Mercosur/Unión Europea/ Acuerdo de asociación. Crónica de un anuncio no esperado [Damián Rodríguez Díaz]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jul 5 16:07:18 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

5 de julio 2019

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Mercosur/Unión Europea

 

El Acuerdo de Asociación 

 

Crónica de un anuncio no esperado

 

Damián Rodríguez Díaz *

Brecha, 5-7-2019

https://brecha.com.uy/

 

El canciller de Argentina, Jorge Faurie, emocionado y llorando, le envía un
mensaje de voz al presidente Mauricio Macri comunicándole que el acuerdo
entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) había sido alcanzado. El alto
cargo del ejecutivo argentino aprovechó algunos minutos de la decimocuarta
reunión del G 20 en Osaka para viralizar la emoción de Faurie y, de esta
manera, oficializar que el fin de las longevas negociaciones comerciales se
había concretado durante el ejercicio no sólo de su mandato presidencial,
sino también de la presidencia pro témpore argentina en el bloque
suramericano. El entusiasmo desbordante de Macri fue replicado por su
homólogo brasileño, Jair Bolsonaro, que en su cuenta de Twitter calificó
como “histórico” el cierre de las negociaciones entre ambos grupos
regionales. La noticia cruzó rápidamente el Atlántico y fue difundida por
los gobiernos de Uruguay y Paraguay a través de comunicados oficiales de sus
respectivas cancillerías. El viernes 28 de junio, el debilitado orden
liberal internacional volvió a abrazar la panacea del libre comercio.

 

Escépticos como optimistas estuvieron pendientes de los acontecimientos de
la cumbre del G 20 en Osaka y de las reuniones técnicas que, en paralelo,
mantenían los equipos negociadores del Mercosur y de la UE en Bruselas. La
antesala internacional de la reunión de las economías más poderosas en Japón
no auguraba el humo blanco posterior. La guerra arancelaria entre Estados
Unidos y China, el convaleciente sistema multilateral heredado tras la
crisis financiera internacional de 2008, la agonía del Brexit, la
propagación del proteccionismo y el avance de la extrema derecha como fuerza
política antiglobalizadora dibujaban un escenario similar. Las últimas
rondas de negociaciones, tras el impulso que se imprimió al acuerdo en 2016,
habían fracasado. Sin embargo, en las semanas previas al G 20, las
declaraciones favorables a un acuerdo entre ambos grupos regionales fueron
aumentando. Los países del Mercosur, en particular Argentina y Brasil,
presionaban por el cierre “inminente” del acuerdo. La UE, por su parte,
compartía el entusiasmo del bloque suramericano, pero con cautela.

 

La comisaria de Comercio de la UE, Cecilia Malmström, el 17 de junio
declaraba en conferencia de prensa que el acuerdo comercial con el Mercosur
podría cerrarse al final del actual mandato, pero “no a cualquier precio”,
ya que persistían algunas líneas rojas especialmente en el sector agrícola.
Así, se evidenciaba la existencia de dos posiciones a la interna de la UE.
La reticencia del presidente francés, Emmanuel Macron, de alcanzar el
acuerdo comercial con el Mercosur respondía ya no sólo a los intereses del
influyente sector agrícola-ganadero, sino también a la postura de Brasil,
especialmente de Bolsonaro y su canciller, Ernesto Araújo, respecto al
Acuerdo de París sobre el cambio climático y la deforestación de la
Amazonia. Francia, junto con Polonia, Bélgica e Irlanda, sus aliados
tradicionales contra el acuerdo birregional, envió una petición a la
Comisión Europea con el objetivo de que las negociaciones no siguieran
adelante. Por su parte, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez,
presentó una ofensiva diplomática, enviando una carta al presidente de la
Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, para que culminen las negociaciones.
La petición fue rubricada por Alemania, Holanda, Portugal, Suecia, Lituania
y República Checa y estableció que el acuerdo comercial con el bloque
suramericano traería beneficios para sectores productivos europeos como el
automotriz, la industria química y la farmacéutica. Además, estos países
insistieron en que el acuerdo con el Mercosur daría un “fuerte mensaje” al
comercio internacional, ya que la UE no puede ceder “el paso a argumentos
populistas y proteccionistas sobre la política comercial” (El País de
España, 22-VI-19).

 

El acuerdo

 

El Acuerdo de Asociación entre el Mercosur y la UE se enmarca en la
estrategia interregionalista, una de las modalidades de la política exterior
de la UE de mediados de los años noventa. Durante los veinte años de
negociaciones entre ambos grupos regionales, la UE alcanzó acuerdos de
asociación con México (1999), Chile (2002), Perú y Colombia (2010),
Centroamérica (2012) y Ecuador (2014). Las negociaciones con el Mercosur que
se iniciaron en la cumbre de Rio de Janeiro en 1999 fueron suspendidas en
2004 por la agenda de intereses ofensivos y defensivos, y las limitaciones
de las respectivas ofertas de acceso al mercado de bienes industriales y
agrícolas. Se reanudaron en la cumbre UE-América Latina y el Caribe de 2010,
en Madrid. Tras la suspensión temporal de 2012, se retomaron en 2016 durante
el ejercicio de la presidencia pro témpore de Uruguay.

