilegiados en un modelo
traccionado por el Estado?

 

Ante todo es necesario un proceso de construcción política entendido no como
una estrategia electoral, sino como un proceso de construcción social. Sin
esa condición, un modelo traccionado por el Estado está llamado al fracaso
porque presupone una confrontación más o menos abierta con el poder
económico…

 

-Y los interlocutores…

 

Es un problema serio. La gran burguesía local, por nombrarla de alguna
manera, no difiere mucho en lo que tiene para ofrecer el capital extranjero.
Primero hay que definir el modelo alternativo, que dicho sea de paso no creo
que sea el modelo kirchnerista. El ciclo de Néstor y Cristina dejó
cuestiones estructurales pesadísimas que, entre otras cosas, devinieron en
el ajuste que está procesando el gobierno conservador de Cambiemos.

 

-Quedan las pequeñas y medianas empresas.

 

Si el modelo implica una redistribución hacia los trabajadores, seguramente
que a las pequeñas y medianas empresas les va a ir bien. El problema es que
en ese espacio no hay actores capaces de articular políticamente su suerte
con los sectores populares. Terminan siendo más capitalistas que la
burguesía nacional.

 

-¿Entonces?

 

-Hay que discutir en serio quién maneja los resortes estratégicos de la
economía y orientarse hacia una conducción estatal más fuerte. Y eso tiene
que mucho ver con lo regulatorio, pero también con un Estado que recupere
esferas importantes renacionalizando sectores. Además, el Estado debe
captura parte de la renta extraordinaria de los sectores petrolero, minero y
agropecuario.

 

-Hablemos de la inflación. El gobierno pretende combatirla con política
monetaria. Más allá de la mega devaluación, queda a la vista que el planteo
es insuficiente.

 

Combatir la inflación solo con política monetaria es una fantasía. Para eso
hay que incrementar la capacidad regulatoria en las cadenas de producción.
En especial en sectores muy concentrados, donde un puñado de firmas produce
insumos difundidos y opera como formador de precios. Si nadie controla, la
inflación es muy difícil de combatir. Hay empresas claves que operan en
condiciones oligopólicas y monopólicas.

 

-Caso Techint…

 

-Es un ejemplo típico, pero hay otros. Techint, por ejemplo, producen en el
país, pero impone precios internacionales. O regulás o renacionalizás. No
hay otra. Si redistribuís ingresos pero no lo acompañás con una intervención
del Estado para que el costo de la chapa le dé competitividad al sector
productivo de bienes de capital nunca vamos a despegar.

 

-Los industriales suelen quejarse del costo laboral y de la presión
impositiva. Argumentan que esos factores les restan competitividad.

 

Es verdad. Cuando discutís con las pymes te responden que los principales
problemas son la Afip y la UOM. Sin embargo, cuando estudiás el tema, y
nosotros lo hicimos en 2013, los resultados señalan que Techint es el
principal factor que reduce la competitividad de las pymes productoras
bienes de capital; mucho más que la Afip y que los costos laborales. La
clave está en el costo de ciertas materias primas.

 

-Da la impresión que el debate económico se resume en redistribución versus
libre mercado. Es como si estuviéramos anclados en una discusión que se
muerde la cola.

 

Quienes tuvieron las riendas de la economía kirchnerista insisten en que el
modelo alternativo es el que ellos implementaron. Tienen una capacidad
autocrítica muy reducida. No alcanza con retomar las riendas del Estado para
redistribuir ingresos y volver a cierta etapa dorada de Néstor y Cristina.

 

-Sería insuficiente…

 

No alcanza para desmontar lo que dejará Cambiemos. El kirchnerismo parece
agotarse en la redistribución del ingreso y es irrepetible en dos sentidos.
La soja ya no está a seiscientos dólares. No hay viento de cola. Además, el
escenario internacional es muy adverso. Hay que pensar cosas distintas. La
cuestión no pasa tanto por las medidas y las herramientas. Lo que hay que
tener en claro es que modificar la herencia de Cambiemos será un desafío
político de primer orden.

 

-¿Están las pequeñas y medianas industrias capacitadas para dar un salto
tecnológico? Lo que se nota es una gran resistencia al cambio.

 

-Las pymes están muy ligadas al contexto en el que actúan. La clave no pasa
tanto por las decisiones empresarias de querer concretar ese salto, sino por
establecer las condiciones para que sea posible. Si el mercado interno se
reactiva y en paralelo tenés política industrial y estímulos financieros, el
salto es posible. Eso implica asumir un criterio para determinar a qué
sector se premia.

 

-¿Cuáles deberían ser los sectores premiados?

 

Mucha heterodoxia considera que lo que amerita ser sujeto de una política
industrial son los sectores eficientes. ¿Cómo piensa esa heterodoxia la
eficiencia…? Lo hace en términos de competitividad externa. Es como piensan
los ricardianos la política productiva. Si te quedás en ese registro, el
salto tecnológico no es viable.

 

-Y entonces…

 

Para que sea posible hay que hacer lo que hicieron muchos países periféricos
que hoy se están comiendo el mundo industrial. Es el caso de China y algunos
países del sudeste asiático. Esos países dejaron de lado el criterio
ricardiano y apuntalaron sectores que consideran estratégicos. Argentina
tiene un enorme potencial que no se va a aprovechar si todo queda resumido a
la redistribución del ingreso y a la competitividad externa sobre la base de
las ventajas comparativas. Es un poco lo que le pasó al kirchnerismo. La
redistribución del ingreso puede ser una condición necesaria, pero para nada
suficiente.

 

-Ahí hay un desafío intelectual y conceptual.

 

Si seguimos pensando en que la eficiencia es solo un costo de producción
estamos embromados. Si al capital lo dejás funcionar libremente se comporta
igual en Japón que en Argentina. No es ninguna novedad. Ya lo dijo Marx. Las
respuestas de porqué el capital funciona en esos países en forma diferente
hay que buscarla en la relación que mantienen con el aparato estatal y en la
orientación que ese aparto imprime al capital.

 

-Volvamos sobre la coyuntura. ¿Se puede afirmar que el proceso actual
ensancha la brecha que se disparó hacia el interior del entramado industrial
durante los noventa?

 

Hay mucho de eso. El desplome de los noventa dividió en dos al sector. Hubo
grandes empresas a las que le fue muy bien, como las automotrices y las
exportadoras, al tiempo que  destrozó a las pymes. Hoy, nuevamente, el mayor
deterioro es en las capas chicas y medianas. El desplome industrial es
bestial. El análisis de la composición sectorial del valor agregado confirma
que es mucho mayor que el que muestran los indicadores de coyuntura. En
términos históricos, el derrumbe es equiparable al que se verificó durante
la dictadura y en los noventa. Es un declive muy pronunciado y sistemático.

 

-Uno tiene la sensación que algunos sectores de ese gran capital, que
aplaudió el triunfo de Macri, vería con buenos ojos un regreso a las
políticas del kirchnerismo.

 

-No es descabellado. Se quejaban del discurso populista, pero ganaban mucho
dinero. Además, la redistribución aglutinaba al sector del trabajo. Ahora
estamos en el peor escenario. No hay rentabilidad, no hay mercado y la
sociedad está al borde del estallido.

 

* Martín Schorr es Doctor en Ciencias Sociales por la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales, Licenciado en Sociología por la
Universidad de Buenos Aires y Magíster en Sociología Económica por la
Universidad Nacional de San Martín. Actualmente es Investigador del CONICET,
en la Universidad Nacional de San Martín y en FLACSO. Publicó numerosos
artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales.

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