Uruguay/ ¿Qué país es este? Nuevas fisuras en el relato progresista [Rosario Touriño]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Nov 1 16:45:03 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

1° de noviembre 2019

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Uruguay 

 

Nuevas fisuras en el relato del Uruguay excepcional

 

¿Qué país es este? 

 

Rosario Touriño

Brecha, 1-11-2019

https://brecha.com.uy/

 

Durante los días previos a la elección circularon por las redes sociales
algunos posteos que pintaban a este país como una isla idílica. “Uruguay, un
ovni estable, rico y de izquierda en América Latina” (25-X-19) fue el título
de un artículo de Le Monde que se viralizó en los muros progresistas. Algo
similar ocurría con una publicación de la revista Lonely Planet (21-X-19)
que colocaba al paisito entre los diez destinos del mundo para visitar en
2020, bajo la premisa de que el viajero se encontraría con un “oasis de
estabilidad y tranquilidad en medio de un entorno continental más agitado”,
una nación que ha aceptado los derechos Lgtbi, legalizado la marihuana y es
líder en turismo sostenible. Este ranking, compartido con ahínco por
gobernantes, coexistía con la perplejidad frente a las duras imágenes de la
represión en Chile. Tal relato de país progresista suavemente ondulado,
junto con un optimismo militante abonado por alguna encuesta que empujó
hacia arriba la proyección para el Frente Amplio, creó una atmósfera algo
narcótica, en la que incluso hubo quienes pensaron como posible un triunfo
del oficialismo en primera vuelta.

 

Pero a la hora de la cena del domingo, el entusiasmo frenteamplista fue
despabilado con una sonora cachetada. La euforia por el fracaso de la
reforma Vivir sin Miedo pronto empezó a apagarse, a expensas del retrogusto
que iba dejando la fotografía de un nuevo Uruguay que lenta y
subterráneamente volvía a soltarle la mano a su famosa excepcionalidad. Casi
un 11 por ciento (260 mil votos) de los uruguayos apostaron por un militar
de extrema derecha (Guido Manini Ríos, partido Cabildo Abierto),
insubordinado del mando civil y desconocedor de la justicia, quien mediante
un nuevo partido desembarca en el Parlamento con tres senadores y 11
diputados. El inusitado fenómeno encarna en un general ultracatólico,
encaramado como una suerte de caballero medieval que promete el retorno a
una aldea en la que se reestablecerán el orden y los valores. Los rápidos
cálculos demostraban que no iba a estar solo, porque en Diputados iba a
estar el Partido de la Gente, cuyo líder –más allá de lo que pase con la
rebeldía de su único legislador– llegó a hablar de establecer cupos de
migrantes para defender “el trabajo uruguayo”. Ese es el perfil de dos de
las nuevas formaciones que llegan por primera vez a la casa de las leyes,
invitados a la mesa “multicolor”.

 

Todo ello cobraría un significado aún más relevante cuando, ya bajo el cielo
encapotado del lunes, se supo que los tres partidos fundacionales habían
perdido 252 mil votos en comparación con 2014 (con una gran sangría en el
oficialismo, pero con saldo también negativo para blancos y colorados, a
quienes se les fugaron 57 mil votantes). Luego se confirmó que en el
espectro más escorado hacia la izquierda, Unidad Popular no retuvo su banca,
y se abría el paso en el Parlamento para un partido de nicho como el Peri
(Partido Ecologista Radical Intransigente)  mientras que el histriónico
abogado Gustavo Salle (Partido Verde Animalista) estuvo muy cerca de
sentarse al lado de César Vega (líder del Peri, electo diputado). Aunque
mucho se habla de la pérdida del FA por el centro, más de 70 mil votantes
convergieron en un voto radical, ambientalista o antisistema, pero sobre
todo en favor de dos pequeños partidos de líderes carismáticos más que de
ideas.

 

Si bien ese espacio creció levemente, está claro que el extremo más
fortalecido en esta elección parlamentaria ha sido el derecho; lo hace
además a caballo de un discurso anti-establishment similar al explotado por
Jair Bolsonaro en Brasil o al populismo de derechas europeo. Se puede
controvertir ese punto si se piensa que los tres partidos históricos aún
representan el 80 por ciento del voto, o que Uruguay tuvo antes al
pachequismo (1) o al ruralismo conservador de Chicotazo (2), pero es inédita
la rapidez con la que un nuevo partido de derecha extrema (y no un ala de
los ya existentes) logra una bancada como la de Cabildo Abierto. No sólo
aparece la mano dura y la reacción contra el libertinaje de la “ideología de
género”, sino un relato antipolítico contrapuesto a una casta corrupta, que
sólo podría ser saneada por alguien que viene de afuera; un relato
polarizador que recuerda bastante al anterior a 1973. La socióloga Beatriz
Stolowicz (3) caracteriza ese discurso “supuestamente antisistema”, que
viene calando hondo en América Latina, como un “antiliberalismo conservador”
y advierte que se lo debe investigar en profundidad, porque se sabe muy
poco.

