Suecia/ Jubilaciones. Las "bellezas" del modelo sueco [Michel Husson]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Sep 1 06:07:04 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

1° de setiembre 2019

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Suecia



Jubilaciones



Las bellezas del modelo sueco



Michel Husson

A l´encontre, 21-8-2019

https://alencontre.org/

Traducción de Viento Sur

https://vientosur.info/



El sistema de pensiones sueco es el que ha ido más lejos -y desde hace mucho
tiempo- en la lógica de las llamadas cuentas nocionales. Incluso si el
sistema de puntos propuesto para Francia no es un puro calco, se reclama de
los mismos principios de contributividad y universalidad. Como al modelo
sueco se le atribuyen todos los méritos, es esclarecedor analizarlo en
detalle y ver el fondo del escenario  1/.



La ley de bronce de las pensiones



Las reformas de pensiones a menudo contienen una cláusula oculta: que no
aumente la proporción de las pensiones en el ingreso nacional. La adopción
de esta regla, a menudo llamada de sostenibilidad financiera, conduce
aritméticamente a una disminución relativa de la pensión, ya que el número
de las personas pensionistas aumenta más rápido que el de las activas (véase
el anexo para una demostración). Por tanto, sea cual sea el sistema de
pensiones, las reformas se distinguen solo por la elección de los
dispositivos adoptados para hacer cumplir esta regla general que implica un
empobrecimiento relativo (incluso absoluto) de las y los pensionistas.



Más fundamentalmente, se trata de una inversión total de la lógica social.
Un sistema puro de reparto sigue una lógica de necesidades: a partir de las
normas sobre la edad de jubilación y la tasa de reemplazo (la relación de la
pensión con el ingreso de actividad), se calcula el importe total de las
pensiones y se deduce retroactivamente el tipo de cotización. Un sistema
puro de cuentas nocionales o por puntos opera de acuerdo con una lógica
contable: se fija el importe total de las pensiones y se deriva de ello la
tasa de reemplazo o la edad de jubilación compatibles con esta restricción.
Otra diferencia, a la que volveremos, es que nos movemos de un sistema
regido por normas sociales a otro en el que el ajuste es en gran parte el
resultado de comportamientos individuales.



En el caso sueco, la reforma es bastante radical, ya que establece como
objetivo una disminución de la parte de las pensiones [en relación con el
PIB, ndt] de hasta el 7% en 2070. El gráfico de abajo ilustra esta
trayectoria: muestra un estancamiento claro con la implementación de la
reforma a fines de la década de 1990 y luego un repunte con la crisis. En
ese momento, la curva debe reanudar su movimiento hacia abajo. Esta curva se
ha establecido a partir de los datos oficiales de Eurostat y de la Comisión
Europea para las previsiones  2/. Obviamente, si bien éstas están sujetas a
una considerable incertidumbre, las proyecciones de población a largo plazo
son más fiables. Esta es la segunda curva en el gráfico que describe la
evolución pasada y prevista de la tasa de dependencia. Esta tasa, que
relaciona la población de más de 65 años y la población en edad de trabajar
(de 20 a 64 años), aumenta aproximadamente de forma regular, pasando del 29%
en 1995 al 43% en 2070.



El estancamiento, o incluso la disminución, de la parte de las pensiones,
combinado con un aumento en la tasa de dependencia, conduce mecánicamente a
un empobrecimiento relativo de los pensionistas. La tasa de reemplazo, es
decir la relación entre la pensión media y el ingreso medio de actividad,
está programado para pasar del 50,5% en 2016 al 32,6% en 2070.



El objetivo de una parte constante de las pensiones es en realidad una
opción social y el logro de la reforma sueca es el de haber pasado como una
simple opción técnica. Pero al mismo tiempo se reclama de un amplio diálogo
social que habría hecho emerger un amplio consenso.



