Argelia/ El ejército fuerza las elecciones presidenciales [Lofti Barkati

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Sep 15 13:24:18 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

15 de setiembre 2019

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Argelia

 

El ejército fuerza las elecciones presidenciales

 

Lofti Barkati 

Mediapart, 12-9-2019

https://www.mediapart.fr/

Traducción de Viento Sur

https://www.vientosur.info/

 

Mientras el pueblo argelino ha retomado las manifestaciones, el ejército y
lo que queda del poder civil intentan tomar la iniciativa poniendo en marcha
la organización de unas elecciones presidenciales a principios de diciembre.
Un proceso acompañado del incremento de la represión sobre los movimientos
de oposición y los medios de comunicación de masas, como lo muestra el
arresto de Karim Tabbou, una persona destacada de las movilizaciones.

 

¡Es la vuelta de los desaparecidos! Estos últimos meses habíamos olvidado
los últimos restos del poder civil en Argelia; era tal la omnipresencia del
general Gaïd Salah, jefe del Estado Mayor del ejército, que se bastaba para
encarnar la realidad del régimen argelino desde la renuncia de Buteflika en
abril pasado. Sin embargo, después de semanas en silencio, están de vuelta
el pos-interino Abdelkader Bensalah, el primer ministro Nouredine Bedoui y
ministros cuya cada aparición pública provoca la ira de la gente. Incluso la
Asamblea Nacional, la instancia adormecida desde la primavera pasada y que,
de repente, es convocada de urgencia para adoptar bruscamente dos proyectos
de ley.

 

¿De qué se trata? Después de ocho meses de la revolución argelina y de una
revuelta popular que no decae desde febrero, el ejército, último centro
neurálgico del régimen, decidió imponerse exigiendo unas elecciones
presidenciales “en el menor plazo posible”. Desde finales de agosto, el
general Gaïd Salah ha levantado la voz en tres ocasiones para decir: hay que
convocar al órgano electoral el 15 de septiembre para que las elecciones
presidenciales se den en 90 días, es decir, a principios de diciembre.

 

Esta vez el general esgrime la Constitución, tantas veces pisoteada, como un
talismán para justificar la celebración de las elecciones. El argumentario
es simple: se trata de encontrar el camino de la legalidad después de meses
de inestabilidad; corresponderá al presidente electo, por tanto legítimo,
proceder a las reformas que exige el movimiento popular. En cierto modo, de
sentido común... pero un sentido común que choca con la realidad de la
política argelina y con meses de movilización para que “desaparezca todo el
sistema”.

 

El martes 10 de septiembre [al igual que el viernes 13] miles de
manifestantes, estudiantes junto con personas asalariadas y funcionarias,
salieron a las calles de Argel y otras grandes ciudades. Nada de elecciones
organizadas por el poder. De nuevo, se han vuelto a oír los eslóganes
coreados desde hace semanas: “Nada de votar a las bandas”; “No votaré hasta
que os marchéis”: “Los generales a la basura”; “Nada de elecciones con los
aparatos corrupitos”; “Elecciones sin garantías en las condiciones actuales:
un suicidio”.

 

Cuatro días antes, el viernes, se produjeron enormes manifestaciones en la
mayoría de las ciudades del país que vienen a desmentir a quienes confiaban
en un agotamiento del hirak (movimiento de protesta.NdT). Justamente es la
obstinación del general Salah en pedir unas elecciones rápidas y, de repente
y el activismo de las autoridades civiles las que parecen haber removilizado
a sectores del pueblo decididos, según algunos manifestantes, a “no dejarse
robar su segunda independencia” mediante unas elecciones amañadas entre los
círculos del poder.

 

A comienzos del verano, el Jefe del Estado Bensalah, que continúa en
funciones a pesar de que su periodo de vigencia acabó en julio, intentaba un
gesto de apertura confiando a una comisión de diálogo y mediación la tarea
de explorar las vías de salida de la crisis.