 

Es una sensibilidad que suele permear entre habitantes de los Interiores
profundos, tradicionalistas, con mayor influencia de las religiones, de
entornos socioeconómicos deprimidos, afectados –en su base, no en su cúpula,
claro está– por el desempleo. Algo de eso también parece reflejar parte del
electorado de Manini: no sólo parece existir un corrimiento del electorado
uruguayo hacia la derecha, sino hacia nuevos tipos de derecha, que abren
otras puertas de entrada eficientes para votantes desencantados, enojados y
con mayor desinterés en la política. Así, sería reduccionista creer que la
grey del general está compuesta solamente por adherentes neonazis,
nostálgicos de la dictadura o los bots destiladores de odio.

 

¿Y ahora? 

 

En este peliagudo escenario pos primera vuelta, Daniel Martínez
matemáticamente tiene chance, pero una observación descarnada de la nueva
composición parlamentaria lleva a pensar que un gobierno del FA tendría un
margen de maniobra muy limitado. En una rápida mirada de las cámaras se
divisan figuras con quienes las posibilidades de acuerdos parecen
temerarias, porque además las correlaciones internas en los dos principales,
partidos de la oposición tampoco afirman sensibilidades muy centristas
(basta ver el peso de listas como la 71, la 40 el viraje de Alianza
Nacional, la llegada de Juan Sartori o el retorno de la influencia
sanguinettista (4) en el coloradismo).

 

Al oficialismo sólo le queda echar el resto y ensayar algunos mensajes. En
esta coexistencia de viejos y nuevos dirigentes, José Mujica –con el peso de
sus votos– buscará ponerse la campaña al hombro, sobre todo en el díscolo
Interior. Sin embargo, a pesar de la lucha por no perder el gobierno, el FA
tampoco debería perder su capacidad de análisis a largo plazo. De nuevo, al
mirar todo el continente, Stolowicz se detiene en otro factor muy
interesante: “Asumamos que sigue pendiente el estudio de los cambios
ideológicos generados en estos años. Que se asuma, por fin, que el aumento
de los ingresos de los más pobres no produce por sí mismo conciencia
política, ni lealtad perenne a esos gobiernos. Máxime si estos entendieron
la conquista de la ciudadanía sobre todo como acceso al consumo”. Pero otro
meollo sensible que el FA deberá despejar, si no quiere lograr un triunfo a
lo Pirro, es qué tipo de alianzas estaría dispuesto a aceptar para buscar
mayorías. Ya la posibilidad de acordar o no con Cabildo Abierto había
provocado algún rasguño interno –pronto disimulado– a partir de la mirada
del Mpp (Movimiento de Participación Popular) respecto a Manini (y aquí hay
que volver a recordar que el general, un caballo de Troya para el
oficialismo, fue promovido por el ex ministro Eleuterio Fernández Huidobro,
con los costos ya conocidos). (5)

 

La antipolítica gana terreno también a fuerza de procurar ganar a cualquier
precio. La ex presidenta brasileña Dilma Roussef, descabezada por su ex
aliado Michel Temer, tendría algo para decir a propósito, y ni que hablar
sobre la posterior deriva bolsonarista. Entonces el Frente Amplio una vez
más deberá dirimir si apelará a ser una desesperada máquina electoralista o
un partido de ideas decidido a no rifar su identidad. 

 

Notas 

 

1) Alude a la corriente política derechista liderada por Jorge Pacheco Areco
(1920-1998), presidente de la República por el Partido Colorado entre el 6
de diciembre de 1967 y el 1 de marzo de 1972. (Redacción Correspondencia de
Prensa) 

2) Se refiere a Benito Nardone (1906-1964), conocido por el seudónimo de
“Chicotazo”, caudillo ultraconservador y anticomunista del Partido Nacional,
fundador en 1951 de la  Liga Federal de Acción Ruralista. (Redacción
Correspondencia de Prensa)

3) Véase “Problemas en la caracterización política de América Latina”, de
Beatriz Stolowicz, 24-IX-19. Disponible en el portal de Hemisferio
Izquierdo.(Redacción Brecha) 

4) Corriente liderada por Julio María Sanguinetti, presidente de la
República en dos períodos, 1985-1990 y 1995-2000. (Redacción Correspondencia
de Prensa) 

5) Eleuterio Fernández Huidobro (1942-2016), fundador y dirigente histórico
del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros. Ejerció el cargo de
Ministro de Defensa Nacional durante la presidencia de José Mujica y la
segunda presidencia de Tabaré Vázquez. El general Guido Manini Ríos fue
quien pronunció el discurso oficial en el entierro del ministro el 5-8-2016:
“En estas pocas palabras quiero destacar la coherencia del Eleuterio
Fernández Huidobro. Su capacidad de análisis singular y de la actualidad lo
llevaron a entender perfectamente que detrás de quienes atacaban a las
Fuerzas Armadas, de quienes buscaban destruirlas, debilitarlas, de quienes
buscaban sustituirlas por una Guardia Nacional, estaban los centros de poder
mundial a los que él combatió durante toda su vida (...) Él era un hombre
valiente, él era un gladiador. Creo que quienes vestimos el uniforme de las
instituciones armadas de la República, le debemos un sincero homenaje a dos
Eleuterio Fernández Huidobro”. Discurso citado por María Urruzola en el
libro “Eleuterio Fernández Huidobro. Sin Remordimientos”, Planeta,
Montevideo, 2017. (Redacción Correspondencia de Prensa) 

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