La larga gestación del consenso neoliberal



En los años 1970, el sistema de pensiones sueco era un sistema de reparto,
bastante similar al sistema francés. Tenía tres niveles: una pensión mínima
de vejez (la pensión del pueblo), regularmente revalorizada, las pensiones
públicas y las pensiones complementarias (para los y las funcionarias y
empleadas, y el personal directivo). El conjunto del sistema aseguraba una
tasa de reemplazo de alrededor del 75%. Era un símbolo (una joya familiar)
del modelo socialdemócrata construido en la década de 1950.



Desde mediados de la década de 1980 se anunció en la necesidad de una
reforma del sistema con tres argumentos: desaceleración del crecimiento,
aumento de las salidas anticipadas del mercado de trabajo y aumento de la
esperanza de vida. A esto se podría agregar el carácter demasiado
redistributivo del sistema, que se suponía que lo hacía menos atractivo para
los altos ingresos.



Después de un primer informe en 1990, considerado demasiado radical, un
grupo de trabajo parlamentario, en el que estaban representados todos los
partidos comenzó a trabajar el tema. Las líneas principales de su informe
fueron validadas por una amplia mayoría del 85% del Parlamento en junio de
1994. La reforma se inició en torno a dos principios fundamentales. El
primero, la búsqueda de una mayor contributividad; en otras palabras, el
estrechamiento del vínculo entre la pensión y los ingresos recibidos durante
la vida profesional, para así limitar los mecanismos redistributivos. El
segundo principio, que el coste total de las pensiones debía evolucionar
estrictamente de acuerdo con el crecimiento económico, lo que en la práctica
quiere decir que la tasa de cotización debe quedar fijada de forma
definitiva.



La implementación de la reforma llevó tiempo: inicialmente programada para
el 1 de enero de 1996, la fecha de aplicación se pospondrá varias veces
hasta el 1 de enero de 2001. En cualquier caso, como ocurre con las reformas
sistémicas, hay un período de transición durante el cual el nuevo sistema
reemplaza gradualmente al antiguo.



Esta reforma es elogiada a menudo por la lógica consensuada de su método de
elaboración, que se supone que toma su tiempo. Pero se podría decir que esta
vez se hizo principalmente para tratar los aspectos más negativos de la
reforma, presentados como problemas técnicos que había que resolver. En
efecto, se pusieron sobre la mesa muchas cuestiones, como en cualquier
reforma sistémica de las pensiones: ¿Cómo indexar las pensiones? ¿Cuál es
reparto entre las cotizaciones empresariales y las de los asalariados y
asalariadas? ¿Qué tratamiento dar a las pensiones de los cónyuges? ¿Cómo
validar los períodos de inactividad (educación de los hijos e hijas,
estudios, servicio militar, desempleo, etc.)? Esas preguntas también las
planteaba el proyecto de reforma presentado por Jean-Paul Delevoye en
Francia  3/. En el caso sueco, el diseño de la reforma llevó mucho tiempo:
el necesario para llegar a un consenso neoliberal sobre todas estas
cuestiones.



Es casi como ahorrar en el banco



El principio fundamental del sistema es tender hacia una contributividad
perfecta: “una corona de pensión por una corona cotizada” explica la Agencia
de Pensiones a cargo del sistema  4/, una fórmula que evoca la de Emmanuel
Macron: “por cada euro cotizado, el mismo derecho a pensión para todos”.



El documento de la Agencia pretende ser pedagógico: la cuenta funciona “como
en el ahorro ordinario de un banco”, porque la idea de responsabilidad
individual debe establecerse desde el principio. Formalmente, la comparación
puede ser engañosa: las cotizaciones se acumulan en una cartilla individual
y se revalorizan. La cuenta es virtual, de ahí el término nocional, y se
materializa mediante un Sobre Naranja que se envía cada año a las y los
asegurados y que resume el estado de su cuenta.