 

Coordinada por Karim Younès, expresidente de la Asamblea Nacional destituido
abruptamente por Buteflika al final de su mandato, esta comisión,
inmediatamente criticada y boicoteada por partidos de la oposiciónse ha
concentrado, en realidad, en la preparación de las elecciones
presidenciales. “La ciudadanía argelina quiere ir rápidamente a elecciones.
Solo los militantes que las rechazan” asegura Karim Younès, al mismo tiempo
que la aplastante mayoría de las voces del hirak y de la oposición política
rechazan semejante votación.

 

Esta comisión entregó su informe el domingo ocho de septiembre y sugiere
algunos “gestos de apaciguamiento” para lograr que se acepten la elecciones
presidenciales. Entre estos gestos, la dimisión del Primer Ministro Bedoui y
su gobierno; la liberación de militantes y manifestantes encarcelados, la
creación de una comisión electoral realmente independiente; la modificación
de la ley electoral; apertura de los medios de comunicación y supresión de
la censura. “Somos optimistas en cuanto a la aplicación de estas
propuestas”, insistieron varios miembros de la comisión.

 

Con una celeridad nunca vista, el Consejo de Ministros se reunía al día
siguiente para adoptar dos proyectos de ley a fin de crear un organismo
encargado de organizar las elecciones y la ley electoral, al tiempo que se
convocada la Asamblea. El martes, el ejército hacía oír su voz de nuevo, a
través de un editorial de la revista del Ministerio de Defensa, el Djeich.
Sí a las elecciones rápidas, repite el ejército, que amenaza contra
“cualquier tentativa de imponer condiciones irrealizables, imposiciones, y
de difundir ideas coloniales de otra época condenadas por la historia y
rechazadas por el pueblo”.

 

Así es el enfrentamiento entre el levantamiento popular que sigue potente y
un régimen decidido a hacer caso omiso. “La adopción de dos proyectos de ley
por el Consejo de Ministros marca el inicio del proceso
contrarrevolucionario activo, estima Mustapha Hammouche, editorialista del
diario Liberté. Después de basarse en un constitucionalismo por principio,
el poder adelanta además un argumento suplementario para justificar su
prioridad electoral: que se corresponde con la demanda popular. Lo que de
hecho tendría que haber llevado a la extinción de las manifestaciones
ciudadanas. Sin embargo, sobre el terreno, asistimos a un aumento de las
movilizaciones”.

 

“Hay que dejar de sacralizar la elección presidencial, escribe el ensayista
Akram Belkaïd en Le Quotidien de Orán. No es ni un objetivo ni una
culminación. Debe ser considerada una etapa entre otras. Y como cualquier
etapa, tiene sus prerrequisitos. La cuestión que hay que plantearse no es
“¿Cuándo hay que votar?” sino “¿Qué hay que hacer antes para votar por fin?”

 

Ya el cuatro de julio, no se pudieron celebrar las elecciones presidenciales
deseadas por el poder después de la renuncia de Buteflika por falta de
candidatos. Esta vez ejército y gobierno han puesto en marcha un proceso que
se esfuerzan en vestir con bellos atuendos de legalidad e imparcialidad.
Pero nada de lo que se dice se podrá llevar a cabo. Los últimos agentes del
régimen aparecen aislados y es el rechazo popular es muy grande.

 

Los “gestos de apaciguamiento” pedidos por el organismo de diálogo no están
presentes. Muy al contrario, la verborrea del general Salah, que se expresa
una o dos veces a la semana con motivo de visitas a los cuarteles, se hace
cada vez más amenazante. Complot del extranjero, agentes infiltrados,
desestabilización del país, los intereses del país atacados por fuerzas
oscuras, “plan abyecto de los enemigos”, “partidos rechazados por el pueblo
que no tienen otra preocupación que la crítica y las injurias”... “Llegado
el momento”, el general promete rayos y truenos (discurso del 2 de
septiembre).

 

Propaganda y cierre de los media de masas

 

La traducción de estas intenciones es un aumento de la represión contra el
movimiento y las movilizaciones así como cualquier intento por organizar a
las dispersas fuerzas de la oposición. Participantes de las revueltas siguen
en la cárcel. En prisión provisional desde hace cuatro meses, Louisa
Hanoune, dirigente del PT(izquierda radical), vió rechazada por tercera vez
su petición libertad por parte del tribunal de Blida el 9 de septiembre.
Perseguida por “ultraje a cuerpo constituido y atentado a la moral del
ejército", Lakhdar Bouregaa, personaje de la guerra de la independencia y
muyahidín, también está en la cárcel como varias decenas de personas más.