 

Para la cancillería uruguaya, el resultado es un acuerdo “amplio y
equilibrado”, que implica un volumen de comercio birregional de más de
90.000 millones de dólares anuales y abarca a 800 millones de personas.
Además, 97 por ciento de toda la oferta exportable de Uruguay tendrá un
ingreso preferencial en Europa, con un impacto de unos 100 millones de
dólares anuales. La UE es el segundo socio comercial del Mercosur y el
segundo destino de las exportaciones uruguayas, entre las que se destacan la
carne bovina, la celulosa, el rubro maderero y productos como arroz, cueros,
cítricos y miel, siempre según la información. El acuerdo plantea un
cronograma de desgravación arancelaria diferenciado, tanto para bienes
industriales como para bienes agrícolas. Se incluyen disposiciones que abren
mercados en materia de servicios y compras gubernamentales. Con respecto a
la propiedad intelectual, se establece que la regulación dependerá de la
legislación de cada país.

 

Cuáles son los productos que se podrán exportar y cuáles llegarán sin
aranceles desde el viejo continente está aún por conocerse. Todavía no se ha
hecho pública la letra del acuerdo. Una vez que se conozca, se dispondrá de
la información para evaluar beneficios y costos, y saber qué tipo de
concesiones han hecho ambos bloques. Hasta el momento, y por un documento de
la cancillería argentina, se informa que la UE liberalizaría cerca del 100
por ciento y el Mercosur, el 90 por ciento de sus respectivos mercados.
Asimismo, existiría un período de 15 años de liberalización gradual para
sectores sensibles, como el automotriz. Por su parte, la UE a través de un
comunicado oficial hace hincapié en la protección del sector
agrícola-ganadero del bloque, contemplando el interés de Francia y sus
aliados, a través de “cuotas cuidadosamente administradas”. Se intenta que
“ningún producto inunde el mercado de la UE”, como declaró Phil Hogan, el
responsable de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea.

 

Expectativas

 

La inexistencia de informes de evaluación de impacto y el secretismo como
criterio negociador revelan las deficiencias y asimetrías de estos acuerdos
comerciales. Aún falta tiempo para la entrada en vigor del texto. Será
sometido a revisiones legales y técnicas, para luego ser rubricado y
ratificado por los parlamentos de los países que integran el Mercosur y,
según el tipo de acuerdo comercial alcanzado, para su homologación tanto por
el Parlamento Europeo como por los 28 legislativos de los estados miembros
de la UE. En un contexto de cambio estructural y crisis de la globalización,
como plantea José Antonio Sanahuja,1 el acuerdo de asociación entre el
Mercosur y la UE ilustra las pretensiones de ambos grupos regionales de
liderar una coalición a favor del orden liberal internacional, en contraste
con las políticas proteccionistas y las posiciones antiglobalizadoras de
grandes potencias, como Estados Unidos, y de las crecientes fuerzas
nacionalistas en las instituciones europeas.

 

El desafío está en la manera en que el Mercosur asumirá y procesará los
costos económicos y sociales que acarrea el acuerdo comercial con la UE. La
reacción uruguaya tras conocer la noticia el 28 de junio, a través de un
sinfín de declaraciones tanto del oficialismo como de la oposición, celebró
la posible creación de puestos de trabajo, así como la llegada de inversión
extranjera directa y la ampliación de mercados. Hay que evitar los errores
cometidos cuando se selló el reciente tratado de libre comercio con Chile y
democratizar la discusión sobre la inserción internacional del país. La
noción de que el libre comercio trae crecimiento económico merece ser
discutida, teniendo en cuenta que siempre ha favorecido a los países
desarrollados. La periferia, de la que somos parte, ha condicionado su
inserción a la visión pro libre comercio del centro desarrollado. ¿No
estaremos retirando nuestra escalera al desarrollo, como afirma el
economista surcoreano Ha-Joon Chang? (2)  

 

* Docente e investigador en el Programa de Estudios Internacionales de la
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República. Doctorando en
relaciones internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. 

 

Notas

 

1. Sanahuja, J A (2017), “Posglobalización y ascenso de la extrema derecha:
crisis de hegemonía y riesgos sistémicos”, en Mesa, M (coord), Seguridad
internacional y democracia: guerras, militarización y fronteras. Anuario
2016-17, CEIPAZ, Madrid, 35-71.

2. Ha-Joon Chang (2004), Retirar la escalera: la estrategia del desarrollo
en perspectiva histórica, Instituto Universitario de Desarrollo y
Cooperación.

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