América Latina/ Violencia restauradora. ¿Quién manda matar? ¿Y por qué? [María José Olivera Mazzini]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Nov 21 09:58:30 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

21 de noviembre 2019

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América Latina

 

Violencia restauradora

            

¿Quién manda matar? ¿Y por qué? 

 

María José Olivera Mazzini

Brecha, 21-11-2019 

https://brecha.com.uy/

 

“Tal vez la noche sea la vida 

 y el sol la muerte.” (1)

 

En menos de 48 horas la TV Globo presentó un informe sobre el caso de
Marielle Franco basado en la declaración de un empleado de seguridad, el
presidente de Brasil respondió a través de un video y al otro día el
Ministerio Público desmintió al testigo-testimonio por “información falsa”.
Son tiempos de transmisiones, de mensajes y reenvíos, de videos caseros y de
espectaculares producciones, de amenazas por redes sociales a través de
cuentas con nombre propio y sin él. Tiempos en los que el simulacro se
impone: lo que va sucediendo está al alcance de un clic y una pantalla. Los
dispositivos aceleran los procesos de producción de información y hacen que
el descarte sea inmediato. Son tiempos en los que certezas y dudas parecen
sinónimos; entonces, oponerse, reconfigurar, resituar, recomenzar, son tal
vez los significantes posibles.

 

El 14 de marzo de 2018 Marielle Franco fue asesinada por el impacto de
cuatro balas. Un auto alcanzó al suyo a la salida de un acto por los
derechos de las mujeres negras en el barrio de Lapa y disparó más de nueve
tiros. También murió el conductor del vehículo, Anderson Pedro Gomes. El
rostro de Marielle quedó destrozado.

 

Marielle había sido electa concejala por el Partido Socialismo y Libertad en
una votación histórica. Una mujer negra, de la favela de Maré, activista y
lesbiana, elegida concejala de la ciudad de Rio de Janeiro. Desde su muerte,
a pesar de la notoriedad que tomó el caso, la investigación ha sido cada vez
más espinosa y plagada de irregularidades. Dos días antes de cumplirse un
año del crimen, y con buena parte del movimiento activista internacional
organizando manifestaciones por el aniversario, fueron detenidos Ronnie
Lessa, sargento jubilado de la policía de Rio, y Vieira de Queiroz, que
había sido dado de baja de esa fuerza por sospechas respecto a su vínculo
con fuerzas parapoliciales. Ambos fueron acusados como presuntos autores
materiales de los homicidios, pero no intelectuales.

 

La mediatización es parte del complejo entramado del caso: montajes y
desmontajes, audios y videos, Lava Jato y corrupción, autores materiales y
asesinos intelectuales. El pasado 29 de octubre el Jornal Nacional de TV
Globo presentó un informe en horario central que relaciona directamente al
actual presidente con el crimen de Marielle y Anderson a partir de una
filtración. Inmediatamente, Jair Bolsonaro grabó un extenso video desde
Arabia Saudí, difundido en redes sociales, en el que acusó a TV Globo de
estar desarrollando una campaña en su contra para apartarlo del poder. Sobre
el final, pidió disculpas por mostrarse “alterado”. A través de un
comunicado, el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Sérgio Moro, señaló
que tras la filtración podría haber crímenes de obstrucción a la justicia y
falso testimonio.

 

¿Cómo se filtra información de una investigación judicial?¿Cómo puede ser
dicho con tanta liviandad en un programa televisivo de audiencia masiva? ¿De
qué forma puede analizarse el uso de las redes sociales que hace un
presidente? ¿Qué rol ocupan los medios masivos (ciertamente TV Globo y
Twitter lo son) en el desarrollo de una investigación judicial?

 

***

 

Frente a la excesiva y urgente narrativa actual surgen voces que demandan
datos, evidencias, cifras comparativas y dispositivos que viabilicen la
comprensión cabal del contexto. A fines de 2018 la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos presentó un informe sobre la situación de Brasil y
declaró su especial inquietud respecto a la criminalización y tipificación
de los movimientos populares como terroristas, y a los ataques y homicidios
de activistas de derechos humanos.

 

En mayo de 2019 Amnistía Internacional alertó en su informe “Brasil para el
mundo” que en el país hay una amenaza alarmante a los derechos humanos
representada por la flexibilización del porte de armas, el paquete de leyes
anticrimen, la política de control de drogas y la demarcación de territorios
indígenas. Subrayó que activistas y defensores de la tierra y los derechos
humanos se encuentran en riesgo, y solicitó una entrevista con el presidente
Bolsonaro, que fue negada.

