Italia/ Crisis del coronavirus: "Hay una batalla abierta con los empresarios" [Eliana Como - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Abr 4 12:15:37 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

4 de abril 2020

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Italia



Con Eliana Como, activista del movimiento feminista, militante de Sinistra
Anticapitalista



Corona crisis: “Hay una batalla abierta con los empresarios”



Marx 21, 1-4-2020

https://www.marx21.de/

Traducción de Correspondencia de Prensa



Los trabajadores italianos resisten contra las políticas del gobierno
durante esta crisis del coronavirus. Luca De Crescenzo y Yaak Pabst hablaron
con Eliana Como, de Bérgamo, sobre la doble vida de la clase obrera, los
engaños mortales de la cámara de industrias y sobre cómo se organiza una
huelga a pesar de la prohibición de reunirse.



-Cuéntanos cómo es la situación que enfrentan los trabajadores italianos en
este momento.



Miramos el futuro con preocupación. Las medidas tomadas por el gobierno
italiano han sido muy contradictorias desde el principio y han hecho recaer
la enorme carga de la crisis sobre los trabajadores. Los trabajadores y los
empleados están pagando un precio muy alto por esto, tanto en términos de
salud como financieros.



-¿Un precio elevado?



Millones de personas en Italia llevan una doble vida: Los fines de semana,
como "ciudadanos" no pueden ni siquiera ir a pasear al parque. Pero los
lunes tienen que volver al trabajo y al hacinamiento como trabajadores, van
en autobuses y tranvías y están todo el día en contacto con cientos de
compañeros de trabajo. Es un riesgo para ellos mismos y limita el alcance de
las medidas de contención.



-¿A quién te refieres exactamente?



Sobre todo a los que tienen que trabajar duro y a los que ni siquiera se les
garantizan las medidas de seguridad mínimas. Las personas más afectadas son,
por supuesto, las que trabajan en los llamados sectores esenciales, es
decir, los servicios públicos, empezando por la salud, pero también en la
distribución de alimentos, el transporte, la limpieza y los servicios
públicos. También se ven afectados los trabajadores de sectores que no son
esenciales para la vida, especialmente la producción industrial, que hasta
hace poco estaban (y siguen estando) en pleno funcionamiento. Además, el
peso de esta crisis ha tenido un impacto drástico en los salarios de los
trabajadores.



-¿En qué sentido?



Algunas empresas han cerrado, los ingresos de los trabajadores fueron
liquidados tarde y parcialmente.



-Pero el gobierno ha ratificado el decreto "Cura Italia". ¿Junto con la
"cassa integrazione" se supone que protege a los trabajadores de los
recortes salariales?



El gobierno promete mucho, pero la llamada "cassa integrazione" [seguro de
desempleo parcial] sólo cubre una parte del salario. Un trabajador ordinario
recibe poco más de la mitad de un salario medio. Mucha gente ni siquiera
tiene derecho a la "cassa integrazione". Los trabajadores precarios sólo
tienen derecho a una prima única de 600 euros por todo el período en el que
no trabajen. Los que trabajan en pequeñas empresas están cubiertos sólo por
una forma específica de "cassa integrazione", financiada por las Regiones, y
van a tener que esperar 5 o 6 meses para cobrar.



-¿Cuántas personas siguen trabajando? Según algunas estimaciones razonables,
12 millones de personas siguen trabajando, es decir, el 60% del total de
trabajadores y empleados.



No puedo decírtelo exactamente. La única respuesta que puedo darte es:
¡todavía son demasiados!



-Pero el gobierno había decidido suspender la producción en las industrias
no esenciales. ¿En qué ha quedado eso?



Fueron sólo anuncios. Anuncios tardíos, hechos en Facebook por el primer
ministro Conte cuando ya había cuatro mil muertes sólo en Lombardía, la
región más afectada y a la vez más industrializada de Italia.



-¿Entonces no pasó nada?



Sí, pero con un retraso dramático. Y hubo una batalla abierta muy importante
con los empresarios.



-¿Con qué resultado?



Al día siguiente del anuncio del Primer Ministro Conte, la Confindustria -
la federación de empresarios italianos - intervino en la elaboración del
decreto, sobre la definición de las actividades consideradas esenciales.



