China/ Tiempos difíciles para las militantes feministas [Margot Clément]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ago 15 11:33:47 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

15 de agosto 2020

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China



Tiempos difíciles para las militantes feministas



Desde 2015, los militantes independientes, incluidas las feministas, han
sido duramente reprimidos en la gran potencia asiática. "Las autoridades no
le temen tanto a #MeToo como a la auto organización de los internautas y de
los militantes", explica una de estas feministas.



Margot Clément, desde Hong Kong

Mediapart, 13-8-2020

https://www.mediapart.fr/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa



"No sé si queda algún espacio para el activismo independiente en China hoy
en día, se está haciendo extremadamente difícil", dice Bao (nombre
cambiado), entrevistada en un café de Hong Kong unos días después de la
promulgación en la región administrativa especial de la Ley de Seguridad
Nacional redactada por Beijing.



Al igual que otras feministas chinas que fueron silenciadas en su país y que
tuvieron que irse al extranjero, la joven se trasladó a la antigua colonia
británica a finales de 2019, desde donde sigue organizando manifestaciones,
debates y cursillos con sus compañeras que se quedaron en China.



Dos años después del surgimiento del movimiento #MeToo en China, "las
feministas siguen presionando para que haya cambios, pero la realidad es que
el gobierno chino ha seguido reforzando el control sobre la sociedad civil.
Esto hace que todo militantismo surgido de la base sea cada vez más difícil,
incluido el relativo a los derechos de la mujer", dice Yaqiu Wang,
investigadora de Human Rights Watch (HRW).



En 2011, Bao se unió a un grupo de mujeres militantes que organizaban
performances artísticas en China continental para llamar la atención sobre
la ausencia de baños públicos para las mujeres y sobre la violencia
doméstica, entre otras cuestiones. La igualdad de género es algo que se ha
venido defendiendo desde hace décadas en China, y el derecho de las mujeres
al voto ya era reivindicado a finales del siglo XIX, pero estos temas han
permanecieron inaudibles durante mucho tiempo, en una sociedad
tradicionalmente patriarcal.



El 8 de marzo de 2015, para el Día Internacional de los Derechos de la
Mujer, cinco mujeres activistas empezaron a distribuir pegatinas en los
autobuses contra el acoso sexual. Fueron encarceladas durante 37 días por
"incitar a las disputas" y por "perturbar el orden público". Eso es una
muestra de que nuestros mensajes tuvieron un impacto", señala Bao, "y sirvió
de estímulo para las mujeres, especialmente en las universidades, donde se
realizan talleres para estructurar la movilización o para difundir
llamamientos contra la discriminación laboral".



Pero bajo la presión demográfica por el envejecimiento de la población, la
disminución de la tasa de natalidad (a pesar del fin de la política del hijo
único en 2015) y la reducción de la mano de obra, el partido único está
haciendo campaña para que las mujeres chinas tengan hijos y las está
confinando más que nunca al papel económico de esposas y madres.



Precisamente en 2015, la modernización de la ley de "seguridad nacional" le
confirió a las autoridades mayores facultades, en particular para controlar
internet. Unos meses después, una ley destinada a las ONG extranjeras
terminó de "asfixiar a la sociedad civil", según Amnistía Internacional.



"La ley introdujo muchas restricciones (en el registro, la financiación, las
colaboraciones, etc.) para las ONG, lo que complica la supervivencia de las
mismas", dice Bao. Los acontecimientos que no se realizan en línea, dice, se
han vuelto muy complicados de organizar desde entonces.



Cuando el movimiento #MeToo surgió en China, tras una encuesta realizada a
finales de 2017 por Sophia Huang Xueqin sobre el acoso a las mujeres
periodistas, las autoridades cerraron sitios web y cuentasfeministas,
censuraron el hashtag #MeToo, pero no lograron acallar el movimiento.



Aún en 2019, fueron organizadas algunas exposiciones sobre este tema. El
Partido comunista chino es "paranoico con todo lo que no puede controlar",
dice Yaqiu Wang. Según ella, "las militantes feministas chinas han
demostrado una sorprendente capacidad para organizarse y movilizar a la
opinión pública.



