Venezuela/ Contrataque de Maduro. Arrecia la represión contra dirigencia opositora [Humberto Márquez]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Mayo 11 16:53:42 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

11 de mayo 2019

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Venezuela

 

Arrecia la represión contra la dirigencia opositora 

 

Maduro contrataca 

 

Con una ofensiva judicial y policial para llevar a la cárcel a varios
líderes de la oposición, el presidente venezolano retomó la iniciativa tras
el fallido intento de golpe del pasado 30 de abril. Dentro y fuera del país
los adversarios del régimen debaten sobre apelar a la fuerza o a la
negociación para desalojarlo del poder y, en el vértice de la controversia,
los cancilleres de Estados Unidos y Rusia se reúnen para tratar la
situación.

 

Humberto Márquez, desde Caracas

Brecha, 10-5-2019

https://brecha.com.uy/maduro-contrataca/

 

Un toque surrealista salpicó el drama político venezolano en el anochecer
del miércoles 8 de mayo: rodeado por patrullas de la policía política
(Sebin), a la salida de una reunión partidaria, el vicepresidente del
parlamento, Edgar Zambrano, rehusó entregarse y se encerró en su automóvil.
Los agentes entonces trajeron un camión de remolque, se llevaron el vehículo
con el diputado dentro, y de esa manera ingresó como prisionero a la cárcel
El Helicoide, de Caracas.

 

Zambrano, de 63 años, un político conciliador del viejo partido
socialdemócrata Acción Democrática (AD), es el primer detenido entre los
diez diputados a los que varios poderes del Estado controlados por el
oficialismo –el Tribunal Supremo, la Fiscalía y la Asamblea Nacional
Constituyente, que la oposición considera espurios– les quitaron su
inmunidad esta semana para ser juzgados en tribunales ordinarios por siete
delitos, desde traición a la patria y rebelión civil hasta instigación al
odio, pudiendo recibir penas de 20 a 30 años de prisión.

 

El parlamento integrado por Zambrano, la Asamblea Nacional, fue elegido en
2015, cuando la oposición ganó 112 de las 167 bancas. Los oficialistas
abandonaron ese cuerpo y en 2017 eligieron la Constituyente, integrada
exclusivamente por 500 partidarios del presidente, Nicolás Maduro.

 

Los diputados perseguidos acompañaron a Juan Guaidó, el titular de la
Asamblea Nacional al que medio centenar de gobiernos consideran presidente
legítimo de Venezuela, cuando el 30 de abril, a las puertas de la base aérea
de Caracas, llamó a los militares a retirarle el apoyo a Maduro. Lo rodeaban
guardias nacionales fuertemente armados, en lo que se creyó que podía ser el
inicio de un alzamiento militar generalizado que nunca ocurrió.

 

Varios de los parlamentarios buscados por el Sebin ya se refugiaron en
embajadas. Entre los solicitados está Henry Ramos, el veterano jefe de AD.
Estados Unidos y el Grupo de Lima (Canadá y una decena de países
latinoamericanos) ya repudiaron la detención de Zambrano y han dicho que
acciones contra Guaidó o la Asamblea Nacional “traerían graves
consecuencias”. La Unión Europea también pidió la liberación del
vicepresidente del parlamento.

 

Maduro acusó a los diputados de intentar un golpe de Estado que se frustró
por la falta de adhesión de las fuerzas armadas. La última semana ha
aparecido dirigiendo paradas y ejercicios militares, mientras los mandos
castrenses reiteran continuamente su lealtad al gobierno en mensajes y
réplicas a las declaraciones del Comando Sur estadounidense. Ese organismo
afirmó que está listo para ejecutar acciones sobre Venezuela si así lo
dispone su presidente, Donald Trump, mientras Colombia acusa a fuerzas
militares venezolanas de traspasar en ocasiones la frontera y de brindar
cobijo a la guerrilla colombiana del Ejército de Liberación Nacional.
Asimismo, Maduro ordenó degradar y expulsar al medio centenar de uniformados
involucrados en los hechos de abril.

 

La contraofensiva de Maduro busca capitalizar esa fallida sublevación, en la
que se destacaron la huida, con ayuda de sus custodios, de Leopoldo López,
el más conocido de los presos políticos –ya refugiado en la embajada
española–, y la deserción del general Manuel Cristopher Figuera, hasta ese
día jefe del Sebin. También apunta a desarticular a la oposición, que lame
sus heridas al fallarle la jugada de abril y registrar una merma en la
convocatoria a las movilizaciones de calle.

 

¿Y Guaidó? 

 

“¿Por qué Edgar?”, se preguntó Guaidó ante los periodistas, apenas el
Tribunal Supremo planteó enjuiciar a Zambrano. “Yo estuve ahí (en los
sucesos de abril), ustedes lo vieron, porque lo justo era acompañar a
soldados, tenientes y coroneles que se sentían asfixiados…” Por su parte, el
número dosdel chavismo, Diosdado Cabello, ha pedido paciencia a los
partidarios que exigen encarcelar a Guaidó, pues “todo tiene su momento”, y
tolerar su libertad “permite descubrir a más traidores”.