Las cuentas individuales se alimentan de las cotizaciones, que representan
el 18.5% de los ingresos de la actividad. El 16% se coloca en uno de los
fondos nacionales de pensiones y el 2,5% restante -la prima de jubilación
(premium pension)- debe ser invertido en un fondo privado elegido por la
gente asegurada entre 831 fondos gestionados por 103 sociedades; o, por
defecto, en el fondo AP7 Såfa administrado por el gobierno (que capta el 36%
del total). Además, las pensiones complementarias de empresa no han
desaparecido y representan alrededor del 30% del total de las pensiones.



Es solo a partir de la edad de 61 años (y pronto de los 64) cuando la
persona asegurada puede reclamar sus derechos de jubilación (a los 65 años
para el mínimo de vejez). El capital acumulado, o más precisamente el
capital contabilizado según las cotizaciones, es progresivamente devuelto en
forma de pensión mensual durante el resto de su vida.



Tomar en cuenta la esperanza de vida



La especificidad de un sistema de cuentas nocionales en relación con un
sistema de puntos es hacer que el cálculo de la pensión dependa de la
esperanza de vida. En efecto, se calcula dividiendo el saldo de la cuenta
por la esperanza de vida restante.



Tomemos como ejemplo una persona que tenga 2,5 millones de coronas
registradas en su cuenta y que se jubila a los 65 años. El baremo establece
que le quedan 20 años de vida. Esta esperanza de vida se reduce a 16,85 años
para tener en cuenta las revalorizaciones futuras (a una tasa del 1,6%
anual): su pensión anual será de 148.000 coronas (2,5 millones divididos por
16,85).



Lo que le "queda de vida" se establece de acuerdo con una escala de
expectativas de vida asociada con cada grupo de edad que no tiene en cuenta
el sexo ni los trabajos realizados. Pero, obviamente, las personas no
respetan la esperanza de vida de referencia que se les atribuye. Algunos
mueren antes de la fecha fijada por el baremo y dejan atrás las ganancias
heredadas. Este capital no utilizado no se transfiere a sus herederos sino a
sus compañeros de cohorte, nacidos en el mismo año que ellos: “los que viven
más que el promedio reciben más que el valor de sus propios ahorros de
pensión”, explica elcitado Informe Orange, que incluso precisa que ese es
uno de los objetivos del sistema.



Sin embargo, también sucede que, tanto en Suecia como en Francia, existen
diferencias muy grandes en la esperanza de vida según las categorías
profesionales:, “la tasa de mortalidad antes de la edad de 65 años difiere
considerablemente de una profesión a otra”, según un equipo de investigación
sueco  5/ que también ha calculado el porcentaje de sobrevivientes; en
decir, las personas que continúan trabajando después de los 65 años. El
siguiente cuadro presenta sus principales resultados, y son muy
contundentes: solo el 41% de las personas asalariadas de la industria
trabaja después de los 65 años, mientras que esta proporción es superior al
70% entre los directivos empresariales y las y los enseñantes. Y la lógica
del sistema implica que partir más pronto a la jubilación conduce a una
pensión inferior. Esos dos efectos se combinan para hacer que las categorías
populares contribuyan a las pensiones de los más favorecidos.



Las pensiones reproducen las desigualdades hombres-mujeres



El mismo estudio distingue entre hombres y mujeres y muestra la posibilidad
de transferencias a favor de las mujeres, ya que generalmente viven más
tiempo que los hombres. Pero esto no es cierto para las categorías obreras.



Contrariamente a una imagen generalizada, Suecia está bastante mal
posicionada desde el punto de vista de la igualdad de género. La Comisión
Europea la clasifica en el mismo grupo que Finlandia, Rumania, Bulgaria,
Polonia, Eslovenia o Lituania. Hay 2,1 millones de personas pensionistas en
Suecia, aproximadamente el 20% de la población total, y poco más de la mitad
(52%) de las mismas son mujeres. Pero el 57% de ellas percibe el mínimo
vejez contra el 16% de los hombres. El documento oficial del que se extraen
estas cifras afirma simplemente que “es el resultado de las tendencias
históricas del mercado de trabajo lo que hace que la participación de las
mujeres y sus ingresos del trabajo sean más bajos” 6/. Corregir estas
desigualdades no forma parte, en esencia, del sistema de pensiones.