 

La semana pasada, la universidad de verano del movimiento Raj (Rassemblement
actions jeunesse), que debía celebrarse en Begaia, fue prohibida y varios de
sus militantes interrogados durante varias horas. Reuniones públicas,
activistas: las prohibiciones y las detenciones se producen al azar,
incrementando la tensión en las regiones. El lunes, una coalición de
partidos de oposición, las Fuerzas de alternativa democrática se pudo reunir
finalmente a pesar de la prohibición de un primer local de reunión.
Agrupando entre otros al FFS, el RCD, el PT, el MDS y la Liga argelina de
los derechos humanos, esta coalición rechaza “la agenda de la presidencial
que quiere imponer el poder de hecho y que en simbiosis con la firme
voluntad expresada por el pueblo argelino por un cambio democrático radical
que consagre su propia soberanía”.

 

Desde hace meses, las exigencias de las principales voces son las mismas:
dimisión de los responsables actuales, un periodo de transición, un gobierno
provisional de personalidades independientes. Pero cuando las Fuerzas de la
alternativa democrática juzgan indispensable un proceso constituyente que
lleve a una nueva constitución “para romper con el régimen actual” otros
estiman necesario una negociación con el ejército.

 

En realidad, los pequeños partidos de oposición, marginalizados y justo
tolerados por el presidente Buteflika, siguen profundamente divididos, así
como los movimientos y las asociaciones salidos de siete meses de
levantamiento popular. Una de las dificultades del hirak es no haber hecho
surgir personalidades nuevas capaces de reunir y de transmitir las demandas
de las multitudes que se manifiestan. Y el poder se esfuerza en provocar
divisiones entre estas diferentes fuerzas.

 

El último elemento de esta estrategia global del régimen para imponer una
votación presidencial es la toma de control de los medios de comunicación.
La página de información francófona TSA sigue inaccesible en Argelia desde
hace tres meses. Los periódicos privados están amenazados por el organismo
estatal que controla la distribución de la publicidad. “El bloqueo, de los
medios de comunicación públicos y privados es casi total” señala el diario
El Watan. “Las cadenas de televisión que han intentado durante unas semanas
nada más que ejercer libremente su papel de informar objetivamente a la
opinión han sido conminadas rápidamente a alinearse con la voz oficial.
Ningún debate controvertido, ninguna cobertura objetiva de los
acontecimientos que se desarrollan en el escenario nacional son tolerados.
La censura es total”.

 

¿Conseguirán imponer su plan el ejército y lo que resta del poder civil? La
eventual dimisión del Primer Ministro Nouredine Bedoui que, a modo de
testamento, hizo un balance de su actividad en el último Consejo de
Ministros, se ve como un gesto suplementario hacia la opinión pública, Solo
que no será suficiente. Lo que sucede desde hace siete meses en Argelia y
que se repite a partir de la rentrée de septiembre hace imposible un simple
retoque del sistema actual. Incluso los partidarios de unas elecciones
presidenciales como Ali Benflis, antiguo primer ministro de Bouteflika antes
de convertirse en su adversario, Abderrazak Makri, presidente del partido
MSP (islamista) consideran que no se dan las condiciones necesarias para
avanzar hacia ellas. “Los indicadores muestran que la transición democrática
todavía están lejos y las condiciones la misma no se dan todavía” resume el
líder del MSP.

 

A menos que disponga de un candidato a presidente elegido por los clanes del
poder, el general Gaïd Salah corre el gran riesgo de que se repita el
escenario del 4 de julio. Alcaldes y magistrados rechazaron organizar la
votación, el rechazo a las elecciones había galvanizado a mucha gente y la
ausencia de candidatos puso punto final al ejercicio. Algunos meses más
tarde, la situación no es muy diferente con el pueblo argelino decidido a
ganar su libertad.

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