 

El encarcelamiento de Zambrano y la persecución desatada contra otros
parlamentarios y colaboradores de Guaidó muestran que Maduro “ataca las
bases de sustento” del líder opositor, protegido por “el efecto disuasivo de
las amenazas de Estados Unidos”, observó en diálogo con Brecha el politólogo
Luis Salamanca, docente de la Universidad Central de Venezuela.

 

Elliott Abrams, designado por Washington para manejar el tema Venezuela, ha
dicho que “el error de detener a Guaidó sería el último error de Maduro”, y
el propio Trump ha comentado la disposición de “ir a ayudarlo un poco, o
quizá mucho, dependiendo”.

 

Por otra parte, Guaidó “mantiene su fuerza y poder de convocatoria”, cuya
manifestación más visible son las multitudes espontáneas que se le acercan
cuando acude de improviso a algún lugar público, según señala Félix Seijas,
director de la encuestadora Delphos. La “confianza ciudadana” en Guaidó es
medida por su firma en 59 por ciento a inicios de mayo, frente al 15 por
ciento que recoge Maduro. La detención del líder opositor podría ser el
detonante de nuevas protestas y acciones desde el exterior, que el
oficialismo calibra con cautela, ponderando costos y beneficios.

 

Vuelve el Tiar 

 

La Asamblea Nacional inició el proceso para que Venezuela, de la mano de
Guaidó, regrese como miembro del Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca (Tiar), el pacto de defensa impulsado por Estados Unidos en 1947,
al despuntar la Guerra Fría, para mantener al hemisferio fuera de la
influencia soviética. La esencia del tratado es que un ataque armado contra
un país miembro se toma como un ataque al conjunto.

 

El Tiar se deslegitimó en 1982, cuando Buenos Aires lo invocó durante la
Guerra de las Malvinas, pero Estados Unidos optó por apoyar a Gran Bretaña,
su aliado en la Otan, bajo el argumento, repetido por Chile y Colombia, de
que Argentina había sido el agresor. México abandonó el tratado en 2002;
Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua en 2012. 

 

Ahora el retorno de la Venezuela que lidera Guaidó podría, teóricamente,
concitar apoyo armado del hemisferio si, por ejemplo, actuasen fuerzas rusas
en favor de Maduro, en caso de una confrontación. Rusia, principal proveedor
de armas y firme aliado de Caracas, tiene actualmente a decenas de
funcionarios trabajando en el mantenimiento del equipo bélico venezolano.

 

Mientras en las calles de Venezuela se manifiestan partidarios y detractores
de Maduro, Washington y Moscú protagonizan un ping-pong diplomático acerca
de la crisis en el país sudamericano. Trump ha hablado del asunto con su
par, Vladimir Putin; los cancilleres Mike Pompeo y Serguei Lavrov se
reu-nieron la semana pasada y lo harán nuevamente en Rusia el 14 de mayo,
cuando también abordarán los conflictos de Siria y Ucrania.

 

Mientras Estados Unidos repite como un mantra que “todas las opciones están
sobre la mesa”, incluida la militar, Rusia advierte del peligro que
significaría una hipotética invasión a Venezuela. Maduro y sus colaboradores
aseguran que están preparados para enfrentar cualquier clase de agresión y
confían en derrotarla. Esa confianza no se sustentaría en su capacidad de
enfrentar o derrotar a la maquinaria bélica estadounidense, sino en la
disuasión que representa la amenaza del caos que se adueñaría del país si se
desintegraran sus fuerzas armadas, lo que tendría un impacto impredecible
sobre la región. 

 

Grupos de oposición, con presencia en las redes sociales aunque sin mayor
respaldo popular, reclaman apoyo militar e incluso una intervención
extranjera abierta. Los sectores mayoritarios, entre ellos Guaidó, mantienen
“abiertas todas las opciones”, pero apuestan a que la presión popular e
internacional favorezca “un quiebre” en las fuerzas armadas, para que cese
su apoyo a Maduro y se abra un espacio para un cambio político. Mientras,
otro sector, minoritario como el primero, comienza a presionar para que se
cambie la estrategia opositora: cesar el conflicto y buscar acuerdos con el
oficialismo. 

 

Pero ninguna de esas políticas ha progresado, y permanece el bloqueo de
puentes y puertas a las soluciones netamente políticas. Leopoldo López, jefe
de Voluntad Popular, el partido de Guaidó, sostuvo que vendrán nuevas
expresiones militares contra Maduro. El 30 de abril fue evidente que los
insurrectos habían negociado y esperaban más apoyo del que obtuvieron ese
día. El regreso al Tiar parece un nuevo guiño a los militares que puedan
rebelarse. También lo es que Estados Unidos ya retiró de su lista de
sancionados al general Cristopher y le dio la bienvenida.

 

De su lado, Maduro también juega duro, y los tribunales y la policía actúan
de manera expedita contra la jefatura de la oposición, rompiendo los fueros
parlamentarios. Los contendores no muestran ninguna bandera blanca. Todavía
quienes pugnan por el poder en Venezuela siguen apostando a que el ganador
se lo lleva todo.

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