Para esquivar la censura, los internautas recurren a ideogramas modificados,
publican fotos retocadas o puestas al revés y utilizan diferentes códigos.
"El movimiento #MeToo fue uno de los más influyentes, seguido por los
ciudadanos comunes. No es el tema en sí mismo lo que alarmó a las
autoridades, sino la propia organización de los internautas y militantes, y
sus conexiones en el extranjero lo convirtieron en una cuestión muy
delicada", según Bao.



El movimiento dio lugar a "muchos debates y al comienzo de la concienciación
del público en general, así como de mujeres más educadas, diplomadas y
decepcionadas con la sociedad china", dice Bao, que menciona, como ejemplo,
los programas de televisión en los que, según ella, la emancipación de la
mujer resulta, desde entonces, más visible.



Las discusiones actuales en las redes sociales parecen darle la razón, como,
por ejemplo, las fuertes críticas al tribunal de Hunan, una provincia del
centro del país, que se niega a concederle el divorcio a una mujer que acusa
a su marido de violencia; o la indignación expresada por los internautas
contra la universidad de Zhejiang (en el este) que no expulsó a un
estudiante declarado culpable de violación; e incluso la actitud vergonzosa
de Ke Jie, famoso jugador de go (juego de estrategia asiático), que hizo
comentarios machistas y misóginos graves en la red social china Weibo, lo
que provocó la ira de las feministas y de los internautas.



Sin embargo, las feministas están lejos de haber ganado la batalla. El año
pasado, Liu Jingyao, una estudiante de la Universidad de Minnesota, fue
virtualmente linchada en las redes sociales por denunciar al multimillonario
Richard Liu -fundador de una de las mayores empresas chinas, JD.com-
acusándolo de violación en un tribunal de los Estados Unidos.



En el ámbito político, "bajo presión, el gobierno chino ha introducido
mejoras limitadas", dice Yaqiu Wang. En diciembre de 2018, la Corte Suprema
agregó el acoso sexual a la lista de "causas de reclamación", lo que
permitió que las víctimas pudieran obtener reparación con mayor facilidad.
Sin embargo, China todavía carece de leyes sólidas contra el acoso sexual.



Las feministas, por su parte, "trabajan en la clandestinidad y no pueden
realmente actuar porque no tienen los recursos humanos y financieros
necesarios para crear grupos institucionalizados en todo el país", señala
Bao, que se pregunta cómo podrá resistir el movimiento. Al estar bajo
vigilancia, los activistas prefieren las reuniones físicas en lugar de las
virtuales, utilizan aplicaciones de mensajería cifrada y tienen que optar
por métodos "más sutiles".



"En la vida diaria, es muy difícil porque nunca sabes dónde están las líneas
rojas. Los y las militantes tienen que navegar en las zonas grises de la ley
y bajo las incertidumbres en las que se basa la sociedad china. Todo es
complicado", explica Bao, y menciona presiones e intimidaciones diarias
sobre los y las militantes y sus familias.



"Uno de las dificultades consiste en saber medir los riesgos: ¿cómo podemos
llegar a un público más amplio y difundir nuestro mensaje más abiertamente
sin poner en peligro nuestra seguridad? Nunca sabemos, cuando hablamos con
gente nueva, si nos van a denunciar a la policía", explica Bao, y agrega que
la vigilancia se incrementa cuando se acercan fechas importantes para el
régimen, como el 4 de junio (masacre de Tiananmén en 1989), el 1 de octubre
(fiesta nacional) o el mes de marzo (reunión anual del Parlamento).



Los hongkoneses tendrán que acostumbrarse a este tipo de presiones, dice.
Con la llamada ley de "seguridad nacional" redactada por Beijing para frenar
la disidencia política en la región administrativa especial, "los opositores
van a tener que hacer la experiencia de la militancia bajo un régimen
autoritario: van a tener que cambiar radicalmente su estrategia, su
organización, su financiación y hacer un poco como nosotros", pronostica
Bao.



La ley promulgada el 30 de junio tipifica vagamente como delito la secesión,
el terrorismo, la subversión y la colusión con fuerzas extranjeras. "Los
hongkoneses son respetuosos de la ley y no está acostumbrados a dirigentes
que se mueven entre las zonas grises de una ley poco clara. Les va a
resultar un choque cultural."

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