Venezuela/ ¿Qué hay detrás de los apagones? [Manuel Sutherland]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jul 26 12:08:05 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

26 de julio 2019

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Venezuela

 

¿Qué hay detrás de los apagones? 

 

Un nuevo corte de luz de escala nacional dejó este lunes a 15 estados del
país caribeño sin energía eléctrica, incluida Caracas. La situación, que
provoca grandes pérdidas económicas en un país ya castigado por la crisis,
se asemejó a lo acontecido a partir del pasado 7 marzo y hasta el 9 de
abril, con cortes masivos que se prolongaron hasta una semana en algunas
regiones. Tanto entonces como ahora el gobierno venezolano adujo ataques
electromagnéticos contra el sistema eléctrico. El artículo que reproducimos
a continuación fue publicado originalmente en abril de este año en la
revista Nueva Sociedad. 

 

Manuel Sutherland *

Brecha, 26-7-2019

https://brecha.com.uy/

 

El final del ciclo de expansión rentístico se evidencia en el período
2014-2018, un quinquenio que se caracterizó por cinco caídas sucesivas en el
Pbi, algo nunca antes visto en la economía venezolana. Para los años 2017 y
2018 se observa un agravamiento de la crisis, con la irrupción de una
hiperinflación que ha roto récords en América Latina. La caída estimada del
Pbi en el primer trimestre de 2019 puede rozar el 45 por ciento, según
pronósticos moderados. Todo ello podría generar una caída anual de alrededor
de 25 por ciento, lo que podría llevar a la pavorosa cifra de 62,5 por
ciento de caída de la producción para el período 2013-2019.

 

De forma extremadamente sintética, puede decirse que:

 

—  por quinto año consecutivo el país exhibirá la inflación más alta del
mundo, estimada, según la Asamblea Nacional (AN), en 1.698.488,2 por ciento
para 2018. De este modo, el país detenta el decimosexto mes consecutivo con
hiperinflación (noviembre de 2017 a febrero de 2019);

 

—  aunque es posible sostener que la estimación de la AN es exagerada, en el
mejor de los casos la inflación de 2018 fue de alrededor de 90 mil por
ciento, considerando una depreciación de similar magnitud en el tipo de
cambio;

 

—  el valor del dólar paralelo (que sirve para fijar casi todos los precios
de la economía) se incrementó en más de 88 mil por ciento en 2018, lo cual
ha desintegrado por completo el poder adquisitivo;

 

—  el salario real para el período 2013-2018 descendió 95 por ciento.

 

Esta dramática situación económica ha herido gravemente los servicios
públicos “gratuitos”. La crisis ha hecho insostenible la transferencia de la
exigua renta petrolera por la vía de gigantescos subsidios, lo que ha
redundado en su contracción.

 

¿Por qué Venezuela sufre blackouts? 

 

En el país, apenas 1 por ciento de la generación de energía primaria
proviene de biocombustibles y residuos, y sólo 11 por ciento se explica por
la energía hidroeléctrica; 54 por ciento proviene del petróleo y 34 por
ciento, del gas natural (2015), pese a que Venezuela tiene un enorme
potencial hidroeléctrico subutilizado. Entre 2000 y 2015 el uso de petróleo
se ha incrementado 20 por ciento y la utilización de gas ha descendido en la
misma proporción. El cambio hacia energías menos contaminantes se ha frenado
por el forzado sostenimiento de dantescos subsidios a la energía.

 

Aunque lamentablemente no es posible contar con el presupuesto de la nación,
que no se publica desde 2016, se podría decir que la energía se regala a
través de tarifas que reflejan precios irrisorios. Se puede decir, como
ejemplo, que con un dólar (paralelo) se pueden llenar unos 200 mil tanques
de gasolina de 40 litros cada uno. Con la electricidad sucede algo similar.
De acuerdo a un estudio realizado en 2014, el país pierde (como costo de
oportunidad) 51.000 millones de dólares al año para mantener el subsidio en
gasolina, diésel, energía eléctrica y gas.

 

El bajo precio de la gasolina le costó al país 17.000 millones de dólares
anuales, lo que representó 98,4 por ciento del costo real del combustible;
ahora esta cifra ha empeorado porque la gasolina es aun más barata en
términos reales. Por el obsequio del diésel se dejan de percibir 13.000
millones de dólares anuales. En total, anualmente, el país gastó (año 2014)
aproximadamente 34.000 millones de dólares en la subvención de los
combustibles. Ni hablar de que la gran compañía estatal Cadafe pierde 40 por
ciento de su electricidad (energía no facturada) por sostenidos robos en
conexiones ilegales.

 

Se estima que los subsidios totales entregados por concepto energético entre
2014 y 2016 alcanzaron los 75.000 millones de dólares, alrededor de diez
veces la deuda externa completa de Bolivia en 2016. Vistos de forma
acumulada, equivaldrían a cerca de 20 por ciento del Pbi promedio de esa
tríada de años. Esto es evidentemente insostenible y una invitación al
derroche. El gasto estatal en educación, salud y vivienda (sumados) apenas
alcanzó en 2013 el 9,6 por ciento del Pbi, muy por debajo del subsidio
general otorgado.

 

Algunas razones estructurales 

 

Para la mayoría de las grandes ciudades (excepto las ubicadas en el estado
Zulia), los apagones eran excepcionales hasta finales de 2018. Sin embargo,
muchas ciudades y pueblos lejos de la capital han venido sufriendo un fuerte
racionamiento eléctrico que los ha dejado días sin ese esencial servicio.
Esa “administración de carga”, como ahora llama el gobierno al
racionamiento, tiene al menos diez años manifestándose sotto voce. Entre los
años 2001 y 2005 ya habían ocurrido 316 interrupciones mayores de 100
megavatios en el Sistema Interconectado Nacional.

