Argentina/ Plata quemada y default selectivo. ¿Qué implica el nuevo cepo al dólar? [Esteban Mercatante - La Izquierda Diario]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Sep 2 00:24:14 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

2 de setiembre 2019

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Argentina



Plata quemada y default selectivo: la economía en tiempos de “vacío de
poder”



Esteban Mercatante

Ideas de Izquierda, 1-9-2019

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Macri anuncia un default “selectivo” para liberar reservas que quema
interviniendo el mercado, Alberto Fernández rechaza comprometerse con el
“megacanje” propuesto por Lacunza, mientras los especuladores se devoran los
dólares que quedan y el FMI debate qué hacer con el desembolso próximo.



El 31 de julio, el Banco Central (BCRA) contaba reservas por USD 67.891
millones. El viernes pasado, informó que le quedaban USD 54.098 millones.
Esta evaporación de USD 13.793 millones en un solo mes (casi todo después de
las primarias del 11 de agosto) es una muestra del torbellino que atraviesa
la economía después de las PASO.



La cotización del dólar frente al peso subió un fenomenal 30 % el día
después de la derrota macrista. Podía habilitarse la hipótesis de que
después de semejante ajuste del tipo de cambio las cosas se acomodarían. El
candidato opositor, Alberto Fernández, contribuyó con lo suyo a alimentar
esta expectativa al definir como “razonable” este nuevo valor del dólar (es
decir bajar de un saque los salarios de los trabajadores registrados en 160
dólares mensuales promedio), después de haber disparado contra el valor
“artificial” del dólar en los días previos a la ronda electoral.



No fue así. Con el correr de los días se puso en evidencia, como había
ocurrido en los meses turbulentos de 2018 y en marzo/abril de este año, que
no hay cotización del dólar que resulte suficiente para calmar las ansias de
los especuladores de adquirir billetes verdes. Nunca están suficientemente
caros. Los mismos inversores que después de las últimas tormentas
financieras se volvieron a arrimar a los activos en pesos para hacer
negocios arbitrando entre el valor del dólar y las tasas de interés por las
nubes ofrecidas por el Tesoro con sus letras y por los bancos (que a su vez
amasan rendimientos formidables con las Leliq que les entrega el BCRA a las
entidades financieras), salieron en manada a partir del 12 de agosto.



El BCRA volvió a intervenir en el mercado cambiario vendiendo dólares, lo
que formalmente no hacía desde hace casi un año, cuando asumió Guido
Sandleris al frente de la entidad después de la renuncia de Luis Caputo. En
mayo de este año Sandleris había obtenido autorización del FMI para vender
dólares en caso de que fuera necesario, abandonando formalmente el requisito
de que el dólar superara la banda superior de la llamada “zona de no
intervención” que por entonces regía (una banda dentro de la cual el dólar
debía flotar libremente sin que actuara el BCRA vendiendo ni comprando
dólares). Pero hasta agosto esta posibilidad no había sido puesta en
práctica; el BCRA se había contentado con actuar a través del mercado de
futuros, apretar la oferta monetaria y mantener las tasas de interés en
niveles altísimos para intentar moderar el valor de la divisa. Estas
herramientas, en un contexto de lo que parecía ser una polarización entre
“moderados” que finalmente no fue tal, contribuyeron a crear el espejismo de
un panorama financiero estable en los meses previos a las elecciones, que
voló por los aires el día después de la aplastante derrota de Macri.



El riesgo Macri



El riesgo país, es decir la sobretasa que pagaría el Tesoro argentino para
endeudarse si pudiera hacerlo (lo cual hoy es imposible porque el acceso a
los mercados de crédito internacionales está cerrado) escaló a niveles
siderales después de las PASO. Ya se encontraba en 900 puntos antes de las
elecciones, lo que constituye un nivel que asigna importantes probabilidades
de default a los bonos del país. Pero se duplicó después de las elecciones,
y continuó subiendo hasta superar los 2.500 puntos el viernes 30 de agosto.
Para entonces, el ministro de Economía Hernán Lacunza, que reemplazó a
Nicolás Dujovne el 19 de agosto, ya había dado a conocer el “default
selectivo”, es decir la postergación de pagos para la deuda de corto plazo.



