Argentina/ Doble cruz. Mujeres: entre la precarización y la omisión estatal [Florencia Alcaraz]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jun 21 13:52:04 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

21 de junio 2019

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Argentina



Mujeres argentinas, entre la precarización y la omisión estatal



Doble cruz



Cien mil mujeres al año no podrán acceder a la jubilación si el gobierno
argentino no extiende la vigencia de una ley que permite regularizar la
falta de aportes. La situación tiene como marco un creciente proceso de
feminización de la pobreza en Argentina.



Florencia Alcaraz, desde Buenos Aires

Brecha, 21-6-2019

https://brecha.com.uy/



Con 60 años cumplidos, lo primero que hizo Beatriz Villegas fue ir a la sede
de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) más cercana a
su barrio en Monte Grande, en la provincia de Buenos Aires. Iba con la
ilusión de poder tramitar la jubilación por moratoria, aquella que regula la
ley 24.476, que permitió que 1.796.439 mujeres se jubilaran hasta el año
2016 sin haber llegado a los 30 años de aportes. Una normativa que reconoció
el trabajo doméstico y de cuidados que hacen, mayoritariamente, las mujeres
y a la vez les dio la posibilidad de jubilarse a quienes sus patrones
mantenían en la irregularidad. Sin embargo, Beatriz se encontró con una
negativa. Arbitrariamente le dijeron que no, que tenía que esperar a los 65
para obtener una pensión. Su ilusión se hizo un bollito de papel. Su hija,
para ayudarla, consultó con dos abogadas previsionales, pero tampoco le
dieron una solución ni una alternativa. Beatriz, que trabajó como empleada
doméstica y cuidadora de ancianos, hace dos años terminó una relación de más
de tres décadas y pudo salir del círculo de violencia en el que estaba
inmersa. Desde el año pasado, cuando le negaron la posibilidad de jubilarse,
busca trabajo, pero no encuentra. Consiguió evadir el maltrato en el
interior del hogar, pero no logra la autonomía económica fundamental para
vivir una vida libre de violencias.



La historia de Beatriz es sólo una entre tantas que se replican en el marco
de un proceso de feminización de la pobreza y que reflejan los números de
desocupación, los promedios de brecha salarial y otras estadísticas, pero
también las decisiones y las omisiones gubernamentales: el próximo 23 de
julio vence el plazo para que las personas que tengan entre 60 y 64 años y
menos de 30 años de aportes puedan jubilarse. Por ahora, la gestión actual
no propuso una prórroga.



Relaciones



“Ni una jubilada menos”, dice el cartel que levanta una chica joven en el
medio de la marcha del 3 de junio por Ni Una Menos. La convocatoria,
impulsada para exigir un freno a los femicidios, pone de manifiesto la
relación que existe entre las violencias femicidas, que en 2018 terminaron
con las vidas de 278 niñas, adolescentes, mujeres, lesbianas, travestis, y
las violencias económicas, que precarizan las vidas de quienes sobreviven al
femicidio. Desde que asumió Mauricio Macri en Argentina, cada convocatoria
feminista se plantó como oposición a la propuesta de ese gobierno y fue
sumando demandas que expresan esas urgencias. Este año el reclamo por la
moratoria estuvo presente en el documento que se leyó en la Plaza de Mayo.



El 86 por ciento de las personas que accedieron a la última moratoria
previsional fueron mujeres. Amas de casa, empleadas domésticas, trabajadoras
en su mayoría precarizadas que no superaban los ocho a diez años de aportes.
La diputada del Frente para la Victoria, Luana Volnovich, que propuso en el
Congreso el Plan de Inclusión Previsional Argentino –que postula una
prórroga de cinco años–, plantea que 100 mil mujeres al año se quedarán sin
su jubilación si no se revierte el plazo de caducidad. En la actualidad, en
Argentina hay 2,5 millones de mujeres que son amas de casa. Según el
Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), hay un 34 por ciento de
trabajadores no registrados o registradas. Pero si se observa este número
con la lupa de género, las tasas de la informalidad son más altas para
ellas: el 31 por ciento son varones y el 37 por ciento son mujeres. Las
cifras que aporta Volnovich son alarmantes: sólo el 14 por ciento de las
mujeres logra jubilarse en tiempo y forma.



