Estado español/ Después del 26M, nuevos pasos hacia la recomposición del régimen [Jaime Pastor]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Mayo 30 17:40:18 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

30 de mayo 2019

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Estado español



Después del 26M, nuevos pasos hacia la recomposición del régimen



Jaime Pastor *

Viento Sur, 28-5-2019

https://www.vientosur.info/



El panorama que ofrece la jornada del 26M es complejo y diverso, como se
puede comprobar también por los diferentes análisis que se están publicando
en esta misma web y por las lecturas que están realizando sus principales
actores y actrices. Con mayor razón es así si nos referimos a los resultados
en la Unión Europea, por lo que me limitaré a una breve descripción de los
mismos, constatando, eso sí, que ofrecen escasas esperanzas de cambio de
rumbo.



En efecto, si bien las dos principales familias políticas en la Unión
Europea, conservadores y social-liberales, han salido debilitadas, han sido
la extrema derecha, en sus distintas variantes, y los verdes y liberales en
menor grado, las que se han visto reforzadas, mientras que la izquierda
alternativa, salvo en casos como el de Portugal, ha perdido peso. Es de
prever, por tanto, que ante la amenaza siempre presente de una nueva Gran
Recesión en medio de la competencia interimperialista global la crisis de
legitimidad de la UE va a continuar, sin que haya expectativas de ruptura
con las políticas austeritarias y xenófobas que la presiden, sino todo lo
contrario. La derrota sufrida en Grecia en julio de 2015 sigue pesando como
un lastre del que tardaremos en librarnos. Nos seguiremos viendo, por tanto,
confrontados a un nuevo neoliberalismo que se postula más que nunca como
sistémico, como bien nos alertan Dardot y Laval. La irrupción de nuevas
movilizaciones, como las que ahora protagoniza la juventud que reclama la
declaración de emergencia climática en toda la UE es, con todo, una buena
noticia que esperemos se extienda y confluya con otros movimientos como el
feminista y las nuevas formas de sindicalismo social –por ejemplo, en torno
a la defensa del derecho a la vivienda– que luchan contra la precarización
de nuestras vidas.



En cuanto al superdomingo vivido en el Estado español, parece posible
apuntar algunas conclusiones fundamentales. La primera es la confirmación
del ascenso del PSOE de Pedro Sánchez, especialmente en las elecciones al
Parlamento europeo (con casi 33% de votos), pero también en la mayoría de
Comunidades Autónomas y ciudades, con la notable excepción de Madrid. La
segunda es la capacidad de resistencia mostrada por el PP, pese a su gran
retroceso en votos, frente a Cs (que fracasa en su proyecto de sorpasso) y
Vox (que, aunque pierde votos respecto a las pasadas elecciones, se
convierte en fuerza determinante en 18 ayuntamientos importantes y en 3 CC
AA) para seguir presentándose como la principal fuerza de la derecha; a
partir de ahora, podrá apoyarse en la palanca de oposición que le ofrece
gobernar tanto la capital del Estado como la Comunidad de Madrid para
desgastar a Pedro Sánchez y reanudar, especialmente en torno a la cuestión
catalana, una estrategia de la tensión que le permita ir recuperando a los
sectores más derechistas que le abandonaron. La tercera es la derrota sin
paliativos de Unidas Podemos (ha pasado del 14,31% en las generales al 10%
en las europeas y ha perdido 860.000 votos) y de fuerzas afines en la triple
convocatoria electoral y especialmente en la mayoría de los ayuntamientos
del cambio, con la excepción de Cádiz y València; éste ha sido sin duda el
dato más negativo, a pesar de que en algunos casos, como el de Madrid, ya
hacía tiempo que se habían visto frustradas las expectativas del cambio. Por
último, algo innegable: el ascenso de ERC (y de su aliado EHBildu),
simbolizado en su primer puesto alcanzado en Barcelona, pero también la
reafirmación del peso del independentismo con el casi 50% de votos logrado
en las elecciones europeas en el ámbito catalán, con Puigdemont en cabeza.



Se abre así una nueva etapa en la que Pedro Sánchez puede ofrecer garantías
de gobernabilidad del régimen mediante su disposición a neutralizar una UP
debilitada y, a su vez, tratando de recuperar las relaciones con Cs en
determinadas Comunidades Autónomas (¿incluyendo Andalucía?) y ciudades
(¿Madrid?) a medida que se pongan de manifiesto las tensiones entre las tres
derechas (especialmente con Vox) en sus negociaciones en torno a la
formación de coaliciones de gobierno. No cabe esperar, desde luego, un giro
a la izquierda desde la Moncloa, sino más bien la búsqueda de un nuevo marco
de consenso que excluya a Vox, atraiga al menos a Cs, neutralice al PP y, a
su vez, presione a UP a resignarse ante las constricciones sistémicas en
aras de la estabilidad política y social. Por ahora, sólo la crisis
nacional-territorial puede ser un factor de conflictividad que conduzca a
nuevos momentos de polarización entre las fuerzas del régimen respecto a
cómo hacer frente a la respuesta que en el futuro pueda darse desde
Catalunya a la sentencia, probablemente dura, sobre el procés.