¿Por qué terminó Macri declarando este “reperfilamiento” de los pagos, que
fue anunciado en simultáneo con la decisión de canjear también la deuda de
mediano y largo plazo por bonos de vencimientos más lejanos, y también de
negociar plazos mayores de devolución de fondos al FMI? Es decir, todo lo
que hasta hace semanas el exministro Nicolás Dujove afirmaba que no era
necesario.



Todo tiene que ver con el dólar. Ya antes de la nueva corrida, estaba puesto
en duda el apretado programa financiero (los recursos para pagar los
compromisos de deuda) de este año pero sobre todo del próximo. Esto era así
porque, en la medida en que el gobierno usara dólares este año para pagar
deuda de corto plazo (si no era renovada) e intervenir en el mercado, menos
le iban a quedar para el año siguiente. Para 2019, todavía quedan (en teoría
al menos) desembolsos del FMI para cubrir el agujero y pagar vencimientos.
Pero en 2020 el organismo aportará apenas USD 5.000 millones. Si los dólares
que tiene el BCRA y el Tesoro son “quemados” ahora, ¿de dónde saldrán los
que hagan falta para la deuda en el próximo mandato? La falta de respuesta a
este interrogante, explica que ya antes el riesgo país estuviera altísimo.
Pero lo que era una precariedad subyacente se transformó en alarma después
del dólar a 60.



El peso de la deuda sobre la economía nacional (PBI) aumentó arriba de 100
%, lo cual la convierte en una hipoteca cada vez más pesada. Incluso si
excluimos la parte de la deuda que el Estado argentino se debe a sí mismo
(porque está en manos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad u otras
reparticiones), la deuda ya equivale al 60 % del PBI. A medida que ajusta el
dólar, se hace cada vez mayor su peso, porque la mayor parte de los pasivos
son en dólares. Con el agravante de que, con muchas partidas de gasto
dolarizadas o indexadas por la inflación, no hay una licuación del gasto
considerable después de la devaluación. El alza del riesgo país responde más
a esta precariedad de los fundamentos macroeconómicos, que a los pronósticos
de los mercados sobre un default pleno o reestructuración agresiva de la
deuda que podrían sobrevenir con Alberto Fernández (aunque esto también
entre en la ecuación).



Pero el problema de la deuda es uno de mediano plazo, o lo era hasta hace
unas semanas. El problema es que la corrida, el aumento del riesgo país y
las prevenciones con el Frente de Todos, confluyeron para pegar con todo en
el eslabón más débil del programa financiero: la deuda de corto plazo en
letras del Tesoro. Las Letes (en dólares) y Lecap (en pesos) junto a otros
títulos de menor volumen, que en los últimos meses Economía venía renovando
sin problemas casi en su totalidad, pagando eso sí tasas de interés
considerables. Pero el 16 y 28 de agosto, las renovaciones fracasaron.
Exceptuando la parte de esas letras en manos del sector público, el resto de
los inversores tomó su dinero en vez de renovar. El Tesoro puso dólares que
no pudo recuperar con nuevos títulos, y pagó pesos que se fueron a comprar
dólares. Si esto seguía así hasta fin de año, el riesgo era perder hasta USD
14 mil millones por pagar deuda, además de los que de por sí vende
diariamente el BCRA. Esto es lo que, hasta el día martes, Macri parecía
dispuesto a hacer, dejando que los dólares se fueran por la alcantarilla,
sin poner restricciones para la venta de divisas ni obligar a los
exportadores a que liquiden sus ventas (hoy tienen 10 años para hacerlo).