La Comisión Europea elabora un indicador de exposición al riesgo de pobreza
o de exclusión social (AROPE). En 2016, el 17% de las personas suecas
mayores de 65 años está expuesta a estos riesgos, pero esa proporción es del
22% para las mujeres, en comparación con el 11% para los hombres. A modo de
comparación, esta proporción es del 10% en Francia y la diferencia entre
hombres y mujeres es menor  7/.



Una revalorización subordinada al equilibrio del sistema



Las cantidades acumuladas se revalorizan de acuerdo con un índice que
progresa como el ingreso promedio de la actividad. Por tanto, el sistema
parece más favorable que una simple indexación sobre los precios, como es el
caso de Francia. Pero el sistema aún debe ser equilibrado: “En caso de
problemas de viabilidad financiera, se activa el mecanismo de equilibrio
automático y la indexación se reducirá hasta que se restablezca la
estabilidad. El mecanismo de equilibrio automático asegura que el sistema
podrá financiar sus obligaciones a través de una tasa de contribución fija y
de reglas fijas, independientemente de la evolución demográfica o económica”
8/.



Sin embargo, la crisis ha dado lugar a una desconexión entre el índice
efectivo en comparación con el índice teórico y la brecha solo se ha
reducido en 2018, como se muestra en el gráfico de abajo, extraído del
citado Informe naranja. En 2010, el mecanismo de cálculo debería haber
llevado a una disminución del 4,5%. Tuvo que ser suavizado, pero la caída
fue aún del 3%  9/. Por lo tanto, han sido las personas pensionistas quienes
han soportado los gastos de la crisis: el vínculo entre las pensiones y los
ingresos de la actividad se ha roto parcialmente y su poder adquisitivo ha
disminuido en 2010 y 2011. Este impacto de la crisis muestra que las
pensiones constituyen la verdadera variable de ajuste. Si, por ejemplo, el
rendimiento de los fondos no fuera suficiente para garantizar el sacrosanto
equilibrio, entonces se restablecería mecánicamente mediante una disminución
de las pensiones. Desde el momento en que las tasas de cotización son
irremediablemente fijas, ésta es la lógica profunda del sistema.



La edad de jubilación



En semejante sistema no hay lugar para una edad legal de jubilación. La
persona asegurada debe esperar a los 61 años para reclamar sus derechos, y
tiene hasta los 67 años para hacerlo. En la práctica, la edad promedio de
jubilación es en la actualidad de 64,5 años. Dado su método de cálculo, el
importe de la pensión será tanto mayor cuanto más se retrase la jubilación.
La persona anteriormente mencionada que se jubilaba a los 65 años con una
pensión anual de 148.000 coronas recibiría solo 128.000 si lo hubiera hecho
a los 61, pero 162.000 si pudiera esperar a tener 67 años.



Ahora bien, este rango (de 61 a 67 años) puede cambiar, a diferencia de la
tasa de cotización, aunque no de forma automática. El sistema ha de ser
modificado de forma paramétrica, que es lo que se hizo a fines de 2017. Se
decidió que la edad de jubilación aumentaría de 61 a 64 años en el horizonte
del 2026; y entonces, será posible trabajar hasta los 69 años. Para
justificar esta reforma, el Ministro de Asuntos Sociales y el Ministro de
Mercados Financieros -una vecindad significativa-, repiten un argumento bien
conocido: “Dado que vivimos más, tenemos que trabajar durante más tiempo
para que las pensiones continúen aumentando”. En un bello espécimen de neo
lengua, los ministros afirman que la reforma apunta a “fortalecer la
seguridad de las y los pensionistas actuales y futuros” 10/.



