Feminismo/ "Sin esas mujeres pobres que encuentran refugio en la religión, no habrá América Latina feminista" [Nancy Cardoso - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jul 24 15:08:25 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

24 de julio 2019

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Feminismo

 

Entrevista Nancy Cardoso, teóloga feminista brasileña

 

“La América Latina feminista que queremos no va a ser posible sin las
mujeres pobres que hoy encuentran refugio en la religión”

 

Abogó por un feminismo que incluya a las mujeres pobres “capturadas” por los
fundamentalismos.

 

Stephanie Demirdjian

La Diaria, 24-7-2019

https://feminismos.ladiaria.com.uy/

 

Los desafíos que plantea el avance de la derecha conservadora y del
fundamentalismo religioso para los feminismos de América Latina centraron la
última conferencia de las Jornadas de Debate Feminista, organizadas la
semana pasada por los colectivos Cotidiano Mujer y Encuentro de Feministas
Diversas. La encargada de dar el debate fue la teóloga feminista brasileña
Nancy Cardoso, quien ahondó en los espacios de militancia feminista que
están en disputa frente a la arremetida que lideran las iglesias
neopentecostales y abogó por un feminismo no elitista, que deje de “buscar
espejos” y, en cambio, “abra ventanas” para ir al encuentro de las mujeres
más marginadas.

 

“¿Por qué la religión funciona con la mayoría de mujeres pobres? ¿Qué
quieren? ¿Qué están buscando?”, son algunas de las preguntas que según
Cardoso tienen que responder las teólogas feministas. Sin esas mujeres
pobres que hoy encuentran refugio en la religión, asegura la pastora
metodista, no puede haber América Latina feminista. La clave está en
convivir con ellas, entender qué es lo que encuentran en esas iglesias y
apostar por la educación popular y el trabajo de base para crear otros
espacios en los que puedan ser libres. “Sólo estando ahí con ellas”, afirmó,
“se puede ir construyendo alternativas”.

 

Cambiar la trayectoria

 

Cardoso dijo que hoy en día el fundamentalismo religioso juega un papel “muy
pesado y muy fuerte” en toda la región, pero advirtió que en Brasil lo hace
“de manera muy fea y escandalosa”. La teóloga aseguró que el grupo con más
fuerza es el de los evangélicos pentecostales, que son los que “todavía
siguen apoyando al fascista que es presidente del país” –Jair Bolsonaro– y
los que “se sienten representados en las políticas y en la ruptura con los
derechos”.

 

En este contexto, planteó que las iglesias neopentecostales también siguen
siendo las elegidas por muchas mujeres trabajadoras y pobres para pasar su
tiempo libre, pese a que allí “las aplastan, controlan y disciplinan”. “A
esta hora está por empezar el culto. Las señoras trabajaron todo el día como
empleadas, explotadas, alienadas, invisibles y en situaciones indignas,
tomaron un bus desde lejísimos pero antes de irse a casa van a la iglesia.
Van a entrar y van a decir la paz del señor, encontrarse con las hermanas y
escuchar las palabras de un varón que está en el frente. Las señoras van a
cantar y cerrar los ojos. Ese es el fenómeno religioso”, relató la teóloga.
“Estaba pensando en qué es lo que sostiene a estas mujeres, por qué la fe es
importante para ellas, por qué en este momento están en una iglesia cantando
‘sólo el poder de Dios puede cambiarme así’ y se sienten de alguna manera
felices”, reflexionó. Y se preguntó: ¿por qué?

 

“Hay un fenómeno que yo como estudiosa de la religión y teóloga tengo que
plantearme: ¿por qué la religión funciona con la mayoría de mujeres pobres?
¿Cuál es la eficiencia?”, preguntó. La brasileña aclaró que con su trabajo
no busca “destruir a estas mujeres ni aislarlas o dejarlas lejos del
feminismo, de la lucha, del proceso de derechos”. Por el contrario,
considera que dar respuesta a estos interrogantes es una tarea que tienen
las teólogas feministas que se proponen ocupar y disputar estos espacios. A
su entender, la mejor manera de empezar a hacerlo es involucrándose con
ellas desde la sororidad, escuchar sus voces, y a partir de ahí entablar un
proceso de educación popular y trabajo de base.

 

Para ella, este es “el primer movimiento importante en la teología
feminista”: asumir el proceso de estas mujeres que encuentran las respuestas
a sus problemas en las iglesias fundamentalistas y “cambiar su trayectoria”.
Y esto es urgente, aseguró, “porque la América Latina feminista que queremos
no va a ser posible sin las mujeres pobres que hoy encuentran refugio en la
religión, no puede ser una vanguardia de feministas”.