Pero el FMI metió la cola: entre las negativas de Alberto Fernández a
acompañar el pedido del nuevo desembolso (por el contrario, señaló que de
hacerlo el FMI estaría violando sus propios estatutos porque la plata se
fuga, mostrando una preocupación por esta retracción de capitales que no
evidenció cuando durante sus tiempos al frente de la jefatura de Gabinete se
fueron al exterior casi USD 40.000 millones), el “vacío de poder” de esta
transición sui generis donde hay un candidato ganador que aún no es electo,
y la vocación incendiaria de la administración saliente de usar hasta el
último dólar, empezó a hacerse posible que no llegara el desembolso de
septiembre por USD 5.400 millones. Sin eso, todo el plan de Macri de llegar
“con el último dólar” hasta diciembre quedaría desbaratado, porque el
desembolso del FMI era clave para pagar los vencimientos de deuda en bonos,
como viene haciendo el Tesoro desde junio del año pasado con plata prestada.
Para “cuidar los dólares”, fue necesario el default selectivo.



Bonos basura



Ahora el problema empieza a ser toda la deuda. Se descontaba que la
categoría “SD” (default selectivo) que Standard & Poor’s asignó a la deuda
argentina, sería cambiada después de que se diera a conocer el nuevo
cronograma de pagos, saliendo del default pero con peor calificación para la
deuda. Pero, en el entorno de las finanzas globales, el default selectivo es
visto como una antesala del default general. Así lo hacía saber Financial
Times el viernes, que durante ese día y el siguiente mantuvo como noticia
destacada de su portada la “reestructuración” de la deuda argentina. Allí
reproduce la opinión del economista de Oxford Carlos de Suosa de que la
deuda argentina “es demasiado elevada para ser considerada sostenible,
incluso bajo supuestos optimistas”. El diario agrega que “el próximo
gobierno estará forzado a realizar una nueva reestructuración”.



Nafta al fuego



Postergar pagos de deuda para cuidar los dólares para intervenir en el
mercado, difícilmente podía ser una señal que aplacara la huida de los
activos en pesos que viene teniendo lugar. Tampoco era una señal alentadora
para los depósitos en dólares. Según el último dato disponible (al 27/8)
estos llevaban una caída de USD 3.700 millones respecto del nivel que tenían
el viernes previo a las PASO. Ahora podrían acumular una reducción superior
a USD 6.000 millones, lo que podrá comprobarse en los próximos días cuando
el BCRA informe el detalle de evolución de los agregados monetarios. Esto
explica la mayor parte de la pérdida de reservas.



A pesar de haber “pisado” parte de la pérdida de dólares que podía esperarse
de acá a diciembre con el “reperfilamiento” de Letes y Lecap, de continuar
la sangría de reservas perdidas por intervenir en el mercado en las últimas
semanas (más de USD 2.000 millones se fueron en las subastas diarias de
reservas del BCRA) ni siquiera con esto alcanza. El “ahorro” logrado por el
gobierno posponiendo pagos de Letes es de USD 10.000 millones. Pero con el
ritmo de intervenciones de los últimos días podría tener que gastar hasta
USD 12.000 millones, que es casi la totalidad de las reservas de las que hoy
puede disponer sin restricciones la entidad que preside Sandleris; el resto
son préstamos o encajes de depósitos.



Por eso, después de anunciado el “reperfilamiento”, fueron necesarias nuevas
medidas para tapar la salida de dólares. El viernes se estableció la
necesidad de que los bancos pidan autorización para girar utilidades al
exterior. Y en la última hora del día, el gobierno difundió la intención de
intervenir con un “shock” el lunes para controlar el dólar. Las
especulaciones indican que Sandleris podría establecer un “tapón”, como el
que implemento Federico Sturzenegger en mayo de 2018. Por entonces, el BCRA
realizó una oferta permanente de USD 5.000 millones de dólares, que le puso
techo a la cotización de la divisa. El mismo fue levantado cuando empezó a
regir el acuerdo con el FMI, porque el organismo así lo exigía, y los
resultados son conocidos. Ahora, un gobierno más débil podría tener más
dificultades para lograr un éxito temporal equivalente. Además, esto no
evitaría que se caigan los depósitos en dólares.



El gobierno gasta los últimos cartuchos para evitar despedirse con medidas
más drásticas, como la imposición de restricciones para la compra de
divisas. Estas trabas fueron una de las primeras medidas que Macri eliminó
cuando asumió en 2015. Despedirse aplicándolas sería una de las postales más
patentes de su fracaso.