-¿Cómo es eso?



La lista de empresas esenciales se fue haciendo cada vez más larga. Por
ejemplo, entre las actividades consideradas esenciales está la del caucho
sintético. Si se tratara de los guantes de látex indispensables, sería
correcto. Pero estamos hablando de la producción de neumáticos. Otro ejemplo
escandaloso: la industria de armamentos. El Ministerio de Defensa hizo una
declaración en la que pide cortésmente a las fábricas que reduzcan la
producción. Pero es un pedido, no una obligación, por lo que a las empresas
les importa un bledo.



-Pero entonces el gobierno promulgó un nuevo decreto, ¿es así?



Digamos que si el primero ya llegaba tarde, hacer otro era una pérdida de
tiempo criminal. Los días perdidos no son sólo los que hay entre un decreto
y otro, sino también los que hay entre el cierre necesario de algunas
empresas y la posibilidad de que éstas cumplan mientras tanto con sus
pedidos. Algunas empresas pudieron evitar el cierre. Por lo tanto, aunque el
nuevo decreto es mejor que el anterior, deja muchos problemas pendientes,
tal vez debido también a la falta de convicción de los propios actores
principales.



-¿Y el gobierno no está convencido de que el virus debe ser combatido por
todos los medios?



Sin las "huelgas salvajes" que hubo, sin una amenaza de una huelga general
por parte del movimiento sindical y sin las pequeñas acciones de protesta en
las fábricas, no habría habido acuerdos. El gobierno fue presionado por los
trabajadores. Pero aún quedan muchas carencias, en muchos sectores no está
claro lo que debe ser considerado como esencial.



-¿Por ejemplo?



Pienso en los bancos y en las compañías de seguros. Pienso, por otra parte,
en los carteros que no sólo realizan actividades esenciales sino que al
mismo tiempo corren un gran riesgo y pueden transmitir o ser contagiados con
el virus. Dos carteros ya han muerto aquí en Bérgamo.



-¿Cómo se aplican las medidas gubernamentales?



Muchas empresas han cambiado la definición de su actividad de la noche a la
mañana para que su actividad aparezca como esencial. Además, las empresas
que no pertenecen a sectores esenciales pueden seguir abiertas si están
insertas en la cadena de producción de un producto esencial.



-Entonces, ¿cómo se define el carácter de esencial?



A través de una certificación establecida por la propia empresa.



-¿En serio?



La empresa se comunica con el prefecto (es decir, con el representante del
gobierno en la provincia), que luego consulta a los sindicatos, pero al
final, es él quien toma la decisión. Todos los prefectos no se preocupan por
eso y entonces, en las empresas en las que no hay sindicato no podemos hacer
nada o muy poca cosa. En cambio, donde los trabajadores son fuertes y están
afiliados a un sindicato, las empresas han tenido que cerrar.



-Explica un poco más este aspecto.



Desde que se declaró la emergencia sanitaria, empezó la preocupación de los
trabajadores. En las fábricas donde había una fuerte organización, el cierre
fue implementado inmediatamente desde abajo. Por ejemplo, la empresa "Same"
de Bérgamo, que es uno de los bastiones de Riconquistiamo Tutto!, fue
cerrada a finales de febrero gracias a un acuerdo sindical.



-Pero esto es realmente una excepción.



Por supuesto. Pero algo empezó a moverse rápidamente también en otros
centros de trabajo. Los trabajadores empezaron a cuestionar las políticas
esquizofrénicas del gobierno: por un lado, un gobierno que los inundaba de
consejos y de obligaciones a quedarse en casa. Por otro lado, vas a trabajar
todos los días como si no pasara nada. Pero, sin embargo, los sindicatos
cometieron un error.



-¿Qué quieres decir?



A medida que la bronca y el miedo crecían, los sindicatos se focalizaron en
una afirmación ilusoria, la del trabajo en condiciones de seguridad.



-¿Y por qué ilusoria?



En muchos lugares de trabajo, en particular en las fábricas, eso es
imposible, no hay forma de respetar la distancia de seguridad. Y tampoco era
realista pensar que llegarían equipamientos de protección, siendo que no
había ni siquiera para los trabajadores de la salud.