El pretexto demográfico



El argumento demográfico, utilizado a menudo para justificar las reformas de
las pensiones, no es muy convincente cuando se aplica a Suecia. El siguiente
gráfico muestra que la relación de dependencia (definida aquí como la
relación entre la población inactiva mayor de 65 años con respecto a la
población con empleo de edades comprendidas entre 20 y 64 años) es del 33,8%
en 2015, aproximadamente lo mismo que en Francia donde es del 33,3%. Además,
se espera que esta proporción aumente solo 11,7 puntos entre 2015 y 2050, en
comparación con 19 puntos en Francia y 26 para el conjunto de la Unión
Europea  11/.



El mismo gráfico también muestra la parte de las pensiones en el PIB. En
Suecia, como hemos visto, la reforma permitió reducirla, mientras que en
Francia esa proporción pasó del 9,9% al 12,3% entre 1995 y 2015. Esta
observación muestra que una reforma a la sueca pretende más bien contener el
peso de las pensiones en el ingreso nacional que acompañar a las evoluciones
demográficas.



Esta comparación con Francia es una oportunidad para relativizar la imagen
de Suecia como un paraíso socialdemócrata en el que sería deseable
inspirarse. En realidad, esta imagen es obsoleta: Suecia adoptó el giro
neoliberal en la recesión de 1974-75, antes que Francia. Con esta
diferencia, la proporción de los salarios evoluciona en paralelo en ambos
países, como se muestra en el gráfico a continuación. Suecia parece aún más
flexible, con fluctuaciones más pronunciadas en torno a la tendencia.



Contributividad contra solidaridad



Realmente, la situación relativa de las personas pensionistas suecas no es
envidiable. En 2016, su ingreso medio representaba el 77% del ingreso de la
población en edad activa, mientras que el promedio era del 93% para la Unión
Europea. Anotemos de pasada que, con una relación del 102%, Francia dista
menos del promedio europeo que Suecia  12/.



Los datos de la OCDE muestran que Suecia es un poco menos generosa que
Francia en términos de tasa de reemplazo. Pero este es un reemplazo bruto, y
la imagen es muy diferente cuando se considera la tasa neta de reemplazo que
tiene en cuenta los impuestos, antes y después de la jubilación. Se puede
ver que la tasa neta de reemplazo es significativamente menor en Suecia
(54,9%) que en Francia, donde es del 74,5%. En otras palabras, el sistema
tributario sueco no ejerce ningún efecto correctivo sobre un régimen de
pensiones a priori poco generoso.



Una filosofía social



Detrás de los dispositivos técnicos, un sistema de pensiones siempre se basa
en una concepción de la vida en sociedad. Es esta dimensión la que aborda un
libro muy esclarecedor de Anette Nyqvist  13/ que describe la génesis de la
reforma sueca a partir de entrevistas con sus protagonistas. Así se constata
que el proyecto se desarrolló en un grupo de trabajo parlamentario donde
todos los partidos estaban representados. Anette Nyqvist se entrevistó con
la mayoría de los miembros de este grupo. Cuenta cómo, veinte años después,
hablan del sistema como de una obra de arte, describiéndolo como
“fantástico, genial, elegante, soberbio”.



Uno de los dos representantes socialdemócratas lo explicaba así: “Lo que me
atrajo como economista, investigador e ingeniero social (social
constructor), era la belleza de un sistema capaz de regularse de una manera
perfectamente transparente”. Y un miembro del Partido de Izquierda (antiguo
Partido Comunista) aludía, veinte años después, a la misma maravilla
estética: “Lo que crea estabilidad, desde el punto de vista del Estado, es
que existe un vínculo entre los activos y los pasivos. El cambio real y más
importante es que hemos creado un sistema cuyas prestaciones están
determinadas por sus recursos”. Paradójicamente, un tecnócrata que estuvo en
el origen de la reforma era más lúcido: la estabilidad significa, dice, que
“todos los riesgos se trasladan a la persona asegurada. Esa fue la gran
idea”.