La danza de la transición



Si bien para el gobierno saliente lo urgente era la deuda de corto plazo, en
sus anuncios del miércoles Lacunza ató este “reperfilamiento” al envío de
una ley para habilitar el canje de bonos de deuda de mediano y largo plazo.
Es la que viene siendo pagada con aportes del FMI, y que los acreedores ya
descontaban que debería ser reestructurada por un próximo gobierno. En su
despedida, Macri apuesta a seguir siendo generoso con los bonistas, que tan
buenos negocios hicieron durante su administración: lejos de proponer
cualquier quita, quiere canjear los bonos actuales por otros de más largo
plazo. Pero un nuevo bono, canjeado en condiciones de mercado, no solo
mantendrá el capital, sino que agregará jugosos intereses, porque el país
paga hoy tasas siderales. Tal como ocurrió con el “Megacanje” realizado por
Fernando De la Rúa y Domingo Cavallo en 2001. Es para esto que Lacunza
pedirá autorización en el Congreso. Quiere comprometer al peronismo
triunfante en las PASO con un canje de bonos muy generoso con los
acreedores. El viernes, Alberto Fernández dio a conocer a través de una
entrevista en Wall Street Journal que rechazará la propuesta. El peronismo
ha mostrado que sabe ser generosos con los usureros de la deuda, pero
seguramente prefiera hacerlo en sus términos y cuando ya esté en el
gobierno.



Qué hacer con los dólares, y con la deuda, es lo que seguirá signando una
transición turbulenta, con derivaciones sobre la inflación (y por lo tanto
el costo de vida), la estabilidad financiera, y por lo tanto sobre una
actividad económica cada vez más hundida. Entre el cepo que Macri busca por
ahora evitar, y el vaciamiento de reservas extremo que teme heredar Alberto
Fernández, están los distintos escenarios del tira y afloja entre el
presidente, el candidato y el FMI que se desenvuelve con la corrida
cambiaria y desplome de bonos y acciones como dramático telón de fondo.



Los problemas de Fondo



Macri logró pasar en tres años de una economía “desendeudada” (generoso
regalo que le dejó el kirchnerismo a sus sucesores al precio de enriquecer a
Wall Street con costosos envíos de dólares que vaciaron el BCRA y
requirieron el “cepo” para sostenerse) a una crisis de deuda. Y a pesar de
la masiva asistencia del FMI no pudo evitar despedirse con un default, por
más “técnico” que sea. La liberalización de la movilidad de capitales y la
bicicleta financiera terminaron de componer un cóctel explosivo, que explica
por qué la crisis ocurrió tan rápido y fue tan violenta.



Pero como decimos en Salir del Fondo, no alcanza apelar a la “inclinación”
neoliberal del gabinete macrista para explicar la crisis actual. Esta hunde
sus raíces en los desequilibrios externos, que son un resultado del carácter
atrasado y dependiente del capitalismo argentino, que determina que los
sectores principales de la clase dominante (las empresas imperialistas que
tienen posiciones preponderantes en los sectores más gravitantes de la
economía como el “agropower” o Vaca Muerta, los grupos económicos
nacionales, los bancos y los acreedores) fuguen buena parte de sus
ganancias. Esto explica que, a pesar de las promesas de “terminar con el
ajuste”, quienes se preparan para reemplazar a Macri no tengan respuestas
alternativas para salir del atolladero del capitalismo argentino. Si hasta
han salido a recuperar la ilusión de la “lluvia de inversiones”, uno de los
pilares del relato económico de Cambiemos.



Una salida de otra clase a la crisis nacional



Aceptando, como hace el candidato del Frente de Todos, la imposibilidad de
rechazar el chantaje del FMI que a lo sumo puede ser “renegociado” (y ya
sabemos al precio de qué reformas puede ocurrir eso), y manifestando la
disposición a “honrar” las deudas de Macri sin siquiera investigarlas, a lo
sumo reestructurando para pagar un poco menos en lo inmediato a costa de
agrandar la hipoteca futura, no hay ninguna posibilidad de poner fin al
ajuste. Para cumplir con las demandas de los acreedores y la “normalización”
de la economía que demandan los capitalistas, queda un largo tránsito de
medidas agresivas contra el pueblo trabajador, ruta que ni siquiera promete
evitar los descarrilamientos que ya hemos atravesado tantas veces en la
historia reciente.