 

Más adelante, a raíz de una de las preguntas del público, Cardoso retomó la
cuestión de clase y dijo que hay que “sacar el elitismo” del feminismo, que
parece ser exclusivamente “de mujeres universitarias y profesionales”. En
ese sentido, dijo que conocemos la “percepción de la violencia” de las
mujeres pobres pero, por ejemplo, no tenemos idea de cómo viven la
sexualidad. “¿Cómo goza la vendedora de limones, gritando el precio de su
producto sin ropa interior? ¿Cómo se liberan las mujeres de pueblo en medio
de tantas violencias, de tantas limitaciones?”, disparó la teóloga. “Creo
que no hay que buscar espejos”, agregó, “sino abrir ventanas para
encontrarnos con estas mujeres”.

 

Lo que ellas quieren

 

Entonces, ¿por qué funcionan los fundamentalismos religiosos? ¿Cuál es la
carnada? Una vez planteadas las preguntas, la teóloga se dedicó a proponer
algunas respuestas. En primer lugar, planteó el argumento del “pánico
moral”.

 

Según Cardoso, el pánico moral sólo funciona si va de la mano del pánico
económico y el pánico político. “La gente siente miedo, está insegura, no le
alcanza para comer, no sabe cómo va a pagar el alquiler, y en la calle hay
violencia, marginalidad y droga. Hay un pánico generalizado”, explicó la
teóloga. “Estos pastores actúan en esos grupos, que son frágiles y enfrentan
precarias condiciones de vida. No van a hablar de desempleo, ni de la
desigualdad salarial entre varones y mujeres, ni del escándalo de lo que
cobran las empleadas domésticas y las mujeres que trabajan en servicios y
que son explotadas a diario. Pero lo que van a tomar es el pánico moral”,
agregó Cardoso, y aseguró que esto es lo que funcionó en las últimas
elecciones en Brasil. “Decían que las feministas, los gays y el gobierno de
centroizquierda estábamos para destruir la familia, y usaron los ejemplos
más groseros con ninguna proximidad científica, pero no interesó”, dijo la
experta.

 

La teóloga consideró que la estrategia de pánico moral “es muy eficiente” y
dijo que, en Uruguay, es por ejemplo la que utilizan quienes promueven la
campaña Vivir sin Miedo. Al respecto, advirtió: “Ojo, así empieza, toman la
vida de la gente que ya es fragilizada y les genera pánico para luego
ofrecerse como los que pueden garantizar seguridad a la gente”.

 

Otra de las razones por las que Cardoso cree que los fundamentalismos han
calado hondo en algunos sectores sociales es lo que llamó el “familismo”,
esa idea de que hay que proteger el modelo tradicional y heteronormativo de
familia frente a los ataques de las feministas que con su “ideología de
género” lo quieren destruir. “Esto en las iglesias cae como lluvia en el
desierto, porque la tradición cristiana ya es muy familista, muy centrada en
estos valores de familia que –en realidad– quiere decir de protección de los
varones dentro de los espacios de poder”, explicó.

 

El otro argumento que propuso es el del extractivismo erótico, que la
teóloga feminista explicó así: “Estas iglesias son iglesias de éxtasis, son
iglesias carismáticas que promueven un ritual que alimenta a las personas
para que se liberen, entonces cantan, bailan, y las personas van entrando en
otra esfera, van saliendo de sí mismas, que es lo que tenemos en otras
religiones, como las africanas. Esto pasa en el fundamentalismo y en las
iglesias neopentecostales”. Esto constituye un “despertar erótico”, un “goce
que está ahí tan aplastado por la vida tan dura pero en estos cultos tiene
técnicas de despertar”, se explayó Cardoso. Pero no es todo trance y goce,
resaltó: “Es un proceso colectivo de éxtasis que libera en las personas su
fuerza más vital, sacude sus cuerpos y los libera para después disciplinar
con familia, con moralismo y con obediencia”. Esto es llamativo y seduce
porque, muchas veces, la mayoría de las mujeres que van a esas iglesias
“viven en la miseria sexual, no son dueñas de sus cuerpos, no se orgasmizan
para nada, y en estos cultos van a ser sacudidas por un placer”.