El cuasi consenso entre el conjunto de los partidos representados en el
Parlamento se hizo en nombre de una filosofía social que evoca bastante la
de Emmanuel Macron. Por tanto, la lógica aritmética del sistema es un
ejemplo perfecto de este “gobierno por los números”, que Alain Supiot  14/
opone al gobierno por las leyes. Para Nyqvist, el mecanismo del sistema de
pensiones está perfectamente en línea con una política neoliberal basada en
“la autonomización y la responsabilidad de los individuos”. Ella se refiere
en particular al libro de Nikolas Rose, Powers of Freedom  15/, en la que
este último considera la posibilidad de “gobernar sobre la base de las
ansiedades y las aspiraciones responsables y educadas de los individuos y
sus familias”. Cada individuo se transforma así en “empresario de sí mismo”,
por usar la fórmula de Michel Foucault  16/, el ejercicio del poder
“consiste en guiar las conductas" (...) Gobernar, en este sentido, es
estructurar el posible campo de acción de los demás” 17/. La reforma de las
pensiones es, por tanto, un ejemplo emblemático de cómo las tecnologías
políticas descritas por Foucault logran reformular una cuestión
eminentemente social en el lenguaje de la técnica, o incluso de la simple
aritmética.



En el caso sueco, la capitalización obligatoria de una parte de las
pensiones no es más que un modesto consuelo para los mercados financieros,
pero es también un instrumento educativo adicional destinado a la
interiorización por las y los asalariados de las leyes de la economía. Pero
lo esencial es institucionalizar, y hacer aceptar como natural, la ley de
bronce según la cual la parte de las pensiones en el ingreso nacional se
fija para toda la eternidad. Luego, que cada cual gestione su destino.



El recurso al gobierno de los números evacua así cualquier debate sobre el
modelo social y produce efectos claramente ideológicos, ya que, como escribe
Rose, “todos pueden cumplir mejor sus obligaciones con la nación al
esforzarse por mejorar su propio bienestar económico, el de su familia, de
su empresa de o su organización”. Cómo no pensar aquí en la fórmula de
Emmanuel Macron quien, parafraseando a John Kennedy, declaró durante el
mensaje de Año Nuevo en 2018: “No preguntes qué puede hacer tu país por ti,
sino pregúntate cada mañana qué puedes hacer por tu país. Dígase a sí mismo
que tiene algo que hacer para la Nación”.



Suecia como recordatorio



Por lo tanto, el sistema sueco tiene muchos efectos adversos poco conocidos
y su revisión puede servir como una guía de lectura para la reforma en
Francia. Incluso los economistas de la Comisión Europea reconocen en un
documento reciente los límites de este sistema supuestamente ejemplar. Es
cierto que comienzan celebrando su resiliencia: “Hasta ahora, el automatismo
y la neutralidad presupuestaria, así como el amplio apoyo político a favor
de la reforma han inmunizado al sistema contra reversiones tan comunes de la
reforma en otros Estados miembros” 18/.



Pero emiten algunas reservas bastante devastadoras al final de su revisión:
“Sin embargo, los mecanismos de ajuste que aseguran la viabilidad
presupuestaria han transferido la carga financiera de los cambios de
longevidad a los pensionistas. Si bien las personas más acomodadas podrán
compensar una pensión pública más baja mediante pensiones profesionales o
privadas, las personas menos acomodadas podrían ver caer su pensión por
debajo de un nivel adecuado”. Y si la presión pública obliga al gobierno a
tomar medidas puntuales para ajustar el sistema, entonces “la transparencia
y la viabilidad financiera del sistema, dos de los principales objetivos de
la reforma, podrían verse en peligro”.