El camino para evitar otra catástrofe no pasa por seguir poniendo las
exigencias de los acreedores como prioridad, sino todo lo contrario. La
deuda no puede ser lo que ordena la política económica imponiendo para ello
el ajuste. Es necesario rechazar el programa de austeridad que vigila el
Fondo Monetario y el chantaje de la deuda. Mantenerse en el negocio de la
deuda, reestructurando para seguir pagando, solo sirve a los intereses de
los sectores del empresariado más concentrado y del capital financiero
internacional. Pero para los trabajadores y el pueblo que venimos soportando
desde hace décadas los costos que acarrea pagar la deuda, no hay motivos
para seguir haciéndonos cargo de esta imposición. Es necesario repudiarla y
terminar con todas las medidas de austeridad que acarrea intentar cumplirla,
y que como estamos viviendo no evita el default, por ahora “selectivo”.



Declarar el no pago de la deuda, es inseparable de la nacionalización de
todo el sistema bancario, expropiando a los bancos privados para formar un
banco estatal único. Las entidades financieras cumplen un papel clave en la
transferencia hacia “guaridas fiscales” de los activos financieros no
declarados ante las autoridades fiscales de personas ricas y grandes
empresas, que se agudiza en tiempos de crisis. Está ampliamente documentado
el proceder en el país de los bancos HSBC, Citibank y Río durante la crisis
de 2001. No existe manera de parar la sangría de la riqueza nacional y el
ahogo financiero, sin poner fin a este rol de los bancos privados. La
concentración de todo el sistema de crédito en manos del Estado, puede
transformarse, en manos de un gobierno de los trabajadores, en una poderosa
herramienta para poder generar crédito barato para la vivienda popular, para
el pequeño comercio, talleres y pequeñas firmas. También puede permitir la
decisión democrática de la clase trabajadora y los sectores populares de
cuáles son los criterios y prioridades del crédito, para poder canalizarlo
hacia inversiones que respondan a las necesidades de infraestructura y
vivienda que vienen largamente postergadas. También permitirá asegurar el
valor de los depósitos para los pequeños ahorristas, a diferencia de lo que
ocurre siempre en las crisis y “defaults” cuando terminan saqueados por los
bancos. Los sectores de la clase trabajadora empleados en el sector
financiero están llamados a jugar un rol protagónico en esta nacionalización
de los bancos. Son quienes conocen y pueden desmontar las tramoyas del
vaciamiento, quienes hoy son llevados a poner la cara cuando sus patrones
quieren distraer a los pequeños ahorristas para no darles sus depósitos,
mientras contribuyen al desfalco realizado por los grandes inversores.



El monopolio estatal del comercio exterior, permitiría asegurar la
disponibilidad de las divisas que hoy manejan discrecionalmente un puñado de
firmas (solo 50 empresas manejan más del 60 % de las exportaciones). En
tiempos como el actual apuestan a la especulación contra la moneda y
profundizan la manipulación de operaciones que hacen siempre. Las divisas
son claves para el desenvolvimiento de la economía, y por eso el comercio
exterior es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos privadas. Además
de permitir definir las prioridades a establecer en las compras al exterior,
de acuerdo a las necesidades de la producción y las inversiones en
infraestructura más urgentes, y apropiar la renta agraria que hoy se lleva
el agropower (junto con la expropiación de los grandes terratenientes), este
monopolio permitiría aplicar políticas de precios sostenes para los pequeños
productores, priorizando economías regionales (Mendoza, Alto Valle de Río
Negro, etc.).



Estas medidas que planteamos son fundamentales para frenar el saqueo y
reorganizar la economía en favor de los intereses de las grandes mayorías.
La lucha por este programa implicará avanzar en la organización
independiente de la clase trabajadora y el pueblo pobre, echando a la
burocracia de los sindicatos, y asumir, a partir de la propia experiencia,
el objetivo de conquistar un gobierno de los trabajadores de ruptura con el
capitalismo. Sabemos que hoy las grandes mayorías no comparten aún esta
perspectiva, por eso planteamos la necesidad de imponer una Asamblea
Constituyente, libre y soberana, para discutir las salidas, desnudar los
acuerdos y disputas entre Macri, Fernández y el FMI que se desarrollan
contra el pueblo trabajador y pelear por esta alternativa.