 

Aunque la vigente ley eléctrica, que data del 14 de diciembre de 2010, dice
que el acceso a la electricidad es un derecho humano, este se ha venido
vulnerando en repetidas ocasiones, lo que causa graves daños al país. En
setiembre de 2015 murieron siete bebés prematuros en el Hospital
Universitario Doctor Luis Razetti de Barcelona, estado Anzoátegui, por causa
de una prolongada falla eléctrica. Un caso análogo ocurrió en el pediátrico
Menca de Leoni, el 14 de febrero de 2018, en Guayana, donde la falla
eléctrica duró cuatro horas: la planta eléctrica del pediátrico no funcionó
y por lo tanto fallaron las presiones del aire comprimido y del oxígeno, y
el saldo fue de seis recién nacidos muertos.

 

Podría pensarse que no hubo dinero para invertir en el sistema eléctrico.
Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. Según Víctor Poleo (ex viceministro
de Energía y Minas), hubo un despilfarro estimado en 40.000 millones de
dólares en inversiones que sólo sirvieron para enriquecer a una burguesía
corrupta asociada a la alta burocracia estatal. Para muchos, la debacle del
sistema deviene de la desnacionalización de Electricidad de Caracas (Edc),
por una venta írrita realizada por el gobierno de Hugo Chávez en 2000 a la
empresa estadounidense Aes. La Edc estuvo en manos de Aes hasta 2007, cuando
fue recomprada por Petróleos de Venezuela (Pdvsa). La operación fue de 1.200
millones de dólares, pero lo que Aes vendió no fue lo que compró en 2000,
pues ya había vendido muchas partes a empresas de España y Colombia.

 

Obviamente, hubo un ingente sobreprecio que dejó jugosas comisiones. Dennis
Vásquez, presidente de Aes, dijo que nunca habían hecho un negocio tan bueno
como ese. Infaustamente, las “nacionalizaciones” del gobierno bolivariano
fueron pingües negocios con monumentales comisiones que enriquecieron a una
elite y que de ningún modo fueron parte de una “revolución socialista” o de
algo remotamente similar.

 

La clase obrera del sector también alertó sobre los gravísimos problemas que
no tenían ninguna respuesta gubernamental. Los obreros de la Corporación
Eléctrica Nacional (Corporelec), la central que agrupa a todas las empresas
de electricidad de Venezuela, tienen, desde 2012, sin firmar su contrato
colectivo. Obreros técnicos que en 2011 ganaban más de diez salarios mínimos
ahora sólo reciben cerca de dos salarios mínimos y, a la sazón, ganan 12
dólares mensuales (al tipo de cambio oficial).

 

Con un salario tan bajo, los obreros técnicos más calificados han decidido
emigrar. Se estima que de 50 mil empleados ahora quedan 30 mil, y
lamentablemente subsisten los menos preparados o los más cercanos a la
jubilación. En el Centro de Atención Eléctrica trabaja menos de un tercio
del personal que trabajaba hace seis años, y con menos herramientas,
uniformes y equipos. Manifestar descontento o una vocación política adversa
al gobierno pueden granjearles persecución, los típicos insultos de
“apátrida” y “traidor” o, peor aún, puede ser motivo de sospecha de una
actividad de sabotaje, como el emblemático caso de Elio Palacios,
sindicalista (chavista) que denunció la falta de mantenimiento e inversiones
en el sector y vislumbró la posibilidad de colapso eléctrico. Palacios fue
detenido y llevado a la cárcel, según el Servicio Bolivariano de
Inteligencia (Sebin), por la difusión de “información falsa (…) destinada a
causar pánico y zozobra en la ciudadanía”.

 

Rayos electromagnéticos o simple incendio 

 

Para Poleo, lo que ocurrió el 7 de marzo fue una serie de incendios en el
tramo de Guri a Malena, subestación que está a 120 quilómetros de la represa
en la desembocadura del río Caura en el Orinoco. Las imágenes tomadas por
satélite muestran ámbitos con 700 o más grados centígrados, es decir, varios
incendios en ese tramo y también en el Malena-San Gerónimo (Guárico). Los
incendios quebrantan mecánica y eléctricamente los conductores, y los
sistemas de protección disparan la salida. Ese día, a las 16.30,
desconectaron el Caroní. Pero ese volumen de carga se devolvió violentamente
contra la casa de máquinas y sacó de servicio las turbinas del Guri,
Caruachi y Macagua; el sistema entró en situación de inestabilidad y, como
no hay termoeléctricas, se produjo una demanda en vacío y el país se apagó.

 

Nicolás Maduro comentó, en cadena nacional, que el Sistema Eléctrico
Nacional (Sen) había sufrido un ciberataque. Pero todos los expertos en el
área eléctrica lo consideraron por completo imposible, debido a que los
sistemas de control del Sen no están conectados a ninguna red externa con
posibilidad de conexión atacable a través de Internet. En la misma cadena,
Maduro aseveró que habían sido ataques con rayos de pulso electromagnético,
que a través de dispositivos, naves o algo así habían sido disparados contra
estaciones de transmisión eléctrica por órdenes de Trump y Guaidó. Sin
embargo, la posibilidad de un rayo electromagnético destructor es
completamente descartable, por no decir ridícula, debido a que la energía
necesaria para que este rayo pueda destruir partes del Sen requiere de una
liberación de energía equivalente a la que una bomba nuclear desarrolla en
su explosión. De haber sido así, serían visibles los rastros de algún
estallido, que nadie vio, fotografió (ni oyó) en Venezuela.  

 

* Economista, magister scientiarum en ingeniería industrial y director del
Centro de Investigación y Formación Obrera (Cifo) en Venezuela.

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