Argentina/ Derechización política y colapso (anunciado) del espacio de centro-izquierda [Maristella Svampa]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jun 26 16:25:20 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

26 de junio 2019

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Argentina



Lxs pequeñxs bolsonaros



La derechización de la oferta política y el colapso (anunciado) del espacio
de centro-izquierda.



Maristella Svampa *

Cohete a la Luna, junio 2019

https://www.elcohetealaluna.com/



El escenario político electoral de la Argentina nos devuelve una imagen muy
preocupante. Por un lado, a nivel nacional, asistimos a una derechización de
la oferta política y el colapso (anunciado) del espacio de centro-izquierda.
El pase del más conservador de todos los peronistas, Miguel Angel Pichetto,
a la fórmula oficialista (Juntos por Cambiemos) dinamitó de modo previsible
el peronismo federal. Asimismo, el sorpresivo alineamiento por derecha de lo
que debería haber sido una expresión de la centro-izquierda, Consenso 2030,
deja un sabor amargo, sobre todo para lxs que venían apostando contra viento
y marea por la construcción de un nuevo espacio progresista. A la hora
actual resulta difícil creer en ello, con un candidato como el gobernador
salteño Juan Manuel Urtubey, tan cercano al Opus Dei y tan lejos de los
pañuelos verdes, como acompañante del economista Roberto Lavagna, cuyas
artes políticas parecieran no estar a la altura de su imponente autoestima
personal.



Completa el escenario, ya polarizado, la fórmula centrista del Frente Para
Todos, con Alberto Fernández a la cabeza, un político peronista de centro,
no confrontativo y «dialoguista» con todos los sectores de poder. Aunque el
gesto de moderación centrista propuesto por el kirchnerismo fue leído como
la oportunidad política de oxigenar una sociedad que arrastra con cierto
hartazgo los efectos tóxicos de la polarización, junto con la peor crisis
económica desde 2001, el corrimiento ideológico es evidente.



De manera paradójica, los realineamientos por centro-derecha, que se hacen
en nombre del llamado a la despolarización, alimentan aún más la
polarización, a la vez que confirman que la Argentina de los próximos
tiempos vendrá sellada por pactos de gobernabilidad, cuyo objetivo es
aplacar la demanda social pero al mismo tiempo garantizar el consecuente
pago de la deuda externa y la sed de los mercados. Nada asegura tampoco que
la derecha neoliberal haya perdido su oportunidad de ser reelegida, en un
marco en el cual mientras la polarización se acentúa, la asociación del
kirchnerismo con la corrupción y el «retorno del pasado», continúa dando
réditos políticos.



Por otro lado, a nivel provincial, más allá de las derrotas de Cambiemos,
los resultados electorales nos hacen recordar cuán lejos estamos de 2001 y
su exigencia de renovación política. Si no triunfan los oficialismos, los
recambios tampoco anuncian algo nuevo. Esta última semana, mientras que en
San Luis compitieron dos hermanos en una disputa intradinástica tan feroz
como aburrida por la posesión del feudo; en Formosa, el controversial Gildo
Insfran, con su más del 70% de votos, avanzará en su séptimo mandato, sin
contrincantes a la vista, con ley de lemas y reelección indefinida.



La reacción conservadora



El dato más novedoso de las elecciones provinciales de la última semana la
dio una de las provincias consideradas más progresistas, Santa Fe, donde la
noticia más relevante es que una modelo, conocida panelista televisiva,
Amalia Granata, que se opone al aborto legal, obtuvo el 20% de los votos.
Ella, junto con otros cinco candidatos de su lista, será ahora diputada
provincial, en nombre de un partido recientemente creado, “Unite por la
familia y la vida”.



Asimismo hay que recordar que en 2018 Omar Perotti, entonces senador
nacional por el Frente para la Victoria y hoy gobernador electo de Santa Fe,
fue uno de los pocos que se abstuvo en la votación en el Congreso nacional
en relación al aborto. A esto se suma que durante su campaña hizo un uso
controvertido del logo feminista de “Ni una menos”, en color azul, además de
apelar a premisas securitarias levantadas por la extrema derecha, como “Paz
y orden”, en una provincia con una alta tasa de delito, ligada a la
inseguridad y el avance del narcotráfico.



Dicho esto, conviene detenerse en el fenómeno santafecino, y pensarlo no
sólo a nivel nacional sino también regional y latinoamericano. Si bien la
Argentina y Brasil comparten el giro a la derecha, expresan situaciones muy
diferentes. Mientras que la Argentina hizo el giro de la mano de una derecha
conservadora y neoliberal, más ligada –incluso en su propio fracaso– a los
’90; el caso de Brasil, con el triunfo de Jair Bolsonaro, ilustra la
emergencia de una nueva derecha antidemocrática, que defiende valores
tradicionales y jerárquicos, en nombre de la familia, la división sexual
binaria, el orden y la seguridad. Sin embargo, a nivel social, y pese a las
diferencias, en la Argentina existen elementos propios del giro
reaccionario-autoritario que vemos en Brasil, aunque este encontró otras
vías de expresión, más específicas: primero durante la discusión y sanción
de la Ley de matrimonio igualitario en 2010, luego, de manera más virulenta,
con el proyecto de legalización del aborto, en 2018.