 

En medio de este éxtasis funciona con el pánico moral y el familismo lo que
Cardoso va a calificar de “guerra espiritual”, que no es más que la
advertencia o el llamado de la iglesia a los fieles a vencer los “demonios”
y las “fuerzas del mal”. Estas fuerzas pueden tener forma de feministas,
comunistas o integrantes de la comunidad LGBT, por poner algunos ejemplos.

 

Hacerle frente

 

“La cara más fascista del patriarcado es la que sale de las iglesias”,
apuntó contundente Cardoso, y llamó al movimiento feminista a oponer
resistencia por medio de tres mecanismos: la crítica, la autocrítica y la
creatividad. La crítica se basa en “usar todos los instrumentos teóricos”
para entender, en primer lugar, lo que está pasando.

 

Segundo: mantener la autocrítica. ¿De qué manera? Evitando caer “en el
cuento de la modernidad secular, que nos dijo que Dios está muerto y que la
religión ya no tiene espacio en el público. Esto es mentira. La modernidad
nunca fue para todos, nunca cumplió sus promesas, y la igualdad y la
democracia nunca fueron plenas en las poblaciones, en especial en América
Latina”. En definitiva, mirar los fenómenos que tienen lugar en la región
sin el velo neocolonial.

 

Por último, la creatividad, que tiene que ver con las formas en las que el
acervo feminista es transmitido a las mayorías de mujeres y, en especial, a
las mayorías pobres. Cardoso propone opciones como la educación popular t el
teatro del oprimido. “Si podemos”, dijo, “vamos caminando juntas”.

 

Más allá de la religión

 

La experta hizo un pequeño paréntesis en su presentación para advertir que
no se puede comprender la totalidad del fenómeno tomando la religión como
único modelo explicativo. Hay que entender que no sólo los grupos religiosos
son fundamentalistas, dijo Cardoso: también estamos marcados “por una
economía fundamentalista, un capitalismo fundamentalista que se expresa en
las claves más cotidianas de nuestra vida”.

 

Puso como ejemplo el sistema de producción de alimento, que definió como “un
proceso totalitario a partir del hambre”, que controla “desde la tenencia de
la tierra y los modos de producción hasta la circulación de los productos en
los mercados o la concentración en algunas marcas”. En este esquema, “lo
único que podemos hacer nosotras es ir al supermercado y consumir; esa es
nuestra libertad”, criticó Cardoso. “Entro en el supermercado con mi carrito
y voy a elegir lo que el mercado ya organizó para mí. Vamos eligiendo, pero
es un proceso de elección totalmente controlado y disciplinado, y no nos
damos cuenta”, agregó.

 

Para la teóloga, “estamos viviendo un proceso de un capitalismo avanzado que
controla la producción, la reproducción, la distribución y el consumo”, y la
religión tiene su papel en este proceso. ¿Cómo? Siendo apropiada por el
capitalismo como mecanismo de resolución de conflicto de las promesas que el
mercado no puede cumplir. Explicó Cardoso: “Hay un llamado al consumo
general que no puede ser cumplido por la población. Entonces el capitalismo
se apropia del lenguaje religioso para hacer las compensaciones, justificar
y legitimar esa promesa incumplida. Hay una clase que circula por el mercado
y que cumple las promesas, pero las mayorías pobres en el continente
latinoamericano no participan. Entonces hay que buscar algunos mecanismos de
justificar que el sistema funcione pero de legitimar la ausencia de las
promesas del capitalismo y del mercado”. Para la pastora, esta es la
expresión de un capitalismo patriarcal y “extremadamente fundamentalista”,
porque retira de la sociedad la posibilidad de evaluación, de elegir, y de
crear otras relaciones y otros valores. De esta explicación surge su primera
respuesta a qué es el fundamentalismo: “la suspensión del derecho de decidir
en todas las áreas”. 

 

Antes de terminar, Cardoso insistió en que la “generación fundamentalista”
es internacional y cuenta con el financiamiento de distintos grupos
fascistas del estilo de Con mis Hijos no te Metas. Alertó que los tentáculos
de estos grupos incluso llegaron a tocar los organismos internacionales.
“Forman gente, producen materiales, tienen una red de información bastante
moderna, y ahora empezaron a presentarse en los espacios de la Organización
de las Naciones Unidas, de la Organización de Estados Americanos, de las
comisiones de derechos humanos, a incidir en la política. Aprendieron con
nosotras y ahora están disputando esos espacios”, denunció la teóloga. Y
volvió a decir esa expresión que aprendió durante su visita a Uruguay y que
tan bien le vino para hablar de este tema: “Ojo”.

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