-Pero los trabajadores saben protegerse…



Por supuesto. Pero en las actuales circunstancias, cuando faltan equipos de
protección, es por lo menos ingenuo exigir un "trabajo seguro" en lugar de
plantear que se cierren las fábricas. Y contar con protecciones, habría sido
igual de criminal: habría significado que faltarían en los hospitales y para
las actividades realmente esenciales.



-¿Cuáles fueron las consecuencias de centrarse en el reclamo de "trabajo
seguro"?



Se perdió un tiempo precioso. Aunque fue firmado un protocolo de seguridad
con las empresas. Pero eso fue prácticamente inútil. Mientras que se
introdujeron nuevas obligaciones para los empleados, como tomarles la
temperatura, por ejemplo, sólo había recomendaciones no obligatorias para
las empresas. El resultado fue que millones de personas siguieron viéndose
obligadas a trabajar, y un factor importante para romper las cadenas de
infección fue ignorado, a saber, el cierre de empresas no esenciales.



-¿Cómo se llegó al acuerdo?



No se habría producido sin las acciones de protesta de los trabajadores de
las fábricas, que presionaron no sólo a los patrones, sino también a las
tres principales federaciones sindicales.



-¿En qué sentido?



Puedo citar las fábricas donde somos fuertes como Riprendiamoci tutto!: GKN,
Piaggio, Electrolux, Fincantieri, en las que los trabajadores ya habían
hecho oír su voz. Pero también otros grupos industriales, como
Fiat-Chrysler. Luego viene el sector de la logística, donde el SI Cobas
(https://sicobas.org/) organiza las luchas de los trabajadores desde hace
muchos años. Y finalmente hubo formas de lucha más espontáneas e
individuales, como llamar al médico, tomarse licencia o simplemente no
presentarse a trabajar. Puede parecer extraño, pero el miedo y la bronca
estallaron después de la firma del protocolo. Una ola de huelgas en todo
país. No sólo donde los trabajadores eran fuertes y estaban organizados,
sino también en fábricas menos combativas, los trabajadores pararon la
producción. Eso también se debió al hecho de que al cerrar algunas grandes
fábricas, otras industrias comenzaron a perder pedidos y contratos.
Entonces, los trabajadores vieron que la situación estaba cambiando y
actuaron en consecuencia.



-¿Pero cómo se organiza una huelga en tiempos del Coronavirus?



Era demasiado tarde cuando los sindicatos confederados llamaron a una
movilización nacional para cerrar fábricas, así que al principio, muchos
trabajadores tuvieron que proponer sus propias iniciativas. La preocupación
era tan grande que todos los procedimientos habituales fueron dejados de
lado. Para organizarse, los trabajadores utilizaron las redes sociales. Por
ejemplo en Electrolux o en Forli, la huelga, que tuvo mucho éxito, se
organizó enteramente a través de Whatsapp.



-Pero las asambleas están prohibidas y las fábricas no pueden estar
bloqueadas por piquetes de huelga...



La gente no es estúpida. Los trabajadores mantuvieron la distancia necesaria
entre sí durante los piquetes frente a las fábricas.



-¿Y cómo reaccionaron los dirigentes sindicales ante estos movimientos desde
abajo?



En mi opinión, se perdió una oportunidad histórica. La dirección nacional
tardó dos semanas en pedir el cierre de la producción no esencial, y las
movilizaciones fueron convocadas sólo para ciertas categorías de
trabajadores y en ciertas regiones, o por delegados, fábrica por fábrica. Ni
siquiera las convocaron en los días en que se multiplicaron las huelgas
espontáneas.



-¿En qué medida fue negativo?



Era el momento en que había que declarar la huelga general. Los trabajadores
estaban movilizados y el gobierno habría tenido que escucharlos. La
dirección sindical se centró en la consigna sobre el cumplimiento de las
condiciones de seguridad, pero todos sabíamos que éstas no se respetaban en
casi ningún sitio. Se perdió tiempo, lo que en una situación como la actual
significa vidas humanas, y dejó espacio para que Confindustria dictara sus
condiciones. Y ahora estamos aquí, con estos decretos tardíos e
insuficientes.