Tengamos en cuenta que el debate por el aborto legal instaló en la agenda
pública no solo la problemática de la violencia de género, sino también un
potente discurso feminista de decidido corte antipatriarcal. En este
movimiento social (el abigarrado espacio del Ni una menos), caracterizado
por la movilización masiva, convergieron dos olas: aquella representada por
los colectivos feministas que desde hace décadas vienen bregando por la
legalización del aborto, con la ola más reciente, ilustrada por la flamante
vitalidad antipatriarcal de las más jóvenes. La lucha por la legalización
del aborto hizo que este movimiento policlasista e intergeneracional se
convirtiera en una nueva fuerza social, una revolución de alcances
inesperados, donde las mujeres expresan un nuevo ethos que se coloca por
encima de los clivajes ideológicos (la sororidad y la autonomía de los
cuerpos).



En 2018, la discusión por el aborto legal dividió a la sociedad en dos
campos: por un lado, el campo liberal-democrático y el radical-feminista;
por otro lado, el campo liberal conservador y el reaccionario-autoritario.
Este último campo, el de los pañuelos celestes, autodenominado «pro vida»,
desarrolló una gran capacidad de movilización, de la mano de sectores
pentecostales y del catolicismo ultraconservador; ejerciendo una abierta
presión sobre lxs legisladorxs nacionales para rechazar el proyecto de ley
del aborto en el Senado, además de impulsar interpretaciones forzadas,
lesivas e incluso desquiciadas –como comparar el derecho al aborto con el
nazismo, o con la última dictadura militar argentina.



Sin duda, la marea feminista constituye el movimiento social más potente e
innovador de la Argentina de las últimas décadas. Ahora bien, incluso la
derrota del proyecto de ley en favor del aborto en el Senado nos hizo creer
que, más allá de la batalla perdida, la marea verde no sólo había llegado
para quedarse, sino también que, más temprano que tarde, se haría justicia.
En contraste con este optimismo, hoy la marea verde feminista tiene su
backlash, su reacción conservadora. En el norte del país, donde esta suele
ser más automática y notoria e involucra la activa complicidad de
funcionarios locales y provinciales, comenzaron a realizarse acciones que
pretenden obstaculizar los abortos no punibles (en casos de violación, y
cuando existe peligro para la vida o la salud de la mujer, algo que la
legislación argentina garantiza desde 1921). Por otro lado, surgieron
“grupos de padres” (que en realidad son grupos organizados de activistas
antiderechos), para movilizarse en rechazo de la ley de Educación Sexual
Integral en las escuelas, norma cuyo carácter progresista es innegable. En
esta línea, la nueva presentación del proyecto de Ley del aborto legal,
realizada en mayo de 2019 ante el Congreso nacional, presagia la reedición
de contiendas sociales y nuevas espirales de polarización.



En suma, es probable que la elección de Granata y su partido “Unite por la
familia y la vida” encuentre nuevas réplicas y asistamos al surgimiento de
grupos/partidos políticos reaccionarios en cuyos discursos se destacan el
llamado al orden patriarcal tradicional, el de la previsibilidad de las
divisiones binarias, el de la distinción entre «lo normal y lo patológico/lo
desviado». Es probable también que, al calor de la polarización, estos
grupos tiendan a converger con otros que apelan a la “mano dura” y proclaman
la defensa del orden capitalista clásico/autoritario. Aunque hoy esas
demandas se encuentran más bien dispersas, no es imposible que en un
escenario futuro confluyan tácticamente como eslabones en una misma cadena
de equivalencia.



Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Hasta dónde la marea verde es imparable? Más
aún, ¿hasta dónde puede llegar la réplica, a través de la difusión de
discursos y políticas de derecha, que traducen de la peor manera los peores
sentimientos de la sociedad, e impulsan la afirmación a rajatabla de valores
morales tradicionales y desigualitarios?



Coda



Nuestro sistema energético está en crisis. El cambio climático, como
expresión más visible de la crisis socio-ecológica, es una realidad. El
apagón del domingo pasado, que afectó a nuestro país y parte del Cono Sur en
medio de un diluvio sin fin, hizo que sintiéramos el roce de la catástrofe y
advirtiéramos la importancia de la energía en nuestras vidas. Ojalá esa
sensación de desamparo que vivimos sirva para abrir el debate, para pensar
acerca de la situación crítica del sistema energético, sobre la importancia
de la energía en nuestras vidas, sobre la necesidad de un nuevo paradigma;
sobre los impactos del cambio climático.



Pero también hemos aprendido a ver que esta gran problemática no es la única
cola del monstruo en medio de la oscuridad. A nivel global, la regresión
también es política, y sacude a numerosas sociedades, tanto en Europa como
en Estados Unidos, donde se expande una ola populista de derecha, de
carácter xenófobo y la extrema derecha radical. Lo que sucede en Brasil, con
Jair Bolsonaro, es un síntoma. Lo que despunta hoy en Santa Fe, en una
provincia de orientación progresista, debe ocuparnos y llamarnos a la
reflexión. La reacción conservadora es algo más que pura espuma reactiva:
nos advierte acerca de la existencia de corrientes sociales profundas de
tipo autoritarias-reaccionarias que atraviesan nuestra sociedad, y que en el
marco de la polarización y el aumento de las desigualdades buscan cada vez
más una expresión política electoral.



Hay que estar atentos, encender la alarma; acompañar y activar más que nunca
las fuerzas sociales democráticas, aquellas que buscan abrir nuevos
horizontes de justicia social y ambiental, aquellas que impulsan la
expansión de nuevos derechos y combaten las ideologías de carácter
reaccionario y desigualitario.



* Socióloga y escritora. Miembro del Grupo de Estudios Críticos e
Interdisciplinarios de la Problemática Energética.

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