En ese contexto lo más preocupante es la disposición de Pablo Iglesias, como
ya ha reiterado en sus primeras declaraciones y a pesar de su enorme
retroceso electoral, a seguir apostando por la participación en un gobierno
de coalición con el PSOE a sabiendas de que no cuenta con la relación de
fuerzas necesaria para condicionar la política que Pedro Sánchez aspira a
desarrollar en esta nueva fase. Una política que, además, tendrá su reflejo
en el marco europeo mediante la búsqueda de una amplia alianza que iría
desde Macron hasta Tsipras (gran derrotado, por cierto, en las elecciones
europeas, como nos comenta Stathis Kouvelakis) y que, desde luego, no
anuncia cambio alguno respecto al neoliberalismo austeritario y securitario
vigente en la UE. No es casual que la primera visita postelectoral de
Sánchez haya sido al presidente francés, superado por Marine Le Pen en la
consulta europea.



En cuanto a la formación Más Madrid encabezada por Ínigo Errejón –y ya sin
Manuela Carmena como coprotagonista-, su proclamación solemne de que ha
nacido una nueva izquierda tropieza con un escenario que le reduce a hacer
de oposición constructiva en competencia virtuosa con un PSOE con el que va
a ser difícil encontrar diferencias sustanciales en su proyecto común de
reconstruir la clase media. Tampoco parece fácil que esta nueva formación
logre una extensión territorial relevante, salvo que Podemos entrara en un
proceso de descomposición acelerado.



Respecto a los resultados obtenidos por Madrid En Pie en la capital del
Estado, éstos no han llegado obviamente a cubrir las expectativas de
superación del 5% necesario para obtener representación. Con todo, han sido
precedidos por una campaña que ha demostrado el enorme esfuerzo de las
distintas corrientes –IU, Bancada municipalista y Anticapitalistas- que la
han promovido por difundir un discurso y un programa alternativos que
mantuvieran vivo lo mejor del legado dejado por Ahora Madrid, ejemplificado
en las tres personas que encabezaban la lista y que a su vez habían
representado la apuesta consecuente por el cambio. Era una batalla que había
que dar porque, como nos recuerda Enzo Traverso, “la caída de un combate
bien librado da dignidad a los vencidos y puede llegar a ser un motivo de
orgullo”. Toca ahora extraer enseñanzas de esta experiencia de trabajo en
común y buscar las formas de continuar por ese camino mediante un mayor
anclaje entre las clases populares y en confluencia con los movimientos
sociales que, sin duda, no van a dejar de hacer frente a las agresiones que
ya anuncian las derechas dispuestas a volver a gobernar la capital y la
Comunidad.



Entramos, por tanto, en tiempos de resistencia a las contrarreformas que
vendrán de esas derechas, pero también de un PSOE que sólo ofreció cierto
alivio el pasado 28A y que ahora no oculta su voluntad de ganarse la
confianza del IBEX 35 y de reafirmarse como partido principal del régimen y
al servicio de una monarquía y un poder judicial dispuestos a responder con
más represión a la profunda crisis nacional-territorial y a la demanda
democrática de la mayoría de la sociedad catalana.



Ante este nuevo ciclo en el que entramos no cabe esperar de la dirección de
Podemos una autocrítica a la altura de lo que hoy exige un proceso de
recomposición capaz de hacer frente a los nuevos desafíos sin el peso
institucional del que ha dispuesto hasta ahora. Corresponde a las fuerzas de
la izquierda rupturista extraer lecciones de los errores ajenos y propios,
pero también de aquellas experiencias que, sin idealizarlas, han salido
mejor paradas del reciente ciclo electoral, como Adelante Andalucía; o
incluso de la que en la misma península ibérica representa el Bloco de
Esquerda. Habrá que emprender, por tanto, nuevos caminos de recomposición
que deberían basarse en pilares imprescindibles como son la mayor
horizontalidad posible en la deliberación y la decisión colectiva, la
búsqueda de consensos internos que respeten a su vez los disensos, el
mestizaje y la confederalidad. Está en juego poder ir abriendo un nuevo
horizonte alternativo capaz de superar la resignación y el resentimiento
entre los y las de abajo frente a la minoría peligrosa de siempre.



* Jaime Pastor es politólogo y editor de Viento Sur.

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