 

El de Brasil no es un caso aislado. A Berta Cáceres la asesinaron en marzo
de 2016. Activista hondureña, defensora de la tierra, cofundadora del
Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh),
se había convertido en una de las voces más potentes en el enfrentamiento
contra los megaproyectos extractivos en su país. El Tribunal de Sentencia de
Tegucigalpa condenó a siete hombres por su asesinato y determinó que fueron
contratados por ejecutivos de una empresa hidroeléctrica situada en
territorio indígena.

 

La historiadora y antropóloga mexicana Raquel Padilla Ramos fue asesinada el
pasado jueves 7 de noviembre. Era una de las interlocutoras más respetadas
de la cultura yaqui. Además de su producción académica, era activista,
feminista y defensora de los derechos de las poblaciones originarias.
Doctora en etnología por la Universidad de Hamburgo, su muerte da cuenta
–como si hiciera falta, una vez más– de que lo personal es político cuando
de violencia de género se trata. Raquel Padilla fue víctima de feminicidio,
su pareja la mató con un arma blanca en su casa de Sonora. En su reporte de
2018, Global Witness denunció que México es el cuarto país más peligroso
para los defensores de la Tierra. También es uno de los más peligrosos para
las mujeres.

 

El 12 de noviembre se cumplieron 17 años del asesinato, en Chile, del
comunero mapuche Alex Lemún. Su caso estuvo muchos años estancado en la
justicia militar hasta que se reabrió el expediente en 2017. Hoy, un
carabinero se encuentra en prisión preventiva, acusado de matarlo. Dos días
después se cumplió un año del crimen del también comunero mapuche Camilo
Catrillanca. Fue asesinado por la espalda en la comunidad de Temucuicui,
también por un carabinero.

 

Chile se encuentra en un estado de emergencia permanente, aunque el
presidente Sebastián Piñera haya dictado su levantamiento. La
criminalización de la protesta deriva en acciones represivas: torturas,
heridas irreversibles, violencia sexual, abusos y muertes. Las armas apuntan
directamente a los ojos de los manifestantes. Mientras, ellos, con los ojos
emparchados, continúan en las calles.

 

***

 

El grito que demanda datos y su circulación pone en evidencia el hambriento
ejercicio de registrar ausencias. Es ingenuo concebir que la violencia
patriarcal, racista, armada, alimentaria, empresarial o farmacéutica logren
convertirse siempre en denuncia medible. Que, si incluso eso fuera posible,
los datos y cifras partirían de instituciones imparciales o de algo parecido
a la objetividad. E, incluso, si así fuera: ¿qué sucede luego con todos esos
datos? ¿Cuántos informes internacionales más hay que listar para advertir lo
que está sucediendo en América Latina?

 

Marielle se enfrentó al poder que legitima la violencia sistémica hacia los
vulnerados de siempre y la mandaron matar. Su muerte no fue una muerte más,
fue la de tantos que ya no pueden ser ni siquiera nombrados. Por eso, todos
los días la periodista Eliane Brum y la activista Mónica Benicio preguntan
públicamente: “Quem mandou matar Marielle? E por quê?”.

 

No se trata de ganar o perder, ni siquiera de una posibilidad ontológica
positiva. Tal vez se trate, sí, de inscribir una praxis, una falla o un
excedente en la estructura; una necesidad. Esa praxis une, solidariza,
socializa y tiende lazos históricos. Crea y potencia formas de vivir y
pensar que cada vez son más escasas pero necesarias. También inscribe un
universal, una forma de oponerse, una posibilidad y una esperanza que debe
pegar en el pecho del mundo. Las praxis existen, las hay: en la autogestión,
en las revueltas chilenas, en los levantamientos indígenas, pero también en
las cosas cotidianas.

 

Las luchas identitarias han sido cuestionadas desde el pensamiento crítico y
reducidas en su potencia política a una superficie inocua de “agenda de
derechos”. También los feminismos se encuentran en tensión, son corpus en
disputa entre la democracia liberal y la resistencia. Esto le viene muy bien
a una fuerza reaccionaria que encuentra en esa tensión el espacio posible
para legitimar su discurso restaurador.

 

Las megacorporaciones religiosas, las transnacionales neoextractivas, los
intereses restauradores y la furia de un dios que ha muerto juegan a ser el
esclavo mientras los territorios llenos de sangre de Bolivia, Chile y Brasil
son transmitidos por redes sociales. En diciembre de 2009, el visionario
escritor chileno Pedro Lemebel se dirigió en una carta abierta a Sebastián
Piñera, quien unos meses después asumiría como presidente: “¿Cómo puede
haber gente dueña de tanto horizonte? ¿Cómo puede haber gente tan enguatada
de paisaje? Me parece obscena esa glotonería de tanto tener”. 

 

Nota  

 

1) “La noche”, de Alejandra Pizarnik.

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