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Medidas oficiales



¿Qué implica el nuevo cepo al dólar del Gobierno de Macri?



Las empresas deberán pedir autorización al BCRA para comprar dólares. Las
personas podrán adquirir y transferir al exterior hasta U$S 10.000 dólares
por mes, aunque no habrá límites para extraer dólares de las cuentas. El
gobierno busca pisar la demanda de divisas.



La Izquierda Diario, 1-9-2019

https://www.laizquierdadiario.com/



Luego del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que emitió el Gobierno en la
mañana del domingo, el Banco Central de la República Argentina (BCRA)
difundió algunos detalles de la letra chica de la implementación del "cepo"
para personas físicas y empresas y los plazos para la liquidación de los
dólares de exportación.



Esto fue informado este domingo por la tarde mediante la Comunicación “A
6770” del BCRA. Algunos de sus puntos clave son:



Compra de dólares y transferencias al exterior



• La compra de divisas por empresas e instituciones (Personas Jurídicas,
gobiernos locales, Fondos Comunes de Inversión, Fideicomisos y otras) sólo
podrá ser realizada con autorización del BCRA.

• Las empresas no podrán comprar dólares para atesorar.

• Las Personas Humanas (individuos) podrán adquirir hasta U$S 10.000 por
mes. Para montos superiores deberán contar con autorización del BCRA. Si el
monto supera los U$S 1.000 la operación debe realizarse con débito en una
cuenta bancaria local.

• Podrán realizarse transferencias de fondos de cuentas al exterior hasta de
U$S 10.000 por persona por mes.

• No hay límites para la extracción de dólares de las cuentas, ni para
personas físicas ni jurídicas.

• No hay impedimentos al comercio exterior (excepto la compra de dólares
para la precancelación de deuda por importaciones de bienes y servicios o el
pago de deudas vencidas) ni restricciones sobre viajes.

• Se prohíbe el acceso al mercado de cambios para el pago de deudas y otras
obligaciones en moneda extranjera entre residentes.

• Se establece el requisito de conformidad previa del BCRA para el acceso al
mercado de cambios para el giro de utilidades y dividendos.



Liquidación de exportaciones



• Los exportadores tienen que vender las divisas fruto de sus exportaciones
en el mercado local dentro de un máximo de 5 días hábiles después del cobro
o 180 días después del permiso de embarque (15 días para las commodities)

• No hay restricciones para la importación o pago de deudas a su
vencimiento.

• Los bancos estarán habilitados para extender su horario hasta las 17 horas
por un mes.

• Las medidas adoptadas regirán hasta el 31 de diciembre de 2019.



Analistas advierten que este lunes podría observarse un mayor retiro de
depósitos en dólares en los bancos y que se ampliará la brecha entre la
cotización del dólar oficial y el dólar blue (del mercado paralelo).
Asimismo, se espera que estas medidas tengan repercusión en la apertura de
los mercados financieros este lunes.



El Gobierno busca frenar la sangría de dólares y asegurarse la liquidación
por parte de los exportadores para evitar mayores complicaciones en los
vencimientos de deuda en el corto plazo. En el mes de agosto las reservas
del Banco Central cayeron U$S 13.793 millones, la mayoría luego de las
elecciones PASO.



Si bien las medidas "blindarían" el sistema financiero y significarían un
alivio a las presiones de la coyuntura, los problemas de fondo permanecen y
se estiran hacia adelante. Asimismo, persiste la incógnita de cuándo y cómo
el Fondo Monetario Internacional (FMI) desembolsara los U$S 5.400 millones
del préstamo stand by.



El gobierno de Macri asumió proponiéndose como el representante de la
liberalización del mercado de cambios y externo y terminó aplicando medidas
de emergencia, como el "default selectivo" y el "cepo", que no sólo
contradicen su discurso, sino que están lejos de aplacar la crisis.

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