Bolivia/ Notas sobre la crisis post-electoral [Pablo Stefanoni]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Jue Nov 7 12:09:26 UYT 2019
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Correspondencia de Prensa
7 de noviembre 2019
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Bolivia
Notas (sueltas) sobre la crisis post-electoral boliviana
Pablo Stefanoni *
Rebelión, 7-11-2019
http://www.rebelion.org/
Todo parece desmadrarse en Bolivia después del 20 de octubre. Las
acusaciones cruzadas entre oficialistas y opositores son las mismas: golpe
/golpe, racismo/racismo, dictadura/dictadura y ya hay enfrentamientos
violentos entre grupos de bolivianos en las calles. Claramente, el gobierno
no midió los efectos de haber forzado la postulación contra el resultado de
un referéndum y haberse obsesionado durante cuatro años solo con la
re-reelección. Y no mide el descontento más allá de las (aún) buenas cifras
macroeconómicas. En este tiempo, la potencia social fue reemplazada por la
“potencia estatal”, lo que fue implicando una burocratización del apoyo al
gobierno, un fuerte debilitamiento de la capacidad de irradiación hacia
fuera de los núcleos duros y los "creyentes" y un empobrecimiento del
discurso oficial (se ve en las redes, en los post de quienes aún tratan de
defender al gobierno y en el propio discurso en la cúpula oficialista) y de
su capacidad de movilización (la energía se desplazó al bloque opositor).
Las nuevas figuras del gobierno, como Canelas, que lo rejuvenecieron, fueron
absorbidas por esta dinámica regresiva. Y así el MAS se desconectó también
de las nuevas generaciones que vivieron toda su vida consciente bajo Evo
escuchando los mismos discursos.
Frente a los resultados del 20-O, de la desconfianza en el conteo emergió lo
que parecía ser un movimiento democrático con epicentro en sectores medios
urbanos. Básicamente los que representó Carlos Mesa, aunque muchos de sus
votos fueron “votos útiles” contra el MAS más que apoyo explícito al ex
presidente. Pero la decisión del gobierno de ir a una auditoría de la OEA
–sin acuerdo previo con Mesa– dejó al espacio moderado sin nada que mostrar
y, en un contexto de protestas callejeras, sin estrategia frente a un nuevo
polo opositor. Este se articula en torno al Comité Cívico cruceño –
“renovado” y recuperado luego de la derrota de 2008– que ha logrado una
irradiación, a diferencia de 2008, fuera de la Media Luna, e incluso en La
Paz. Camacho parece tener una doble fuente de legitimidad –religiosa: dijo
que Dios debía entrar nuevamente al Palacio, de donde Morales lo habría
expulsado, y “viril”: el “macho Camacho” parece tener “las pelotas” para
plantearse frente a la “dictadura de Morales”, "anotar a los traidores en
una libretita como la de Pablo Escobar", etc. Veremos si este empresario
cruceño pasa a integrar la lista mundial de “subestimados” (incluso por mí
mismo) que luego sorprendieron a todos o es solo un instrumento pasajero e
histriónico de una creciente y radicalizada oposición al MAS.
La retención del líder cívico –que convoca cabildos masivos en Santa Cruz–
en el aeropuerto de El Alto por militantes del MAS, en medio de insultos y
amenazas, para que no llegara al Palacio Quemado a llevarle la “carta de
renuncia” que “debía firmar” Evo lo victimizó como “secuestrado por hordas
de masistas” alentadas supuestamente por el propio Estado; y eso en Bolivia
siempre es un buen capital político (Evo también lo usó en su momento e
incluso ahora sigue apelando a la victimización). Lo cierto es que en otras
partes de Bolivia parece haber crecido la popularidad de Camacho -que dice
que llevará la renuncia para que firme Evo en una mano y una biblia en la
otra.
Pero al mismo tiempo, este giro –y la desaparición de Mesa, segundo en las
elecciones, como actor principal– llevó también a una mutación en las
protestas: el movimiento democrático incipiente, que reclamaba por el
“fraude electoral” mutó a un movimiento lisa y llanamente opositor. La idea
ahora es que Evo se vaya como sea. De esta forma, estas protestas se
conectan con varias en la historia boliviana, y con una dinámica
insurreccional donde cada sector corporativo inscribe sus indignaciones en
una economía moral explosiva (ahora está Potosí que quiere más beneficios
del litio, cocaleros enfrentados a Morales, estudiantes, médicos que vienen
protestando desde hace meses… y muchos bolivianos a quienes no les alcanzan
las buenas cifras macro); se dibujan además complejas fronteras de clase,
ofensas a las identidades regionalistas y/o gremiales, alianzas que pueden
parecer sorprendentes y una escasez de vías institucionales para moderar los
enfrentamientos. Los propios medios de comunicación, en líneas generales,
están contribuyendo bastante a la polarización política y social.
Por estas horas, más que fuerzas de seguridad vs opositores, lo que se ven
son enfrentamientos entre los dos bandos a menudo con pasividad o
intervenciones modestas de la policía. Pero es difícil ver cómo el discurso
radicalizado del liderazgo por Santa Cruz puede vehiculizar una mejor
cultura democrática en el país. Fernando Molina mostró bien en su breve
artículos “¡Crisis de octubre’: analogías históricas” como funcionaron
históricamente las dinámicas de enfrentamiento clasistas/territoriales/
étnicas post-Revolución del 52 y los imaginarios que las acompañaron.
Mujeres creando lo resumió bien en un grafiti: “Indignación y racismo no son
lo mismo”. Y no es difícil ver la analogía entre la expresión “hordas de de
masistas” –que pueblan las redes- y hordas de indios/campesinos; lo mismo
que en las denuncias de que “trajeron gente” de otros sitios…Este tipo de
racismo no puede justificarse por el uso de estereotipos sobre los "cambas
racistas" o los qharas al que apela el gobierno. Es claro que en este
contexto se debilitan las palomas de ambos lados y gana espacio los
halcones: quienes creen estar haciendo “la revolución” (Quintana habló de un
nuevo Vietnam) y los que se entusiasman con líderes con “pelotas”, como Jair
Messias al otro lado de la frontera (aunque este esté sorprendentemente
calmo sobre el tema Bolivia).
Quizás Evo gane y siga un tiempo más; quizás sean los opositores quienes
ganen la pulseada y se abra algún tipo de transición más o menos inmediata;
hoy es difícil saberlo y aún pueden pasar demasiadas cosas. Por ahora, el
gobierno se muestra aún con poder pero a la defensiva, y la oposición más
activa juega a la insurreción (alguno hasta parece fantasear con algún
farol), y en el medio hay también algunos demócratas ahora muy entusiastas
con que Evo caiga como si eso per se mejorara en algo la calidad democrática
en ausencia de algún acuerdo político y horizonte democrático compartido.
Hay un bloque “nacional-popular” hegemonizado por el MAS que ha perdido
legitimidad e iniciativa y otro bloque multiforme pero hegemonizado por un
núcleo conservador. Entremedio las voces son inaudibles y Mesa es presionado
para alinearse, por motivos de supervivencia, con este último.
Rafo Puente lo sintetizó bien: “Hemos vuelto a los peores tiempos y está
quedando claro que en nuestro país sólo se puede respirar un ambiente de paz
y tranquilidad cuando los desacuerdos ideológicos y políticos son entre
bandos desigualmente fuertes (de modo que el más débil no puede hacer otra
cosa que someterse; sin pensar en diálogo ni en acuerdos socio-políticos)”.
* Jefe de redacción de Nueva Sociedad.
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