-¿Y qué deberían haber hecho?



Imponer el cierre de toda la producción no esencial. Esa era la condición
para salvar incluso a aquellos que trabajan en las empresas en las que no
hay sindicato, que son muchas: las pequeñas y medianas empresas, a menudo de
subcontratación, que continúan como si nada hubiera pasado, donde los
trabajadores son extremadamente vulnerables al chantaje, muy a menudo hay
extranjeros que, si pierden su trabajo, también pierden el derecho a seguir
viviendo en Italia. Muchos de los que lucharon en aquellos días, y yo misma,
lamentamos que pese a haberlo dicho desde el principio no fuimos escuchados
y no tuvimos peso sobre nuestros dirigentes. Pero esta situación no puede
seguir así.



-¿Qué quieres decir?



En primer lugar, en mi opinión la situación es mucho más trágica de lo que
se dice. Aquí, en la provincia de Bérgamo, muchas muertes no se cuentan
porque mueren solos en sus casas o en residencias de ancianos, donde la
situación es trágica (incluso para los que trabajan allí), sin tener acceso
a los centros hospitalarios sobrecargados y, por lo tanto, sin tener
siquiera un diagnóstico oficial post mortem.



-¿Cuáles son tus principales preocupaciones?



Para mí, la situación es explosiva en muchas áreas, incluyendo las
esenciales. En el transporte, por ejemplo. Pero la situación también se está
volviendo cada vez más precaria en los supermercados, que están abiertos los
fines de semana y por lo tanto los trabajadores no tienen siquiera tiempo
para desinfectar a fondo los locales.



-¿Cuál es la situación de los que trabajan en los hospitales?



En los hospitales y asilos del norte, todos los empleados soportan una
presión enorme y han estado literalmente en la línea del frente durante
todas estas semanas. Con esto me refiero al personal de investigación,
médico, de enfermería y de limpieza. El principal problema es que el sistema
de salud italiano ha sido destrozado en las últimas décadas - hay una falta
enorme de recursos financieros, materiales y de personal. Esto afecta a los
trabajadores médicos y de enfermería, que han tenido que asumir una carga
increíble estas semanas. Por ejemplo, turnos extremos que van mucho más allá
de las horas normales de trabajo, sabiendo que los salarios se han mantenido
prácticamente invariables durante casi 10 años debido a la política de
austeridad. Incluso los investigadores que fueron los primeros en aislar la
cepa del virus italiano en el hospital de Milán tienen trabajos inseguros.
¡Es un desastre!



-¿Cuáles son sus reivindicaciones?



Necesitamos urgentemente muchos más recursos para la salud pública y más
personal. Hay suficiente dinero. Para eso, el gobierno podría recortar el
gasto militar, que en Italia es uno de los más altos de Europa.



-¿Qué lecciones se pueden sacar de las últimas semanas?



Para mí, está claro que no se debe gastar ni un solo euro en atención médica
privada. Hemos visto que el sector privado no está invirtiendo en lo que es
realmente necesario en estas situaciones. Y tendremos que preguntarnos
también cuál es el verdadero impacto de la contaminación ambiental, porque
la llanura del Po, que es el lugar más contaminado e industrializado de
Europa, no sólo de Italia, es donde el virus más se ha arraigado. Espero
que, de todo esto, también hayamos aprendido que Confindustria es una
organización criminal que pone sus beneficios por encima de la vida de las
mismas personas que trabajan para ella y que la rabia de los trabajadores
muy a menudo va más allá de las orientaciones de las direcciones sindicales.



-¿Qué papel pueden jugar los sindicatos en Italia para garantizar la
contención de la pandemia?



Tenemos que impulsar los intereses de la clase obrera en la crisis. En
Italia, por ejemplo, estamos luchando actualmente por el cierre real e
inmediato de los sectores no esenciales de la economía. Es de esperar que
las huelgas y protestas en las fábricas continúen. Sobre todo, para evitar
la propagación del coronavirus en el sur de Italia. Otra lección importante
es que no todos estamos en el mismo barco. Si el movimiento sindical actúa
según el principio: "la gente antes que los beneficios", eso significa
resistir y combatir las soluciones a la crisis que presentan los que están
en el poder.

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