Más allá de las diferencias técnicas entre las cuentas nocionales (Suecia) y
el sistema de puntos, la experiencia sueca destaca tres problemas
principales que también son aspectos de la reforma que se deben vigilar en
el caso francés:



• La congelación de la parte de las pensiones en el ingreso nacional, sin
tener en cuenta el envejecimiento de la población, conduce al
empobrecimiento relativo de los pensionistas.



• La individualización es un obstáculo para la redistribución, teniendo en
cuenta, en particular, las carreras precarizadas, especialmente las de las
mujeres.



• La transición de un sistema de prestaciones definidas a un sistema de
cotizaciones definidas va acompañada de un mecanismo ciego de ajuste que
traslada los riesgos a los pensionistas y es por naturaleza difícil de
ajustar a corto plazo.

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Anexo



La ley de bronce de las pensiones



La sociedad está compuesta por Na de activos que reciben un ingreso medio de
actividad w, y de Nr pensionistas que reciben una pensión media igual a p.



Se supone que el ingreso de actividad aumenta al mismo ritmo que la
productividad del trabajo. Por lo tanto, la participación de los ingresos de
actividad en el PIB es constante: Na.w/GDP=e. El ingreso medio de la
actividad es por lo tanto: w=e.PIB/Na.



La ley de bronce de las pensiones requiere que la proporción de las
pensiones en el PIB sea constante: Nr.p/GDP=k. Por lo tanto, la pensión
media es: p=k.PIB/Nr



La pensión expresada en función del ingreso de la actividad se escribe de la
siguiente manera:



Dicho de otra forma, una parte constante de las pensiones implica que
cualquier aumento en el número de pensionistas en relación con el número de
personas que trabajan conduce a un aumento medio de las pensiones inferior
al ingreso medio de actividad. CQFD.

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Notas



1/  Todas las fuentes consultadas están disponibles en esta página .

2/  European Commission, “The Swedish pension system and pension projections
until 2070”, Country Fiche for the 2018 Ageing Report.

3/  Rapport Delevoye, Pour un système universel de retraite, julio de 2019.

4/  Source:Orange Report, Swedish Pensions Agency, 2017.

5/  Source:Orange Report, Swedish Pensions Agency, 2017.

6/  Ministry of Health and Social Affairs, “The Swedish old-age pension
system. How the income pension, premium pension and guarantee pension work”,
Mayo de 2017.

7/  Fuente: European Commission, Pension adequacy report, Volumen 2, 2018.

8/  European Commission, “The Swedish pension system and pension projections
until 2070”, Country Fiche for the 2018 Ageing Report.

9/  Ole Settergren, “La Suède: la réaffirmation et l’aménagement des
mécanismes d’ajustement”, COR, 2014.

10/  AFP, “Sweden to raise earliest retirement age to 64”, Diciembre 14,
2017.

11/  Fuente: OCDE, Panorama des pensions 2017.

12/  European Commission, Pension adequacy report, Volume 1, 2018.

13/  Anette Nyqvist, Reform and Responsibility in the Remaking of the
Swedish National Pension System: Opening the Orange Envelope, Palgrave
Macmillan, 2016.

14/  Alain Supiot, La Gouvernance par les nombres, Fayard, 2015.

15/  Nicholas Rose, Powers of Freedom. Reframing Political Thought,
Cambridge University Press, 1999.

16/  Michel Foucault, Naissance de la biopolitique, Cours au Collège de
France (1978-1979), Gallimard, 2004.

17/  Michel Foucault, “Le sujet et le pouvoir”, Dits et écrits, tome IV,
Gallimard, 1994. (disponible en castellano aquí).

18/  Aspegren Hanna, Durán Jorge, Masselink Maarten, “Pension reform in
Sweden: Sustainability and Adequacy of Public Pensions”, European
Commission, Economic Brief, July 2019.

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