Antes de que llegue el plazo estipulado, son cada vez más las historias de
quienes, como Beatriz, se encuentran con obstáculos, cuando tienen derecho a
jubilarse antes de la fecha que dice la ley. La única alternativa que el
gobierno les ofrece es la Pensión Universal de Adultos Mayores (Puam), que
tiene un monto que representa el 80 por ciento de la jubilación mínima, y
para acceder a ella la persona tiene que haber cumplido 65 años.



“La ley de moratoria buscó atender el déficit de cobertura del sistema
previsional y abrió una ventana para las personas que no tuvieran los
registros contributivos suficientes. Esa ventana benefició a las mujeres que
históricamente han tenido trayectorias laborales más débiles. La alternativa
que se propone es la Puam, que cambia el paradigma y exige cierta
vulnerabilidad económica: carencia de ingreso y falta de propiedades”, dijo
a Brecha la economista feminista Corina Rodríguez Enríquez, investigadora
del Conicet y del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas
Públicas. “Estamos ante un escenario de profundización de la exclusión, con
un claro componente de género. Las mujeres, otra vez, llevamos las de
perder.” Rodríguez Enríquez apuesta a que la demanda que se cristaliza en
las redes con el hashtag #NiUnaJubiladaMenos pueda trasladarse a la
discusión de políticas públicas que repiensen el sistema previsional.



La crisis económica y el ajuste tienen un fuerte impacto de género desde
donde se los observe y analice. Si se mira a quienes tienen trabajo y un
salario promedio, los números señalan que en estos años se profundizó la
brecha salarial, según el informe de Evolución de la distribución del
ingreso. Cuarto trimestre de 2018 del Indec, los hombres ganan hoy 30 por
ciento más que las mujeres. El mismo reporte pero del primer trimestre del
año anterior señalaba que la brecha era del 26,2 por ciento. Antes, el
ingreso promedio de una mujer era de 13.353 pesos argentinos, mientras que
el de los hombres llegaba a los 18.096. De acuerdo con estas cifras
oficiales seis meses después, ellas pasaron a ganar 15.241 pesos argentinos,
mientras que ellos, 21.792.



Y si la lupa se pone sobre quienes ganan más y quienes ganan menos, la
brecha se vuelve un abismo. El 20 por ciento de las mujeres ganan menos de 6
mil pesos, en tanto que sólo el 10 por ciento de los hombres gana eso. En la
otra punta, donde se ubican quienes tienen mayores ingresos, ellas
representan el 10,5 por ciento, mientras que ellos, el 21,5. Hace seis
meses, ellos eran 19,7 por ciento.



En 2018 la tasa de desempleo en Argentina cerró en 9,1 por ciento, pero para
las mujeres no bajó de los dos dígitos durante todo el año pasado. La última
medición habla de una tasa de 10,2 por ciento. El grupo poblacional más
afectado por la falta de empleo son las jóvenes de entre 14 y 29 años, que
duplican ese número: 21,4 por ciento.



En ese marco, hay un dato que llama la atención: entre finales de 2016 y
finales de 2018, la participación laboral femenina aumentó más de 3 puntos
porcentuales, mientras que la de ellos se mantuvo. Las especialistas en la
temática aseguran que quienes se ocupaban en el interior de sus hogares de
las tareas domésticas y de cuidados salieron a buscar trabajo afuera como
una forma de compensar la caída de los ingresos familiares. Este ingreso al
mundo laboral de las mujeres fue también una entrada a la precariedad. La
mayoría consiguió empleos informales o trabajos por cuenta propia. Es decir:
ingresaron al mercado, pero sin cargas sociales.



Un informe del programa de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y
Desarrollo de la Universidad de San Martín señala que los niveles de
informalidad aumentaron tres puntos porcentuales entre las mujeres para
alcanzar el 37 por ciento, mientras que la tasa de empleo no registrado se
mantuvo inalterada entre los varones.



Mientras se discute sobre candidatos y candidatas, en un año electoral, las
demandas de los feminismos en Argentina colman las calles con
manifestaciones y dejan claro que el ajuste, los tarifazos y la crisis
económica golpean con más fuerza a quienes se ven históricamente afectadas
por la desigualdad estructural. A su vez, la multitudinaria marcha por Ni
Una Menos, la quinta que se repite en esta fecha, muestra que, ante la
feminización de la pobreza, las resistencias también se feminizan.

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